El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son Uno cuando todos tus hermanos se unen como uno en la Verdad.
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T25.2 [8] 29 Puesto que crees que ustedes están separados, el Cielo también se te presenta como algo separado. 30 No es que Lo esté en verdad, sino para que el Vínculo que se te ha dado para que te unas a la Verdad pueda llegar hasta ti por medio de lo que entiendes. 31 El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son Uno cuando todos tus hermanos se unen como uno en la Verdad. 32 Cristo y Su Padre jamás han estado separados, y Cristo mora en tu entendimiento, en la parte de ti20 que comparte la Voluntad de Su Padre. 33 El Espíritu Santo vincula tu otra parte —la que contiene el diminuto y demente deseo de estar separado, ser diferente y especial— a Cristo21, para que la Unicidad22 sea clara a lo que realmente es Uno23. 34 En este mundo, esto no se comprende, pero puede enseñarse.
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UCSM TEXTO
CH 25 EL REMEDIO
T25.1 INTRODUCCIÓN
T25.2 LA TAREA ENCOMENDADA
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Un Curso Sobre Milagros
edición original
Libro de Lecciones
P A R T E 2
¿Qué es EL CUERPO? pár 1-5
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LTe.5 (-L261).1 1 El cuerpo es una cerca que el Hijo de Dios imagina haber construido para separar a unas partes de su Yo1 de otras. 2 Cree que vive dentro de esta cerca, para morir a medida que se deteriore y desmorone. 3 Pues cree que dentro de esta cerca está a salvo del Amor2. 4 Al identificarse con su seguridad, se ve a sí mismo como lo que ésta es3. 5 ¿De qué otra manera podría estar seguro de permanecer dentro del cuerpo, manteniendo al Amor fuera de él?
LTe.5 (-L261).2 6 El cuerpo no perdurará. 7 No obstante, él lo ve como una doble seguridad. 8 Pues la no permanencia del Hijo de Dios es "prueba" de que sus cercas funcionan y cumplen con la tarea que su mente les asigna. 9 Pues si su Unicidad4 aún permaneciese intacta, ¿quién iba a atacar y quién sería atacado? 10 ¿Quién podría ser el vencedor? 11 ¿Quién su presa? 12 ¿Quién víctima? 13 ¿Quién el asesino? 14 Y si él realmente no muriese, ¿qué "prueba" habría de que el eterno Hijo de Dios puede ser destruido?
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1 Yo, con mayúscula, es el eterno Yo de Cristo, el Hijo único de Dios —en Quien todas nuestras Almas perfectas y eternas están unificadas como Una— Quien es Uno con Dios en el eterno Presente de Su Unicidad. También es usado pocas veces como el Yo de Dios. En minúscula, tu yo es el ego si estás pensando con él, el yo que creemos que somos en el tiempo y el espacio, el cual, en la separación, hicimos para reemplazar a la eterna Creación de Dios, es decir, a Su único Hijo; o si decidiste pensar con el Espíritu Santo, tu yo es el reflejo aquí del eterno Yo de Cristo, en Quien todos somos realmente Uno. Ver Lte.14 (-351)
2 … cuando olvidaste de reírte de aquella diminuta idea alocada que se adentró en la Eternidad, Donde Todo es Uno con Dios, que decía que era posible para el Hijo separarse de la Unicidad de Dios, y ponerse a crear por su cuenta, pero sin perder el Amor que Dios le daba. Ver T27.9 [82] 37 y 38. Por eso el "silencio de Dios": Dios tiene un solo Hijo, y no creó más nada; no entiende de individualidades enconadas unas contra otras, compitiendo por las escasas y transitorias cosas "buenas" que ofrece este mundo.
3 … identificándose con su cuerpo… Un cuerpo transitorio, solo frente al despiadado mundo, y regido —como toda la realidad del tiempo y del espacio que le rodea— por las leyes de la evolución y escasez.
4 Unicidad, con mayúscula es sencillamente la idea de que Dios, en el eterno Presente del Cielo, está creando a Su único Hijo en un pensamiento de Amor o Espíritu Santo, Amor que se profesan eternamente Uno al Otro en perfecta armonía y alegre concordia. En minúscula, aquí, en nuestra mente acertada o espíritu, unicidad es la idea nacida del anhelo natural de, amorosamente, unificar todas nuestras Almas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios, en una experiencia en nuestro fuero interno, que nos dice que realmente no estamos solos, aislados y separados unos de otros, ni desamparados —como la percepción de nuestros cuerpos que el ego nos quiere hacer ver y creer— sino que realmente somos Uno con Dios en las perfectas Paz y Alegría de Su eterna Unicidad, arropados por el Amor o Espíritu Santo. Ver T8.5 [38], T10.2 [15], T26.2
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P A R T E 2
¿Qué es EL CUERPO?
pár 3
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LTe.5 (-L261).3 15 El cuerpo es un sueño. 16 Al igual que otros sueños, a veces parece reflejar felicidad, pero puede súbitamente revertir al miedo5, estado en el que nacen todos los sueños. 17 Pues sólo el Amor puede crear en la Verdad, y la Verdad nunca puede tener miedo. 18 Hecho para tener miedo, el cuerpo tiene que cumplir el propósito que le fue asignado6. 19 Pero podemos cambiar el propósito que obedecerá el cuerpo si cambiamos de parecer con respecto a su finalidad7.
