5 de Febrero, 2014
Se�or presidente,
No le hablar� de los errores jur�dicos del juicio contra los Cinco Cubanos. Estos errores son muy conocidos y otros han escrito sobre ellos. Los Cinco fueron condenados por un tribunal de opereta a largas penas a causa de los cr�menes de Fidel Castro.
�Cu�les son estos cr�menes?
Por cierto, no tienen nada que ver con el estado de la democracia pol�tica en Cuba. Estados Unidos tiene muy buenas relaciones con el gobierno de Arabia Saudita y, como usted sabe, all� no existen libertades pol�ticas; de hecho, ni siquiera hay libertad de religi�n y los derechos de las mujeres son severamente cercenados.
El crimen de Fidel Castro - por el cual los Cinco tienen que pagar - es evidente: �l ha humillado a los Estados Unidos. Tal como lo dijo un ex-embajador brit�nico en Cuba, Castro es "todav�a un hueso metido en la garganta de los americanos. Ha desafiado y ridiculizado a la �nica superpotencia del mundo, y eso no se le perdona."[1]
�Donde es que los hermanos Castro desafiaron a los Estados Unidos? Uno de los lugares m�s importantes es �frica meridional. Yo estoy seguro de que usted se dio cuenta de esto en su reciente viaje a Sur�frica cuando fue testigo del cari�o con el cual el pueblo surafricano recibi� a Ra�l Castro. Y escuch� las palabras del presidente del Congreso Nacional Africano: "Ahora vamos a presentar a un l�der que viene de una peque�a isla, de un pueblo que nos liber�, que luch� por nosotros... el pueblo de Cuba."
Sin embargo, cuando los cubanos luchaban por la liberaci�n del pueblo de Sur�frica, sucesivos gobiernos americanos hac�an todo lo posible para imped�rselo.
En octubre de 1975, los surafricanos, alentados por el gobierno de Gerald Ford, invadieron Angola para aplastar el Movimiento Popular para la Liberaci�n de Angola (MPLA), de izquierda. Cuba reaccion�, enviando 36,000 soldados a Angola. Para abril de 1976, los cubanos hab�an empujado a los surafricanos fuera del territorio angolano.
La victoria surafricana en Angola hubiera apretado la garra de la dominaci�n blanca sobre los pueblos de �frica Austral. Fue un momento definitorio. Fidel Castro envi� sus tropas a Angola por su compromiso con lo que �l ha llamado "la causa m�s bonita de la humanidad,"[2] la lucha contra el apartheid. Como Kissinger observ� m�s tarde, Castro "era probablemente el m�s genuino l�der revolucionario entonces en el poder."[3]
La ola desatada por la victoria cubana en Angola se esparci� sobre Sur�frica. Mandela record� m�s tarde, que se enter� de la victoria cubana en Angola mientras estaba encarcelado en Robben Island. "Yo me encontraba en prisi�n cuando por primera vez escuch� de la ayuda masiva que las fuerzas internacionalistas cubanas le estaban dando al pueblo de Angola. ... Nosotros en �frica estamos acostumbrados a ser v�ctimas de otros pa�ses que quieren desgajar nuestro territorio o subvertir nuestra soberan�a. En la historia africana no existe otro caso de un pueblo que se haya alzado en defensa de uno de los nuestros."[4]
Esta victoria cubana sobre el apartheid signific� una derrota y humillaci�n para Estados Unidos. Enfurecido, el gobierno de Ford puso fin a las conversaciones que hab�a estado llevando con Cuba para normalizar las relaciones.
Tambi�n el presidente Carter dijo que no habr�a normalizaci�n de las relaciones hasta que Cuba sacara sus tropas de Angola - a pesar de que hasta la CIA reconoc�a que las tropas cubanas eran "necesarias para preservar la independencia de Angola" contra la continua amenaza representada por Sur�frica.[5] En junio de 1980, los surafricanos lanzaron otra gran ofensiva, avanzando m�s de 100 millas dentro de Angola, parando solo a 30 millas al sur de la l�nea de defensa cubana que proteg�a al pa�s. El Consejo de Seguridad de la ONU respondi� con una resoluci�n condenando duramente la invasi�n, y el representante de EE.UU. en el Consejo no escatim� palabras en su discurso criticando a Sur�frica. Sin embargo, cuando lleg� el momento de votar se abstuvo porque la resoluci�n inclu�a palabras que suger�an que si Sur�frica lanzaba otro ataque contra Angola el Consejo de Seguridad podr�a imponer sanciones contra ella.
