´El monasticismo se desarrolló en la Iglesia por una conciencia de la necesidad de esta relación fundamental. En parte el movimiento monástico creció debido a un descontento profundo por el formalismo y la secularización dentro de los cuales la Iglesia entonces oficialmente reconocida había declinado, y por tanto representó un retorno a la simplicidad y la experiencia directa de la Iglesia primitiva. También manifestó una comprensión de la necesidad de las personas de maestros de oración. Muchas de las características de la era del monasticismo primitivo pueden ser vistas en nuestra época: fracaso de las estructuras institucionales tradicionales, inseguridad radical respecto del futuro, trastorno en los valores sociales morales. Curiosamente, nuestra respuesta sigue líneas similares. Las nuevas formas de comunidad que se están desarrollando dentro y fuera de órdenes religiosas son movimientos similares hacia encontrar el equilibrio, la sabiduría, el aliento en el peregrinaje espiritual que sólo un maestro y una comunidad pueden dar.
La palabra clave es equilibrio. Ninguna comunidad puede perder de vista el hecho de que su meta es también su Maestro, la fuerza magnética que lleva a las personas a sí mismas a lo largo de un camino de Su elección, no de la elección de ellas.
Pero dentro de este esquema, es necesario un maestro visible que aliente, inspire y ayude a crear una atmósfera amorosa y, por lo tanto, incite un espíritu desinteresado que es el único medio sensato para la perseverancia. Él o ella es un signo visible, y en ese sentido un creador de estabilidad interior y de ausencia de egocentrismo. Augustine Baker, quien representa el espíritu benedictino inglés, tenía un recelo típicamente inglés hacia aquellos que atraían la atención hacia sí mismos. Él dirimió su enseñanza de la oración y la necesidad de un maestro de la siguiente manera:
"El director no debe enseñar su propio camino, de hecho ningún camino determinado de oración, sino instruir a sus discípulos sobre cómo ellos mismos podrían encontrar el camino apropiado para ellos. En una palabra, él es solamente un lazarillo de Dios y debe orientar las almas hacia el camino de Dios, no al suyo propio"´