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5 El miedo es la motivación primordial del sistema de pensamiento del ego, constituye un síntoma de tu profundo sentido de ser atacado y de pérdidas pasadas, presentes y futuras. Pero cuando has aceptado el Redimir para ti mismo, perdonado y extendido los milagros que te ha sugerido el Espíritu Santo y, con la visión de Cristo, aceptas solamente los pensamientos amorosos de todos, considerando todo lo demás como pedimentos de ayuda, Él te enseñará que el miedo —tanto en ti como en los demás— es realmente un pedido de ayuda. Ver T8.9 [82], T8.10 [90], T8.10 [94]
6 … olvidar a Dios, porque, si creó el tiempo y el espacio y todo lo que éstos contienen, regidos como están por las leyes de la evolución (todo se come a todo) y de la escasez (las cosas buenas ni abundan ni duran), sería un Dios caprichoso y castigador… Entonces, mejor olvidarlo o tenerle miedo.
7 El propósito del Espíritu Santo: 1) es que aprendamos a pensar, percibir y actuar cada vez más con Él y cada vez menos con el ego, de manera de liberar el Amor de Dios en nosotros para que reverbere en todo lo que pensemos y hagamos; 2) es —por medio del perdonar y de extender milagros a otro— experimentar en nuestro fuero interno el Alma del otro;, 3) es, en la relación santa, reconocer a nuestro verdadero Yo, Cristo, en Quien todas las Almas perfectas y eternas —que realmente somos— están unificadas como Una; 4) es liberarnos del pensar del ego para poder regresar aquí, al reflejo del eterno Presente de la Unicidad de Dios, de la Que realmente nunca nos hemos separado; 5) es buscar y hallar en el otro y en los demás, el reflejo aquí del eterno Amor que Dios y Su Hijo comparten en el Cielo, extendiendo así la Creación; 6) es aprender a dar paz para tener paz, porque la paz es la condición aquí para alcanzar el conocimiento, porque esa es la condición para entrar en el mundo real. Ver T7.4 [23], T8.4 [22], T11.8 [65], T17.7, T17.9 [74], T25.2 [9], T26.10 [84]
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P A R T E 2
¿Qué es EL CUERPO?
pár 4
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LTe.5 (-L261).4 20 El cuerpo es el medio por el cual el Hijo de Dios recobra la cordura8. 21 Aunque fue concebido para encerrar al Hijo en el infierno sin escapatoria posible, ahora la meta del Cielo va a substituir a la búsqueda del infierno9. 22 El Hijo de Dios extiende su mano para tomar la de su hermano y para ayudarlo a caminar el sendero con él10. 23 Al hacerlo, el cuerpo se vuelve santo11. 24 Sirve para curar12 a la mente a la que debía dar muerte.
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8 Cordura, cuando pensamos con el Espíritu Santo, es Su sistema de pensamiento en nuestro espíritu, que parte de la creencia en la Verdad y, que nuestra función aquí es tratar de ser reflejos de nuestra verdadera Realidad, aceptando el Redimir para nosotros mismos, perdonando, extendiendo milagros y entablando relaciones santas para multiplicar el perdón y la extensión de milagros hasta abarcar a todos. Y, cuando pensamos con nuestro ego, la cordura es el estado mental al que llega nuestro ego por medio del razonamiento, lógica y sentido común. Ver T6.6.2 [76], T17.7 [61]
9 … ser aquí un reflejo del Cielo, con mayúscula, es lo único Que Dios ha creado. No es un lugar ni un estado. Simplemente es la concienciación de la perfecta Unicidad del Padre con todas las Almas que realmente somos, unificadas como Una en Cristo, Su Hijo, a saber, que nada más existe, ni fuera ni dentro de Ella. Algunos de sus sinónimos son: Realidad, Unicidad, Reino de Dios, Reino de los Cielos. Ver T4.2 [19], T4.4 [41], T9.11 [103], L138
10 La relación santa, aquí, 1) es el reflejo de la Relación de Amor de Dios en paz y alegría con todas las Almas perfectas y eternas que realmente somos, unificadas todas como Una en Cristo, Su único Hijo, en el eterno Presente de Su Unicidad; 2) es la fuente de la salvación para los integrantes de la relación especial, pues les va a permitir alejarse gradualmente del especialismo de sus egos y pensar y actuar cada vez más con sus espíritus o mentes acertadas; 3) es un proceso que se inicia cuando dos o más personas que, habiendo perdonado totalmente a otra(s), unen sus mentes en una meta común a favor de otro(s). Este proceso florece y fructifica cuando extienden a otros los milagros que el Espíritu Santo les sugiere; 4) finalmente, cuando en instantes santos en sus fueros internos, sus mentes acertadas experimentan el mundo real, se produce en ellas, a un profundo nivel subconsciente, una curación de los efectos del pensar y actuar con sus egos, haciendo que ahora, mediante la visión de Cristo, vean con Amor en paz y alegría a todos y a todo. Ver T17.6, T22
11 … porque ahora, en vez de ser utilizado para atacar y defender, se usa para comunicar al otro que realmente los dos son Uno en la experiencia de Cristo, el Hijo único de Dios
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P A R T E 2
¿Qué es EL CUERPO?
pár 5
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LTe.5 (-L261).5 25 Te identificarás con lo que crees que te dará seguridad. 26 Sea esto lo que sea, creerás que es uno contigo. 27 Tu13 seguridad reside en la Verdad14, no en mentiras. 28 El Amor15 es tu seguridad. 29 El miedo realmente no existe. 30 Identifícate con el Amor y estarás a salvo. 31 Identifícate con el Amor y estarás en casa. 32 Identifícate con el Amor y hallarás a tu Yo.
