Tu hermano es tu salvador de
los sueños de terror.
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T24.7 [49] 1 Ante la santidad1 de tu hermano, el mundo2 se aquieta, y la paz desciende tranquilamente sobre él y lo bendice en forma tan completa que ya no queda ninguna traza de conflicto que te aceche en la oscuridad de la noche. 2 Tu hermano es tu salvador3 de los sueños de terror. 3 Te cura de tu sensación de sacrificio y de tu miedo4 de que lo que posees sea dispersado por el viento y se convierta en polvo. 4 En él descansa tu certeza de que Dios está aquí, y de que está contigo ahora, en este instante5. 5 Mientras él sea para ti6 lo que realmente es, puedes estar seguro de que es posible conocer a Dios y de que Lo conocerás. 6 Pues Él nunca podría abandonar a Su Propia Creación7. 7 Y la señal de que esto es así reside en tu hermano, que te ha sido dado para que todas tus dudas acerca de ti mismo puedan desaparecer ante su santidad 8 Ve en él la Creación de Dios, 9 pues en él, su Padre aguarda que reconozcas que Él Te8 creó como parte de Sí Mismo.
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UCSM TEXTO
CH 24 EL ESPECIALISMO
Y LA SEPARACIÓN
T24.7 SALVARSE DEL MIEDO
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Un Curso Sobre Milagros
edición original
Libro de Lecciones
P A R T E 2
¿Qué es EL CUERPO? pár 1-5
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LTe.5 (-L261).1 1 El cuerpo es una cerca que el Hijo de Dios imagina haber construido para separar a unas partes de su Yo1 de otras. 2 Cree que vive dentro de esta cerca, para morir a medida que se deteriore y desmorone. 3 Pues cree que dentro de esta cerca está a salvo del Amor2. 4 Al identificarse con su seguridad, se ve a sí mismo como lo que ésta es3. 5 ¿De qué otra manera podría estar seguro de permanecer dentro del cuerpo, manteniendo al Amor fuera de él?
LTe.5 (-L261).2 6 El cuerpo no perdurará. 7 No obstante, él lo ve como una doble seguridad. 8 Pues la no permanencia del Hijo de Dios es "prueba" de que sus cercas funcionan y cumplen con la tarea que su mente les asigna. 9 Pues si su Unicidad4 aún permaneciese intacta, ¿quién iba a atacar y quién sería atacado? 10 ¿Quién podría ser el vencedor? 11 ¿Quién su presa? 12 ¿Quién víctima? 13 ¿Quién el asesino? 14 Y si él realmente no muriese, ¿qué "prueba" habría de que el eterno Hijo de Dios puede ser destruido?
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1 Yo, con mayúscula, es el eterno Yo de Cristo, el Hijo único de Dios —en Quien todas nuestras Almas perfectas y eternas están unificadas como Una— Quien es Uno con Dios en el eterno Presente de Su Unicidad. También es usado pocas veces como el Yo de Dios. En minúscula, tu yo es el ego si estás pensando con él, el yo que creemos que somos en el tiempo y el espacio, el cual, en la separación, hicimos para reemplazar a la eterna Creación de Dios, es decir, a Su único Hijo; o si decidiste pensar con el Espíritu Santo, tu yo es el reflejo aquí del eterno Yo de Cristo, en Quien todos somos realmente Uno. Ver Lte.14 (-351)
2 … cuando olvidaste de reírte de aquella diminuta idea alocada que se adentró en la Eternidad, Donde Todo es Uno con Dios, que decía que era posible para el Hijo separarse de la Unicidad de Dios, y ponerse a crear por su cuenta, pero sin perder el Amor que Dios le daba. Ver T27.9 [82] 37 y 38. Por eso el "silencio de Dios": Dios tiene un solo Hijo, y no creó más nada; no entiende de individualidades enconadas unas contra otras, compitiendo por las escasas y transitorias cosas "buenas" que ofrece este mundo.
3 … identificándose con su cuerpo… Un cuerpo transitorio, solo frente al despiadado mundo, y regido —como toda la realidad del tiempo y del espacio que le rodea— por las leyes de la evolución y escasez.
4 Unicidad, con mayúscula es sencillamente la idea de que Dios, en el eterno Presente del Cielo, está creando a Su único Hijo en un pensamiento de Amor o Espíritu Santo, Amor que se profesan eternamente Uno al Otro en perfecta armonía y alegre concordia. En minúscula, aquí, en nuestra mente acertada o espíritu, unicidad es la idea nacida del anhelo natural de, amorosamente, unificar todas nuestras Almas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios, en una experiencia en nuestro fuero interno, que nos dice que realmente no estamos solos, aislados y separados unos de otros, ni desamparados —como la percepción de nuestros cuerpos que el ego nos quiere hacer ver y creer— sino que realmente somos Uno con Dios en las perfectas Paz y Alegría de Su eterna Unicidad, arropados por el Amor o Espíritu Santo. Ver T8.5 [38], T10.2 [15], T26.2
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P A R T E 2
¿Qué es EL CUERPO?
pár 3
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LTe.5 (-L261).3 15 El cuerpo es un sueño. 16 Al igual que otros sueños, a veces parece reflejar felicidad, pero puede súbitamente revertir al miedo5, estado en el que nacen todos los sueños. 17 Pues sólo el Amor puede crear en la Verdad, y la Verdad nunca puede tener miedo. 18 Hecho para tener miedo, el cuerpo tiene que cumplir el propósito que le fue asignado6. 19 Pero podemos cambiar el propósito que obedecerá el cuerpo si cambiamos de parecer con respecto a su finalidad7.
