El poder de curar al Hijo de Dios se te ha dado porque él tiene necesariamente que ser uno contigo.
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T21.7 [65] 54 La Razón, al igual que el Amor, quiere tranquilizarte, y su intención no es infundirte miedo. 55 El poder de curar22 al Hijo de Dios se te ha dado porque él tiene necesariamente que ser uno contigo. 56 Tú eres responsable de cómo se ve a sí mismo. 57 Y la Razón te dice que posees la facultad para cambiar toda su mente —que es una contigo— en un solo instante. 58 Y cualquier instante sirve para corregir completamente todos sus errores, y que él se complete. 59 En el mismo instante en que permitas que se te cure, se verá que toda su salvación ha sido completada con la tuya. 60 La Razón te ha sido dada para que entiendas que eso es así.
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UCSM TEXTO
CH 21 LA IMAGEN INTERIOR
T21.7 RAZÓN Y CORRECCIÓN
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Un Curso Sobre Milagros
edición original
Libro de Lecciones
P A R T E 2
¿Qué es LA SALVACIÓN? pár 1-5
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LTe.2 (-L231).1 1 La salvación es la promesa que Dios te hizo de que finalmente encontrarás tu camino hasta Él1. 2 Y no puede dejar de cumplirla. 3 Garantiza que al tiempo le llegará su fin, al igual que a todos los pensamientos que nacieron en él. 4 La Palabra de Dios2 es dada a cada mente que piensa que sostiene pensamientos de separación y, reemplazará estos pensamientos de conflicto con el Pensamiento de la paz3.
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1 La meta del Curso: es aprender a pensar, percibir y actuar cada vez más con el Espíritu Santo y cada vez menos con el ego, de manera de liberar la fuerza de Dios en nosotros para que reverbere en todo lo que pensemos o hagamos; es —por medio del perdón y de la extensión de milagros— reconocer en el otro, en los demás, y en la relación santa, a nuestro verdadero Yo, Cristo, ya que todos somos realmente Almas perfectas y eternas, unificadas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios, Quien es Uno con Su Padre en el eterno Presente de Su Unicidad; es liberarnos del pensar del ego para poder regresar a la Unicidad de Dios, de la Que realmente nunca nos hemos separado; es buscar y hallar en el otro y en los demás, el reflejo aquí del eterno Amor que Dios y Su Hijo comparten en la perpetua Armonía y alegre Concordia del Amor Que eternamente Se profesan Uno a Otro, extendiendo así la Creación; es aprender a dar paz para tener paz, porque la paz es la condición aquí para alcanzar el conocimiento, porque esa es la condición para entrar en el mundo real. Ver T17.7, T17.8, T22.7 [51], T31.2 [23], L127.6, L131.2
2 La Palabra de Dios es sinónimo de la "Voz que habla por Dios" y de la "Voz de Dios", Que es el Espíritu Santo. Y el Espíritu Santo, que sólo sabe de Amor, se expresa —cuando he logrado acallar al casi permanente diálogo de mi "yo" egoísta y egóico conmigo mismo en mi fuero interior— por medio de los impulsos amorosos que emergen desde lo más profundo de mi subconsciente,
3 Paz, con mayúscula, es el estado en el que nos encontramos en el eterno Presente de la Unicidad por ser amados y amar, es saber que realmente no somos cuerpos sino Almas, unificadas todas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios, Quien es Uno con Su Padre, en perfecta quietud y perfecta libertad de todo peligro, conflicto, culpa o escasez. En minúscula, cuando pensamos y percibimos con el Espíritu Santo, paz es el estado que experimentamos en el mundo real cuando hemos perdonado totalmente al otro y extendido los milagros que nos ha sugerido el Espíritu Santo. Pero cuando pensamos con el ego, paz es el estado que se puede obtener transitoriamente según los acuerdos y leyes del mundo. Ver T6.6.2, T7.7, T13.5, T19.5, T24, T29.6, T29.7, L105, L188, L200, M11, M20
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P A R T E 2
¿Qué es LA SALVACIÓN?
pár 2
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LTe.2 (-L231).2 5 El Pensamiento de la Paz fue dado al Hijo en el mismo instante en que su mente pensó en guerrear4. 6 Antes de eso, no había necesidad de Él, pues la Paz había sido dada sin opuestos y sencillamente era. 7 No obstante, cuando la mente está escindida, necesita curarse5. 8 Y así, el Pensamiento que tiene el poder de curar la escisión, pasó a formar parte de cada fragmento de la mente que seguía siendo realmente Una6, mente7 que no consiguió reconocer Su Unicidad. 9 Entonces, el fragmento de la mente no se conocía a sí mismo y pensó que había perdido su propia Identidad8.