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12 Curar (o curación como proceso), cuando se piensa y se percibe con el ego, es el proceso por el cual tratamos de curar al cuerpo y/o a la mente de lo que se percibe que es una enfermedad. Pero cuando decidimos pensar con el Espíritu Santo, curar es el proceso por el cual queremos curar en nuestra mente la creencia en la realidad del tiempo y del espacio, en la que somos cuerpos separados unos de otros y de Dios. Para ello, cada uno acepta el Redimir para sí mismo y se pone seria y consecuentemente a perdonar y a extender milagros, entablando así relaciones santas con todos. Este proceso llevará nuestra Alma a los instantes santos del mundo real y a la unión con todas las demás Almas en la experiencia de Cristo. El último paso —el de despertarnos conjuntamente con todos a la Realidad Que queremos creer que realmente nunca habíamos abandonado— lo dará Dios Mismo, completándose así la curación de nuestra mente de su creencia en la enfermedad de la separación y en todas las secuelas que ésta trajo consigo. Ver T2.3 [69], T4.9 [106], T5.3 [18], T19.2, L137, L139
13 … verdadera
14 La Verdad, con mayúscula —que realmente no soy un cuerpo sino un Alma, Tal como Dios me creó— según el Curso, no se puede describir ni tampoco explicar; sólo puede experimentarse en nuestro fuero interno, en un instante santo del mundo real, al haber logrado perdonar totalmente a otro y haber unificado su Alma con La tuya en Cristo. En esto radica aquí, la paz de Dios. En minúscula, es la verdad del ego, cuyo sistema de pensamiento está basado en la percepción de que el tiempo y del espacio y todo lo que estos contienen son reales, están regidos por las leyes de la evolución y escasez, y constituyen la única y verdadera realidad. Ver T6.6.3 [94], T7.5, T14, T23.2 [13], T29.8
15 Amor, con mayúscula, se refiere, en la eterna Unicidad, al Espíritu Santo o eterno Amor de Dios que Él comparte con nosotros —como Almas unificadas como Una en Cristo, Su único Hijo— y nosotros con Él en perpetua Armonía y alegre Concordia; y aquí, cuando pensamos con el Espíritu Santo, es Su reflejo o amor general y sin preferencias que tenemos para con los demás. En minúscula, amor se refiere al amor interesado y preferencial de nuestro ego, cuando pensamos con él. Ver P3 [2], T1.1.3 [3], T1.1.53 [100], T3.6 [38], L46, L67, L68, L195
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Un Curso Sobre Milagros
edición original
Libro de Lecciones
L E C C I Ó N 266
Mi santo Yo1 mora en ti,
Hijo de Dios.
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L266.1 1 Padre, todos Tus Hijos que me diste para que fuesen mis salvadores y mis consejeros en cuanto a cómo mirar; para mí, son los heraldos de Tu santa Voz. 2 En ellos Te ves reflejado y en ellos, Cristo se vuelve a mirarme desde mi Yo. 3 No permitas que Tu Hijo olvide Tu santo Nombre. 4 No permitas que Tu Hijo olvide su santa Fuente. 5 No permitas que Tu Hijo olvide que Su Nombre es el Tuyo.
L266.2 6 En este día entramos al paraíso2 invocando el Nombre de Dios y el nuestro, reconociendo Nuestro Yo en cada uno de nosotros; unidos en el santo Amor de Dios. 7 ¡Cuántos salvadores nos ha dado Dios! 8 ¿Cómo podríamos perdernos en nuestro caminar hacia Él3, cuando ha poblado el mundo con aquellos que señalan el camino hacia Él y nos ha dado la vista para verlos?