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5 El miedo es la motivación primordial del sistema de pensamiento del ego, constituye un síntoma de tu profundo sentido de ser atacado y de pérdidas pasadas, presentes y futuras. Pero cuando has aceptado el Redimir para ti mismo, perdonado y extendido los milagros que te ha sugerido el Espíritu Santo y, con la visión de Cristo, aceptas solamente los pensamientos amorosos de todos, considerando todo lo demás como pedimentos de ayuda, Él te enseñará que el miedo —tanto en ti como en los demás— es realmente un pedido de ayuda. Ver T8.9 [82], T8.10 [90], T8.10 [94]
6 … olvidar a Dios, porque, si creó el tiempo y el espacio y todo lo que éstos contienen, regidos como están por las leyes de la evolución (todo se come a todo) y de la escasez (las cosas buenas ni abundan ni duran), sería un Dios caprichoso y castigador… Entonces, mejor olvidarlo o tenerle miedo.
7 El propósito del Espíritu Santo: 1) es que aprendamos a pensar, percibir y actuar cada vez más con Él y cada vez menos con el ego, de manera de liberar el Amor de Dios en nosotros para que reverbere en todo lo que pensemos y hagamos; 2) es —por medio del perdonar y de extender milagros a otro— experimentar en nuestro fuero interno el Alma del otro;, 3) es, en la relación santa, reconocer a nuestro verdadero Yo, Cristo, en Quien todas las Almas perfectas y eternas —que realmente somos— están unificadas como Una; 4) es liberarnos del pensar del ego para poder regresar aquí, al reflejo del eterno Presente de la Unicidad de Dios, de la Que realmente nunca nos hemos separado; 5) es buscar y hallar en el otro y en los demás, el reflejo aquí del eterno Amor que Dios y Su Hijo comparten en el Cielo, extendiendo así la Creación; 6) es aprender a dar paz para tener paz, porque la paz es la condición aquí para alcanzar el conocimiento, porque esa es la condición para entrar en el mundo real. Ver T7.4 [23], T8.4 [22], T11.8 [65], T17.7, T17.9 [74], T25.2 [9], T26.10 [84]
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P A R T E 2
¿Qué es EL CUERPO?
pár 4
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LTe.5 (-L261).4 20 El cuerpo es el medio por el cual el Hijo de Dios recobra la cordura8. 21 Aunque fue concebido para encerrar al Hijo en el infierno sin escapatoria posible, ahora la meta del Cielo va a substituir a la búsqueda del infierno9. 22 El Hijo de Dios extiende su mano para tomar la de su hermano y para ayudarlo a caminar el sendero con él10. 23 Al hacerlo, el cuerpo se vuelve santo11. 24 Sirve para curar12 a la mente a la que debía dar muerte.
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8 Cordura, cuando pensamos con el Espíritu Santo, es Su sistema de pensamiento en nuestro espíritu, que parte de la creencia en la Verdad y, que nuestra función aquí es tratar de ser reflejos de nuestra verdadera Realidad, aceptando el Redimir para nosotros mismos, perdonando, extendiendo milagros y entablando relaciones santas para multiplicar el perdón y la extensión de milagros hasta abarcar a todos. Y, cuando pensamos con nuestro ego, la cordura es el estado mental al que llega nuestro ego por medio del razonamiento, lógica y sentido común. Ver T6.6.2 [76], T17.7 [61]
9 … ser aquí un reflejo del Cielo, con mayúscula, es lo único Que Dios ha creado. No es un lugar ni un estado. Simplemente es la concienciación de la perfecta Unicidad del Padre con todas las Almas que realmente somos, unificadas como Una en Cristo, Su Hijo, a saber, que nada más existe, ni fuera ni dentro de Ella. Algunos de sus sinónimos son: Realidad, Unicidad, Reino de Dios, Reino de los Cielos. Ver T4.2 [19], T4.4 [41], T9.11 [103], L138
10 La relación santa, aquí, 1) es el reflejo de la Relación de Amor de Dios en paz y alegría con todas las Almas perfectas y eternas que realmente somos, unificadas todas como Una en Cristo, Su único Hijo, en el eterno Presente de Su Unicidad; 2) es la fuente de la salvación para los integrantes de la relación especial, pues les va a permitir alejarse gradualmente del especialismo de sus egos y pensar y actuar cada vez más con sus espíritus o mentes acertadas; 3) es un proceso que se inicia cuando dos o más personas que, habiendo perdonado totalmente a otra(s), unen sus mentes en una meta común a favor de otro(s). Este proceso florece y fructifica cuando extienden a otros los milagros que el Espíritu Santo les sugiere; 4) finalmente, cuando en instantes santos en sus fueros internos, sus mentes acertadas experimentan el mundo real, se produce en ellas, a un profundo nivel subconsciente, una curación de los efectos del pensar y actuar con sus egos, haciendo que ahora, mediante la visión de Cristo, vean con Amor en paz y alegría a todos y a todo. Ver T17.6, T22
11 … porque ahora, en vez de ser utilizado para atacar y defender, se usa para comunicar al otro que realmente los dos son Uno en la experiencia de Cristo, el Hijo único de Dios
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P A R T E 2
¿Qué es EL CUERPO?
pár 5
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LTe.5 (-L261).5 25 Te identificarás con lo que crees que te dará seguridad. 26 Sea esto lo que sea, creerás que es uno contigo. 27 Tu13 seguridad reside en la Verdad14, no en mentiras. 28 El Amor15 es tu seguridad. 29 El miedo realmente no existe. 30 Identifícate con el Amor y estarás a salvo. 31 Identifícate con el Amor y estarás en casa. 32 Identifícate con el Amor y hallarás a tu Yo.
