Sirva el laudatio, al gran Escipión, para referir que ya desde las épocas de la antigua Roma, la plebe prefería por supuesto los espectáculos grotescos, ruidosos y menos cultos que el teatro y que los promotores de los mismos no hacían gala de ética alguna al utilizar cada vez que podían, la promoción de la obra culta, para robarles al público, si se puede decir así.
Y esta referencia que me permito hacer respetuosamente para mis ocho lectores, me lleva a pensar en el actual estado de cosas en donde la apología del delito está presente en los famosos narco corridos, ahora en medio de discusiones que, como siempre, los políticos aprovechan; así como otras fuentes y versiones de espectáculos que divierten a la gran masa y en donde, como desde hace más de dos mil años se soslaya a la cultura.
Es decir, que no debería asombrarnos, si ya es así desde la antigüedad y es lógico que siempre serán reducidos los grupos de quienes aprecien con mayor intensidad el arte y la cultura, que quienes se decanten por el escándalo. Pero lo que se antoja insospechado es que se privilegien los narco-corridos, que la gente los exija y que hasta se incurra en la violencia si no se complace a quienes consumen este tipo de manifestación, que no se, si se puede denominar artística.
No vendría mal que en la actualidad, en medio de la descomposición social que vivimos y ante la zozobra que nos produce el crimen y la violencia, los gobiernos impulsaran y promovieran acciones estratégicas encaminadas a que nuestras juventudes, por una parte aprecien formas de arte más cultas, que enriquezcan su formación, y por otra que sin afectar a la libertad de expresión, se vayan desalentando estratégicamente las manifestaciones que hoy sin duda representan una alabanza a los delitos y a los delincuentes.
Los corridos que en una suerte de farfullo, idolatran a los narcotraficantes, así como algunos espectáculos grotescos con gran audiencia y que se promueven masivamente, son sin dudarlo una apología de nuestra incultura.
Hay gente, para todo, como en la antigua Roma, pero podríamos mejorarnos un poco.
Al Buen Entendedor…
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