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1 Yo, con mayúscula, es el eterno Yo de Cristo, el Hijo único de Dios —en Quien todas nuestras Almas perfectas y eternas están unificadas como Una— Quien es Uno con Dios en el eterno Presente de Su Unicidad. También es usado pocas veces como el Yo de Dios. En minúscula, tu yo es el ego si estás pensando con él, el yo que creemos que somos en el tiempo y el espacio, el cual, en la separación, hicimos para reemplazar a la eterna Creación de Dios, es decir, a Su único Hijo; o si decidiste pensar con el Espíritu Santo, tu yo es el reflejo aquí del eterno Yo de Cristo, en Quien todos somos realmente Uno. Ver Lte.14 (-351)
2 … en un instante santo
3 La meta del Curso: es aprender a pensar, percibir y actuar cada vez más con el Espíritu Santo y cada vez menos con el ego, de manera de liberar la fuerza de Dios en nosotros para que reverbere en todo lo que pensemos o hagamos; es —por medio del perdón y de la extensión de milagros— reconocer en el otro, en los demás, y en la relación santa, a nuestro verdadero Yo, Cristo, ya que todos somos realmente Almas perfectas y eternas, unificadas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios, Quien es Uno con Su Padre en el eterno Presente de Su Unicidad; es liberarnos del pensar del ego para poder regresar a la Unicidad de Dios, de la Que realmente nunca nos hemos separado; es buscar y hallar en el otro y en los demás, el reflejo aquí del eterno Amor que Dios y Su Hijo comparten en la perpetua Armonía y alegre Concordia del Amor Que eternamente Se profesan Uno a Otro, extendiendo así la Creación; es aprender a dar paz para tener paz, porque la paz es la condición aquí para alcanzar el conocimiento, porque esa es la condición para entrar en el mundo real. Ver T17.7, T17.8, T22.7 [51], T31.2 [23], L127.6, L131.2
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Un Curso Sobre Milagros
edición original
Texto
Capítulo 25
EL REMEDIO
T25.1 INTRODUCCIÓN pár 1-3
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T25.1 [1] 1 El Cristo1 en ti no habita en un cuerpo. 2 No obstante, Él está realmente en ti. 3 Y así, tiene que ser que tú2 no estás dentro de un cuerpo. 4 Lo que está en ti3 no puede estar afuera. 5 Y ten por seguro que tú no puedes estar separado de lo que está en el mismo centro de tu vida4. 6 Lo que te da vida5 no puede estar alojado en la muerte6, 7 de la misma manera que tú7 tampoco puedes estarlo8. 8 Cristo se encuentra dentro de un marco de santidad9 cuyo único propósito es permitir10 que se pueda manifestar ante los que no lo conocen, y así llamarlos a que vengan a Él, y lo vean allí donde antes pensaban que se encontraban sus cuerpos. 9 Entonces11, sus cuerpos se fundirán en un todo, para así poder enmarcar Su santidad en ellos12.
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1 Cristo, 1) es la idea que resuelve el aparente dilema en el Curso, que, por un lado, reza: "Dios creó a un solo Hijo, y no creó más nada" y, por el otro, "la Filiación es la suma de todas las Almas creadas por Dios.", dilema que es resuelto en el proceso de extender milagros: "Un milagro hace que las Almas sean una en Cristo."; 2) en mi fuero interno, Cristo también es la divina experiencia de mi mente acertada o espíritu en un instante santo del mundo real, de la unión de mi Alma con el Alma del otro(a), experiencia de Amor que se extiende a las Almas de todos los que fueron, son y serán, como reflejo aquí del eterno Presente de la Unicidad de Dios. Ver T1.1.19 [19], [45] y [48], T2.2 [20], T30.6 [63], T31.1 [9]
2 … aquí, según el Espíritu Santo, como reflejo de Tu eterna Vida con Dios y con Todos los demás como Almas, Uno en el Hijo único de Dios, realmente
3 … en tu espíritu, que es la parte de la mente que todavía se puede comunicar con Dios por medio del Espíritu Santo,
4 La Vida, con mayúscula, es la única Vida que realmente existe, pues fue creada por Dios en el eterno Presente de Su Unicidad, en la que todos, sin excepción, como Almas perfectas unificadas como Una en Cristo, el único Hijo de Dios, Que es Uno con Su Padre en Su Pensamiento de Amor o Espíritu Santo. En minúscula, vida quiere decir nuestra vida aquí, sea como reflejo de Nuestra Vida eterna cuando pensamos con el Espíritu Santo o, de acuerdo con las leyes de este mundo, cuando pensamos con el ego. Ver T4.4 [48], T6.6.1 [61], T23.5, L167
5 … aquí, el Espíritu Santo, la Voz que habla por Dios,
6 … que es la piedra angular del sistema de pensamiento del ego y su creencia en la realidad del tiempo y el espacio y todo lo que éstos contienen…
7 … cuando piensas con el Espíritu Santo, has aceptado el Redimir para ti mismo, y estás ejecutando la función que Dios te encargó por medio del Espíritu Santo, a saber: perdonar al otro y extender milagros,
8 … ya que realmente eres el Hijo único de Dios, en Quien todos —como la Almas perfectas y eternas que realmente somos, somos Uno, y Quien es Uno con Dios.
9 Santidad, con mayúscula, es el Estado de perfecto Amor o Espíritu Santo que —como Alma, unificada con TODAS las demás Almas como Una en Cristo, el único Hijo de Dios— vivimos con Dios en perfectas Paz y Alegría, en el eterno Presente de Su Unicidad. En minúscula, santidad es la experiencia en mi fuero interno del reflejo aquí de ese Estado. Ver T1.1.31 [42] a [44], T2.2 [45], T5.4 [23], T14.5, L36, L37, L39
10 … por medio del ejemplo y de la experiencia
11 … en tu mente,
12 … por medio del perdón y de la extensión de los milagros que sugiera el Espíritu Santo.
