Tampoco se puede recuperar a menos que se le muestre
el camino
a través de usted.
gráfico por ©Deposit Photos
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T25.6 [40] 23 El Hijo de Dios sólo te pide esto: que le devuelvas lo que le corresponde, para así poder compartirlo con él. 24 Si cada uno17 sigue por su cuenta, ninguno de los dos lo tendrá. 25 Y así, no servirá de nada a ninguno de los dos. 26 Pero si lo comparten18, les dará a cada uno la misma fuerza para salvar al otro, y así salvarse conjuntamente con él19. 27 Al haber sido perdonado20 por ti, tu salvador te ofrece la salvación. 28 Pero si lo condenas, te ofrecerá la muerte21. 29 En cada hermano que miras sólo ves el reflejo de lo que decidiste que él fuese para ti. 30 Si decides en contra de su auténtica función22 —la única que en verdad tiene— lo privarás de toda la alegría que habría encontrado de haber podido desempeñar el papel que Dios le encomendó. 31 Pero no pienses que sólo él va a perder el Cielo, 32 ni tampoco que se podrá recuperar, a menos que le muestres el camino que vas a encontrar si caminas a su lado.
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UCSM TEXTO
CH 25 EL REMEDIO
T25.6 EL ESTADO DE
IMPECABILIDAD
T25.7 LA FUNCIÓN ESPECIAL
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Un Curso Sobre Milagros
edición original
Libro de Lecciones
P A R T E 2
¿Qué es CRISTO? pár 1-5
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LTe.6 (-L271).1 1 Cristo es el Hijo de Dios Tal como Él Lo creó. 2 Cristo es el Yo1 Que realmente compartimos y Que nos une Unos a Otros, y Todos a Dios. 3 Él es el Pensamiento Que sigue habitando la Mente2 Que es Su Fuente. 4 Él no ha abandonado Su santo Hogar ni ha perdido la Inocencia en la Que fue creado. 5 Él mora eternamente inmutable en la Mente de Dios.
LTe.6 (-L271).2 6 Cristo es el vínculo que te mantiene realmente Uno con Dios y que te garantiza que la separación no es sino una ilusión de desesperanza, 7 pues la esperanza habitará por siempre en Cristo. 8 Tu mente realmente forma parte de La Suya, y La Suya de La Tuya. 9 Él es la Parte de la Mente de Dios en la Que se encuentra la Respuesta de Dios: donde ya se han tomado todas las decisiones y donde se acabaron los sueños. 10 Nunca ha sido tocado por ninguna cosa que los ojos del cuerpo puedan percibir. 11 Pues, aunque Su Padre depositó en Él los medios para tu salvación, no obstante Él sigue siendo el Yo Que, al igual que Su Padre, no sabe de pecado.
LTe.6 (-L271).3 12 Al ser Hogar del Espíritu Santo y sentirse a gusto únicamente en Dios, Cristo ciertamente permanece en paz en el reflejo del Cielo que se encuentra en tu santa mente3. 13 Ésa es la única parte de ti que en Verdad es real. 14 Lo demás son sueños. 15 No obstante, estos sueños Le serán entregados a Cristo para que se desvanezcan ante el reflejo de Su Gloria, y finalmente te revelen a Tu santo Yo, Cristo.
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1 Yo, con mayúscula, es el eterno Yo de Cristo, el Hijo único de Dios —en Quien todas nuestras Almas perfectas y eternas están unificadas como Una— Quien es Uno con Dios en el eterno Presente de Su Unicidad. También es usado pocas veces como el Yo de Dios. En minúscula, tu yo es el ego si estás pensando con él, el yo que creemos que somos en el tiempo y el espacio, el cual, en la separación, hicimos para reemplazar a la eterna Creación de Dios, es decir, a Su único Hijo; o si decidiste pensar con el Espíritu Santo, tu yo es el reflejo aquí del eterno Yo de Cristo, en Quien todos somos realmente Uno. Ver Lte.14 (-351)
2 La Mente, con mayúscula, se refiere a la Mente o el Pensar de Dios o de Su Hijo o de Cristo, y representa el agente que activa al Alma (o Espíritu), aportándole su energía creadora o Amor. En la separación, la mente del Hijo separado parece tener tres partes: 1) El espíritu, que es la parte que todavía puede comunicarse con Dios por medio del Espíritu Santo, Quien se nos manifiesta por medio de impulsos amorosos y revelaciones; 2) el ego, que recibe del ego primario en la fuente de la separación, los impulsos de vida y de sobrevivencia, los cuales, al ser procesados por nuestro cerebro —subconsciente o conscientemente— dan vida a nuestro cuerpo y nutren a nuestra razón, lógica y sentido común de lo necesario para defendernos y sobrevivir; y 3) el decididor, que es lo que en nosotros decide todo el tiempo si pensar con el ego —que es lo que hacemos "usualmente"— o con el espíritu. Ver T7.3, T19.2, T25.5, L45, L165
3 El Espíritu (o Alma) —siempre con mayúscula— es nuestra inmaterial Naturaleza divina que Dios creó semejante a Sí Mismo, entendiéndose que, al ser de Dios, el Espíritu (o Alma) es eterno y nunca nació. El Espíritu sabe, ama y crea. Cuando los Espíritus (o Almas) perfectos y eternos —que realmente somos todos— se unifican como Uno en Cristo, somos el Hijo único de Dios, Uno con Su Padre en el eterno Presente de la Unicidad. En minúscula, espíritu o mente acertada, es la otra parte de la mente del Hijo separado que todavía se puede comunicar con Dios por medio del Espíritu Santo. Nada puede llegar al Espíritu (o Alma) desde el ego, ni nada del Espíritu (o Alma) puede reforzar al ego o aminorar el conflicto interno de éste, porque el Espíritu (o Alma) no puede percibir y el ego es incapaz de conocer. Por lo tanto, no están comunicados ni jamás lo estarán. Ver T2.2 [20], T4.2 [8] y [19], T31.6, L97
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P A R T E 2
¿Qué es CRISTO?
pár 4-5
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LTe.6 (-L271).4 16 Desde Cristo en ti, el Espíritu Santo abarca a todos tus sueños y los invita a venir a Él, para ser traducidos en la Verdad. 17 Él los intercambiará por el sueño final que Dios dispuso fuese el fin de todos los sueños. 18 Pues, cuando el perdón repose sobre el mundo y la paz4 haya llegado a cada Hijo de Dios, ¿qué podría quedar para seguir manteniendo las cosas separadas, cuando lo único que quedará por verse es la faz de Cristo5?