Estoy seguro, se�or presidente, que usted puede apreciar la iron�a. Estados Unidos manten�a un gran n�mero de tropas en Italia, Alemania Occidental y Turqu�a - pa�ses que en 1980 no enfrentaban ninguna amenaza militar inmediata de parte de la Uni�n Sovi�tica, y sin embargo Jimmy Carter le negaba a los angolanos el derecho de tener tropas cubanas para proteger a su pa�s de una muy real amenaza surafricana.
Castro se neg� a inclinarse a las exigencias de Carter - es decir, sacrific� la posibilidad de normalizar las relaciones con Estados Unidos (y lograr el levantamiento del embargo) para proteger a Angola del r�gimen del apartheid.
De 1981 a 1987, los surafricanos lanzaron por oleadas, invasiones en el sur de Angola, alentados por el amistoso gobierno de Reagan. La guerra estaba en un punto muerto hasta noviembre de 1987, cuando Fidel Castro decidi� expulsar a los surafricanos fuera del pa�s de una vez por todas. Su decisi�n fue provocada por el hecho de que el ej�rcito surafricano hab�a acorralado a las mejores unidades del ej�rcito de Angola en una ciudad de la Angola meridional, Cuito Cuanavale. Y esto fue posible porque Washington se estremec�a en el esc�ndalo de Ir�n-Contra. Antes de estallar el esc�ndalo Ir�n-Contra a fines de 1986, que debilita y distrae al gobierno de Reagan, los cubanos tem�an que Estados Unidos podr�a lanzar un ataque contra su patria. Por lo tanto, no estaban dispuestos a agotar sus reservas de armas. Pero el Ir�n-Contra mell� los colmillos de Reagan, y le permiti� a Castro enviar a Angola los mejores aviones, pilotos y armas antia�reas de Cuba. Su estrategia era romper la ofensiva sudafricana contra Cuito Cuanavale en el sureste y luego atacar por el suroeste, "como un boxeador que con la mano izquierda lo mantiene y con la derecha lo golpea."[6]
El 23 de marzo de 1988, los surafricanos lanzaron el asalto de mayor envergadura contra Cuito Cuanavale. Fue un fracaso absoluto. El Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos se�al�, "La guerra en Angola ha tenido un giro dram�tico y-- por lo que respecta a los surafricanos -- no deseado."[7]
La mano izquierda de los cubanos hab�a bloqueado el golpe de Sur�frica, mientras que su mano derecha se estaba preparando para noquearlo: poderosas columnas cubanas avanzaban hacia la frontera de Namibia, empujando a los sudafricanos al repliegue. Los MIG-23 cubanos comenzaron a volar sobre el norte de Namibia.
Entre los soldados cubanos que avanzaron hacia la frontera con Namibia, iban dos j�venes que hoy son conocidos en todo el mundo, Fernando Gonz�lez Llort y Gerardo Hern�ndez Nordelo. Diez a�os atr�s, Ren� Gonz�lez Sehwerert tambi�n combati� en Angola. Estos tres hombres, junto a Ram�n Laba�ino Salazar y Antonio Guerrero Rodr�guez, son los cinco cubanos en defensa de quienes yo le estoy escribiendo.