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12 Curar (o curación como proceso), cuando se piensa y se percibe con el ego, es el proceso por el cual tratamos de curar al cuerpo y/o a la mente de lo que se percibe que es una enfermedad. Pero cuando decidimos pensar con el Espíritu Santo, curar es el proceso por el cual queremos curar en nuestra mente la creencia en la realidad del tiempo y del espacio, en la que somos cuerpos separados unos de otros y de Dios. Para ello, cada uno acepta el Redimir para sí mismo y se pone seria y consecuentemente a perdonar y a extender milagros, entablando así relaciones santas con todos. Este proceso llevará nuestra Alma a los instantes santos del mundo real y a la unión con todas las demás Almas en la experiencia de Cristo. El último paso —el de despertarnos conjuntamente con todos a la Realidad Que queremos creer que realmente nunca habíamos abandonado— lo dará Dios Mismo, completándose así la curación de nuestra mente de su creencia en la enfermedad de la separación y en todas las secuelas que ésta trajo consigo. Ver T2.3 [69], T4.9 [106], T5.3 [18], T19.2, L137, L139
13 … verdadera
14 La Verdad, con mayúscula —que realmente no soy un cuerpo sino un Alma, Tal como Dios me creó— según el Curso, no se puede describir ni tampoco explicar; sólo puede experimentarse en nuestro fuero interno, en un instante santo del mundo real, al haber logrado perdonar totalmente a otro y haber unificado su Alma con La tuya en Cristo. En esto radica aquí, la paz de Dios. En minúscula, es la verdad del ego, cuyo sistema de pensamiento está basado en la percepción de que el tiempo y del espacio y todo lo que estos contienen son reales, están regidos por las leyes de la evolución y escasez, y constituyen la única y verdadera realidad. Ver T6.6.3 [94], T7.5, T14, T23.2 [13], T29.8
15 Amor, con mayúscula, se refiere, en la eterna Unicidad, al Espíritu Santo o eterno Amor de Dios que Él comparte con nosotros —como Almas unificadas como Una en Cristo, Su único Hijo— y nosotros con Él en perpetua Armonía y alegre Concordia; y aquí, cuando pensamos con el Espíritu Santo, es Su reflejo o amor general y sin preferencias que tenemos para con los demás. En minúscula, amor se refiere al amor interesado y preferencial de nuestro ego, cuando pensamos con él. Ver P3 [2], T1.1.3 [3], T1.1.53 [100], T3.6 [38], L46, L67, L68, L195
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Un Curso Sobre Milagros
edición original
Libro de Lecciones
L E C C I Ó N 264
El Amor de Dios me rodea.
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L264.1 1 Padre1, estás delante y detrás de mí, a mi lado, allí donde me veo a mí mismo y dondequiera que voy. 2 Estás en todo lo que miro, en los sonidos que oigo y en cada mano que busca la mía. 3 En Ti, el tiempo desaparece y la idea de lugar se vuelve una creencia sin sentido. 4 Pues lo que rodea a Tu Hijo2 y lo mantiene a salvo es el Mismísimo Amor. 5 No hay otra fuente que Ésa, y no hay nada que no comparta Su santidad, porque no hay nada que no sea Tú única Creación o que carezca del Amor que envuelve a todas las cosas dentro de Sí Mismo. 6 Padre, Tu Hijo es como Tú3. 7 Hoy venimos a Ti en Tu Propio Nombre para estar en paz en el fuero interno de Tu eterno Amor.
L264.2 8 Hermanos míos, hoy únanse a mí en este propósito. 9 Ésta es la oración de la salvación4. 10 ¿Acaso no debemos unirnos a lo que ha de salvar al mundo, y a nosotros, conjuntamente con él?
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1 …cuando me aquieto en un instante santo y, en mi espíritu, pienso en Ti con Amor y gratitud,
2 … yo, identificado como Alma perfecta y eterna, unificada con todas las demás Almas como Una en Cristo, en el eterno Presente de tu Unicidad,
3 … ya que todos realmente somos Uno contigo en el eterno Presente de Tu Unicidad.
4 … que: 1) es el proceso de deshacer la separación que nunca fue, cuestionando nuestra creencia en la realidad del ego, del tiempo y del espacio y de todo lo que éstos contienen, regidos como están por las leyes de la evolución y escasez; 2) es querer creer en el eterno Presente de la Realidad del Amor de Dios, en Cuya Unicidad estamos realmente todos, como Almas perfectas unificadas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios; 3) es ir dejando cada vez más de lado el pensar, percibir y actuar egocentrista del ego y, en su lugar, pensar con el Espíritu Santo; 4) es aceptar el Redimir para nosotros mismos; 5) es perdonar al otro y a los demás y extender los milagros que nos sugiera el Espíritu Santo; 6) es entablar relaciones santas y multiplicar el perdonar y la extensión de milagros. Ver T9.6, T11, T22, T31, LTe.2 (-L231)
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Un Curso Sobre Milagros
edición original
Texto
Capítulo 24
EL ESPECIALISMO
Y LA SEPARACIÓN
T24.7 SALVARSE DEL MIEDO pár 49-61
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T24.7 [49] 1 Ante la santidad1 de tu hermano, el mundo2 se aquieta, y la paz desciende tranquilamente sobre él y lo bendice en forma tan completa que ya no queda ninguna traza de conflicto que te aceche en la oscuridad de la noche. 2 Tu hermano es tu salvador3 de los sueños de terror. 3 Te cura de tu sensación de sacrificio y de tu miedo4 de que lo que posees sea dispersado por el viento y se convierta en polvo. 4 En él descansa tu certeza de que Dios está aquí, y de que está contigo ahora, en este instante5. 5 Mientras él sea para ti6 lo que realmente es, puedes estar seguro de que es posible conocer a Dios y de que Lo conocerás. 6 Pues Él nunca podría abandonar a Su Propia Creación7. 7 Y la señal de que esto es así reside en tu hermano, que te ha sido dado para que todas tus dudas acerca de ti mismo puedan desaparecer ante su santidad 8 Ve en él la Creación de Dios, 9 pues en él, su Padre aguarda que reconozcas que Él Te8 creó como parte de Sí Mismo.
