En seleccionar una lectura para el domingo que viene, hallo que las lecciones prescritas son ricas con significado. Jeremías nos invita ir a las casa del alfarero. Nuestro alfarero acaba de crear una vasija que no sirve, así que la remodela la vasija. (¡Parece como las cosas que han de venir en la Conferencia General!) Lucas quiere que aceptemos la cruz con una advertencia de lo que puede pasar si no la aceptamos. Pero la mejor para mí es la carta de Pablo a Filemón. Trata con Onésimo, un esclavo que ha huido y quien pertenece a Filemón, un líder de la iglesia. Onésimo fue capturado y puesto en una celda con Pablo, quien protege al joven. Ahora es el tiempo para devolver a Onésimo a su dueño, Filemón, a quien Pablo conoce.
Mientras en la jaula Pablo se ha hecho como padre al esclavo joven y escribe para asegurar que Filemón conoce sus preocupaciones. Los esclavos que habían huido podían estar en gran peligro. Así que Pablo hace una petición a Filemón y le informa de su preocupación para la seguridad del joven y también espera que el joven recibirá la bienvenida con seguridad. Pablo apela a Filemón como hermano en Cristo, como si supiera que Filemón le dará la bienvenida al joven cuando regrese a casa.
Pablo no está en posición de decir más, pero le inform a Filemón que cuando él, Pablo, es liberado de la jaula pasará por la casa de Filemón para averiguar cómo van las cosas. Eso sería como una visita prometida de un Superintendente del Distrito para averiguar cómo van las cosas.
Pablo no tiene autoridad de dar órdenes a Filemón ni decirle cómo debe tratar a su esclavo, pero evidentemente a esta hora las personas no quiere estar en contra a Pablo tampoco.
Creo que esta carta es incluida en el canon para permitirnos ver cómo la influencia cristiana puede hacer la diferencia.
Todavía recuerdo mi primer año en Iowa. Me invitaron a ir a Misisipí para visitar con pastores blancos sobre la lucha verdaderamente trágica para los derechos civiles. Mi congregación no creía que debía ir. Creían que sería interferencia. Pero entonces llegó la carta de Ed Boulton, el Asistente al Obispo, agradeciendo a la congregación por dejarme ser parte del equipo de pacificadores. Una situación tensa fue evitada, y dos laicos jóvenes de nuestra iglesia también fueron conmigo.
Se me ocurre que cada uno de nosotros como pastores podemos usar nuestra influencia para ayudar a personas en situaciones difíciles. Mi ex-obispo James S. Thomas, usó su oficio en esta manera muchas veces, y modeló una clase de liderazgo para su gabinete lo cual frecuentemente salvó la situación.
Lo mejor que podemos discernir, Onésimo sobrevivió y la historia nos es dada como modelo para el uso de la influencia cristiana.
Como pastores todos podemos usar nuestra influencia cuando vemos a personas agarradas en situaciones difíciles. Una palabra expresada en el momento correcto, una carta escrita, usando nuestra influencia cuesta muy poco y puede hacer toda la diferencia en muchas instancias. Así que usa tu influencia cristiana.
Excursus para el Día del Trabajo
– Hay evidencia que el movimiento obrero ya vuelve – esta vez guiado por mujeres fuertes. He aquí una canción en homenaje a unos de los santos dentro del movimiento obrero “quien jamás murió.”
“Soñé que vi a Joe Hill anoche,
Vivo como tú y yo,
Digo yo, ‘Pero Joe, hace diez año que moriste.’
Jamás morí, dijo él.
Jamás morí, dijo él.
‘En Salt Lake, Joe, por Dios” digo yo
A él parado cerca de mi cama
‘Te incriminaron en carga de homicidio,’
Dice Joe, “No morí,
No morí.”
Y parado allá en persona
Y sonriendo con los ojos,
Joe dice,
‘Lo que se les olvidó matar
Seguía organizando,
Seguía organizando.’”
Esta canción testifica a lo que creo:
Los que sacrifican la vida por otros jamás mueren;
Hay una expresión inmortal a la vida . . . la muerte es anulada.
Hay una manera inmortal de vivir sobre la cual la muerte no tiene
Dominio.
Querido Dios, ayúdanos a mantener un ojo atento. Que seamos guiados por el principio dentro del cuidado piadoso por los débiles, los perdidos, los han recibido el pecado de otros. Servimos en el nombre de Jesús. Amén.