LTe.6 (-L271).5 19 ¿Y por cuánto tiempo habrá de verse esta santa faz, cuando no es sino el símbolo de que el período de aprendizaje ha concluido y que la meta del Redimir6 ha sido finalmente alcanzada? 20 Por lo tanto, tratemos de encontrar la faz de Cristo y no mirar nada más. 21 Al contemplar el reflejo de Su Gloria, sabremos que ya no tenemos necesidad de aprender nada, ni de percibir, ni del tiempo, ni de ninguna otra cosa excepto del santo Yo, el Cristo Que Dios creó como Su Hijo.
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4 Paz, con mayúscula, es el estado en el que nos encontramos en el eterno Presente de la Unicidad por ser amados y amar, es saber que realmente no somos cuerpos sino Almas, unificadas todas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios, Quien es Uno con Su Padre, en perfecta quietud y perfecta libertad de todo peligro, conflicto, culpa o escasez. En minúscula, cuando pensamos y percibimos con el Espíritu Santo, paz es el estado que experimentamos en el mundo real cuando hemos perdonado totalmente al otro y extendido los milagros que nos ha sugerido el Espíritu Santo. Pero cuando pensamos con el ego, paz es el estado que se puede obtener transitoriamente según los acuerdos y leyes del mundo. Ver T6.6.2, T7.7, T13.5, T19.5, T24, T29.6, T29.7, L105, L188, L200, M11, M20
5 La faz de Cristo es la faz del otro al que perdonamos totalmente y al que extendimos milagros, y con cuya Alma, en un instante santo del mundo real, experimentamos en nuestro fuero interno una completa identificación, como reflejo aquí del eterno Presente de la Unicidad de Dios, donde todas nuestras Almas, perfectas y eternas, están unificadas como Una en Cristo, Su único Hijo único. Ver T20.5 [32], T20.6 [42] Aceptar para sí mismo el Redimir —siempre con mayúscula— es un acto de Amor; es reconocer el Alma del que perdonamos; es haberse decidido a pensar cada vez más "nos" con el Espíritu Santo y cada vez menos "yo", "yo", "yo" con el ego; es el acto de compartir desinteresadamente; es querer creer que la separación nunca ocurrió y, por lo tanto, no somos cuerpos sino realmente las Almas perfectas y eternas unificadas como Una en Cristo, el Hijo único Que Dios creó; es dejar de creer en la realidad del ego y querer creer en la Realidad, el eterno Presente de la Unicidad con Dios; es siempre una manera de escapar del miedo. Ver T2.2 [36], T2.5 [86, 103], T3.3, T5.3, L139
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Un Curso Sobre Milagros
edición original
Libro de Lecciones
L E C C I Ó N 271
La visión de Cristo1 es
la que voy a utilizar hoy.
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L271.1 1 Cada día, cada hora y cada instante, decido lo que quiero ver, los sonidos que quiero oír y los testigos de lo que quiero que sea la Verdad para mí. 2 Hoy decido ver lo que Cristo quiere que vea; escuchar la Voz que habla por Dios y buscar los testigos de lo que es verdad en el reflejo aquí de la Creación de Dios2. 3 En la mirada de Cristo se encuentran el mundo y la Creación de Dios y, al unirse, desaparece toda percepción. 4 La amable visión de Cristo redime al mundo de la muerte. 5 Pues todo lo que mira tiene necesariamente que vivir, recordando al Padre y al Hijo: Creador y Creación unificados.
L271.2 6 Padre, la visión de Cristo es el camino a Ti. 7 Lo que Él ve invita a restaurar Tu recuerdo en mí. 8 Y eso es lo que decido que hoy quiero ver.
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1 La visión de Cristo es, en un instante santo en mi fuero interno, la que mira más allá del cuerpo de la persona que quiero perdonar y, cuando logro acceder al mundo real, ve su Alma perfecta y eterna, Una con La mía, en la experiencia de Cristo, nuestra verdadera Identidad. Basado en esa experiencia, cada vez que decida pensar con el Espíritu Santo, es decir, pensar con mi mente acertada, voy a percibir el mundo de otra manera, en la que, en mi fuero interno, no hay nada que no justifique perdonar completamente, extender los milagros que sugiera el Espíritu Santo y unirme a esa y otras personas, en relaciones santas. Ver T11.7, T12.5 [42]
2 Las Creaciones de Dios, en el Cielo, son, la suma de todo lo que Dios ha creado, a saber: Nosotros como Almas perfectas y eternas, Una en Cristo, Su único Hijo, con Quien comparte Su Amor o Espíritu Santo en la eterna Unicidad o Santísima Trinidad. No creó más nada. Ver T1.1.31 [43], T1.1.34 [48], T1.1.39 [56], T5.2 [10]
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Un Curso Sobre Milagros
edición original
Texto
Capítulo 25
EL REMEDIO
T25.6 EL ESTADO DE
IMPECABILIDAD pár 37-42
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T25.6 [37] 1 El estado de impecabilidad es simplemente esto: todo deseo de atacar ha desaparecido, de modo que no hay razón para percibir al Hijo de Dios de ninguna otra forma que como realmente es1. 2 La necesidad de que haya culpa2 ha desaparecido porque ya no tiene propósito y, sin la meta de pecado3, no tiene significado. 3 El ataque4 y el pecado son una misma ilusión, pues cada uno es la causa, la meta y la justificación del otro. 4 Cada uno por sí solo no significa nada, si bien parece derivar un significado del otro. 5 Cada uno depende del otro para convalidar cualquier sentido que parece tener. 6 Y nadie podría creer en uno a menos que el otro fuese la verdad, pues cada uno de ellos da fe de que el otro tiene que ser verdad.