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1 Santidad, con mayúscula, es el Estado de perfecto Amor o Espíritu Santo que —como Alma, unificada con TODAS las demás Almas como Una en Cristo, el único Hijo de Dios— vivimos con Dios en perfectas Paz y Alegría, en el eterno Presente de Su Unicidad. En minúscula, santidad es la experiencia en mi fuero interno del reflejo aquí de ese Estado. Ver T1.1.31 [42] a [44], T2.2 [45], T5.4 [23], T14.5, L36, L37, L39
2 … en tu fuero interno
3 Salvador, con mayúscula, significa algunas veces en el Curso: Dios, el Espíritu Santo, Cristo, y Jesús. Pero, en minúscula, salvador, cuando pensamos con el Espíritu Santo, su principal significado es el otro, los otros, a quienes hemos perdonado y/o con quienes hemos formado relaciones santas. Ellos son nuestros salvadores, porque cuando finalmente vemos interiormente con la visión de Cristo el reflejo de sus Almas, los hemos curado y salvado, y al hacerlo —porque realmente somos Uno con ellos— ellos también nos han curado y salvado. Cuando pensamos con el ego, salvador quiere decir cualquier salvador de cualquier cosa. Ver T22.3 [22], T24.3, T29.4, T29.6 [36], L78.9
4 El miedo es la motivación primordial del sistema de pensamiento del ego, constituye un síntoma de tu profundo sentido de ser atacado y de pérdidas pasadas, presentes y futuras. Pero cuando has aceptado el Redimir para ti mismo, perdonado y extendido los milagros que te ha sugerido el Espíritu Santo y, con la visión de Cristo, aceptas solamente los pensamientos amorosos de todos, considerando todo lo demás como pedimentos de ayuda, Él te enseñará que el miedo —tanto en ti como en los demás— es realmente un pedido de ayuda. Ver T8.9 [82], T8.10 [90], T8.10 [94]
5 … a pesar que tu razón, lógica, sentido común y experiencia te digan que "A Dios nadie lo ha visto nunca, Juan, 1, 18
6 … La indispensable y fundamental concienciación que el Curso te pide es: 1) Concienciar tus impulsos amorosos desinteresados que de vez en cuando emergen de tu subconsciente y, que cuando los extiendes a otros en actos altruistas —que el Curso llama milagros— aportan a tu vida un significado que no te es usual. 2) Luego, basado en esas experiencias, que decidas si constituyen un error de la evolución (lo que das, lo pierdes) o, si su origen pudiera ser trascendente. 2a) Si son errores de la evolución, derivarás tu motivación para seguir extendiéndolos de la ética o altruismo que hubieses escogido. 2b) En cambio, si quieres creer que constituyen aquí un reflejo del eterno Amor de Dios que inunda nuestros corazones, entonces no tendrás reparos en deducir y aceptar los siguientes basamentos del Curso: 2b1) Que Dios —a Quien nadie ha visto— existe, es perfecto y eterno y, en Su Pensamiento de Amor o Espíritu Santo, nos creó a todos, sin excepción, a Su Semejanza, no como cuerpos, sino como Almas perfectas y eternas, unificadas como Una en Cristo, Su único Hijo, con Quien es Uno en el eterno Presente de Su Unicidad. 2b2) Que, en Ésa, Su Realidad, Dios no creó más nada y, por eso, Allá, la realidad del ego que nuestros sentidos perciben no existe. 2b3) Que, al tú perdonar y extender cada vez más milagros, este querer creer se convertirá en creer, y curará en tu mente, todo pesar y dolor, todo miedo y toda pérdida, que ella creía que eran reales, y que tú sufrías debido a la lealtad que les profesabas. Ver T6.6.3 [94], T7.5, T14, T23.2 [13], T29.8
7 La Creación, con mayúscula, en el Cielo, es la suma de todo lo que Dios ha creado, a saber: Nosotros, como Almas perfectas y eternas, unificadas como Una en Cristo, Su único Hijo, con Quien comparte como Uno Su Amor o Espíritu Santo en el eterno Presente de Su Unicidad o Realidad. Dios no creó más nada. Por eso, Allá, la realidad del ego que percibimos aquí con nuestros sentidos, realmente, no existe. Aquí, las creaciones, en minúscula, cuando pensamos con el Espíritu Santo, son las que producimos —cuando perdonamos al otro, a los otros, y extendemos los milagros que nos sugiere el Espíritu Santo— como un reflejo de las Creaciones que creamos como Uno con y en Dios, en el Cielo. Y, cuando pensamos con el ego —según el Curso— no "creamos" sino que "hacemos," de acuerdo con las leyes de este mundo. Ver T2.1 [5], T14.4 [36], T30.3 [35], LTe.11 (-L321)
8 Te, con mayúscula, quiere decir Tú, como el Alma perfecta y eterna Que, conjuntamente con todas las demás Almas es Una en Cristo, sencillamente, porque al ser todas igualmente perfectas y eternas, son la misma cosa, es decir, son el Hijo único de Dios. En minúscula, te, cuando decides pensar con el Espíritu Santo y has: aceptado el Redimir para ti mismo, perdonado, extendido milagros y entablado relaciones santas, eres el reflejo aquí de Cristo; y cuando piensas, percibes y actúas con el ego —como lo haces habitualmente— te identificas con él. Ver T8.4 [20] 29, T23
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T24.7 SALVARSE DEL MIEDO
pár 50-51
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T24.7 [50] 10 Sin Ti9, a Dios le faltaría algo, el Cielo estaría incompleto y habría un Hijo sin Padre. 11 Ni el Universo ni la Realidad podrían existir. 12 Pues Lo que Dios quiere está completo, y forma parte de Él, porque Su Voluntad es Una10. 13 No hay nada que viva11 que no forme parte de Él, ni nada existe12 que no viva en Él. 14 La santidad de tu hermano te demuestra que Dios es Uno con él y también contigo, y que lo que tu hermano posee es tuyo porque13 no estás separado de él ni de su Padre.