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4 … cuando por medio de tu ego primordial, decidiste que era posible al Hijo separarse de la Unicidad de Dios, y ponerse a crear por su cuenta —pero sin perder el Amor que Dios ahora le daría individualmente— locura que se adentró en la Eternidad, Donde Todo es Uno con Dios, y de la que el Hijo de Dios olvidó reírse y que, a causa de haberlo enviado al olvido, ese pensamiento se convirtió en una idea seria, capaz de lograr algo, así como de tener efectos reales, entre los cuales están la hechura del tiempo, del espacio y de todo lo que éstos contienen, incluyendo la expansión y fragmentación de todo casi al infinito, todo eso regido por las leyes de la evolución y escasez.. Ver T27.9 [82]
5 Curar (o curación como proceso), cuando se piensa y se percibe con el ego, es el proceso por el cual tratamos de curar al cuerpo y/o a la mente de lo que se percibe que es una enfermedad. Pero cuando decidimos pensar con el Espíritu Santo, curar es el proceso por el cual queremos curar en nuestra mente la creencia en la realidad del tiempo y del espacio, en la que somos cuerpos separados unos de otros y de Dios. Para ello, cada uno acepta el Redimir para sí mismo y se pone seria y consecuentemente a perdonar y a extender milagros, entablando así relaciones santas con todos. Este proceso llevará nuestra Alma a los instantes santos del mundo real y a la unión con todas las demás Almas en la experiencia de Cristo. El último paso —el de despertarnos conjuntamente con todos a la Realidad Que queremos creer que realmente nunca habíamos abandonado— lo dará Dios Mismo, completándose así la curación de nuestra mente de su creencia en la enfermedad de la separación y en todas las secuelas que ésta trajo consigo. Ver T2.3 [69], T4.9 [106], T5.3 [18], T19.2, L137, L139
6 … en el eterno Presente de la Unicidad
7 … separada: En esta realidad, el ego, es el deseo de cada ser humano de estar separado y lo más arriba posible por encima de los demás seres humanos, de poseer más y ser más que ellos, por el convencimiento de que es merecedor —por encima y hasta en contra de los demás— de las escasas cosas buenas y transitorias que ofrece el mundo. Ningún precio es demasiado alto para obtenerlas, y las busca afanosamente en relaciones especiales en las que otros aparentemente le ofrecen amor, amistad y aprecio especiales, así como también a veces, la entrega de sus cuerpos y/o mentes igualmente especiales y, con ellos, de lo que poseen que nuestro ego cree que le hace falta. Pero el especialismo nunca puede amar, apreciar o compartir de verdad, ya que por sí mismo constituye una traición y un ataque contra la eterna y amorosa Unicidad de Dios con Su único Hijo, Cristo, en Quien todas nuestras Almas perfectas y eternas están unificadas como Una. En consecuencia, el especialismo va a desconfiar de todos, al considerarlos como potenciales atacantes o competidores, y por eso, no se le va a escapar ninguna falta o error que puedan cometer; además de atacar a los que entre ellos, directa o indirectamente, interfieran o se opongan a sus designios interesados. Ver T16.6, T24, T27.9 [82]-[83]
8 Identidad, con mayúscula, es el eterno Yo de Cristo, el único Hijo de Dios, en Quien todos, como Almas unificadas como Una, somos realmente Uno con Dios. En minúscula, es la identidad del ego. Pero cuando decidimos pensar y percibir con el Espíritu Santo, nuestra identidad se convierte en el reflejo aquí de la Identidad de Cristo, el Hijo único de Dios Que realmente somos. Ver T7.10 [97], T20.9, LTE.14 (-L351)
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P A R T E 2
¿Qué es LA SALVACIÓN?
pár 3
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LTe.2 (-L231).3 10 La salvación es un deshacer en el sentido de que no hace nada, al no apoyar el mundo de los sueños y de la malicia. 11 De esta manera, deja que las ilusiones desaparezcan9. 12 Al no apoyarlas, sencillamente las deja convertirse tranquilamente en polvo. 13 Y lo que ocultaban queda ahora revelado: un altar al santo Nombre de Dios, donde a partir de ahora se escribe Su Palabra, con los presentes10 de tu perdonar11 depositados ante él y, no mucho más atrás, la Memoria de Dios12.
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9 … en tu mente…
10 Don con mayúscula, es el Don de amar o de crear —que es lo mismo— que Dios dio a Su Hijo al crearlo. En minúscula, don es el reflejo aquí del Don de Dios. Presente se refiere a los presentes aquí del Espíritu Santo o a los del Hijo separado que piensa con Él. Regalos son los que ofrece el Hijo separado que piensa con el ego. Ver T7.6 [42] 24, T7.7 [65] 82, T7.8 [81]
11 Perdonar forma parte del proceso de aceptar el Redimir para sí mismo. En un primer paso, acepto que la causa de mis sufrimientos y dolor no se encuentra en el otro, en los demás, en el mundo, en un dios castigador, o en el destino, sino en mi mente separada que por estar pensando con el ego —hacedor de toda esta realidad en la que creo vivir— es su guionista. El segundo paso sucede cuando el Espíritu Santo me sugiere: "decide de nuevo", y hago algo respecto a ese otro al que he estado tratando de perdonar. El tercer paso se da cuando en mi fuero interno, me doy cuenta de que realmente no tengo nada que perdonarle, ni a él ni a nadie, porque en la Realidad —que es Donde quiero creer que realmente están todas nuestras Almas, unificadas como Una en Cristo— sólo hay Amor. El último paso se da en un instante santo del mundo real, cuando habiendo logrado perdonar totalmente a ese otro, voy a vivir la divina experiencia de Cristo o de Amor de la unión de su Alma con la Mía, unión que se va a extender a todas las demás Almas, ya que realmente hay una sola. Esta experiencia es la que nos lleva a todos los que fueron, son y serán, a las puertas del Cielo. Ver T16, T17.7, T29.7, L121. L122, LTe.1 (-221)
12 … nuestros impulsos amorosos que son aquí, el reflejo del Amor de Dios en el eterno Presente de la Unicidad, Donde realmente están todas nuestras Almas, sin excepción, Una en el Alma única del Hijo único de Dios, con Quien es Uno…
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P A R T E 2
¿Qué es LA SALVACIÓN?
pár 4-5
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LTe.2 (-L231).4 14 Acudamos diariamente a este santo lugar y pasemos unos momentos juntos13. 15 Aquí compartimos nuestro sueño final. 16 Es éste un sueño en el que no hay pesar, pues contiene un indicio de toda la Gloria Que Dios Nos dio. 17 En él, la hierba brota, los árboles florecen y los pájaros viene a construir nidos en su ramaje. 18 La tierra nace de nuevo, pero con una nueva percepción. 19 La noche se acabó, y ahora nos hemos reunido en la luz14.