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T25.1 [2] 10 Nadie que lleve a Cristo por dentro13 puede dejar de reconocerlo14 en todas partes. 11 Excepto en los cuerpos15. 12 Pero mientras ellos16 crean que están en cuerpos, donde piensan que están17, Cristo no puede estar. 13 Y así, Lo llevan consigo18 sin saberlo, y no lo ponen de manifiesto. 14 Y de este modo no Lo reconocen ahí donde Él está19. 15 El hijo del hombre20 no es Cristo Que ha resucitado. 16 No obstante, el Hijo de Dios mora exactamente donde el hijo del hombre está y, camina con él en el fuero interno de su santidad21, lo cual es tan claro de ver22 como su especialismo23, que se encuentra establecido en su cuerpo24.
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13 … por haber perdonado totalmente a un hermano y haberle extendido milagros
14 … por medio de su visión
15 … que implicaría haberse cambiado al sistema de pensamiento y a la percepción del ego.
16 … los que siguen pensando con el ego
17 … en la realidad del ego del tiempo y del espacio, regido por las leyes de la evolución y escasez,
18 … en El residuo bendito es la memoria o reflejo que llevamos en lo profundo de nuestro subconsciente, del arropamiento del Amor de Dios a todos cual Almas, unificadas como Una en Cristo, Su único Hijo, en Su eterna Unicidad. Este reflejo se nos manifiesta en nuestro fuero interno mediante impulsos caritativos, compasivos, de compartir, de amor o amistad desinteresados que de vez en cuando emergen de nuestro subconsciente, y que sólo podemos tomar en serio cuando nos ponemos a pensar con el Espíritu Santo en nuestro espíritu (o mente acertada), que es la parte de nuestra mente que todavía puede comunicarse con Dios por medio del Espíritu Santo. Ver T5.7 [60] 7, T8.5 [33], T12.3 [11], T18.11 [98], T28.2
19 … en ese otro (u otros) al que podrían perdonar.
20 … porque no habrás sido creado por Dios en un pensamiento de Amor, sino "hecho" por tu ego primordial, producto de aquella diminuta idea alocada que era posible al Hijo separarse de la Unicidad de Dios, y ponerse a crear por su cuenta —pero sin perder el Amor que Dios ahora le daría individualmente— locura que se adentró en la Eternidad, Donde Todo es Uno con Dios, y de la que el Hijo de Dios olvidó reírse y que, a causa de haberlo enviado al olvido, ese pensamiento se convirtió en una idea seria, capaz de lograr algo, así como de tener efectos reales, entre los cuales están la hechura del tiempo, del espacio y de todo lo que éstos contienen, incluyendo la expansión y fragmentación de todo casi al infinito, todo eso regido por las leyes de la evolución y escasez.. Ver T27.9 [82]
21 … en su espíritu,
22 … cuando piensa con el Espíritu Santo
23 … cuando piensa con su ego, que es lo que hace casi todo el tiempo,
24 … por medio de su cerebro, cuando éste procesa —como lo hace habitualmente— los pensamientos del ego dependiendo de con quien has decidido pensar: ¿el ego o el Espíritu Santo?
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T25.1 [3] 17 El cuerpo no necesita curación25. 18 En cambio, la mente que piensa que es un cuerpo, ¡sí que está enferma! 19 Y aquí es donde Cristo establece el remedio26. 20 Su propósito27 envuelve al cuerpo en Su luz, y lo llena con la santidad que irradia de Él. 21 Y nada que el cuerpo diga o haga deja de ponerlo de manifiesto. 22 A los que no conocen a Cristo, el cuerpo Lo lleva con cuidado y Amor para curar sus mentes. 23 Así es la misión que tu hermano28 tiene para ti. 24 Y así tiene necesariamente que ser tu misión para él.
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25 … "espiritual"
26 Curar (o curación como proceso), cuando se piensa y se percibe con el ego, es el proceso por el cual tratamos de curar al cuerpo y/o a la mente de lo que se percibe que es una enfermedad. Pero cuando decidimos pensar con el Espíritu Santo, curar es el proceso por el cual queremos curar en nuestra mente la creencia en la realidad del tiempo y del espacio, en la que somos cuerpos separados unos de otros y de Dios. Para ello, cada uno acepta el Redimir para sí mismo y se pone seria y consecuentemente a perdonar y a extender milagros, entablando así relaciones santas con todos. Este proceso llevará nuestra Alma a los instantes santos del mundo real y a la unión con todas las demás Almas en la experiencia de Cristo. El último paso —el de despertarnos conjuntamente con todos a la Realidad Que queremos creer que realmente nunca habíamos abandonado— lo dará Dios Mismo, completándose así la curación de nuestra mente de su creencia en la enfermedad de la separación y en todas las secuelas que ésta trajo consigo. Ver T2.3 [69], T4.9 [106], T5.3 [18], T19.2, L137, L139