T24.7 [51] 15 No hay nada en todo el universo14 que realmente no sea Tuyo15. 16 No hay nada que Dios haya creado que no haya puesto afablemente ante ti, para que sea Tuyo para siempre. 17 Y ningún Pensamiento que se encuentre en Su Mente puede estar ausente de la tuya realmente16. 18 Su Voluntad es que compartas Su Amor por Ti17 y, que te mires a ti mismo tan amorosamente como Él Te concibió antes de que este mundo comenzara, y como todavía Te conoce. 19 Dios no cambia Su Parecer con respecto a Su Hijo por circunstancias pasajeras que no significan nada en la Eternidad donde mora y en la que Tú moras con Él. 20 Tu hermano es realmente tal como Él lo creó. 21 Y esto es lo que te salva de un mundo que Él no creó.
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9 … en tu mente, cuando piensas con el Espíritu Santo,
10 La Voluntad de Dios —en el eterno Presente de Su Unicidad en la Que todas nuestras Almas perfectas y eternas están unificadas como Una en la única Alma del Hijo único de Dios— quiere que la felicidad que Su Hijo heredó de Él siga imperturbada: que sea perpetua en la Alegría de la Creación plena y que sea eternamente receptiva y completamente ilimitada en Él. Aquí, la Voluntad de Dios es que por medio del perdón y de la extensión de milagros, nos volvamos el reflejo de ese eterno Presente de la Unicidad, en la Que, en paz y con alegría, nos amamos unos a otros como uno en Cristo, el Hijo único de Dios, Quien es Uno con Él. Ver T12.7 [64] y [65], T13.5 [41], L193
11 … realmente, en el eterno Presente de la Unicidad de Dios, Que es donde todos como Almas Una en Cristo, el Hijo único de Dios, estamos realmente,
12 … realmente
13 … realmente
14 Universo, con mayúscula, es sinónimo de la Unicidad de Dios, Cielo, Reino de los Cielos, Realidad, es decir, Todo lo creado por Dios, a saber: Nosotros como Almas perfectas y eternas, Una en Cristo, Su único Hijo, con Quien comparte como Uno Su Amor o Espíritu Santo en el eterno Presente de la Unicidad o Santísima Trinidad. No creó Más nada, por lo tanto no existe más nada realmente. En minúscula, universo puede significar todo lo que está contenido en el tiempo y el espacio según el ego o, si estás pensando con el Espíritu Santo, es el reflejo aquí de la Unicidad de Dios. Ver T28.3 [16], T29.7 [39]
15 … como Cristo que realmente eres conjuntamente con tu hermano y todos los demás como Uno,
16 … porque realmente hay una sola Mente, y con mayúscula, se refiere a la Mente o el Pensar de Dios o de Su Hijo o de Cristo, y representa el agente que activa al Alma (o Espíritu), aportándole su energía creadora o Amor. En la separación, la mente del Hijo separado parece tener tres partes: 1) El espíritu, que es la parte que todavía puede comunicarse con Dios por medio del Espíritu Santo, Quien se nos manifiesta por medio de impulsos amorosos y revelaciones; 2) el ego, que recibe del ego primario en la fuente de la separación, los impulsos de vida y de sobrevivencia, los cuales, al ser procesados por nuestro cerebro —subconsciente o conscientemente— dan vida a nuestro cuerpo y nutren a nuestra razón, lógica y sentido común de lo necesario para defendernos y sobrevivir; y 3) el decididor, que es lo que en nosotros decide todo el tiempo si pensar con el ego —que es lo que hacemos "usualmente"— o con el espíritu. Ver T7.3, T19.2, T25.5, L45, L165
17 … con todos los demás como Uno, sin excepción,
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T24.7 SALVARSE DEL MIEDO
pár 52-53
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T24.7 [52] 22 No olvides que curar al Hijo de Dios es lo único para lo que sirve este mundo. 23 Ése es el único propósito que el Espíritu Santo ve en él y, por consiguiente, el único que realmente tiene. 24 Hasta que no veas la curación del Hijo como lo único que deseas que lleven a efecto tanto este mundo como el tiempo y todas las apariencias, no conocerás al Padre ni te conocerás a Ti Mismo. 25 Pues usarás al mundo para un propósito distinto del que tiene18 y, al hacerlo, no escaparás de sus leyes de violencia y muerte. 26 No obstante, te es dado estar más allá de sus leyes en todos sus aspectos, en todas sus modalidades y en toda circunstancia, es decir, en toda tentación de percibir lo que no está realmente ahí y, en toda creencia de que el Hijo de Dios puede sufrir dolor por verse a sí mismo como realmente no es.
T24.7 [53] 27 Mira a tu hermano y ve en él19 la reversión total de las leyes que parecen regir este mundo. 28 Ve en su libertad20 la tuya, pues así es. 29 No dejes que su especialismo nuble la Verdad que está en él, pues no te podrás escapar de ninguna ley de muerte a la que lo condenes. 30 Y un solo pecado que veas en él será suficiente para mantener a ambos en el infierno21. 31 Pero22 Su perfecta Impecabilidad23 los liberará a ambos pues la santidad es por demás imparcial, al emitir un mismo juicio con respecto a todo lo que mira de frente. 32 Y ese juicio no lo emite por sí sola, sino por medio de la Voz que habla por Dios en todo lo que realmente vive y comparte Su Ser24.