LTe.2 (-L231).5 20 Desde aquí, extendemos15 la salvación al mundo, pues aquí fue donde la recibimos. 21 El cantar de nuestro regocijo proclama al mundo entero que la libertad16 ha regresado, que al tiempo casi le ha llegado su fin, y que el Hijo de Dios tan sólo tiene que esperar un instante más para que recuerde a Su Padre, los sueños se desvanezcan, la Eternidad eclipse al mundo con Su Luz y, ahora, que el Cielo sea Lo único existe.
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13 … unos instantes santos en nuestro espíritu aquietado, habiendo acallado el interminable diálogo interno de mi "yo", "yo", "yo" con mi ego… El instante santo, aquí, en tu fuero interno, es la experiencia del reflejo del eterno Presente de la Unicidad de Dios, en la que tu Alma quiere unirse al Alma del otro, a quien estás tratando de perdonar. El proceso se inicia cuando ordenas a tu cerebro aquietarse, de manera que, durante ese instante, pares el continuo diálogo interno de tu "yo", "yo", "yo". Luego, en el silencio que sigue, te liberas tanto de la culpa y su pasado como del miedo que trae la inseguridad del futuro. Cuando logras perdonarlo, las dos Almas se unen en la experiencia de Cristo en el mundo real, experiencia en la que todas las Almas —por ser igualmente perfectas y eternas— se unifican en la única Alma que realmente existe: La del Hijo único de Dios, que realmente somos nosotros. Por eso, el instante santo no puede ser para ti solo. Eso va a permitir a los impulsos amorosos del Espíritu Santo emerger a tu consciente, los cuales, en forma de milagros, vas a querer extender a la(s) persona(s) que has perdonado. Ver T15.5 a T15.9, L106, L109, L125, L157, L182, L189
14 Luz, con mayúscula, es el Conocimiento que Dios nos dio al crearnos mediante Su Pensamiento de Amor o Espíritu Santo. En minúscula, luz, cuando pensamos con el Espíritu Santo, es el reflejo aquí de esa Luz eterna, reflejo que llega a nuestro espíritu o mente acertada en un instante santo del mundo real, cuando hemos perdonado totalmente a otro u otros, y extendido los milagros que nos hubiese sugerido el Espíritu Santo; y, cuando pensamos con el ego, tiene todos los demás significados que podemos encontrar en el diccionario. Ver T5.8 [80], T12.2 [5], T22.7 [65], L48, L61, L63, L69, L93
15 … en nuestra mente
16 Libertad con mayúscula es, en la eterna Unicidad, la libre Voluntad de Dios de Amar o crear, Que es también la libre Voluntad de todos nosotros como Almas perfectas y eternas, unificadas como Una en Cristo, Su único hijo, de amar y ser amados. Aquí, en minúscula, libertad, cuando pienso "nos" con el Espíritu Santo, es la liberación del confinamiento impuesto por las mentes individuales separadas unas de otras, para amar sin excepción y por igual a todos, como reflejo de la Unicidad; y, cuando pienso con el ego, es lo que decido hacer con mi libre albedrío, según las leyes de la evolución y escasez. Ver T2.6 [109], T13.7 [62], T17.6 [52], L199, LR6 (-206)
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Un Curso Sobre Milagros
edición original
Libro de Lecciones
L E C C I Ó N 240
El miedo no se justifica
de ninguna manera.
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L240.1 1 El miedo1 es engaño. 2 Da testimonio de que te has visto a ti mismo como nunca podrías ser realmente y, por tanto, estás viendo un mundo que no puede ser real. 3 Ni una sola cosa en este mundo es verdad. 4 No importa la forma en que se manifieste. 5 Sólo da fe de tus propias ilusiones sobre ti mismo. 6 No nos dejemos engañar hoy. 7 Somos el Hijo de Dios. 8 En nosotros, el miedo no tiene cabida, pues cada uno forma parte del Amor Mismo.
L240.2 9 ¡Qué insensatos son nuestros temores! 10 ¿Acaso vas a permitir que Tu Hijo sufra? 11 Hoy, danos fe para reconocer a Tu Hijo y liberarlo. 12 Hoy, lo vamos a perdonar2 en Tu Nombre, de manera que podamos comprender su santidad3 y sentir por él el Amor que es el Tuyo también.
