Amados y amadas en Cristo,
Como episcopales, nuestro pacto bautismal que nos llama a respetar la dignidad de todo ser humano requiere de nosotros que seamos solidarios y levantemos nuestras voces cuando la dignidad de cualquiera de nuestros hermanos y hermanas se vea amenazado — éste es uno de esos momentos.
En estos momentos difíciles en la historia de nuestra nación, les escribo para reafirmar esta verdad fundamental: las personas transgénero y no binarias son amados y amadas por Dios. No hay poder en la tierra que pueda separarlos de ese amor y su identidad y expresión de género son dones sagrados para nuestra iglesia, nuestra nación y nuestro mundo. Su presencia profundiza nuestra capacidad para amar, para hacer justicia y para tener compasión.
Las personas transgénero y no binarias merecen poder construir vidas llenas de gozo, propósito, y tener libertad para prosperar. No puede haber excepciones o limitaciones que puedan justificar el cultivar el odio y la desconfianza hacia nuestro prójimo – y mucho menos no hay excusa para la violencia ya sea física, retórica y legislativa que sea dirigida a los hijos e hijas transgénero y no binarios amados de Dios. Dicha violencia contradice nuestros valores religiosos más profundos de dignidad, cuidado mutuo, y amor y no hay lugar en lo absoluto para ella en nuestros espacios sagrados o en la sociedad en general.
Nosotros creemos que el corazón de Dios sufre cuando los seres humanos cometen el error de proyectar su entendimiento binario sobre el género a la tan compleja y bella continuidad de la humanidad que Dios ha creado y de la cual todavía seguimos tratando de entender. Es el mismo error que cometemos cuando proyectamos nuestro propio conocimiento finito ante la infinidad de la creatividad y capacidad del amor de Dios.
Fue el primer error que los seres humanos cometieron en el Jardín de Edén al asumir que podían ser como Dios y entonces comer la fruta del árbol del conocimiento. Y es un error al cual Dios respondió en uno de nuestros textos bíblicos más antiguos — Job 38:2: “¿Quién eres tú para dudar de mi providencia y mostrar con tus palabras tu ignorancia?”
En la resolución adoptada en el 2022 por nuestra 80a. Convención General, la Iglesia Episcopal oficialmente llamó al “acceso al cuidado de reafirmación de género en todas sus formas (social, médica, o cualquier otra) y en todas las edades” y apoyó “las políticas públicas para apoyar el cuidado de reafirmación de género a nivel nacional y en todos nuestros países.” Continuaremos esforzándonos para hacer que esa resolución sea una realidad a medida que continuamos orando por todos aquellos y aquellas que han sido perseguidos como chivos expiatorios en las guerras de cultura que polarizan y dividen nuestra nación. Favor de visitar la LGBTQ+ pages en el sitio de internet diocesano para encontrar una lista de recursos.
Dios de Gracia y amor, que creaste a todas las personas en tu imagen, hombre, mujer y transgénero: Ayuda a que los ojos de los corazones de nuestros líderes sean capaces de ver que el privar a nuestros hermanos y hermanas transgénero de la dignidad del consuelo y la seguridad, especialmente aquellos que son los menos comprendidos y más vulnerables, es equivalente a negarle a tu preciado Hijo un lugar donde recostar su cabeza. Mediante Jesucristo nuestro Señor, quien vive y reina contigo y la unidad toda inclusiva del Espíritu Santo, un Dios, ahora y por siempre. AMEN.
Suyos en el amor de Cristo,
Rvdmo. John Harvey Taylor, VII Obispo de Los Ángeles
Thomas Diaz, Presidente de la Comisión del Obispo del Ministerio LGBTQ+
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