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18 … realmente, es decir, según el Espíritu Santo: El propósito del Espíritu Santo: 1) es que aprendamos a pensar, percibir y actuar cada vez más con Él y cada vez menos con el ego, de manera de liberar el Amor de Dios en nosotros para que reverbere en todo lo que pensemos y hagamos; 2) es —por medio del perdonar y de extender milagros a otro— experimentar en nuestro fuero interno el Alma del otro;, 3) es, en la relación santa, reconocer a nuestro verdadero Yo, Cristo, en Quien todas las Almas perfectas y eternas —que realmente somos— están unificadas como Una; 4) es liberarnos del pensar del ego para poder regresar aquí, al reflejo del eterno Presente de la Unicidad de Dios, de la Que realmente nunca nos hemos separado; 5) es buscar y hallar en el otro y en los demás, el reflejo aquí del eterno Amor que Dios y Su Hijo comparten en el Cielo, extendiendo así la Creación; 6) es aprender a dar paz para tener paz, porque la paz es la condición aquí para alcanzar el conocimiento, porque esa es la condición para entrar en el mundo real. Ver T7.4 [23], T8.4 [22], T11.8 [65], T17.7, T17.9 [74], T25.2 [9], T26.10 [84]
19 … en su Alma (o Espíritu) —siempre con mayúscula— que es nuestra inmaterial Naturaleza divina que Dios creó semejante a Sí Mismo, entendiéndose que, al ser de Dios, el Alma (o Espíritu) es eterna y nunca nació. El Alma sabe, ama y crea. Cuando las Almas (o Espíritus) perfectas y eternas —que realmente somos todos— se unifican como Una en Cristo, somos el Hijo único de Dios, Uno con Su Padre en el eterno Presente de la Unicidad. Nada puede llegar al Alma (o Espíritu) desde el ego, ni nada del Alma (o Espíritu) puede reforzar al ego o aminorar el conflicto interno de éste, porque el Alma (o Espíritu) no puede percibir y el ego es incapaz de conocer. Por lo tanto, no están comunicados ni jamás lo estarán. Ver T2.2 [20], T4.2 [8] y [19], T31.6, L97
20 … de realmente no ser un cuerpo…
21 … que es este mundo, regido como está por las leyes de la evolución y escasez…
22 … el reflejo aquí de
23 La Impecabilidad, con mayúscula, es la condición de nuestras Almas en la eterna Unicidad de Dios, Que es donde Todas realmente están y son Una en Cristo, Su único Hijo. En minúscula, impecabilidad es el reflejo aquí de esa Condición eterna. El estado de impecabilidad es simplemente esto: todo deseo de atacar ha desaparecido, de modo que no hay razón para percibir al Hijo de Dios de ninguna otra forma que como realmente es. Ver T20.5 [32], T25.6 [37]
24 … Su Hijo único, Que fue lo único que creó en un Pensamiento de Amor o Espíritu Santo…
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T24.7 SALVARSE DEL MIEDO
pár 54-56
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T24.7 [54] 33 La impecabilidad de Cristo es lo que miran los ojos que realmente ven. 34 Su hermosura es lo que ven en todo. 35 Y es a Él a Quien buscan por todas partes, y no hay nada que miren, ni tiempo o lugar donde Él realmente no esté. 36 En la santidad de tu hermano —que es el marco perfecto para tu salvación y la del mundo— se encuentra el radiante recuerdo de Cristo en Quien tu hermano realmente vive, y tú conjuntamente con él. 37 No permitas que tus ojos sean cegados por el velo del especialismo que oculta la faz de Cristo tanto a él como a ti. 38 Y tampoco permitas que el miedo a Dios te siga privando de la visión que, se supone, tendrías. 39 El cuerpo25 de tu hermano no te muestra a Cristo. 40 Él se encuentra en la santidad de tu hermano.
T24.7 [55] 41 Así, te toca escoger o su cuerpo o su santidad, como lo que quieres ver; y aquel que escojas será todo tuyo para mirarlo. 42 Y serán muchas las ocasiones en las que tendrás que escoger, a lo largo de un tiempo que no parece tener fin, hasta que te decidas a favor de la Verdad. 43 Pues la Eternidad no se puede recuperar negando una vez más a Cristo Que está en tu hermano. 44 ¿Y dónde se encuentra tu salvación, si él fuese solamente un cuerpo? 45 ¿Dónde se encuentra tu paz, sino en su santidad? 46 ¿Y dónde está Dios Mismo, sino en aquella parte de Cristo que ubicó eternamente en la Santidad de tu hermano, a fin de que pudieras ver la Verdad26 acerca de ti mismo, expuesta por fin en términos que puedes reconocer y comprender27?
T24.7 [56] 47 La santidad de tu hermano es sacramento y bendición para ti. 48 Sus errores no pueden privarlo de la bendición de Dios, ni tampoco a ti, que lo estás viendo verdaderamente. 49 Sus errores pueden causar demora, de la cual se te ha encomendado que lo liberes, para que ambos puedan completar un viaje que jamás comenzó y que, por tanto, no es necesario finalizar. 50 Lo que nunca existió no es parte de ti realmente. 51 No obstante, creerás que sí lo es, hasta tanto te des cuenta de que no forma parte del que se encuentra a tu lado. 52 Él es el reflejo de ti mismo, en el que ves el juicio que has emitido sobre los dos. 53 El Cristo en ti ve la santidad de él, 54 mientras que tu especialismo mira su cuerpo, pero a él, no lo ve.