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1 El miedo es la motivación primordial del sistema de pensamiento del ego, constituye un síntoma de tu profundo sentido de ser atacado y de pérdidas pasadas, presentes y futuras. Pero cuando has aceptado el Redimir para ti mismo, perdonado y extendido los milagros que te ha sugerido el Espíritu Santo y, con la visión de Cristo, aceptas solamente los pensamientos amorosos de todos, considerando todo lo demás como pedimentos de ayuda, Él te enseñará que el miedo —tanto en ti como en los demás— es realmente un pedido de ayuda. Ver T8.9 [82], T8.10 [90], T8.10 [94]
2 Perdonar forma parte del proceso de aceptar el Redimir para sí mismo. En un primer paso, acepto que la causa de mis sufrimientos y dolor no se encuentra en el otro, en los demás, en el mundo, en un dios castigador, o en el destino, sino en mi mente separada que por estar pensando con el ego —hacedor de toda esta realidad en la que creo vivir— es su guionista. El segundo paso sucede cuando el Espíritu Santo me sugiere: "decide de nuevo", y hago algo respecto a ese otro al que he estado tratando de perdonar. El tercer paso se da cuando en mi fuero interno, me doy cuenta de que realmente no tengo nada que perdonarle, ni a él ni a nadie, porque en la Realidad —que es Donde quiero creer que realmente están todas nuestras Almas, unificadas como Una en Cristo— sólo hay Amor. El último paso se da en un instante santo del mundo real, cuando habiendo logrado perdonar totalmente a ese otro, voy a vivir la divina experiencia de Cristo o de Amor de la unión de su Alma con la Mía, unión que se va a extender a todas las demás Almas, ya que realmente hay una sola. Esta experiencia es la que nos lleva a todos los que fueron, son y serán, a las puertas del Cielo. Ver T16, T17.7, T29.7, L121. L122, LTe.1 (-221)
3 Santidad, con mayúscula, es la experiencia de perfecto Amor o Espíritu Santo que, sin excepción, compartimos —como Almas, unificadas como Una en el Alma única del único Hijo de Dios— entre nosotros y con Dios, en el eterno Presente de Su Unicidad. En minúscula, santidad es el reflejo aquí de ese Amor compartido. Ver T1.1.31 [42] a [44], T2.2 [45], T5.4 [23], T14.5, L36, L37, L39
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Un Curso Sobre Milagros
edición original
Texto
Capítulo 21
LA IMAGEN INTERIOR
T21.7 RAZÓN Y CORRECCIÓN pár 59-69
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T21.7 [59] 1 La Razón1 no puede ver los pecados pero sí los errores, y lleva a su corrección2. 2 No los valora, pero sí valora su corrección. 3 La Razón3 te dirá también que cuando piensas que estás pecando4, de hecho estás pidiendo ayuda. 4 Pero si no aceptas la ayuda que pediste, tampoco creerás que es tuya para dar. 5 Y así, no la darás, conservando de esa manera la creencia5. 6 Pues cualquier clase de error que no haya sido corregido, te va a engañar con respecto al poder para corregir que está en ti6. 7 Si tu poder puede corregir y tú permites que no lo haga, te estarás negando la corrección a ti y también a tu hermano. 8 Y si él comparte contigo esta misma creencia, los dos pensarán que están condenados. 9 Pero esto se lo podrías evitar tanto a él como a ti, 10 pues la Razón no abriría paso a la corrección sólo en ti.
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1 Razón, con mayúscula, en la eterna Unicidad, es: 1) el Pensamiento de Amor de Dios o Espíritu Santo Que Dios comparte con nosotros como Almas Una en Cristo, Su único Hijo; y 2) a veces, es sinónimo del Espíritu Santo. Aquí, en minúscula, cuando pensamos con el Espíritu Santo, razón, es nuestro pensar con Él, que quiere ser el reflejo de ese eterno Pensamiento de Amor por medio del perdón y la extensión de milagros; y, cuando pensamos con el ego, se refiere a nuestro pensar con el ego que se basa en la racionalidad, lógica y el sentido común que derivamos de la percepción de las causas y efectos según las leyes de este mundo. Ver T21.6, T21.7, T22.4, L192.7, M10.4
2 … en tu fuero interno
3 … el Espíritu Santo
4 Pecar es estar demente. 2 Es el medio que hace que la mente pierda su cordura y trate de dejar que las ilusiones ocupen el lugar de la Verdad. 3 Y, al estar loca, la mente ve ilusiones donde la Verdad debería estar, y donde realmente está. 4 El pecado dio ojos al cuerpo pues, ¿qué van a querer ver los que están libres de pecado? 5 ¿Qué necesidad tienen de escenas, sonidos o tacto? 6 ¿Qué van a querer oír, o alcanzar para agarrar? 7 ¿Qué van a querer percibir por los sentidos? 8 Percibir por los sentidos es no conocer. 9 Y la Verdad no puede contener sino el Conocimiento y nada más. Ver T19.3, T19.4, T20.4, T24.4, T26.5
5 … en la realidad del ego, en la que "toco madera…"
6 Poder, con mayúscula, significa el Poder de Dios para crear o amar en el Cielo, un Poder que también dio a Su Hijo de manera que pudieran crear conjuntamente como Uno. En minúscula, poder —si estás pensando con el ego— significa el poder físico y/o psicológico del ego para hacer cosas y, si en vez, estás pensando con el Espíritu Santo, poder quiere decir el reflejo aquí del Poder de crear o amar de Dios y de Su Hijo. Ver T2.1 [15], T4.5 [63], T7.4 [24] y [25], T27.4
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T21.7 RAZÓN Y CORRECCIÓN
pár 60
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T21.7 [60] 11 No puedes aceptar o rechazar la corrección sin incluir a tu hermano. 12 El pecado7 te diría que él sí lo puede hacer. 13 Pero la Razón te dice que no puedes ver a tu hermano o a ti mismo como pecador, y seguir viendo al otro como inocente. 14 ¿Quién que se ve a sí mismo culpable8 podría ver un mundo libre de pecado? 15 ¿Y quién podría ver un mundo pecador y verse a sí mismo separado de él? 16 El pecado mantendría que ustedes tienen necesariamente que estar separados. 17 Pero la Razón te dice que esto tiene que ser un error. 18 Pues si están unidos, ¿cómo iban a tener pensamientos individuales9? 19 ¿Y cómo podrían los pensamientos que se adentran en lo que parece ser sólo tuyo, no tener ningún efecto en lo que realmente es de ustedes10? 20 Si las mentes están unidas, eso, sencillamente, es imposible.