Documentos de Estados Unidos y de Sur�frica demuestran que los cubanos ganaron la ventaja en Angola. Los cubanos exigieron que Pretoria retirara incondicionalmente sus tropas de Angola y permitiera elecciones supervisadas por la ONU en Namibia. El Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos advirti� que si Sud�frica se negaba, los cubanos ten�an la capacidad "para lanzar una poderosa ofensiva en Namibia." Los surafricanos reconocieron su dilema: si se negaban a las demandas cubanas, corr�an "el riesgo real de involucrarse en una guerra convencional a gran escala con los cubanos, cuyos resultados son potencialmente desastrosos." Las perspectivas de los generales surafricanos era sombr�a: "Debemos hacer todo lo posible para evitar una confrontaci�n."[8]
Pretoria capitul�. Acept� las demandas de los cubanos y se retir� incondicionalmente de Angola y acept� elecciones supervisadas por la ONU en Namibia.
La victoria cubana repercuti� m�s all� de Namibia y Angola. En palabras de Nelson Mandela, la victoria cubana "destruy� el mito de la invencibilidad del opresor blanco... [y] sirvi� de inspiraci�n al pueblo combatiente de Sur�frica. ... Cuito Cuanavale marca el viraje en la lucha para librar al continente y a nuestro pa�s del azote del apartheid."[9]
Se�or presidente, usted estuvo presente en el servicio f�nebre de Mandela, y celebr� su legado. Usted vio la reacci�n del pueblo surafricano hacia Ra�l Castro y Cuba. Es cierto, que Cuba cambi� el curso de la historia en �frica austral a pesar de los esfuerzos enconados de Washington para impedirlo. Al hacerlo, Cuba ofendi� y provoc� a los Estados Unidos - no solo a Ford y a Reagan sino tambi�n a Carter, autodefinido campe�n de los derechos humanos. En la mente de los americanos, Cuba fue el agresor y Estados Unidos estuvo, como siempre, actuando con generosidad. Como lo ha se�alado la historiadora estadounidense Nancy Mitchell, "nuestra memoria selectiva no solo sirve a un prop�sito, sino tambi�n tiene repercusiones. Crea un abismo entre nosotros y los cubanos: compartimos un pasado pero no tenemos recuerdos comunes."[10]
Ojal�, Se�or presidente, lo que usted vio en Sur�frica pueda inspirarlo a vencer la brecha y entender que en este pleito entre los dos pa�ses, Estados Unidos no es la v�ctima y, que los Cinco Cubanos son, simplemente, presos pol�ticos.
[1] Leycester Coltman, The Real Fidel Castro, New Haven, 2003, p. 289.
[2] "Indicaciones concretas del Comandante en Jefe que guiar�n la actuaci�n de la delegaci�n cubana a las conversaciones en Luanda y las negociaciones en Londres (23-4-88)," p. 5, Centro de Informaci�n de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, La Habana.
[3] Henry Kissinger, Years of Renewal, New York, 1999, p.785.
[4] Nelson Mandela, 26 de julio de1991, Granma (La Habana), 27 de julio de 1991, p. 3.
[5] CIA, "Angola Cuba: Some Strains but No New Developments," 9 de abril de 1979, Central Intelligence Agency Records Search Tool, National Archives, College Park, MD.
[6] "Transcripci�n sobre la reuni�n del Comandante en Jefe con la delegaci�n de pol�ticos de Africa del Sur (Comp. Slovo) efectuada en el MINFAR el 29.9.88," p. 16, Centro de informacion de las Ferzas Armadas Revolucionarias, La Habana.
[7] US Joint Chiefs of Staff, 15 de abril de 1988, National Security Archive, Washington DC.
[8] US Joint Chiefs of Staff, 28 de julio de 1988, ibid.; Mike Malone a A. Jacquet, en Jacquet a Pik Botha, 20 de julio de 1988, SWA/Angola, v. 2, Department of Foreign Affairs, Pretoria; General Jannie Geldenhuys, "Samevatting van notas mbt SAW-operasies in Suid-Angola," 23 de agosto de 1988, H SAW, gr. 4, box 160, Department of Defence, Documentation Centre, Pretoria.
[9] Nelson Mandela, 26 de julio de 1991, Granma, 27 de julio de 1991, p. 3.
[10] Nancy Mitchell, "Remember the Myth," News and Observer (Raleigh), 1 de noviembre de. 1998, G5.