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Mateo 13:8 Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno.
Cuando el creyente recibe la semilla, que es la palabra, él o ella es la buena tierra. Cuando el individuo recibe y comprende la palabra, seguramente producirá el fruto que el Padre quiere en la vida del individuo.
No puedes ser cristiano por años y seguir siendo el mismo, la palabra de Dios hace algo dentro de ti. Te cambia de adentro hacia afuera. Siempre hay progresión y avance en la vida del creyente cuando permite que la palabra de Dios haga su obra en su vida. Entonces, otros pueden ver el fruto de esa transformación y la manifestación de cambios en el carácter, la acción y el hablar.
Hebreos 4:12 Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.
La palabra de Dios es tan poderosa que tiene el poder de transformar la vida de quien la recibe. Recuerda, la palabra de Dios es vida y es poderosa para transformarte.
La palabra de Dios nos confronta, convence y guía cada vez que la leemos. Podemos recibirla o rechazarla. Recuerde, la palabra es la forma principal en que el Señor nos habla. No rechacemos Su guía para nuestras vidas.
Deja que la palabra de Dios haga lo que debe hacer en tu corazón. Cuando hagas esto, cambiará y te transformará para vivir como Dios ha ordenado para ti.
Solo cuando abrazas la palabra de Dios en tu corazón y la aplicas, así puede lograr lo que fue diseñada y tenía la intención de hacer. Es entonces que la palabra de Dios pasa a formar parte de tu vida; ¡abrázala!
Tal vez te preguntes, “¿por qué el andar de todos los cristianos no es igual?”. Recuerda lo que dice la parábola sobre el que recibió semilla en buena tierra, esto depende de cómo se reciba, entienda y aplique la palabra, este es el que da fruto, y produce unos a ciento, unos a sesenta y otros a treinta. Por lo tanto, vemos la diferencia en la vida de un creyente a otro. La palabra tiene poder y nunca perderá su poder. El resultado depende de la tierra (la persona). La voluntad de Dios para nuestra vida es que demos fruto al cien por cien ¡Conviértase en palabra viva!
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