27 El propósito del Espíritu Santo: 1) es que aprendamos a pensar, percibir y actuar cada vez más con Él y cada vez menos con el ego, de manera de liberar el Amor de Dios en nosotros para que reverbere en todo lo que pensemos y hagamos; 2) es —por medio del perdonar y de extender milagros a otro— experimentar en nuestro fuero interno el Alma del otro;, 3) es, en la relación santa, reconocer a nuestro verdadero Yo, Cristo, en Quien todas las Almas perfectas y eternas —que realmente somos— están unificadas como Una; 4) es liberarnos del pensar del ego para poder regresar aquí, al reflejo del eterno Presente de la Unicidad de Dios, de la Que realmente nunca nos hemos separado; 5) es buscar y hallar en el otro y en los demás, el reflejo aquí del eterno Amor que Dios y Su Hijo comparten en el Cielo, extendiendo así la Creación; 6) es aprender a dar paz para tener paz, porque la paz es la condición aquí para alcanzar el conocimiento, porque esa es la condición para entrar en el mundo real. Ver T7.4 [23], T8.4 [22], T11.8 [65], T17.7, T17.9 [74], T25.2 [9], T26.10 [84]
28 … al que no has podido o querido perdonar…
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Un Curso Sobre Milagros
edición original
Texto
Capítulo 25
EL REMEDIO
T25.2 LA TAREA
ENCOMENDADA pár 4-11
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T25.2 [4] 1 No puede ser difícil ejecutar la tarea que Cristo1 te encomendó que hicieras, pues Él es Quien realmente la desempeña. 2 Y a medida que la ejecutas2, aprendes que el cuerpo sólo aparenta ser el medio para ejecutarla. 3 Pues la Mente3 es La de Cristo. 4 Y, por consiguiente, tiene necesariamente que ser la tuya4. 5 La santidad de Cristo dirige el cuerpo a través de la mente que5 es una con Él. 6 Y tú6 te pones de manifiesto ante tu santo hermano, tal como él lo hace ante ti7. 7 Aquí tiene lugar el encuentro del santo Cristo Consigo Mismo: no se percibe ninguna diferencia que se interponga entre ninguno de los aspectos8 de Su santidad, los cuales se encuentran, se funden y elevan a Cristo hasta Su Padre, unido en un todo, puro, y digno de Su eterno Amor.
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1 Cristo, 1) es la idea que resuelve el aparente dilema en el Curso, que, por un lado, reza: "Dios creó a un solo Hijo, y no creó más nada" y, por el otro, "la Filiación es la suma de todas las Almas creadas por Dios.", dilema que es resuelto en el proceso de extender milagros: "Un milagro hace que las Almas sean una en Cristo."; 2) en mi fuero interno, Cristo también es la divina experiencia de mi mente acertada o espíritu en un instante santo del mundo real, de la unión de mi Alma con el Alma del otro(a), experiencia de Amor que se extiende a las Almas de todos los que fueron, son y serán, como reflejo aquí del eterno Presente de la Unicidad de Dios. Ver T1.1.19 [19], [45] y [48], T2.2 [20], T30.6 [63], T31.1 [9]
2 … perdonando, extendiendo milagros y entablando relaciones santas,
3 … Que realmente la ejecuta
4 … como reflejo aquí de la Mente de Cristo que realmente es Una con todas nuestras mentes y con La de Dios.
5 … ahora que decidiste pensar con el Espíritu Santo, que
6 … como el reflejo aquí de Cristo
7 … según ahora lo ves con la visión de Cristo, después de haberlo perdonado totalmente en un instante santo en el mundo real —la meta de nuestro viaje con el Curso—.es el estado que se experimenta en un instante santo en nuestro fuero interno, con nuestro espíritu o mente acertada, al haber logrado perdonar completamente a otro y unirnos a su Alma en la experiencia de Cristo, y, por ende, a todas las demás Almas unificadas como Una en Cristo; es "saber", que el Juicio Final de Dios consiste en que Nuestro Padre nos dice a cada uno: "Tú, unido al Alma del otro y a las Almas de todos los demás, sigues siendo Mi Hijo único, por siempre inocente, por siempre cariñoso y por siempre querido, tan ilimitado como Tu Creador, absolutamente inmutable y por siempre inmaculado. Por lo tanto, despierta y regresa a Tu Casa, que realmente nunca abandonaste. Ver T2.6, T3.8, T26.4 [21], LTe.10 (-L311)
8 … la mente de tu hermano, la tuya, y las mentes de todos los demás
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T25.2 LA TAREA
ENCOMENDADA
pár 5-6
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T25.2 [5] 8 ¿De qué otra manera podrías poner de manifiesto al Cristo en ti sino buscando la santidad en el otro9 y viendo a Cristo ahí? 9 La percepción10 te dice que te manifiestas en lo que ves. 10 Mira11 al cuerpo del otro y creerás que estás ahí. 11 Y cada cuerpo que veas te recordará a ti mismo: tu pecaminosidad, tu maldad y, sobre todo, tu muerte. 12 ¿Y acaso no despreciarías al que te dijese eso y tratarías de matarlo? 13 El mensaje y el mensajero son la misma cosa. 14 Y tienes necesariamente que ver a tu hermano como a ti mismo. 15 Enmarcado en su cuerpo, verás tu pecaminosidad, por la que estás condenado. 16 Pero establecido en su santidad12, el Cristo en él se proclama a Sí Mismo tú.
