Continuando con nuestra lectura del libro MENORAT HAAMOR del rab Isaac Abohab (siglo 14) , encontramos en la pagina 663-664 un análisis profundo acerca de la relación entre la Teshubá y el sufrimiento (en hebreo yisurín).
El rab Abohab cita a los sabios de la Guemará, quienes explican que no todas las transgresiones que cometemos son iguales, en términos de lo que tenemos que hacer para ser perdonados (no estamos hablando de ofensas hacia el prójimo, que tiene que ver con pedir perdón al prójimo, sino de transgresiones hacia Dios).
Cuando la transgresión consiste en la omisión de un precepto positivo, p.e., hoy no me puse los Tefilín, el perdón de HaShem se obtiene en el momento que uno se arrepiente de lo que “no hizo”.
Cuando transgredimos una prohibición de la Torá, p.e., comimos una comida prohibida, etc. con el arrepentimiento comienza el proceso de nuestra Teshubá, pero el perdón definitivo es concedido recién en Yom Kippur (que por eso se llama, “el día del perdón”).
Ahora bien, si hemos cometido una transgresión considerada “grave”, que conlleva por lo menos “karet”, un transgresión capital hacia Dios, hecha con conciencia, premeditación, provocación, etc. entonces, con el arrepentimiento uno comienza el proceso de la Teshubá, y continua en Yom Kippur. Pero el perdón definitivo dependerá también de los
yisurín
, lo que puede suceder en nuestras vidas, que afecte negativamente nuestra calidad de vida. Estas malas experiencias, un problema de salud por ejemplo, son vistas por nuestros Sabios como vivencias que ayudan a alcanzar el perdón Divino.
El rab Abohab sugiere que el sufrir no debe ser visto como una venganza punitiva. Los sabios siempre citan el hermoso pasuq en YEJEZQUEL 18:32 que dice que HaShem no quiere que los malvados desaparezcan. Lo que quiere Dios es que desaparezca el mal; que los malvados se arrepientan y vuelvan al buen camino. Esto NO quiere decir que siempre podemos saber o entender el por qué del sufrimiento humano (la comprensión del mecanismo a través del cual El Creador administrar Su justicia, esta fuera de nuestro limitado alcance. Ver aquí
http://conta.cc/2n6eHEM
)
En algunos casos, sufrir es la única manera de madurar, crecer, entender y volver al buen camino. A veces, cuando nada nos falta, y tenemos el poder, los recursos y la salud para disfrutar de una calidad de vida material muy alta, nos olvidamos de HaShem y sin querer asfixiamos nuestra dimensión espiritual. No se nos ocurre ni siquiera agradecer a HaShem, y much menos compartir lo mucho que tenemos con los que tienen menos. Varios ejemplos de karet tienen que ver con esta actitud vanidosa y provocativa: me rebelo contra Dios; ignoro Sus preceptos, renuncio a pertenecer a Su pueblo violando deliberadamente los valores más importantes de la Torá. Las malas experiencias, en muchos casos, es lo único que nos hace más humildes. Nos fuerzan a pausar, reflexionar y cambiar.
Uno puede ver constantemente este tipo de metamorfosis en el ámbito social. Imaginemos alguien rico y sano, que ignora el pedido de ayuda de personas que no están en una buena situación. A veces la “rueda de la vida” nos lleva a experimentar lo que significa estar abajo, después de haber estado arriba, y recién cuando estamos allí abajo, vemos una realidad diferente. Y de pronto comprendemos ahora al ser humano que desatendimos ayer, cuando estábamos bien….
Las malas experiencias, muchas veces, son terapéuticas.
Yosef Bitton
rabbibitton@yahoo.com