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1 … un Alma perfecta y eterna, igual a La tuya y a La de los demás, Todas unificadas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios, en el eterno Presente de la Unicidad.
2 En el Cielo, según el Curso, no hay normas ni culpa, ya que Dios sólo sabe del Amor que comparte en paz y alegría con todas nuestras Almas perfectas y eternas, Una en Cristo, Su único Hijo, en el eterno Presente de Su Unicidad. Aquí, donde reina la imperfección de los cuerpos regidos por las leyes de la evolución y escasez, cuando pensamos con el ego, la culpa es el sentimiento de no haber estado a la altura de las circunstancias, o de haber faltado contra normas generalmente cambiantes que rigen nuestras vidas. Pero cuando decidimos pensar con el Espíritu Santo y aceptar el Redimir para nosotros mismos, queremos creer que realmente no somos cuerpos sino Almas creadas por Dios a Su Semejanza y, por lo tanto, nunca nos separamos de nuestro Padre y Creador. Además, mediante la visión de Cristo, ahora vemos a las faltas que antes juzgábamos como imperdonables, como errores subsanables por medio del perdón y de la extensión de milagros y, de esa manera, ser aquí el reflejo de lo que realmente somos: el Hijo único, que ama a Dios y es amado por Él en la alegre Concordia del Amor o Espíritu Santo, como era antes de que el tiempo pareciera existir. Ver T5.8 [73], T12, T13.3, T14.2, T16.6, T19.5.1.1
3 El pecado de todos los pecados fue la diminuta idea alocada de que el Hijo podía separarse de Su Padre y crear por su cuenta, idea que se coló en la Eternidad, donde Todo es Uno, y de la que el Hijo de Dios olvidó reírse. Por haberlo olvidado, ese pensamiento se convirtió en una idea seria, capaz de lograr algo y tener efectos aparentemente reales, como fue la hechura del tiempo y del espacio y de todo lo que éstos contienen, regidos como están por las leyes de la evolución y escasez. Ver T27.9 [82]
4 … fundamental para defenderte en el mundo de la evolución y escasez
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T25.6 EL ESTADO DE
IMPECABILIDAD
pár 38
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T25.6 [38] 7 El ataque hace de Cristo5 tu enemigo y a Dios6 con Él. 8 ¿No deberías tener miedo ante semejantes "enemigos"? 9 Y, ¿no deberías también tener miedo de Ti Mismo? 10 Pues te has hecho daño, y has hecho de tu Yo7 tu "enemigo" 11 Y ahora tienes necesariamente que creer que tú8 no eres Tú9, sino algo ajeno a Ti Mismo y a "Otra Cosa", una "Cosa" a la que hay que temer en vez de amar. 12 ¿Quién querría atacar a lo que percibe como completamente inocente? 13 ¿Y quién —debido a que quiere atacar— podría dejar de pensar que lo que percibe tiene que ser culpable para merecer semejante deseo suyo y que siga sintiéndose inocente? 14 ¿Y quién querría ver al Hijo de Dios como inocente y, al mismo tiempo, desear su muerte? 15 Cristo está presente frente a ustedes dos cada vez que se miran uno al otro10. 16 Él no se ha ido porque hayas cerrado tus ojos. 17 Pero ¿qué podrás ver si buscas a tu Salvador mirándolo con ojos que no ven?
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5 … tu hermano: Cristo, 1) es la idea que resuelve el aparente dilema en el Curso, que, por un lado, reza: "Dios creó a un solo Hijo, y no creó más nada" y, por el otro, "la Filiación es la suma de todas las Almas creadas por Dios.", dilema que es resuelto en el proceso de extender milagros: "Un milagro hace que las Almas sean una en Cristo."; 2) en mi fuero interno, Cristo también es la divina experiencia de mi mente acertada o espíritu en un instante santo del mundo real, de la unión de mi Alma con el Alma del otro(a), experiencia de Amor que se extiende a las Almas de todos los que fueron, son y serán, como reflejo aquí del eterno Presente de la Unicidad de Dios. Ver T1.1.19 [19], [45] y [48], T2.2 [20], T30.6 [63], T31.1 [9]
6 … el Dios caprichoso y castigador de la Biblia…
7 Yo, con mayúscula, es el eterno Yo de Cristo, el Hijo único de Dios —en Quien todas nuestras Almas perfectas y eternas están unificadas como Una— Quien es Uno con Dios en el eterno Presente de Su Unicidad. También es usado pocas veces como el Yo de Dios. En minúscula, tu yo es el ego si estás pensando con él, el yo que creemos que somos en el tiempo y el espacio, el cual, en la separación, hicimos para reemplazar a la eterna Creación de Dios, es decir, a Su único Hijo; o si decidiste pensar con el Espíritu Santo, tu yo es el reflejo aquí del eterno Yo de Cristo, en Quien todos somos realmente Uno. Ver Lte.14 (-351)… el reflejo en mí del eterno Yo de Cristo, el Hijo único de Dios, en Quien todos nosotros —como Almas— somos realmente Uno y, Quien es Uno con Dios
