Cuéntanos acerca de tu proyecto de investigación y por qué es importante para ti.
Mi proyecto de investigación es un estudio histórico acerca de los imaginarios europeos sobre América en el siglo XVI. Este proyecto empezó como un ejercicio de historia intelectual, pero en el curso de mis estudios doctorales se ha diversificado para incorporar elementos de historia social y cultural. Estoy tratando de probar que la mayoría de las percepciones que se tienen sobre América (incluyendo la forma en que los latinoamericanos nos percibimos a nosotros mismos) están basadas en arquetipos y prejuicios eurocéntricos.
Siguiendo la idea del historiador Edmundo O ‘Gorman de que América no fue conquistada o colonizada, sino “inventada”, mi trabajo se enfoca en fuentes escritas por pensadores europeos del siglo XVI que “construyeron” la naturaleza de la geografía y de los pobladores americanos desde el otro lado del Atlántico. Este enfoque inicial se ha visto enriquecido por una perspectiva trasatlántica, puesto que también estudio la manera en la que el descubrimiento de América impactó a Europa, al grado de transformarla. Puedo sugerir, tentativamente, que el Nuevo Mundo construyó al Viejo Mundo, tanto como Europa construyó a América, en un proceso de clara reciprocidad dialéctica.
¿Has presentado o publicado tu investigación en algún lugar? Cuéntanos sobre la experiencia.
Uno de los consejos más recurrentes que escucho del Dr. Martínez, mi director de tesis, es que hay que mirar a la historia desde una perspectiva amplia, para no quedarse atrapado en visiones parroquiales. Haciendo caso a su consejo, aproveché la oportunidad de tomar un seminario sobre México en el siglo XX para investigar las formas en las que el México mestizo comprende (o no comprende) el esfuerzo insurrecto del EZLN (Ejército Zapatista de Liberación Nacional). En mi trabajo argumento que muchos de los prejuicios europeos surgidos en el siglo XVI contra las comunidades indígenas siguen presentes, en mayor o menor medida, en el imaginario de las sociedades mestizas, lo que provoca una distorsión y mal entendimiento acerca de los procesos de rebeldía y resistencia de las diversas comunidades indígenas en México.
Tuve la oportunidad de presentar este trabajo en el RMCLAS (Rocky Mountain Conference for Latin American Studies) en 2021, y aunque la conferencia fue vía zoom debido a la emergencia sanitaria, el compartir mis reflexiones con otros estudiosos de la historia me pareció un ejercicio muy productivo y que abrió varias avenidas para el refinamiento posterior de un manuscrito con miras a una futura publicación.
¿Qué dirías que es algo interesante sobre tu área de estudio que la mayoría de la gente no sabe?
La historia te enseña dos grandes verdades que las personas a menudo pasamos por alto: que nuestra comprensión del pasado es producto de un invento, por lo que no es saludable tomarse como dogma cualquier conocimiento que pensamos poseer, y que la única cosa que no cambia en este mundo es el hecho de que todo cambia. Personalmente, la historia me ha enseñado que lo que creía que es “natural,” inevitable e inalterable, es solo una pequeña parte en un largo proceso histórico que está en constante transformación. Mi investigación me ha demostrado una y otra vez que lo que yo creía conocer sobre las comunidades indígenas de México es, en su mayoría, información engañosa que se desprende de un discurso de dominación. Mis estudios sobre la alteridad, que es como las personas vemos al “otro” diferente, me ha dado la única certeza que tengo en la vida: que todo depende del cristal con que se mire.
Cuéntanos sobre tus colaboraciones académicas o profesionales con México.
Soy juarense por nacimiento y por convicción. Una de las cosas que me atrajo a UTEP es mi fascinación por la historia de las fronteras y, sobre todo, el intenso intercambio cultural que ocurre en una región integrada, en este caso Juárez-El Paso, separada por una frontera artificial. He presentado en algunos congresos de historia de la UACJ (Universidad Autónoma de Ciudad Juárez) y colaboro de manera remota con el programa radiofónico Imágenes de México y su Gente, que se transmite en Ciudad Juárez. Por otro lado, mantengo contacto frecuente con mis colegas con los que compartí aula en México, intercambiando con ellos impresiones, anécdotas, lecturas, criticas y risas.
¿Qué te atrajo a Texas y a UT El Paso?
