Estimados lectores:
¡Qué torbellino de emociones ha sido este mes!
Al comenzar nuestro camino en este 2021, compartimos con ustedes el poema de Amanda Gorman ‘The Hill We Climb’ (La colina que ascendemos), que ella leyó en la toma de posesión del presidente Biden.
Este poema capta de manera hermosa mucho de lo que hemos visto y sentido en las últimas semanas. Estamos agradecidos por la esperanza y la luz que vemos, la habilidad que tenemos de poder respirar un poco más fácil ahora y la oportunidad de ver cuán crítico seguirá siendo nuestro trabajo.
La colina que ascendemos
Cuando llega el día nos preguntamos,
¿Dónde podemos encontrar la luz en esta sombra interminable?
La pérdida que cargamos
un mar que debemos vadear.
Desafiamos las entrañas de la bestia;
Aprendimos que el silencio no siempre es paz;
y que las reglas y nociones de lo que es justo
no siempre es justicia.
Y, sin embargo, el amanecer es nuestro antes de saberlo.
De alguna manera lo hacemos;
hemos resistido y presenciado
una nación que no está quebrada sino simplemente inconclusa.
Nosotros, los sucesores de un país y de una época
donde una joven delgada de raza negra, descendiente de esclavos,
criada por una madre soltera, puede soñar con ser presidente,
solo para encontrarse recitando para uno.
Y sí, distamos de ser refinados, impecables,
pero eso no quiere decir que no estamos luchando para formar una unión que sea perfecta.
Nos esforzamos para forjar una unión con propósito
para hacer un país comprometido con todas las culturas, colores, caracteres y condiciones de la humanidad.
Así que levantamos la mirada hacia, no a lo que nos divide,
sino a lo que está ante nosotros.
Cerramos la brecha porque sabemos que nuestro futuro es lo que más importa.
En primer lugar, debemos dejar a un lado nuestras diferencias.
Bajemos nuestras armas
para así poder extender nuestros brazos unos a otros.
No le deseamos daño a nadie y armonía para todos.
Que cuando menos el planeta declare que esto es cierto:
que aún cuando lloramos, crecimos,
que aún cuando nos doliera, teníamos esperanza,
que, aún estando cansados, lo intentamos,
que por siempre estaremos unidos juntos – triunfantes –
no porque nunca más conozcamos la derrota,
sino porque nunca más sembraremos división.
Las Escrituras nos dicen que visualicemos
que cada uno se sentará bajo su propia viña e higuera
y nadie les atemorizará.
Si vamos a vivir a la altura de nuestro tiempo,
entonces la victoria no yacerá en el filo del cuchillo sino en todos los puentes que hemos construido.
Esa es la promesa de iluminar
la colina que ascendemos si solo nos atrevemos.
Porque ser estadounidense es más que un orgullo que heredamos,
es el pasado que abordamos y la manera en que lo reparamos.
Hemos visto una fuerza que destrozaría nuestra nación en vez de compartirla,
destruiría a nuestro país si eso lograra demorar la democracia.
Este esfuerzo casi tuvo éxito,
pero, aunque la democracia puede retrasarse de manera temporal
nunca puede ser derrotada para siempre.
Confiamos en esta verdad, en esta fe,
porque mientras tenemos los ojos fijados en el futuro, la historia tiene sus ojos puestos en nosotros.
Esta es la era de la justa redención
la cual temimos desde su inicio.
No nos sentíamos preparados para heredar un momento tan aterrador,
pero en él encontramos fuerza
para escribir un nuevo capítulo,
para ofrecer esperanza y risa,
para sembrar nosotros mismos. Mientras que una vez preguntamos:
¿Cómo podríamos prevalecer sobre la catástrofe?
Ahora declaramos: ¿Cómo podría la catástrofe prevalecer sobre nosotros?
No marcharemos atrás a lo que fue, sino a lo que será,
un país lastimado pero íntegro,
benévolo pero audaz,
feroz y libre.
No dejaremos que la intimidación nos desvíe o interrumpa
ya que sabemos que nuestra inacción e inercia serán la herencia de la próxima generación.
Nuestros errores se convertirán en sus cargas.
Pero una cosa está clara:
Si fusionamos la misericordia con el poder, y el poder con lo justo,
entonces nuestro legado es el amor
y el cambio el patrimonio de nuestros hijos.
Así es que dejemos el país mejor que el que nos dejaron.
Con cada aliento de mi golpeado pecho dorado,
elevaremos este mundo herido a uno maravilloso.
nos levantaremos de las colinas doradas del oeste.
Nos levantaremos del ventoso noreste donde nuestros antepasados emprendieron la primera revolución.
Nos levantaremos de la ciudades lacustres de los estados del medio oeste.
Nos levantaremos del sur asoleado.
Reconstruiremos, reconciliaremos y nos recuperaremos
en cada rincón y grieta de nuestra nación,
cada rincón de nuestro país.
Nuestro pueblo, diverso y hermoso,
emergerá golpeado y magnífico.
Cuando llega el día, salimos de la sombra,
enardecidos y sin miedo.
El nuevo amanecer florece mientras lo liberamos.
Porque siempre hay luz, si solo tenemos la suficiente valentía para verla,
si solo tenemos la valentía de serla.
Amanda Gorman
(Traducción de Julie Burns)