8 Tu cuerpo
9 … tu Alma
10 La relación santa, aquí, 1) es el reflejo de la Relación de Amor de Dios en paz y alegría con todas las Almas perfectas y eternas que realmente somos, unificadas todas como Una en Cristo, Su único Hijo, en el eterno Presente de Su Unicidad; 2) es la fuente de la salvación para los integrantes de la relación especial, pues les va a permitir alejarse gradualmente del especialismo de sus egos y pensar y actuar cada vez más con sus espíritus o mentes acertadas; 3) es un proceso que se inicia cuando dos o más personas que, habiendo perdonado totalmente a otra(s), unen sus mentes en una meta común a favor de otro(s). Este proceso florece y fructifica cuando extienden a otros los milagros que el Espíritu Santo les sugiere; 4) finalmente, cuando en instantes santos en sus fueros internos, sus mentes acertadas experimentan el mundo real, se produce en ellas, a un profundo nivel subconsciente, una curación de los efectos del pensar y actuar con sus egos, haciendo que ahora, mediante la visión de Cristo, vean con Amor en paz y alegría a todos y a todo. Ver T17.6, T22
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T25.6 EL ESTADO DE
IMPECABILIDAD
pár 39
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T25.6 [39] 18 No es a Cristo a quien ves, cuando miras de esa manera, 19 A quien ves es al "enemigo"11, a quien confundes con Cristo. 20 Y lo odias12, porque realmente13 no puedes ver en él pecado alguno. 21 Tampoco14 oyes su llamada suplicante —cuyo contenido no cambia cualquiera que sea la forma en que te llame— rogándote que lo acompañes y te unas a él en inocencia y en paz. 22 Y, no obstante, por debajo de los insensatos alaridos del ego, es tal la llamada15 que Dios le ha encomendado que podrías oír en él Su Llamamiento16 a ti, y contestarle devolviendo a Dios Lo que es Suyo.
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11 … actual o potencial, ya que en la lucha por sobrevivir cada individualidad busca lo mejor para sí…
12 … con tu ego,
13 Cuando piensas con el Espíritu Santo,
14 … con tu ego
15 … de tus impulsos amorosos que de vez en cuando emergen desde lo más profundo de tu subconsciente, desde El residuo bendito es la memoria o reflejo que llevamos en lo profundo de nuestro subconsciente, del arropamiento del Amor de Dios a todos cual Almas, unificadas como Una en Cristo, Su único Hijo, en Su eterna Unicidad. Este reflejo se nos manifiesta en nuestro fuero interno mediante impulsos caritativos, compasivos, de compartir, de amor o amistad desinteresados que de vez en cuando emergen de nuestro subconsciente, y que sólo podemos tomar en serio cuando nos ponemos a pensar con el Espíritu Santo en nuestro espíritu (o mente acertada), que es la parte de nuestra mente que todavía puede comunicarse con Dios por medio del Espíritu Santo. Ver T5.7 [60] 7, T8.5 [33], T12.3 [11], T18.11 [98], T28.2
16 El Llamamiento de Dios es la voz del Espíritu Santo en el nivel superior de tu subconsciente, que quiere avivar tu voluntad para que cures la separación que hay entre tú y tus hermanos y entre todos ustedes y Dios, renunciando a ella por medio del Redimir, hasta que tu mente nuevamente completa se reincorpore a crear, devolviendo a Dios Lo que es Suyo; es el llamamiento a regresar al pensar acertado, para que la Filiación se encamine a ser lo que nunca ha dejado de ser: todos, como las Almas eternas y perfectas que realmente somos, unificadas como Una en Cristo, el único Hijo de Dios, y Uno con Él en Su eterna Unicidad. Ver T5.3 [16], [19] y [20], T5.4, T27.3 [18]
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T25.6 EL ESTADO DE
IMPECABILIDAD
pár 40
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T25.6 [40] 23 El Hijo de Dios sólo te pide esto: que le devuelvas lo que le corresponde, para así poder compartirlo con él. 24 Si cada uno17 sigue por su cuenta, ninguno de los dos lo tendrá. 25 Y así, no servirá de nada a ninguno de los dos. 26 Pero si lo comparten18, les dará a cada uno la misma fuerza para salvar al otro, y así salvarse conjuntamente con él19. 27 Al haber sido perdonado20 por ti, tu salvador te ofrece la salvación. 28 Pero si lo condenas, te ofrecerá la muerte21. 29 En cada hermano que miras sólo ves el reflejo de lo que decidiste que él fuese para ti. 30 Si decides en contra de su auténtica función22 —la única que en verdad tiene— lo privarás de toda la alegría que habría encontrado de haber podido desempeñar el papel que Dios le encomendó. 31 Pero no pienses que sólo él va a perder el Cielo, 32 ni tampoco que se podrá recuperar, a menos que le muestres el camino que vas a encontrar si caminas a su lado.
