“Faltan Rayos de Sol”
Domingo 23 septiembre, 2018
Proverbios 31:10-31; Santiago 3:13-4:3, 7-8a; Marcos 9:30-37
El que reciba en mi nombre a un niño como este, me recibe a mí; y el que a mí me recibe, no me recibe a mí sino al que me envió.
Salmos 1 (MVC p. 89 Salterio)
Santiago quiere que controlemos la lengua . . . de la misma boca vienen bendiciones y maldiciones. Quizás querría que nos despidamos de Twitter también. Proverbios 31:10 se titula: “Mujer virtuosa, ¿quién la hallará?” No voy a tratar con tales cosas verdaderamente malas. Salmo 1 crea contraste entre los malos y los buenos – el Evangelio es servicial cuando Jesús habla de recibir a un niño en su nombre:
“El que reciba en mi nombre a un niño, me recibe a mí; y el que a mí me recibe, no me recibe a mí sino al que me envió.”
Eso parece ser un tema prudente y muy necesitado. El Evangelio quiere que recibamos a niños. ¿Cómo tendrán fe si no reciben instrucción? Walter Brueggemann hace una pregunta aún más evocadora: “Pero, ¿la Iglesia tendrá niños?” Los jóvenes hoy se mantienen alejados en tropel.
Ann Lamott, la escritora maravillosa, relate la historia de poner a su hijo en la escuela dominical. Si lees a esta autora, ya sabes que estropeó su vida en casi cada manera posible. Cuando recibió la pregunta de ¿por qué pondría a su niño en la escuela dominical, dijo que quería que él se asociara con buenas personas que parecían cuidarse unos a otros. El niño, rápidamente haciéndose en el ejemplo de su madre, rehusó ir a menos que su mamá fuera también. Lamott fue, enseñó la escuela dominical, y queda en la iglesia – una las voces fuertes para la fe hoy.
Estos días nuestros hijos por la mayor parte se mantienen alejados de la iglesia. Los padres no presentan a sus niños para educación. Estos padres son personas inteligentes quienes posiblemente asuman que tienen control de sus vidas. Todos sabemos algo acerca de eso.
My experiencia en la escuela dominical probablemente era como muchos de mi edad: asistimos. Una mujer pequeña Grace Vail era mi maestra. Nos sentamos en la última fila de bancos en el santuario, bajo las ventanas de vitral representando a Jesús como el buen pastor. Recuerdo solamente una cosa que la maestra enseñó: “Jesús quiere que yo sea un rayo de sol para brillar por él cada día” Era evocador, un poco tonto, y no fue bastante. Pero la relación era todo. En esos días de la Gran Depresión siempre tenía tentempiés. Eso era el desayuno para algunos de los niños.
Años más tarde cuando estudié la teología de Paul Tillich, dijo que somos sistemas de energía, luz para el mundo. Estoy seguro que la Srta. Grace no había leído Tillich – pero sabía que el mundo necesitaba luz. Lo que me dio se transformó en una de las piezas fundamentales para la vida adulta que emergió. Y estos días, voy a mi clase de la escuela dominical semana a menos que no pueda. Y espero que unos de estos días nuestros hijos y nietos encontrarán su propio camino a esta tradición evocadora de la escuela dominical. ¡Faltan rayos de sol!
Oración:
Querido Dios, por todos los santos como Grace Vail te damos gracias. Y te damos gracias por todos que creen que es importante enseñar a los jóvenes. Amén.