T25.2 [6] 17 Lo que percibes constituye una decisión acerca de lo que tú quieres ser: el mundo en el que quieres vivir, y el estado en el que crees que tu mente se encontrará contenta y satisfecha. 18 Tu percibir escoge aquello en lo que piensas que se encuentra tu seguridad, según la decisión que hayas tomado. 19 Te revela a ti mismo tal como tú quieres ser. 20 Y tu percepción es siempre fiel a tu propósito, del que nunca se aparta, y no da el más mínimo testimonio de nada que no esté de acuerdo con el propósito de tu mente. 21 Lo que percibes forma parte de lo que tu propósito quiere observar, pues los medios y el fin nunca están separados. 22 Y así aprendes que lo que parece tener una vida separada13, en realidad no tiene ninguna.
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9 … queriendo creer por medio de un acto de fe que él realmente es un Alma perfecta y eterna, idéntica a La tuya y a La de los demás, todas Uno en Cristo, el Hijo único de Dios
10 Percepción: En el eterno Presente de la Unicidad de Dios —Que es donde realmente estamos todos como Almas perfectas y eternas, unificadas como Una en Cristo, el Hijo único, Quien es Uno con Su Padre— la percepción no existe, porque el Conocimiento nos hace saber y experimentar que Todo es Uno y, por consiguiente, no hay nada que percibir. Pero en la separación, cuando pensamos con el ego, la percepción es el proceso fundamental para sobrevivir por el cual nuestra razón, lógica y sentido común interpretan, juzgan, seleccionan y evalúan la información recibida por nuestros sentidos de la realidad del tiempo y del espacio y de todo lo que éstos contienen, regidos como están por las leyes de la evolución y escasez. El Curso la define como "Percepción equivocada". Y, cuando habiendo decidido pensar con el Espíritu Santo, hemos aceptado el Redimir para nosotros mismos, perdonado y extendido los milagros que nos ha sugerido el Espíritu Santo, estudiado y aplicado al menos una vez las Lecciones del Curso, nuestra "Percepción verdadera" gradualmente nos va a llevar al mundo real —que es la meta del Curso—donde, en nuestro fuero interno, experimentaremos el reflejo aquí de la Unicidad de Dios, donde sólo hay Amor, paz y alegría. Ver T3.4, T3.5, T10.7, T13, T14.6 [46], L134, M5.3.1, M19.5
11 … con tu ego
12 … porque lo has perdonado totalmente,
13 … cuando percibes con el ego, pero ahora que quieres percibir con el Espíritu Santo, ves Que
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T25.2 LA TAREA
ENCOMENDADA
pár 7-8
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T25.2 [7] 23 Tú que eres el medio para llegar a Dios, realmente no estás separado14 ni llevas una vida apartada de la Suya. 24 Su Vida se manifiesta en ti15 que eres Su Hijo. 25 Cada aspecto de Si Mismo16 está enmarcado en santidad y perfecta pureza, y en un Amor celestial y tan completo que sólo anhela liberar todo lo que mira para que se una a Él17. 26 Su resplandor brilla a través de cada cuerpo que mira, y barre toda la oscuridad que hay en cada uno de ellos simplemente mirando más allá del cuerpo hacia la luz18. 27 Su gentileza hace descorrer el velo y, ahora, nada oculta la faz de Cristo19 de los que la miran. 28 Y ahora, los dos, tu hermano y tú, están ante Él, para dejar que descorra el velo que parece que los mantiene separados y apartados.
T25.2 [8] 29 Puesto que crees que ustedes están separados, el Cielo también se te presenta como algo separado. 30 No es que Lo esté en verdad, sino para que el Vínculo que se te ha dado para que te unas a la Verdad pueda llegar hasta ti por medio de lo que entiendes. 31 El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son Uno cuando todos tus hermanos se unen como uno en la Verdad. 32 Cristo y Su Padre jamás han estado separados, y Cristo mora en tu entendimiento, en la parte de ti20 que comparte la Voluntad de Su Padre. 33 El Espíritu Santo vincula tu otra parte —la que contiene el diminuto y demente deseo de estar separado, ser diferente y especial— a Cristo21, para que la Unicidad22 sea clara a lo que realmente es Uno23. 34 En este mundo, esto no se comprende, pero puede enseñarse.
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14 … de Él ni de Cristo, Su único Hijo,
15 … cuando piensas con el Espíritu Santo, has aceptado el Redimir para ti mismo y ejerces tu función de perdonar y extender milagros,
16 … cada uno de nosotros, como Almas Una en Cristo,
17 … como el Cristo que todos como Uno realmente somos.