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17 … sigue empeñado en pensar con el ego y
18 … pensando "nos" con el Espíritu Santo,
19 La salvación 1) es el proceso de deshacer la separación que nunca fue, cuestionando nuestra creencia en la realidad del ego, del tiempo y del espacio y de todo lo que éstos contienen, regidos como están por las leyes de la evolución y escasez; 2) es querer creer en el eterno Presente de la Realidad del Amor de Dios, en Cuya Unicidad estamos realmente todos, como Almas perfectas unificadas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios; 3) es ir dejando cada vez más de lado el pensar, percibir y actuar egocentrista del ego y, en su lugar, pensar con el Espíritu Santo; 4) es aceptar el Redimir para nosotros mismos; 5) es perdonar al otro y a los demás y extender los milagros que nos sugiera el Espíritu Santo; 6) es entablar relaciones santas y multiplicar el perdonar y la extensión de milagros. Ver T9.6, T11, T22, T31, LTe.2 (-L231)
20 Perdonar forma parte del proceso de aceptar el Redimir para sí mismo. En un primer paso, acepto que la causa de mis sufrimientos y dolor no se encuentra en el otro, en los demás, en el mundo, en un dios castigador, o en el destino, sino en mi mente separada que por estar pensando con el ego —hacedor de todo esta realidad en la que creo vivir— es su guionista. El segundo paso sucede cuando el Espíritu Santo me sugiere: "decide de nuevo", y hago algo respecto a ese otro al que he estado tratando de perdonar. El tercer paso se da cuando en mi fuero interno, me doy cuenta de que realmente no tengo nada que perdonarle, ni a él ni a nadie, porque en la Realidad —que es Donde quiero creer que realmente están todas nuestras Almas, unificadas como Una en Cristo— sólo hay Amor. El último paso se da en un instante santo del mundo real, cuando habiendo logrado perdonar totalmente a ese otro, voy a vivir la divina experiencia de Cristo o de Amor de la unión de su Alma con la Mía, unión que se va a extender a todas las demás Almas, ya que realmente hay una sola. Esta experiencia es la que nos lleva a todos los que fueron, son y serán, a las puertas del Cielo. Ver T16, T17.7, T29.7, L121. L122, LTe.1 (-221)
21 Cuando pensamos con el ego, la muerte es el final de la vida aquí, pues, según él, ésta no es otra cosa que nacer, crecer, envejecer, perder vitalidad y, finalmente, morir. Eso lo confirma el hecho de que nadie ha regresado de la muerte para contar su historia… Pero, cuando pensamos con el Espíritu Santo, queremos creer que la muerte no es nada y, cuando nuestro cuerpo haya fallecido y, con él, nuestros sueños hayan desaparecido, sabremos que, como Almas, unificadas todas como Una en Cristo, el único Hijo de Dios, seguimos siendo Uno con Dios en el eterno Presente de Su Unicidad, en perpetua Armonía y alegre Concordia. Ver T9.11 [96], T10.2 [13], L163, M27
22 Nuestra verdadera función es tratar de ser aquí un reflejo de lo que realmente somos todos en la eterna Unicidad: Almas, unificadas todas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios; reflejo que se logra en el instante santo del mundo real, después de haber aceptado el Redimir para sí mismo y luego, haber perdonado totalmente a otro y extendido los milagros sugeridos por el Espíritu Santo. A cada persona el Espíritu Santo le asigna una función especial en la salvación que sólo ella puede desempeñar, porque es una parte que le fue asignada únicamente a ella. Y el plan no se habrá llevado a término hasta que ella descubra cuál es su función especial, y desempeñe la parte que le fue asignada para completarse a sí misma en el otro y en los demás, en un mundo donde rige la incompletitud. Ver T18.6 [45], T20.5 [32], L62, L64, L65, L66, L99
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T25.6 EL ESTADO DE
IMPECABILIDAD
pár 41-42
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T25.6 [41] 33 Su salvación no implica ningún sacrificio para ti, pues mediante su libertad23 tú vas a obtener la tuya. 34 Permitir que su función se realice es el medio que va a permitir que la tuya se realice. 35 Y así, caminas en dirección al Cielo o al infierno, pero nunca solo. 36 ¡Qué bella será su impecabilidad24 cuando la percibas! 37 ¡Y cuán grande tu alegría cuando él sea libre de ofrecerte el don de ver que Dios le dio para ti! 38 Él no tiene otra necesidad que ésta: que le des la libertad para completar la tarea que Dios le encomendó25. 39 Recuerda únicamente esto: lo que él hace, tú lo haces conjuntamente con él26. 40 Y tal como lo ves, así definirás su función con respecto a ti, pero sólo hasta que lo veas de otra manera y le permitas ser lo que Dios dispuso que fuese para ti.
T25.6 [42] 41 Frente al odio que el Hijo de Dios pueda albergar contra sí mismo, se encuentra la creencia de que Dios es impotente para salvar del dolor del infierno que Él creó. 42 Pero en el Amor que él se demuestra a sí mismo, libera a Dios para permitir que se haga Su Voluntad La Voluntad de Dios, en Su eterna Unicidad, es amar y ser amado en paz y alegría por Su único Hijo, Cristo, en Quien todos —como Almas perfectas y eternas— somos realmente Uno y Quien es Uno con Él. Aquí, la Voluntad de Dios quiere decir que por medio del perdón y de la extensión de milagros nos volvamos el reflejo de la eterna Unicidad en la Que, en paz y con alegría, nos amamos unos a otros como uno en Cristo, el Hijo único de Dios, Quien es Uno con Él. 43 En cada uno de ustedes, ves la imagen de tu propia creencia de lo que para ti tiene que ser la Voluntad de Dios27. 44 Al perdonar comprenderás Su Amor por ti; pero cuando atacas, creerás que te odia, al pensar que el Cielo tiene necesariamente que ser el infierno. 45 Vuelve a mirar una vez más a tu hermano, pero no sin saber que él es el camino al Cielo o al infierno, según lo percibas. 46 Y no olvides esto: el papel que le adjudiques te será adjudicado a ti y caminarás por el camino que le señalaste porque ése es tu juicio sobre ti mismo.