Lo que me atrajo de Texas es simple, la comida, sobre todo el famoso barbecue. Pero lo que me atrajo a estudiar en el extranjero son las particularidades del programa de Borderlands History en UTEP. Quedé embelesado por esa aproximación tan novedosa sobre las fronteras, que dejan de ser simples demarcaciones geográficas para convertirse en fronteras culturales, históricas, sociales, metafóricas e inacabadas. Pensé que UTEP era el único lugar que podía satisfacer mi inquietud intelectual por profundizar en mi conocimiento sobre los límites que separan a la humanidad. Esta inquietud se vio recompensada con creces, porque no solo me acerqué a enfoques y esquemas teóricos que cambiaron mi percepción sobre la historia misma, sino que tuve la oportunidad de incorporar un tipo de frontera muy específico a mi investigación, lo que provocó que esta se enriqueciera de maneras que nunca pude prever. Es ciertamente más arduo, pero mucho más fascinante, estudiar los imaginarios europeos en América cuando se añade a la mezcla la frontera metafórica por excelencia: barbarie/civilización.
¿Cuáles han sido algunas cosas buenas que no esperabas de Texas o de UT El Paso?
No se si sea una particularidad de UTEP, del programa en el que estudio, o una característica general de la comunidad de El Paso, pero las personas, en general, son muy amables. En UTEP he forjado nuevas relaciones de amistad con personas tan diversas que venimos de lugares remotos, y a quienes nos junta ese sentimiento de estar, como dirían los chicanos, en el tránsito. Es muy interesante contrastar nuestros anhelos por nuestras patrias con el marcado arraigo que los Paseños tienen por su tierra. Otra cosa inesperada de UTEP, y la cual me ha dado la calma necesaria cuando siento que los retos académicos comienzan a abrumarme, es la tranquilidad del campus. Me gusta sentarme cerca del jardín botánico, que expone cientos de tipos de cactus, y repensar los libros que leo ante la inmensidad del marasmo que solo el desierto puede proveer.
¿Cuáles han sido los mayores desafíos de estudiar en UT El Paso y vivir en los Estados Unidos?
El primer reto es el idioma, porque, aunque pensaba que mi nivel de inglés era bueno, la realidad me mostró otra cosa. El hecho de leer, hablar, pensar y escribir en un idioma que no es el tuyo es un proceso arduo y agotador. Tengo la fortuna de que fuera de la academia, El Paso es una ciudad relativamente bilingüe, así que no extraño demasiado la falta de español. Otro reto es la adaptación a un sistema de educación que tiene agendas, enfoques y métodos de enseñanza diferentes a los que aprendí en México. Las diferencias pueden ser pequeñas, como la forma en que escribes el párrafo introductorio de un ensayo, pero también descomunales, como la prohibición de la voz pasiva en la escritura y las formas de aproximarse a un problema de investigación. El último reto sería la cuestión económica, que creo es algo que compartimos todos los estudiantes en el extranjero.
¿De que manera te ha impactado el apoyo de ConTex y Conacyt?
Yo creo que sin el apoyo de ConTex y Conacyt no hubiera podido realizar mis estudios en el extranjero. Su respaldo económico me ha dado la tranquilidad para enfocarme únicamente en mis estudios, lo que es imprescindible ante la enorme carga de trabajo que representa ser un estudiante doctoral de tiempo completo. Por otro lado, gracias a estas instituciones he podido conocer a personas maravillosas que me han ayudado en el arduo proceso de ajuste y he tenido la posibilidad de ampliar mis redes académicas y de establecer contacto con colegas de muchas disciplinas, quienes han ampliado mis perspectivas intelectuales y académicas.
¿Qué tipo de trabajo esperas hacer en el futuro? ¿De qué manera esperas que tu investigación beneficie a las personas en los Estados Unidos y México?
En un futuro cercano me veo de vuelta en México, trabajando para una institución académica y compartiendo algunas de las perspectivas que aprendí en el extranjero. Espero que mi investigación ayude a mejorar nuestra comprensión sobre el proceso histórico que ha marcado las complicadas relaciones bilaterales entre México y Estados Unidos. Sobre todo, espero que mi investigación pueda significar una reflexión sobre el lugar que México y América Latina ocupan en el mundo, sobre nuestro recorrido histórico como mestizos, y sobre la necesidad de que, como propusiera José Martí, se funde una autentica filosofía latinoamericana.
¿Qué consejo le darías a otros estudiantes mexicanos que estén considerando estudiar en Texas?
Lo que me gustaría recomendar es que sigan al pie de la letra todos los lineamientos para cualquier trámite institucional. Esto representa un reto especial para las personas que estamos en el campo de las humanidades y las bellas artes, pero puede significar que se abra una o más puertas necesarias para completar tus estudios. Mi otro comentario sería en relación al manjeo de la ansiedad, que puede ser considerable, debido a la incertidumbre natural que representa el hecho de estudiar en el extranjero, por lo que sería recomendable tomar todo paso a paso y no tratar de hacer todo a la vez. Así como dice Antonio Machado: “caminante, no hay camino, se hace camino al andar”.