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7 El pecado de todos los pecados fue la diminuta idea alocada de que el Hijo podía separarse de Su Padre y crear por su cuenta, idea que se coló en la Eternidad, donde Todo es Uno, y de la que el Hijo de Dios olvidó reírse. Por haberlo olvidado, ese pensamiento se convirtió en una idea seria, capaz de lograr algo y tener efectos aparentemente reales, como fue la hechura del tiempo y del espacio y de todo lo que éstos contienen, regidos como están por las leyes de la evolución y escasez. Ver T27.9 [82]
8 En el Cielo, según el Curso, no hay normas ni culpa, ya que Dios sólo sabe del Amor que comparte en paz y alegría con todas nuestras Almas perfectas y eternas, Una en Cristo, Su único Hijo, en el eterno Presente de Su Unicidad. Aquí, donde reina la imperfección de los cuerpos regidos por las leyes de la evolución y escasez, cuando pensamos con el ego, la culpa es el sentimiento de no haber estado a la altura de las circunstancias, o de haber faltado contra normas generalmente cambiantes que rigen nuestras vidas. Pero cuando decidimos pensar con el Espíritu Santo y aceptar el Redimir para nosotros mismos, queremos creer que realmente no somos cuerpos sino Almas creadas por Dios a Su Semejanza y, por lo tanto, nunca nos separamos de nuestro Padre y Creador. Además, mediante la visión de Cristo, ahora vemos a las faltas que antes juzgábamos como imperdonables, como errores subsanables por medio del perdón y de la extensión de milagros y, de esa manera, ser aquí el reflejo de lo que realmente somos: el Hijo único, que ama a Dios y es amado por Él en la alegre Concordia del Amor o Espíritu Santo, como era antes de que el tiempo pareciera existir. Ver T5.8 [73], T12, T13.3, T14.2, T16.6, T19.5.1.1
9 … las individualidades halando cada una para su lado…
10 … porque son Cristo, 1) es la idea que resuelve el aparente dilema en el Curso, que, por un lado, reza: "Dios creó a un solo Hijo, y no creó más nada" y, por el otro, "la Filiación es la suma de todas las Almas creadas por Dios.", dilema que es resuelto en el proceso de extender milagros: "Un milagro hace que las Almas sean una en Cristo."; 2) en mi fuero interno, Cristo también es la divina experiencia de mi mente acertada o espíritu en un instante santo del mundo real, de la unión de mi Alma con el Alma del otro(a), experiencia de Amor que se extiende a las Almas de todos los que fueron, son y serán, como reflejo aquí del eterno Presente de la Unicidad de Dios. Ver T1.1.19 [19], [45] y [48], T2.2 [20], T30.6 [63], T31.1 [9]
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T21.7 RAZÓN Y CORRECCIÓN
pár 61
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T21.7 [61] 21 Nadie puede realmente pensar únicamente por sí solo, igual que Dios no piensa sin Su Hijo11. 22 Eso sólo sería posible si Ellos dos morasen en cuerpos12. 23 Tampoco podría una mente pensar sólo por sí misma a menos que el cuerpo fuese la mente13. 24 Pues únicamente los cuerpos pueden estar separados y, por consiguiente, ser irreales. 25 La morada de la locura14 no puede ser la morada de la Razón. 26 Pero es fácil abandonar la morada de la demencia si ves la razón. 27 No abandonas la demencia trasladándote a otro lugar. 28 La abandonas simplemente aceptando la Razón en el lugar que antes ocupaba la locura. 29 La locura y la Razón ven las mismas cosas, pero no hay duda que las miran de modo diferente.
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11 … puesto que somos Uno con Él en Su Unicidad, con mayúscula es sencillamente la idea de que Dios, en el eterno Presente del Cielo, está creando a Su único Hijo en un pensamiento de Amor o Espíritu Santo, Amor que se profesan eternamente Uno al Otro en perfecta armonía y alegre concordia. En minúscula, aquí, en nuestra mente acertada o espíritu, unicidad es la idea nacida del anhelo natural de, amorosamente, unificar todas nuestras Almas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios, en una experiencia en nuestro fuero interno, que nos dice que realmente no estamos solos, aislados y separados unos de otros, ni desamparados —como la percepción de nuestros cuerpos que el ego nos quiere hacer ver y creer— sino que realmente somos Uno con Dios en las perfectas Paz y Alegría de Su eterna Unicidad, arropados por el Amor o Espíritu Santo. Ver T8.5 [38], T10.2 [15], T26.2
12 El cuerpo—cuando pensamos con el ego— es su encarnación, regido por las leyes de este mundo y constituye la prueba viviente de que este mundo es real y de que estamos evidentemente separados de Dios y unos de otros. Pero cuando pensamos con el Espíritu Santo, el cuerpo es el medio por el cual el Hijo de Dios recobra la cordura. Aunque el cuerpo fue concebido para encerrar al Hijo en el infierno sin escapatoria posible, ahora la meta del Cielo va a substituir a la búsqueda del infierno, y como el Hijo único de Dios que realmente somos, extendemos nuestra mano para tomar la de nuestro hermano y ayudarlo a caminar el sendero con él. Ahora nuestros cuerpos se han vuelto santos y nuestras mentes unidas y acertadas sirven para curar las mentes equivocadas que sólo sabían de vida efímera y de muerte. Ver T1.1.51 [86], T2.2 [45], T2.3 [53], T2.3 [56], L161.4, LTe.5 (-L261)
13 La Mente, con mayúscula, se refiere a la Mente o el Pensar de Dios o de Su Hijo o de Cristo, y representa el agente que activa al Alma (o Espíritu), aportándole su energía creadora o Amor. En la separación, la mente del Hijo separado parece tener tres partes: 1) El espíritu, que es la parte que todavía puede comunicarse con Dios por medio del Espíritu Santo, Quien se nos manifiesta por medio de impulsos amorosos y revelaciones; 2) el ego, que recibe del ego primario en la fuente de la separación, los impulsos de vida y de sobrevivencia, los cuales, al ser procesados por nuestro cerebro —subconsciente o conscientemente— dan vida a nuestro cuerpo y nutren a nuestra razón, lógica y sentido común de lo necesario para defendernos y sobrevivir; y 3) el decididor, que es lo que en nosotros decide todo el tiempo si pensar con el ego —que es lo que hacemos "usualmente"— o con el espíritu. Ver T7.3, T19.2, T25.5, L45, L165
14 Demencia o locura, según el Curso, es el sistema de pensamiento del ego que parte de la creencia que la realidad es la del tiempo y del espacio, regidos por las leyes de la evolución y escasez, que percibimos con nuestros sentidos y entendemos con nuestro razonamiento, lógica y sentido común. Ver T6.6.2 [76]
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T21.7 RAZÓN Y CORRECCIÓN
pár 62-64
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T21.7 [62] 30 La locura es un ataque contra la Razón que la saca de la mente y ocupa su lugar. 31 La Razón no ataca sino que, tranquilamente, ocupa el lugar de la locura y, la reemplaza, cuando los dementes manifiestan su voluntad de escucharla. 32 Pero los dementes no saben lo que quieren, 33 pues creen ver el cuerpo, y dejan que su locura les diga que es real. 34 La Razón sería incapaz de hacer eso. 35 Y si tú defiendes el cuerpo en contra de tu Razón, no comprenderás ni lo que es el cuerpo, ni lo que tú realmente eres15.
