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SEPTIEMBRE 2025 CARTA 


Lucas 14:25-33 Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les dijo: 26 Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. 27 Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo. 28 Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla?29 No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, 30 diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar. 31 ¿O qué rey, al marchar a la guerra contra otro rey, no se sienta primero y considera si puede hacer frente con diez mil al que viene contra él con veinte mil? 32 Y si no puede, cuando el otro está todavía lejos, le envía una embajada y le pide condiciones de paz. 33 Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.


En la escritura que leímos, Jesús enfatiza la evidencia de la persona quien elige seguirlo,  Él identifica a esa persona como su discípulo. De ninguna manera Jesús estaba diciendo que debía odiar a tu padre, madre, esposa, hijos, hermanos o hermanas, ni siquiera tu propia vida. Lo que decía era que no permitieras que nadie influyera en tu decisión de seguirlo, ni siquiera tu vida. Es decir, que no pusieras nada por encima de Él. Un verdadero discípulo es aquel que sigue al Maestro y sus enseñanzas, y elige obedecer a pesar del costo. Esta persona comprende el costo de ser un verdadero discípulo: ¡negarse a sí mismo! Nadie necesita animar a esta persona, porque vive por la convicción de la palabra de Dios. Como creyentes, debemos estar firmes en la verdad. Si, como creyentes no vivimos conforme a la palabra de Dios, entonces no somos seguidores de Cristo. El seguidor de Jesús siempre lo sigue, y su fruto es la obediencia a la palabra del Maestro. Esto significa que lo que busca es hacer la voluntad del Padre. Jesús lo tenía muy claro: debía hacer la voluntad del Padre. Como creyentes, debemos tener esto claro y arraigado en nuestros corazones.


A menudo, la gente no comprende realmente el costo de renunciar a todo y seguir a Jesús. A veces, nos dejamos llevar por la emoción, no por la convicción. Hay una diferencia con esto. La emoción te hará sentir bien en el momento. No entiendo por qué los creyentes necesitan sentir algo antes de actuar y obedecer. Cuando está arraigado en nuestros corazones, tenemos la convicción, y por eso, esta nos impulsará a pesar de lo que sintamos o enfrentemos, porque elegimos ser seguidores de Jesús. Debemos comprender que seguir a Jesús requiere que prioricemos las cosas del Reino y nuestro llamado por encima de todo. Un seguidor de Jesús es aquel que se niega a sí mismo, desea y prioriza las cosas del Reino. Cuando tenemos esta convicción, las cosas de este mundo no nos tendrán atados. Nuestro enfoque es el Reino y nada nos moverá. Todo lo que el Señor nos pide, decimos "sí, Señor", y lo hacemos de inmediato, sin dudarlo.


Enrique y yo lo tenemos muy claro, y nada nos desviará de hacer la voluntad de Dios. Primero, porque nuestra prioridad es seguirlo y hacer su voluntad, no tenemos ningún propósito oculto. No buscamos lo material; lo tenemos muy claro. Entendemos plenamente lo que significa renunciar a todo. Si el Señor dice "salta", decimos "¿hasta dónde?", sin dudarlo. Vamos adonde Él quiere que vayamos y hagamos. Eso es lo que el Señor requiere de nosotros como discípulos. Comprender el costo de ser un verdadero discípulo significa negarnos a nosotros mismos. Como creyentes, debemos examinar nuestro corazón a diario para ver dónde estamos y cuáles son nuestras prioridades. Cuando examinamos nuestras vidas según la palabra, podemos ver dónde estamos. Esto es bueno, porque si te has enfocado en lo equivocado, tienes tiempo para volver al camino correcto. Si proclamamos ser seguidores de Jesús, debemos pagar el precio que conlleva ese llamado. Para muchos, es difícil comprender verdaderamente lo que el Señor requiere, porque parece difícil de hacer. Algunos anteponen otras cosas a Él. Algunos empiezan bien, pero a lo largo del camino se desaniman porque las cosas no son como esperaban. Ahí es donde debes seguir adelante. No dejes que nada te descarrile. Algunos solo dan una parte de sí mismos. Sé que esto debe ser difícil de aceptar, pero es la verdad. Algunos no consideran el costo de ser un verdadero discípulo. ¡Él quiere todo de nosotros!


Lo que estás poniendo primero, además de buscarlo a Él primero. Lo que el Señor requiere de nosotros es dejar atrás todo lo que obstaculiza en nuestra búsqueda de Él, dejar atrás los apegos y las distracciones que nos impiden negarnos a nosotros mismos. Debemos estar verdaderamente dedicados a la misión del Reino. Recuerda, este es un viaje personal, tú y Él, ¡por Su gracia!


Mateo 16:24 Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.


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