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25 El cuerpo—cuando pensamos con el ego— es su encarnación, regido por las leyes de este mundo y constituye la prueba viviente de que este mundo es real y de que estamos evidentemente separados de Dios y unos de otros. Pero cuando pensamos con el Espíritu Santo, el cuerpo es el medio por el cual el Hijo de Dios recobra la cordura. Aunque el cuerpo fue concebido para encerrar al Hijo en el infierno sin escapatoria posible, ahora la meta del Cielo va a substituir a la búsqueda del infierno, y como el Hijo único de Dios que realmente somos, extendemos nuestra mano para tomar la de nuestro hermano y ayudarlo a caminar el sendero con él. Ahora nuestros cuerpos se han vuelto santos y nuestras mentes unidas y acertadas sirven para curar las mentes equivocadas que sólo sabían de vida efímera y de muerte. Ver T1.1.51 [86], T2.2 [45], T2.3 [53], T2.3 [56], L161.4, LTe.5 (-L261)
26 La Verdad, con mayúscula, según el Curso —que realmente no soy un cuerpo sino un Alma, Tal como Dios me creó— no se puede describir ni tampoco explicar; sólo puede experimentarse, en un instante santo del mundo real en nuestro fuero interno, al haber logrado perdonar totalmente a otro y haberlo visto con la visión de Cristo. En esto radica aquí, la paz de Dios. Sus condiciones son querer creer que: 1) Dios existe, es perfecto y eterno, y en Su Pensamiento de Amor o Espíritu Santo, nos creó a todos —sin excepción y a Su Semejanza— Almas perfectas y eternas, unificadas como Una en Cristo, Su único Hijo, Cristo, con Quien es Uno en la perpetua Armonía y alegre Concordia del Amor que Se profesan Uno a Otro en el eterno Presente de Su Unicidad; 2) Dios no creó más nada. 3) Por eso, nada de Ésta, Nuestra verdadera Realidad, puede ser amenazado, nada que no sea Ella, realmente existe. 4) En esto radica aquí, la paz de Dios. En minúscula, la verdad es la verdad del ego, cuyo sistema de pensamiento está basado en la creencia de que la percepción que tiene del tiempo y del espacio, y de todo lo que estos contienen, es que son reales, están regidos por las leyes de la evolución y escasez, y constituyen su única y verdadera realidad. Ver T6.6.3 [94], T7.5, T14, T23.2 [13], T29
27 El mundo real —la meta de nuestro viaje con el Curso—.es el estado que se experimenta en un instante santo en nuestro fuero interno, con nuestro espíritu o mente acertada, al haber logrado perdonar completamente a otro y unirnos a su Alma en la experiencia de Cristo, y, por ende, a todas las demás Almas unificadas como Una en Cristo; es "saber", que el Juicio Final de Dios consiste en que Nuestro Padre nos dice a cada uno: "Tú, unido al Alma del otro y a las Almas de todos los demás, sigues siendo Mi Hijo único, por siempre inocente, por siempre cariñoso y por siempre querido, tan ilimitado como Tu Creador, absolutamente inmutable y por siempre inmaculado. Por lo tanto, despierta y regresa a Tu Casa, que realmente nunca abandonaste. Ver T2.6, T3.8, T26.4 [21], LTe.10 (-L311)
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T24.7 SALVARSE DEL MIEDO
pár 57-58
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TT24.7 [57] 55 Míralo tal como realmente es, para que tu liberación28 no tarde en llegar. 56 Porque lo único que te ofrece la otra opción es vagar sin rumbo, sin propósito, y sin haber logrado nada en absoluto. 57 Y mientras29 tu hermano siga dormido, te atormentará una sensación de futilidad por no haber realizado la función que se te encomendó, hasta tanto no se ejecute lo que se te fue asignado y él haya dejado el pasado atrás30. 58 Él, que al igual que tú se condenó a sí mismo, te ha sido dado para que lo salves de la condenación, conjuntamente contigo. 59 Y ambos verán la gloria de Dios en Su Hijo, a quien tomaron por carne y sometieron a leyes que realmente no tienen ningún poder sobre él.
T24.7 [58] 60 ¿No te alegraría descubrir que no estás sujeto a esas leyes31? 61 Entonces, no lo mires como si fuese un prisionero de ellas. 62 No puede ser que lo que gobierna a una parte de Dios no gobierne a todo el resto. 63 Te sometes a las leyes que consideras son las que rigen a tu hermano. 64 Piensa, entonces, cuán grande tiene que ser el Amor de Dios por ti, para que te haya dado una parte de Sí Mismo a fin de evitarte dolor y brindarte alegría. 65 Y nunca dudes de que tu especialismo desaparecerá ante la Voluntad de Dios, Quien ama y cuida cada parte de Él por igual32. 66 El Cristo en ti puede ver verdaderamente a tu hermano. 67 ¿Vas a oponerte acaso a la santidad que Él ve?
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28 Libertad con mayúscula es, en la eterna Unicidad, la libre Voluntad de Dios de Amar o crear, Que es también la libre Voluntad de todos nosotros como Almas perfectas y eternas, unificadas como Una en Cristo, Su único hijo, de amar y ser amados. Aquí, en minúscula, libertad, cuando pienso "nos" con el Espíritu Santo, es la liberación del confinamiento impuesto por las mentes individuales separadas unas de otras, para amar sin excepción y por igual a todos, como reflejo de la Unicidad; y, cuando pienso con el ego, es lo que decido hacer con mi libre albedrío, según las leyes de la evolución y escasez. Ver T2.6 [109], T13.7 [62], T17.6 [52], L199, LR6 (-206)
29 … en tu mente y según tus creencia,
30 Nuestra verdadera función es tratar de ser aquí un reflejo de lo que realmente somos todos en la eterna Unicidad: Almas, unificadas todas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios; reflejo que se logra en el instante santo del mundo real, después de haber aceptado el Redimir para sí mismo y luego, haber perdonado totalmente a otro y extendido los milagros sugeridos por el Espíritu Santo. A cada persona el Espíritu Santo le asigna una función especial en la salvación que sólo ella puede desempeñar, porque es una parte que le fue asignada únicamente a ella. Y el plan no se habrá llevado a término hasta que ella descubra cuál es su función especial, y desempeñe la parte que le fue asignada para completarse a sí misma en el otro y en los demás, en un mundo donde rige la incompletitud. Ver T18.6 [45], T20.5 [32], L62, L64, L65, L66, L99
31 Ley o Leyes, con mayúscula, son las de Dios y se reducen a una sola: amar, que es lo mismo que crear. Aquí, cuando pensamos con el Espíritu Santo, nos regimos por el reflejo del eterno Amor de Dios. Y cuando pensamos con el ego, las leyes, en minúscula, son las que rigen este mundo, a saber, las de la evolución y de la escasez. Ver T15.7, L76
32 … ya que realmente no somos individualidades separadas unas de otras y combatiendo interminablemente para sobrevivir, sino que somos el Hijo único de Dios, Cuyo reflejo aquí es la experiencia de Cristo.
