Querida gente del Sínodo del Suroeste de California,
Muchos de nosotros(as) nos hemos sentido heridos y entristecidos, pero tal vez no sorprendidos(as), por las historias que están surgiendo sobre las palabras prejuiciosas, y crueles pronunciadas de la expresidenta del Concejo Municipal de Los Ángeles, Nury Martínez, y los concejales Gil Cedillo y Kevin de León, durante una conversación en la que conspiraban para redistribuirse los distritos entre ellos, y así preservar el poder e interés personal. Esto me ha impactado profundamente, mientras yo misma sigo reflexionando sobre mi propia complicidad, y responsabilidades como líder en el sur de California.
Lamento los conflictos que surgen en nuestra región entre comunidades negras, y comunidades latiné(s). Lamento los conflictos entre los inmigrantes, y las personas que han vivido aquí por mucho más tiempo. Lamento los conflictos entre los estadounidenses de origen asiático, y otros que desconfían de ellos(as).
Por favor, únanse a mí para orar por Los Ángeles, la ciudad más grande de nuestro sínodo, así como por todas nuestras comunidades. El mundo necesita del amor de Dios. Que seamos instrumentos de ese amor:
Defensor(a) de la Justicia, ofrecemos oraciones por la ciudad de Los Ángeles, y las heridas que se han abierto una vez más esta semana. Oramos por aquellos en el liderazgo, para que ya no aborden su trabajo con odio y prejuicio. Revélanos nuestros propios prejuicios y cúranos.
Oramos por aquellos(as) que fueron específicamente dañados(as) por estas palabras y acciones. Oramos por las comunidades negras, y afroamericanas en Los Ángeles, que son heridas diariamente por el racismo, el colorismo, y el odio. Revélanos nuestros propios prejuicios y cúranos.
Eres nuestra esperanza y nuestra salvación, oramos por todos(as) nosotros(as), que nadamos en las aguas de una sociedad racista, que ha enfrentado a los humanos entre sí durante siglos. Cúranos, oh Dios, de nuestro temor, y desconfianza los unos de los otros. Guíanos hacia Tu Parentesco, donde todos(as) somos amados(as) y respetados(as). Derriba nuestros muros. Y que el Santísimo Sanador(a), nos perdone. Perdónanos por nuestros prejuicios, y nuestra falta de voluntad para enfrentarlos.
Perdónanos por culpar a otros al acusar a nuestro prójimo de comportarse mal, sin mirarnos profundamente a nosotros(as) mismos(as). Empodera a tu iglesia, a nosotros(as), a tus siervos(as), para que nos guíes al camino de la sanación y la compasión.
Danos el coraje de interrumpir los comentarios y conversaciones racistas. Danos la visión para entender nuestros propios miedos, y odio para que podamos ser liberados(as) de ellos. Danos tu poder para hablar, marchar, protestar, donar fondos a las comunidades BIPOC (negras, indígenas y personas de color), y así aprender a cambiar nuestros comportamientos para ser más justos(as).
Oramos en tu santo nombre. Amén.
Obispa Brenda Bos
|