18 a otro u otros, y extendido los milagros que nos hubiese sugerido el Espíritu Santo; Luz, con mayúscula, es el Conocimiento que Dios nos dio al crearnos mediante Su Pensamiento de Amor o Espíritu Santo. En minúscula, luz, cuando pensamos con el Espíritu Santo, es el reflejo aquí de esa Luz eterna, reflejo que llega a nuestro espíritu o mente acertada en un instante santo del mundo real, cuando hemos perdonado totalmente a otro u otros, y extendido los milagros que nos hubiese sugerido el Espíritu Santo; y, cuando pensamos con el ego, tiene todos los demás significados que podemos encontrar en el diccionario. Ver T5.8 [80], T12.2 [5], T22.7 [65], L48, L61, L63, L69, L93
19 La faz de Cristo es la faz del otro al que perdonamos totalmente y al que extendimos milagros, y con cuya Alma, en un instante santo del mundo real, experimentamos en nuestro fuero interno una completa identificación, como reflejo aquí del eterno Presente de la Unicidad de Dios, donde todas nuestras Almas, perfectas y eternas, están unificadas como Una en Cristo, Su único Hijo único. Ver T20.5 [32], T20.6 [42]
20 … tu espíritu, que es la parte de tu mente que todavía puede comunicarse con Dios por medio del Espíritu Santo
21 … en tu hermano,
22 Unicidad, con mayúscula es sencillamente la idea de que Dios, en el eterno Presente del Cielo, está creando a Su único Hijo en un pensamiento de Amor o Espíritu Santo, Amor que se profesan eternamente Uno al Otro en perfecta armonía y alegre concordia. En minúscula, aquí, en nuestra mente acertada o espíritu, unicidad es la idea nacida del anhelo natural de, amorosamente, unificar todas nuestras Almas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios, en una experiencia en nuestro fuero interno, que nos dice que realmente no estamos solos, aislados y separados unos de otros, ni desamparados —como la percepción de nuestros cuerpos que el ego nos quiere hacer ver y creer— sino que realmente somos Uno con Dios en las perfectas Paz y Alegría de Su eterna Unicidad, arropados por el Amor o Espíritu Santo. Ver T8.5 [38], T10.2 [15], T26.2
23 … para tú hermano y tú en la experiencia de ser uno en Cristo en un instante santo en el mundo real.
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T25.2 LA TAREA
ENCOMENDADA
pár 9-11
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T25.2 [9] 35 El Espíritu Santo sirve al propósito de Cristo en tu mente, de manera que el objetivo del especialismo24 pueda ser corregido allí donde está el error. 36 Debido a que el propósito del Espíritu Santo sigue siendo Uno con Ambos, el Padre y el Hijo, Él conoce la Voluntad de Dios y, por consiguiente, lo que tú realmente quieres. 37 Pero esto sólo lo puede comprender la mente que se percibe a sí misma como una25, que conciencia que es una, y que lo experimenta así. 38 La función del Espíritu Santo es enseñarte cómo experimentar esta unicidad, qué tienes que hacer para poder experimentarla, y adónde debes ir para hacerlo.
T25.2 [10] 39 Todo esto toma nota del tiempo y del espacio como si estuvieran diferenciados, pues mientras pienses que una parte de ti está separada, el concepto de una unicidad en la que todas las cosas están unidas como una, no tendrá significado. 40 Es obvio que una mente así dividida nunca podría ser la maestra de la Unicidad Que une a todas las cosas en Sí Misma. 41 Y así, Lo que está dentro de esa mente, y que realmente une a todas las cosas, tiene que ser su Maestro26. 42 No obstante, Él tiene que usar el idioma que esta mente puede entender y tomando en cuenta la condición en la cual ella piensa que se encuentra. 43 Y este Maestro tiene que valerse de todo aprendizaje para transferir las ilusiones27 a la Verdad, eliminando para ello todas tus falsas ideas acerca de lo que eres y conduciéndote más allá de ellas a la Verdad que se encuentra más allá de ellas.
T25.2 [11] 44 Todo lo cual puede resumirse en forma por demás sencilla así: 45 Lo que es lo mismo no puede ser diferente y, lo que es Uno no puede tener partes separadas.
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24 El especialismo es la forma habitual de pensar de la individualidad nacida de la diminuta idea alocada del Hijo de Dios que pensó que podía separarse de Su Padre y "hacer cosas" por su cuenta. Al haber olvidado reírse de semejante idea, el pensamiento se convirtió en una idea seria de la que, entre otras cosas, resultó la ilusión de la hechura del tiempo y del espacio y de todo lo que éstos contienen, regidos por las leyes de la evolución y de la escasez. En esta realidad, el ego, es el deseo de cada ser humano de estar separado y lo más arriba posible por encima de los demás seres humanos, de poseer más y ser más que ellos, por el convencimiento de que es merecedor —por encima y hasta en contra de los demás— de las escasas cosas buenas y transitorias que ofrece el mundo. Ningún precio es demasiado alto para obtenerlas, y las busca afanosamente en relaciones especiales en las que otros aparentemente le ofrecen amor, amistad y aprecio especiales, así como también a veces, la entrega de sus cuerpos y/o mentes igualmente especiales y, con ellos, de lo que poseen que nuestro ego cree que le hace falta. Pero el especialismo nunca puede amar, apreciar o compartir de verdad, ya que por sí mismo constituye una traición y un ataque contra la eterna y amorosa Unicidad de Dios con Su único Hijo, Cristo, en Quien todas nuestras Almas perfectas y eternas están unificadas como Una. En consecuencia, el especialismo va a desconfiar de todos, al considerarlos como potenciales atacantes o competidores, y por eso, no se le va a escapar ninguna falta o error que puedan cometer; además de atacar a los que entre ellos, directa o indirectamente, interfieran o se opongan a sus designios interesados. Ver T16.6, T24, T27.9 [82]-[83]
25 … con todas las demás mentes y con Dios,
26 … el Espíritu Santo.
27 Ilusión es todo lo que contiene el tiempo y el espacio.
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