T21.7 [63] 36 El cuerpo no te separa16 de tu hermano y, si crees que lo hace, es porque estás demente. 37 Pero la locura tiene un propósito, y cree que también tiene los medios para convertir a su propósito en realidad17. 38 Ver el cuerpo como una barrera que separa lo que la Razón te dice que tiene necesariamente que estar unido, tiene que ser demencia. 39 Y tampoco podrías ver la barrera si hubieras escuchado la voz de la Razón. 40 ¿Qué puede interponerse entre lo que es continuo? 41 Y si no hay nada que se interponga, ¿cómo lo que constituye una parte va a mantenerse separada de las demás? 42 Esto es lo que la Razón te diría. 43 Pero piensa en lo que tendrías que reconocer, si eso es así.
T21.7 [64] 44 Si escoges el pecado en vez de la curación18, estarás condenando al Hijo de Dios a lo que jamás puede ser corregido. 45 Con tu decisión, le estás diciendo que está condenado, separado por siempre de ti y de su Padre, y sin esperanza de poder regresar sano y salvo. 46 Enséñale esto, y aprenderás de él exactamente lo que le enseñaste. 47 Pues lo único que le puedes enseñar es que él es lo que tú quieres que sea, y lo que decides que es, no es otra cosa que lo que tú has decidido ser19. 48 Pero no pienses que esto es temible. 49 Que estás unido a él es un hecho, no una interpretación. 50 ¿Cómo puede un hecho ser temible a menos que esté en desacuerdo con lo que tienes en más estima que la Verdad20? 51 La Razón te dirá que este hecho constituye tu liberación21. 52 Ni tu hermano ni tú pueden ser realmente atacados por separado. 53 Ni tampoco ninguno de los dos puede aceptar un milagro sin que éste bendiga al otro y lo cure del dolor.
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15 El Hijo único de Dios o Cristo —en Cuya única Alma, todas las Nuestras están unificadas como Una en Cristo— es Uno con Dios en Su eterna Unicidad. Nos convertimos aquí en el reflejo de Cristo cuando pensamos y percibimos con el Espíritu Santo, perdonamos totalmente al otro (s) y extendemos los milagros que nos sugiera el Mismo Espíritu Santo. Pero cuando pensamos con el sistema de pensamiento del ego y creemos que su realidad del tiempo y del espacio es verdadera —que es lo que hacemos "usualmente"— entonces nos convertimos en el Hijo separado de Dios. Ver T10.5, T10.8, T20.3, T29.9, L163, L191, LTE.14 (-L351)
16 … realmente
17 … la realidad del ego, del tiempo y del espacio, y de todo los que éstos contienen…
18 Curación es el estado mental que se logra al final del proceso de curar en el que nuestra mente —ahora pensando y percibiendo con el Espíritu Santo— es llevada al mundo real y a la unión con todas las demás mentes en la experiencia de Cristo; y en el instante santo de esa experiencia, ella se cura de la creencia en la realidad del tiempo y del espacio, del pensar del ego, en la que somos cuerpos separados unos de otros y de Dios. Ver T2.3, T5, T8.9, T13.2, T17, M22, M23
19 … y, ¿cómo decido…? Muy fácil, escogiendo el sistema de pensamiento con el que quieres pensar: Sólo hay dos sistemas de pensamiento: el del ego, de acuerdo a las leyes de la evolución y escasez, y el del Espíritu Santo, reflejo aquí del Espíritu o Pensar de Dios, Que es Amor. Ver T3.9 [72], T18.10
20 La Verdad, con mayúscula —que realmente no soy un cuerpo sino un Alma, Tal como Dios me creó— según el Curso, no se puede describir ni tampoco explicar; sólo puede experimentarse en nuestro fuero interno, en un instante santo del mundo real, al haber logrado perdonar totalmente a otro y haber unificado su Alma con La tuya en Cristo. En esto radica aquí, la paz de Dios. En minúscula, es la verdad del ego, cuyo sistema de pensamiento está basado en la percepción de que el tiempo y del espacio y todo lo que estos contienen son reales, están regidos por las leyes de la evolución y escasez, y constituyen la única y verdadera realidad. Ver T6.6.3 [94], T7.5, T14, T23.2 [13], T29.8
21 Libertad con mayúscula es, en la eterna Unicidad, la libre Voluntad de Dios de Amar o crear, Que es también la libre Voluntad de todos nosotros como Almas perfectas y eternas, unificadas como Una en Cristo, Su único hijo, de amar y ser amados. Aquí, en minúscula, libertad, cuando pienso "nos" con el Espíritu Santo, es la liberación del confinamiento impuesto por las mentes individuales separadas unas de otras, para amar sin excepción y por igual a todos, como reflejo de la Unicidad; y, cuando pienso con el ego, es lo que decido hacer con mi libre albedrío, según las leyes de la evolución y escasez. Ver T2.6 [109], T13.7 [62], T17.6 [52], L199, LR6 (-206)
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T21.7 RAZÓN Y CORRECCIÓN
pár 65-66
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T21.7 [65] 54 La Razón, al igual que el Amor, quiere tranquilizarte, y su intención no es infundirte miedo. 55 El poder de curar22 al Hijo de Dios se te ha dado porque él tiene necesariamente que ser uno contigo. 56 Tú eres responsable de cómo se ve a sí mismo. 57 Y la Razón te dice que posees la facultad para cambiar toda su mente —que es una contigo— en un solo instante. 58 Y cualquier instante sirve para corregir completamente todos sus errores, y que él se complete. 59 En el mismo instante en que permitas que se te cure, se verá que toda su salvación ha sido completada con la tuya. 60 La Razón te ha sido dada para que entiendas que eso es así. 61 Pues la Razón, amable como lo es el propósito23 al que sirve de medio, te aleja con paso seguro de la locura y te lleva hacia la meta de la Verdad. 62 Y ahí, descargarás el peso de negar la Verdad. 63 ¡Éste es el peso que es terrible, no la Verdad!
