La verdad es que los desafíos emocionales de lidiar con la incontinencia urinaria pueden ser peores que las partes físicas reales de la condición.
Las personas que tienen síntomas de incontinencia urinaria, a veces no se lo cuentan a nadie, ni siquiera a sus médicos y especialmente a su familia o amigos. Si tiene incontinencia, debe saber que no está solo. A continuación, presentamos los sentimientos típicos asociados con los problemas de incontinencia y algunas estrategias para sobrellevarlos:
Vergüenza: Hay algunas condiciones que incluso pueden hacer que deje de prestar atención a las señales de su cuerpo para orinar o defecar. Pero ahora como adultos, las personas con problemas de incontinencia se enfrentan a un estigma negativo y con demasiada frecuencia, a una actitud ofensiva por parte de los demás. Entonces, se estará preguntando ¿cómo puedo enfrentar esto y salir adelante? Bueno pues puede hacerlo menos vergonzoso admitiéndolo y haciendo una broma y comprender que esto es muy común ¡No ha fallado! Su cuerpo está pasando por cambios que no puede controlar, solo puede gestionarlos de la mejor manera posible.
Más emociones: Aparte de la vergüenza y el bochorno, también puede sentir impaciencia, frustración, fastidio, ira, miedo o asco. O también puede percibir que otros tienen estas reacciones. Puede sentirse deshumanizado, como si la enfermedad le hubiera robado su calidad de vida. El duelo se desencadena cuando uno siente la pérdida de control, de intimidad, de dignidad o de independencia. Entonces, otra vez se preguntará ¿cómo puedo enfrentar esto y salir adelante? Es importante que busque a alguien con quien pueda hablar de sus sentimientos. Considere la posibilidad de confiar en su médico, en un consejero, posiblemente en un grupo de apoyo para la incontinencia, tal vez en su hermana o su mejor amigo. No expresar estos sentimientos puede provocar una sensación de tristeza y posiblemente depresión. Admitir sus sentimientos permite “liberarse de la carga” y normalizar la situación.
Pérdida de Privacidad: El cuarto de baño es el lugar de intimidad por excelencia. Podemos cerrar la puerta del baño para que nadie invada nuestro espacio cuando estamos ahí. Que alguien nos acompañe al baño puede provocar una pérdida de dignidad, sensación de dependencia y pérdida de identidad. Utilizar un inodoro junto a la cama o un orinal requerirá evaluar su necesidad de privacidad y su capacidad de independencia. No es el único que se siente avergonzado por utilizar productos o necesitar ayuda para estas funciones humanas tan básicas. ¿Y si necesita que alguien le ayude a limpiarse? ¿Y si la persona con quien comparte la cama se despierta y encuentra la cama mojada? ¿Cómo sobrepasar está perdida? Se preguntará usted. Piense en lo que le resulta más difícil del hecho de necesitar ayuda. Hable con su cuidador o con otras personas que compartan su casa acerca de cómo se siente y decida lo que puede hacer para que sea más cómodo para los que resultan afectados directamente. Por ejemplo, guardar toallitas absorbentes en el armario del baño y utilizar un desodorante eficaz para la habitación puede ayudar a mantener el problema en secreto o al menos evitar que esté siempre presente para los demás que comparten el baño.
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