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23 Libertad con mayúscula es, en la eterna Unicidad, la libre Voluntad de Dios de Amar o crear, Que es también la libre Voluntad de todos nosotros como Almas perfectas y eternas, unificadas como Una en Cristo, Su único hijo, de amar y ser amados. Aquí, en minúscula, libertad, cuando pienso "nos" con el Espíritu Santo, es la liberación del confinamiento impuesto por las mentes individuales separadas unas de otras, para amar sin excepción y por igual a todos, como reflejo de la Unicidad; y, cuando pienso con el ego, es lo que decido hacer con mi libre albedrío, según las leyes de la evolución y escasez. Ver T2.6 [109], T13.7 [62], T17.6 [52], L199, LR6 (-206)
24 La Impecabilidad, con mayúscula, es la condición de nuestras Almas en la eterna Unicidad de Dios, Que es donde Todas realmente están y son Una en Cristo, Su único Hijo. En minúscula, impecabilidad es el reflejo aquí de esa Condición eterna. El estado de impecabilidad es simplemente esto: todo deseo de atacar ha desaparecido, de modo que no hay razón para percibir al Hijo de Dios de ninguna otra forma que como realmente es. Ver T20.5 [32], T25.6 [37]
25 … a su Alma
26 … lo que su Alma hace lo hace conjuntamente con La tuya, ya que todas las Almas están unificadas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios, Quien es Uno con Su Padre y Creador en el eterno Presente de la Unicidad.
27 La Voluntad de Dios —en el eterno Presente de Su Unicidad en la Que todas nuestras Almas perfectas y eternas están unificadas como Una en la única Alma del Hijo único de Dios— quiere que la felicidad que Su Hijo heredó de Él siga imperturbada: que sea perpetua en la Alegría de la Creación plena y que sea eternamente receptiva y completamente ilimitada en Él. Aquí, la Voluntad de Dios es que por medio del perdón y de la extensión de milagros, nos volvamos el reflejo de ese eterno Presente de la Unicidad, en la Que, en paz y con alegría, nos amamos unos a otros como uno en Cristo, el Hijo único de Dios, Quien es Uno con Él. Ver T12.7 [64] y [65], T13.5 [41], L193
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Un Curso Sobre Milagros
edición original
Texto
Capítulo 25
EL REMEDIO
T25.7 LA FUNCIÓN ESPECIAL pár 43-49
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T25.7 [43] 1 La gracia de Dios1 descansa tranquilamente sobre los ojos que perdonan2, y todo lo que éstos miran habla de Dios al que mira por ellos. 2 Éste no ve3 el mal; por consiguiente, no ve nada en el mundo a lo que haya que temer ni nadie que sea diferente de él mismo. 3 Y de la misma manera que ama a los demás, se mira a sí mismo con Amor y con afabilidad. 4 Ya no se condena a sí mismo por sus propios errores4 ni envía por ellos a otro al infierno. 5 No es un árbitro de venganzas ni un castigador del pecado. 6 La amabilidad de su mirada se proyecta sobre él mismo con toda la misma ternura que ofrece a los demás. 7 Pues sólo quiere curar5 y bendecir. 8 Y estando de acuerdo con lo que Dios quiere, tiene el poder de curar y bendecir a todos los que mira con la gracia de Dios en su mirada.
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1 El Estado de Gracia (o Gracia), con mayúscula, es nuestro Estado natural de perfectas paz y alegría en el eterno Presente de la Unicidad de Dios, en La que todos —como las Almas perfectas y eternas que realmente somos— estamos unificados como Uno en Cristo, Su único Hijo. En minúscula, estado de gracia (o gracia), aquí: 1) es el reflejo de ese eterno Estado natural de paz y alegría que experimentamos en nuestro fuero interno, cuando dejamos de juzgar, perdonamos y extendemos los milagros que nos sugiere el Espíritu Santo; 2) es la respuesta que restaura 2.1) todas las memorias que la mente que duerme había olvidado y, 2.2) toda la certeza acerca del significado del Amor; 3) es la aceptación del Amor de Dios en un mundo donde aparentemente se odia y se tiene miedo. Ver T3.3 [24], T7.12 [108], L168
2 … ven internamente las Alamas perfectas y eternas de los demás…
3 … internamente
4 … que comete su ego…
5 Curar (o curación como proceso), cuando se piensa y se percibe con el ego, es el proceso por el cual tratamos de curar al cuerpo y/o a la mente de lo que se percibe que es una enfermedad. Pero cuando decidimos pensar con el Espíritu Santo, curar es el proceso por el cual queremos curar en nuestra mente la creencia en la realidad del tiempo y del espacio, en la que somos cuerpos separados unos de otros y de Dios. Para ello, cada uno acepta el Redimir para sí mismo y se pone seria y consecuentemente a perdonar y a extender milagros, entablando así relaciones santas con todos. Este proceso llevará nuestra Alma a los instantes santos del mundo real y a la unión con todas las demás Almas en la experiencia de Cristo. El último paso —el de despertarnos conjuntamente con todos a la Realidad Que queremos creer que realmente nunca habíamos abandonado— lo dará Dios Mismo, completándose así la curación de nuestra mente de su creencia en la enfermedad de la separación y en todas las secuelas que ésta trajo consigo. Ver T2.3 [69], T4.9 [106], T5.3 [18], T19.2, L137, L139
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T25.7 LA FUNCIÓN ESPECIAL
pár 44-46
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T25.7 [44] 9 Los ojos se van acostumbrando a la oscuridad, y la luz de un día brillante parece herir a los ojos acostumbrados desde hace mucho a la penumbra que se percibe en el crepúsculo. 10 Y éstos esquivan la luz del sol y la claridad que ésta reparte sobre todo lo que miran. 11 La penumbra parece mejor: en ella se ve con más facilidad y se reconoce con mayor propiedad. 12 De alguna manera, lo que es indeterminado y más oscuro parece ser más fácil de ver, porque es menos doloroso para los ojos que lo que es completamente claro e inequívoco. 13 No obstante, los ojos no fueron hechos para eso. 14 Y, ¿quién puede decir que prefiere la oscuridad y al mismo tiempo afirmar que quiere ver? 15 Tu deseo de ver hace que la gracia de Dios descienda sobre tus ojos, trayendo consigo el don de la luz que hace posible que veas.