T21.7 [66] 64 En que ustedes estén unidos24 reside su salvación, que es don25 del Cielo y no regalo del miedo. 65 ¿Acaso el Cielo les parece una carga? 66 En la locura lo es. 67 Y, no obstante, lo que la locura ve tiene que disiparlo la Razón. 68 La Razón les asegura que el Cielo es lo que realmente quieren y todo lo que quieren. 69 Escuchen al Que les habla con la Razón, y armoniza la razón de ustedes con La de Él. 70 Resuélvanse a permitir que la Razón sea el medio por el cual Él les instruya sobre cómo dejar atrás la demencia. 71 No se oculten tras la demencia a fin de escapar de la Razón. 72 Lo que la locura quiere encubrir, el Espíritu Santo lo pone al descubierto para que todo el mundo lo vea con alegría.
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22 Curar (o curación como proceso), cuando se piensa y se percibe con el ego, es el proceso por el cual tratamos de curar al cuerpo y/o a la mente de lo que se percibe que es una enfermedad. Pero cuando decidimos pensar con el Espíritu Santo, curar es el proceso por el cual queremos curar en nuestra mente la creencia en la realidad del tiempo y del espacio, en la que somos cuerpos separados unos de otros y de Dios. Para ello, cada uno acepta el Redimir para sí mismo y se pone seria y consecuentemente a perdonar y a extender milagros, entablando así relaciones santas con todos. Este proceso llevará nuestra Alma a los instantes santos del mundo real y a la unión con todas las demás Almas en la experiencia de Cristo. El último paso —el de despertarnos conjuntamente con todos a la Realidad Que queremos creer que realmente nunca habíamos abandonado— lo dará Dios Mismo, completándose así la curación de nuestra mente de su creencia en la enfermedad de la separación y en todas las secuelas que ésta trajo consigo. Ver T2.3 [69], T4.9 [106], T5.3 [18], T19.2, L137, L139
23 … El propósito del Espíritu Santo: 1) es que aprendamos a pensar, percibir y actuar cada vez más con Él y cada vez menos con el ego, de manera de liberar el Amor de Dios en nosotros para que reverbere en todo lo que pensemos y hagamos; 2) es —por medio del perdonar y de extender milagros a otro— experimentar en nuestro fuero interno el Alma del otro;, 3) es, en la relación santa, reconocer a nuestro verdadero Yo, Cristo, en Quien todas las Almas perfectas y eternas —que realmente somos— están unificadas como Una; 4) es liberarnos del pensar del ego para poder regresar aquí, al reflejo del eterno Presente de la Unicidad de Dios, de la Que realmente nunca nos hemos separado; 5) es buscar y hallar en el otro y en los demás, el reflejo aquí del eterno Amor que Dios y Su Hijo comparten en el Cielo, extendiendo así la Creación; 6) es aprender a dar paz para tener paz, porque la paz es la condición aquí para alcanzar el conocimiento, porque esa es la condición para entrar en el mundo real. Ver T7.4 [23], T8.4 [22], T11.8 [65], T17.7, T17.9 [74], T25.2 [9], T26.10 [84]
24 La relación santa, aquí, 1) es el reflejo de la Relación de Amor de Dios con todas las Almas perfectas y eternas que realmente somos, unificadas todas como Una en Cristo, Su único Hijo, en el eterno Presente de Su Unicidad; 2) es la fuente de la salvación para los integrantes de la relación especial, pues les va a permitir alejarse gradualmente del especialismo de sus egos y pensar y actuar cada vez más con sus espíritus o mentes acertadas; 3) es un proceso que se inicia cuando dos o más personas que, habiendo perdonado totalmente a otra(s), unen sus mentes en una meta común a favor de otro(s). Este proceso florece y fructifica cuando extienden a otros los milagros que el Espíritu Santo les sugiere; 4) finalmente, cuando en instantes santos en sus fueros internos, sus mentes acertadas experimentan el mundo real, se produce en ellas, a un profundo nivel subconsciente, una curación de los efectos del pensar y actuar con sus egos, haciendo que ahora, mediante la visión de Cristo, vean con Amor a todos y a todo. Ver T17.6, T22
25 Don con mayúscula, es el Don de amar o de crear —que es lo mismo— que Dios dio a Su Hijo al crearlo. En minúscula, don es el reflejo aquí del Don de Dios. Presente se refiere a los presentes aquí del Espíritu Santo o a los del Hijo separado que piensa con Él. Regalos son los que ofrece el Hijo separado que piensa con el ego. Ver T7.6 [42] 24, T7.7 [65] 82, T7.8 [81]
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T21.7 RAZÓN Y CORRECCIÓN
pár 67-69
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T21.7 [67] 73 Tú eres realmente el salvador26 de tu hermano. 74 Él es el tuyo. 75 A la Razón le es muy grato hablar de esto. 76 Este atractivo plan del Amor27 fue dado con Amor28. 77 Y lo que el Amor planea es semejante a Sí Mismo en esto: al estar ustedes unidos, Él quiere que aprendan lo que ustedes tienen necesariamente que ser. 78 Y al ser ustedes uno con Él, les es necesariamente dado dar lo que Él les ha dado, y les sigue dando. 79 Dedica aunque sólo sea un instante a aceptar con agrado lo que te es dado para que se lo des a tu hermano y aprendas con él lo que les fue dado conjuntamente a ambos. 80 Dar no es más bendito que recibir, 81 pero tampoco es menos.
