“La Navidad es drama espontáneo de la gente común…todo el tiempo que Rafael pintaba la Madona de la Capilla Sixtina, los franceses…construyendo la Catedral de Chartres, los obispos ingleses componiendo el Libro de la Oración Común, Handel su Mesías . . . la gente común, de quienes vinieron estos genios, componían la Navidad.” (Earl Count)
Claro, el Dr. Count tiene razón. La Navidad es la fiesta de la gente. Los del nivel de la gentuza y todo el mundo entra en la acción. Los corredores son adornados. Se zampa ponche caliente. La Navidad está en exhibición en bases, en residencias de ancianos, en estaciones de autobuses, y en cárceles. Los Scrooge son convertidos. La generosidad se desenfrena.
Y todo esto ocurre a causa de esta línea de la cual todo el drama de la Navidad depende:
“dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.” (Lucas 2:7)
La Navidad honra a todos a quienes les han dicho que NO HAY LUGAR para ellos:
- Refugiados de Centroamérica buscando asilo en los Estados Unidos;
- personas de Yemen quienes sufren del bombardeo de los ataques de los saudís respaldados por los Estados Unidos.
- ciudadanos sin hogar desterrados de ciudades “respetables,” acusados de ser mendigos y de holgazanear.
- cada alma solitaria, sin empleo, de luto, agotado espiritualmente que está entre nosotros.
¿No es que todos sentimos parentesco con los a quienes les han dicho que NO HAY LUGAR para ellos? ¿No podemos todos comprender la soledad y compartir el pathos de la sagrada familia? Y, ¿no sabemos que todos que Dios se acerca a los que han sido avergonzados y rechazados y compartir su angustia?
“María Incendiaria” fue castigada como partidaria izquierdista porque alabó a Dios por escogerla a ser la madre del Prometido. Proclamó a los que siempre han sido apartados que un día de victoria iba a llegar, un día cuando los poderosos serán bajados de sus tronos y los humildes serán levantados, los hambrientos serán llenados con buenas cosas y los ricos serán despedidos sin nada. (Lucas 1:46-55)
Así que la Navidad fortifica a gente común. Recuerdo visitando a una parroquiana pobre y desahuciada quien mantuvo su adorno favorito de la Navidad colgando de la cabezal de su cama.
El pastor compositor/asociado Al Carmines (Muchos Dones, Un Espíritu) escribió el oratorio
Música Rap para la Navidad [Christmas Rappings]
in 1969 para la Judson Memorial Church en Greenwich Village. Basado en las escrituras de la Navidad, se hizo una tradición navideña. Más evocadora es “Ningún Lugar”, una canción que conmovió tanto a la madre metodista de Al quien estaba vistando del Sur que pidió que fuera cantada en su funeral.
Siempre he sido atraído durante esta época del año a la apertura de la MISA por Leonard Bernstein, cantada por soloista tenor: “Canta a Dios una canción sencilla. Lauda. Laude …Porque Dios es el más sencillo de todo.”
En la Navidad, Dios es tan sencillo como un bebé en un pesebre, rodeado, protegido, adorado por gente común – padres campesinos y pastores humildes – quienes saben que en todas partes donde hay necesidad humana el escenario es sagrado y el Santo se acerca.