T25.7 [45] 16 ¿Quieres ver realmente a tu hermano6? 17 A Dios Le complacería que lo hicieses. 18 No quiere que tu salvador te pase desapercibido. 19 Tampoco quiere que se quede sin desempeñar la función que le encomendó. 20 No dejes que se siga sintiendo solo por más tiempo, pues los que se sienten solos son los que no ven ninguna función en el mundo que desempeñar, ningún lugar en el que se les necesite, ni ningún objetivo que sólo ellos puedan alcanzar perfectamente.
T25.7 [46] 21 La percepción benévola que el Espíritu Santo tiene del especialismo es la siguiente: valerse de tus hechuras, pero para curar en vez de para hacer daño. 22 A cada persona le asigna una función especial en la salvación7 que sólo ella puede desempeñar; porque es una parte que le fue asignada únicamente a ella8. 23 Y el plan no se habrá llevado a término hasta que ella descubra cuál es su función especial9, y desempeñe la parte que le fue asignada para completarse a sí misma en un mundo donde rige la incompletitud10.
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6 … a su Alma en la experiencia de Cristo en un instante santo del mundo real…
7 … que es el proceso por el cual, cuestionando nuestra creencia en la realidad del ego, del tiempo y del espacio, queremos creer en el eterno Presente de la Realidad de Amor de Dios, en Cuya eterna Unicidad todos —como Almas perfectas, Una en Cristo, el Hijo único de Dios— estamos realmente.
8 … por medio de los impulsos naturales, amorosos o milagrosos: Los impulsos naturales (del Alma) o amorosos emergen de nuestro subconsciente y, entre otros, son los impulsos compasivos, caritativos, de compartir, de amistad desinteresada, de verdadera empatía…Impulsos que constituyen la única realidad de este mundo. Ver T1.1.28 [36 a 38], T4.7 [88]
9 … en la que convertirá sus impulsos naturales en actos concretos…
10 La Completitud, con mayúscula, en el Cielo, es de Dios y de todos nosotros como Almas perfectas y eternas que realmente somos, unificadas como Una en Cristo, Su Hijo, Quien es Uno con Su Padre en el Amor del Espíritu Santo que Ambos comparten en la paz y alegría de la eterna Unicidad. En minúscula, cuando pensamos con el Espíritu Santo, la completitud es el reflejo aquí de la eterna Completitud, y se experimenta en nuestro fuero interno en un instante santo del mundo real cuando, después de haber perdonado totalmente a un hermano (s), nos unimos a él (ellos) como uno en la experiencia de Cristo. Y, cuando pensamos con el ego significa las definiciones que se pueden encontrar en el diccionario. Ver T2.5 [102], T6.3 [25], T15.8 [78], T29.3 [19]
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T25.7 LA FUNCIÓN ESPECIAL
pár 47
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T25.7 [47] 24 En efecto, aquí, donde las leyes de Dios no rigen de forma perfecta, no obstante, cada uno puede hacer una cosa perfecta, y tomar una decisión perfecta: 25 Por medio de este acto o presente de especial fidelidad hacia otra persona —a quien antes percibía como diferente de él— se da cuenta de que ese presente le fue dado a él mismo11 y que, por consiguiente, ambos tienen necesariamente que ser uno12. 26 En el tiempo, perdonar es la única función significativa que hay, 27 porque es el medio que utiliza el Espíritu Santo para trasladar el especialismo del pecado a la salvación13. 28 El perdón14 es para todos. 29 No obstante, sólo se completará cuando alcance a todos, y la función de cada uno se complete con él. 30 Al suceder esto, el tiempo dejará de existir.
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11 … sus impulsos naturales…
12 … aquí, en la experiencia de Cristo; Allá, saber que todos son realmente el Hijo único de Dios, Quien es Uno con Su Padre en el eterno Presente de la Unicidad.
13 El especialismo es la forma habitual de pensar de la individualidad nacida de la diminuta idea alocada del Hijo de Dios que pensó que podía separarse de Su Padre y "hacer cosas" por su cuenta. Al haber olvidado reírse de semejante idea, el pensamiento se convirtió en una idea seria de la que, entre otras cosas, resultó la ilusión de la hechura del tiempo y del espacio y de todo lo que éstos contienen, regidos por las leyes de la evolución y de la escasez. En esta realidad, el ego, es el deseo de cada ser humano de estar separado y lo más arriba posible por encima de los demás seres humanos, de poseer más y ser más que ellos, por el convencimiento de que es merecedor —por encima y hasta en contra de los demás— de las escasas cosas buenas y transitorias que ofrece el mundo. Ningún precio es demasiado alto para obtenerlas, y las busca afanosamente en relaciones especiales en las que otros aparentemente le ofrecen amor, amistad y aprecio especiales, así como también a veces, la entrega de sus cuerpos y/o mentes igualmente especiales y, con ellos, de lo que poseen que nuestro ego cree que le hace falta. Pero el especialismo nunca puede amar, apreciar o compartir de verdad, ya que por sí mismo constituye una traición y un ataque contra la eterna y amorosa Unicidad de Dios con Su único Hijo, Cristo, en Quien todas nuestras Almas perfectas y eternas están unificadas como Una. En consecuencia, el especialismo va a desconfiar de todos, al considerarlos como potenciales atacantes o competidores, y por eso, no se le va a escapar ninguna falta o error que puedan cometer; además de atacar a los que entre ellos, directa o indirectamente, interfieran o se opongan a sus designios interesados. Ver T16.6, T24, T27.9 [82]-[83] La salvación: 1) es haber aprendido a pensar, percibir y actuar cada vez más pensando con el Espíritu Santo y cada vez menos con el ego y, así, haber liberado