T21.7 [68] 82 El Hijo de Dios siempre está bendito cuando es uno contigo. 83 Y a medida que su gratitud te va llegando por haberlo bendecido, la Razón29 te dirá que no puede ser que te excluyas de la bendición. 84 La gratitud que él te ofrece te recuerda las gracias que tu Padre te da por completarlo. 85 Y la Razón te dice que sólo así puedes comprender lo que tú tienes que ser. 86 Tu Padre está tan cerca de ti como tu hermano. 87 No obstante, ¿qué podría estar más cerca de ti que tu Yo30?
T21.7 [69] 88 El poder que tienes sobre el Hijo de Dios no constituye una amenaza para su Realidad31. 89 Por el contrario, sólo da testimonio de Ella. 90 ¿Dónde —que no fuese en sí mismo— podría radicar su libertad, si él ya es libre? 91 ¿Y quién podría encadenarle —que no sea él mismo— si niega su libertad? 92 De Dios nadie se burla, ni tampoco puede Su Hijo ser prisionero, salvo por su propio deseo. 93 Y es mediante su propio deseo como se libera. 94 En eso radica su fuerza, no su debilidad. 95 Él está a merced de sí mismo. 96 Y ahí donde decide ser misericordioso, se libera. 97 Pero donde decide condenarse, es hecho prisionero, encadenado en espera de que se perdone a sí mismo para poder liberarse.
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26 Salvador, con mayúscula, significa algunas veces en el Curso: Dios, el Espíritu Santo, Cristo, y Jesús. Pero, en minúscula, salvador, cuando pensamos con el Espíritu Santo, su principal significado es el otro, los otros, a quienes hemos perdonado y/o con quienes hemos formado relaciones santas. Ellos son nuestros salvadores, porque cuando finalmente vemos interiormente con la visión de Cristo el reflejo de sus Almas, los hemos curado y salvado, y al hacerlo —porque realmente somos Uno con ellos— ellos también nos han curado y salvado. Cuando pensamos con el ego, salvador quiere decir cualquier salvador de cualquier cosa. Ver T22.3 [22], T24.3, T29.4, T29.6 [36], L78.9
27 … el Espíritu Santo.
28 Amor, con mayúscula, se refiere, en la eterna Unicidad, al Espíritu Santo o eterno Amor de Dios que Él comparte con nosotros —como Almas unificadas como Una en Cristo, Su único Hijo— y nosotros con Él en perpetua Armonía y alegre Concordia; y aquí, cuando pensamos con el Espíritu Santo, es Su reflejo o amor general y sin preferencias que tenemos para con los demás. En minúscula, amor se refiere al amor interesado y preferencial de nuestro ego, cuando pensamos con él. Ver P3 [2], T1.1.3 [3], T1.1.53 [100], T3.6 [38], L46, L67, L68, L195
29 … el Espíritu Santo
30 … Yo, con mayúscula, es el eterno Yo de Cristo, el Hijo único de Dios —en Quien todas nuestras Almas perfectas y eternas están unificadas como Una— Quien es Uno con Dios en el eterno Presente de Su Unicidad. También es usado pocas veces como el Yo de Dios. En minúscula, tu yo es el ego si estás pensando con él, el yo que creemos que somos en el tiempo y el espacio, el cual, en la separación, hicimos para reemplazar a la eterna Creación de Dios, es decir, a Su único Hijo; o si decidiste pensar con el Espíritu Santo, tu yo es el reflejo aquí del eterno Yo de Cristo, en Quien todos somos realmente Uno. Ver Lte.14 (-351)
31 La Realidad, con mayúscula, significa la infinita y eterna Unicidad de Dios, en la Cual, todos nosotros, sin excepción, cual Almas unificadas como Una en Cristo, Su único Hijo, somos Uno con Nuestro Padre, compartiendo con Él Su Amor, el Espíritu Santo. Algunos de sus sinónimos son: Cielo, Eternidad, Reino, Reino de los Cielos, Universo. En minúscula, realidad significa la ilusión de la separación, la realidad del tiempo y del espacio y de todo lo que éstos contienen, regidos como están por las leyes de la evolución y escasez que hicimos, realidad en la que habitualmente creemos, percibimos, pensamos y actuamos con el ego. Pero cuando decidimos pensar con el Espíritu Santo, estudiamos y aplicamos el Curso, podemos trascender esta realidad en nuestro fuero interno, ingresando al mundo real, que es el reflejo aquí de la eterna Realidad. Ver T8.10, T11.4, T11.9, T18, T30.9
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