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T24.7 SALVARSE DEL MIEDO
pár 59-61
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T24.7 [59] 68 El especialismo es la función que te asignaste a ti mismo. 69 Vale sólo para ti, al ser autocreado, autosuficiente, al no tener ninguna necesidad y al no estar unido con nada más allá del cuerpo. 70 Ante los ojos del especialismo, eres un universo separado, con pleno poder para mantenerse completo en sí mismo, con todas las puertas bajo llave para evitar cualquier intromisión, y con todas las contraventanas cerradas para no dejar pasar la luz. 71 Siempre atacado y siempre furioso, con la ira siempre justificada plenamente, te has empeñado en perseguir esta meta con una guardia que nunca pensaste en bajar y un esfuerzo que nunca pensaste en cejar. 72 Y toda esa nefasta determinación fue para esto: querías que el especialismo33 fuese la verdad.
T24.7 [60] 73 Ahora, simplemente se te pide que persigas otra meta que requiere mucha menos atención, poco esfuerzo y poco tiempo, y que cuenta con el poder de Dios para mantenerla y asegurar su éxito. 74 No obstante, de las dos metas, ésta es la que te resulta más difícil. 75 Entiendes el "sacrificio" de tu yo que la otra supone, aunque no consideras que mantener la meta del ego represente un costo excesivo. 76 Pero tener una pequeña disposición de buena voluntad, dar una señal de asentimiento a Dios, o dar la bienvenida al Cristo en ti, te parece una carga agotadora y tediosa, demasiado pesada para llevar. 77 No obstante, la dedicación a la Verdad tal como Dios La estableció no entraña sacrificios ni conlleva esfuerzo alguno, y todo el poder del Cielo y la fuerza de la Verdad misma se te dan a fin de proveerte los medios y garantizar la consecución de la meta.
T24.7 [61] 78 Tú34, que crees que es más fácil ver el cuerpo de tu hermano que su santidad, asegúrate de comprender qué fue lo que ocasionó ese juicio. 79 Aquí se oye claramente la voz del especialismo, juzgando contra Cristo y, estableciendo para ti el propósito que puedes lograr, así como lo que no eres capaz de hacer. 80 No olvides que ese juicio tiene que aplicarse a lo que haces con tu especialismo, en tanto que aliado tuyo. 81 Porque lo que haces por medio de Cristo35, tu especialismo no lo sabe. 82 Para Cristo, éste juicio no tiene ningún sentido, pues sólo lo que su Padre quiere es posible y, por consiguiente, no ve ninguna otra alternativa. 83 De Su36 ausencia de conflicto proviene tu paz; 84 y de Su propósito, los medios para realizarte sin esfuerzo y hallar descanso.
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33 … a pesar de que es una Ilusión o fantasía es todo lo "hecho" por nuestro ego primario, producto de aquella diminuta idea alocada que era posible al Hijo separarse de la Unicidad de Dios, y ponerse a crear por su cuenta, pero sin perder el Amor que Dios le daba, locura que se adentró en la Eternidad, Donde Todo es Uno con Dios, y de la que el Hijo de Dios olvidó reírse y que, a causa de haberlo enviado al olvido, ese pensamiento se convirtió en una idea seria, capaz de lograr algo, así como de tener efectos reales, entre los cuales están la hechura del tiempo, del espacio, y de todo lo que éstos contienen, incluyendo la expansión y fragmentación de todo casi al infinito, regidos por las leyes de la evolución y escasez. Ver T8.5 [41], T16
34 … cuando piensas con el ego y tu razón, lógica y sentido común hacen
35 … cuando piensas y percibes con el Espíritu Santo,
36 … del Cristo en ti, tu verdadero Yo, con mayúscula, que es el eterno Yo de Cristo, el Hijo único de Dios —en Quien todas nuestras Almas perfectas y eternas están unificadas como Una— Quien es Uno con Dios en el eterno Presente de Su Unicidad. También es usado pocas veces como el Yo de Dios. En minúscula, tu yo es el ego si estás pensando con él, el yo que creemos que somos en el tiempo y el espacio, el cual, en la separación, hicimos para reemplazar a la eterna Creación de Dios, es decir, a Su único Hijo; o si decidiste pensar con el Espíritu Santo, tu yo es el reflejo aquí del eterno Yo de Cristo, en Quien todos somos realmente Uno. Ver Lte.14 (-351) Cristo, 1) es la idea que resuelve el aparente dilema en el Curso, que, por un lado, reza: "Dios creó a un solo Hijo, y no creó más nada" y, por el otro, "la Filiación es la suma de todas las Almas creadas por Dios.", dilema que es resuelto en el proceso de extender milagros: "Un milagro hace que las Almas sean una en Cristo."; 2) en mi fuero interno, Cristo también es la divina experiencia de mi mente acertada o espíritu en un instante santo del mundo real, de la unión de mi Alma con el Alma del otro(a), experiencia de Amor que se extiende a las Almas de todos los que fueron, son y serán, como reflejo aquí del eterno Presente de la Unicidad de Dios. Ver T1.1.19 [19], [45] y [48], T2.2 [20], T30.6 [63], T31.1 [9]
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