la fuerza de Dios en nosotros que está reverberando en todo lo que pensamos o hacemos; 2) es —por medio del perdón y de la extensión de milagros— haber reconocido en el otro, en los demás, y en la relación santa, a nuestro verdadero Yo, Cristo, ya que todos somos realmente Almas perfectas y eternas, unificadas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios, Quien es Uno con Su Padre en el eterno Presente de Su Unicidad; 3) es haber aprendido lo que es la paz, porque la paz es la condición del Reino en nuestro fuero interno; 4) es haber buscado y hallado en el otro y en los demás, el reflejo del Amor de Dios, Amor que Él y Su Hijo comparten en el eterno Presente de la Unicidad en perpetua Armonía y alegre Concordia, extendiendo así la Creación; 5) es haber aprendido a dar paz y haber obtenido paz, porque la paz es la condición para: 5.1) alcanzar aquí el reflejo del Conocimiento; 5.2) en nuestro fuero interno, entrar en el mundo real, que es la meta de nuestro viaje con el Curso. Ver T8.4 [22], T9.6, T11.1, T15.4 [33], T17.3 [9], L71.2, LTe.2 (-L231)
14 … en tu fuero interno…
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T25.7 LA FUNCIÓN ESPECIAL
pár 48-49
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T25.7 [48] 31 No obstante, mientras el tiempo exista, es mucho lo que todavía queda por hacer15. 32 Y cada uno tiene que cumplir con lo que le fue asignado, pues de la parte que le corresponde depende todo el plan. 33 Cada uno tiene una parte especial que desempeñar en el tiempo, pues eso fue lo que cada uno decidió, y al decidirlo, la creó en falso para sí mismo. 34 Su deseo no le fue negado, pero ahora se ha modificado su forma, para permitir que beneficie tanto a su hermano como a él y, de ese modo, convertir ese deseo en un medio de salvación y no de perdición. 35 La salvación no es más que un recordatorio de que este mundo no es tu hogar: sus leyes no te son realmente impuestas, ni sus valores son los tuyos. 36 [Y nada de lo que piensas que ves en él se encuentra realmente ahí]. 37 Esto se verá y se comprenderá a medida que cada uno desempeñe su parte en deshacer el mundo, tal como desempeñó su parte en hacerlo. 38 Cada uno tiene los medios para ejecutar cualquiera de las dos posibilidades, tal como siempre los tuvo. 39 Dios dispuso que el especialismo —que Su Hijo eligió para hacerse daño a sí mismo— fuese igualmente el medio para su salvación, desde el preciso instante en que Su Hijo tomó esa decisión. 40 Su pecado especial pasó a ser su gracia especial. 41 Su odio especial se convirtió en su Amor especial.
T25.7 [49] 42 El Espíritu Santo16 necesita que cumplas tu función especial, de modo que Él pueda cumplir la Suya. 43 No pienses que aquí careces de un valor especial. 44 Tú lo quisiste, y se te dio. 45 Todo lo que hiciste puede utilizarse fácil y provechosamente a favor de la salvación. 46 El Hijo de Dios no puede tomar ninguna decisión que el Espíritu Santo no pueda utilizar a su favor, y no en contra de él. 47 Sólo en la oscuridad tu especialismo aparenta ser un ataque. 48 Cuando hay luz17, lo ves como la función especial que te corresponde cumplir en el plan para salvar al Hijo de Dios de todo ataque y, además, para hacerle comprender que está a salvo, tal como siempre lo estuvo y lo seguirá estando, tanto en el tiempo18 como en la Eternidad. 49 Ésta es la función que le fue encomendada a cada uno de ustedes para que la cumplan el uno con el otro. 50 Así pues, acéptenla tranquilamente cada uno de la mano del otro, y permitan que la salvación se cumpla perfectamente en los dos. 51 Sólo tienen que hacer esto, y todo lo demás les será dado por añadidura.
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15 … tanto si piensas con el ego o con el Espíritu santo
16 El Espíritu Santo: 1) En la eterna Unicidad de Dios, es el Pensamiento de Amor de Dios Que nos creó como Almas unificadas como Una en Cristo, Su único Hijo; 2) al producirse la separación, es el ente que comenzó a estar presente como una protección, inspirando al mismo tiempo el comienzo del proceso del Redimir; 3) es, en tu mente acertada, el pensar de Cristo que se manifiesta —entre otras experiencias desinteresadas e inclusivas— por impulsos compasivos, caritativos, altruistas, de compartir, que de vez en cuando emergen del subconsciente y que podemos concienciar en instantes santos y decidir qué hacer con ellos. Algunos de Sus sinónimos en el Curso son: "Consolador", "Guía", "Intérprete", "Mediador", "Palabra de Dios", "Redimir", "Respuesta", "Traductor", "Verdad", "Voz que habla por Dios", "Voz de Dios". Ver T5.3, T5.4, T.5.5, T6.6, T9.5, T20.5, LTe.7 (-L281)
17 Luz, con mayúscula, es el Conocimiento que Dios nos dio al crearnos mediante Su Pensamiento de Amor o Espíritu Santo. En minúscula, luz, cuando pensamos con el Espíritu Santo, es el reflejo aquí de esa Luz eterna, reflejo que llega a nuestro espíritu o mente acertada en un instante santo del mundo real, cuando hemos perdonado totalmente a otro u otros, y extendido los milagros que nos hubiese sugerido el Espíritu Santo; y, cuando pensamos con el ego, tiene todos los demás significados que podemos encontrar en el diccionario. Ver T5.8 [80], T12.2 [5], T22.7 [65], L48, L61, L63, L69, L93
18 … porque su cuerpo, que se rige por las leyes de la evolución y escasez al igual que toda la "realidad" del ego, es una ilusión, no es real ya que no fue creado por Dios; y su Alma Que sí fue creada por Dios, no puede ser afectada ni aquí ni Allá por lo que le pueda pasar al cuerpo aquí.
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Un Curso sobre Milagros – Preliminares
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