Que la gracia de Dios te cubra en estos días.
Hemos observado con anticipación y posible temor cómo dos juicios de interés nacional concluyeron en las ultimas semanas. Se han dicho muchas opiniones sobre la raza, la justicia y las armas. Como líder de una comunidad de fe, no estoy llamada a opinar sobre los resultados. Estoy aquí para inspirarnos como comunidad de fe a la luz de los acontecimientos actuales.
Desde el principio de los tiempos, los humanos se han hecho cosas horribles entre sí. El primer pecado registrado en la Biblia es el engaño de Adán y Eva. El segundo es el asesinato de Abel. Después de que Caín mata a su hermano Abel en una furia de celos, el trata de encubrirlo. Dios responde: "¿Qué has hecho? La sangre de tu hermano clama por justicia desde la tierra". (Génesis 4:10).
No importa el resultado de cualquier juicio, con frecuencia pienso en este texto. Buscamos justicia para las víctimas. Pero ¿se hace realmente justicia mientras la sangre de nuestro hermano nos clama desde la tierra? Sé que estoy hablando de una sociedad idealizada, donde la violencia es sofocada. Pero, ¿no es eso de lo que se trata el parentesco de Dios? ¿Paz, compasión, equidad, amor?
Como personas de fe, creo que tenemos algo que decir sobre esas cosas. Creo que se supone que la iglesia tiene algo que decir sobre esas cosas. No estamos llamados a retorcernos las manos con desesperación. Ni siquiera estamos llamados a juzgar, en mi opinión. Como personas de fe, estamos llamados a orar, y luego estamos llamados a trabajar contra la violencia.
Primero, oramos. Oramos por los empobrecidos y oprimidos. Oramos por los oficiales de policía, carceleros y alguaciles. Oramos por los investigadores y jueces y los fiscales de distrito y los abogados defensores. Oramos por las familias de las víctimas. Oramos por los acusados injustamente y los culpables desesperados. Todos estos son nuestros hermanos. Esta es la dolorosa verdad: todos somos el Cuerpo de Cristo. Los que matan y los que son asesinados. Qué desafío para nosotros, orar por aquellos que han hecho cosas horribles. ¿De qué otra manera puede comenzar la sanidad en nuestra sociedad?
No quiero decir que debamos perdonar y olvidar. Pero necesitamos mirar la cultura que ha hecho crecer a delincuentes violentos y pedir la ayuda de Dios para cambiar nuestro mundo. Necesitamos financiar mejores escuelas, empleos y atención médica. Necesitamos trabajar contra la violencia de armas y la violencia doméstica. Necesitamos detener los ciclos de abuso, pobreza e ignorancia.
Estas son tareas enormes. Y servimos a un Dios poderoso.
Muchos de nosotros tenemos miedo de entrar en conversaciones "políticas". Evitamos hablar de quién es culpable o de cómo debería haber votado un jurado. Invito a mantenernos alejados de los procedimientos legales y centrarnos en la violencia. ¿Cómo podemos influenciar contra la violencia? ¿Cuáles son las causas fundamentales del racismo, la misoginia, la transfobia? ¿Cómo podríamos vivir y actuar para cambiar la sociedad?
Estas son preguntas enormes. Y servimos a un Dios poderoso.
Tal vez esta es la razón por la cual la iglesia moderna no es tan poderosa como lo fue una vez. Tal vez no nos hemos apoyado en el poder al que Dios nos llama.
Servimos a un Dios poderoso.
Dios puede usarnos para traer misericordia, justicia y paz a un mundo quebrantado. Dudamos de nuestro poder. Jesús nos dijo que seríamos capaces de hacer obras aún más poderosas que Él (Juan 14:12) y nunca creemos en eso. Somos capaces de hacer más de lo que Jesús hizo porque somos más en número que Él, que sus primeros discípulos. Jesús sabía que teníamos suficiente, a través del poder del Espíritu Santo, para cambiar el mundo.
¿Qué pasaría si nos uniéramos en oración y luego tomáramos medidas para romper los ciclos de violencia y odio? Qué mandato. Eso es algo a lo que Jesús nos llamó. Por favor, únanse a mí en oración para que el Espíritu Santo nos guíe por caminos de paz. "Señor, hazme un instrumento de tu paz", es una de las palabras más famosas de San Francisco. Al entrar en esta temporada de Adviento, oremos por la paz. Oremos para que Dios nos use como instrumentos de paz.
Al orar, algunos de ustedes comenzarán a ser inspirados. Verán las necesidades del mundo con más detalle. Dios te presentará a las personas para que te acompañen. Dios abrirá las puertas a la asociación y al ministerio. Escucha la voz de Dios susurrando a tu oído. Comparte tus sueños con los demás. Fíjate cuando veas las cosas con claridad. Así es como Dios usa a la iglesia.
Este es un mundo quebrantado. Y servimos a un Dios poderoso. Salgamos con fe, confianza y amor.
Obisba Brenda