Deja que el Amor decida
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T25.9 [77] 115 Tú tienes derecho38 a todo el Universo39, a la Paz perfecta, a la completa liberación de todos los efectos del pecado, y a la Vida eterna, alegre y completa desde todo punto de vista, tal como Dios dispuso para Su santo Hijo. 116 Ésta es la única Justicia que el Cielo conoce y todo lo que el Espíritu Santo trae a la tierra40. 117 Tu función especial te muestra que sólo la justicia41 perfecta puede prevalecer sobre ti. 118 Así, estás a salvo de cualquier forma de venganza. 119 El mundo engaña, pero no puede reemplazar la justicia de Dios con su propia versión. 120 Pues sólo el Amor es justo, y sólo Él puede percibir lo que la justicia tiene necesariamente que conceder al Hijo de Dios. 121 Deja que el Amor decida, y nunca temas que, por no ser justo, te vayas a privar a ti mismo de lo que la justicia de Dios ha acordado para ti.
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UCSM TEXTO
CH 25 EL REMEDIO
T25.9 THE PRINCIPLE OF SALVATION
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Un Curso Sobre Milagros
edición original
Libro de Lecciones
P A R T E 2
¿Qué es CRISTO? pár 1-5
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LTe.6 (-L271).1 1 Cristo es el Hijo de Dios Tal como Él Lo creó. 2 Cristo es el Yo1 Que realmente compartimos y Que nos une Unos a Otros, y Todos a Dios. 3 Él es el Pensamiento Que sigue habitando la Mente2 Que es Su Fuente. 4 Él no ha abandonado Su santo Hogar ni ha perdido la Inocencia en la Que fue creado. 5 Él mora eternamente inmutable en la Mente de Dios.
LTe.6 (-L271).2 6 Cristo es el vínculo que te mantiene realmente Uno con Dios y que te garantiza que la separación no es sino una ilusión de desesperanza, 7 pues la esperanza habitará por siempre en Cristo. 8 Tu mente realmente forma parte de La Suya, y La Suya de La Tuya. 9 Él es la Parte de la Mente de Dios en la Que se encuentra la Respuesta de Dios: donde ya se han tomado todas las decisiones y donde se acabaron los sueños. 10 Nunca ha sido tocado por ninguna cosa que los ojos del cuerpo puedan percibir. 11 Pues, aunque Su Padre depositó en Él los medios para tu salvación, no obstante Él sigue siendo el Yo Que, al igual que Su Padre, no sabe de pecado.
LTe.6 (-L271).3 12 Al ser Hogar del Espíritu Santo y sentirse a gusto únicamente en Dios, Cristo ciertamente permanece en paz en el reflejo del Cielo que se encuentra en tu santa mente3. 13 Ésa es la única parte de ti que en Verdad es real. 14 Lo demás son sueños. 15 No obstante, estos sueños Le serán entregados a Cristo para que se desvanezcan ante el reflejo de Su Gloria, y finalmente te revelen a Tu santo Yo, Cristo.
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1 Yo, con mayúscula, es el eterno Yo de Cristo, el Hijo único de Dios —en Quien todas nuestras Almas perfectas y eternas están unificadas como Una— Quien es Uno con Dios en el eterno Presente de Su Unicidad. También es usado pocas veces como el Yo de Dios. En minúscula, tu yo es el ego si estás pensando con él, el yo que creemos que somos en el tiempo y el espacio, el cual, en la separación, hicimos para reemplazar a la eterna Creación de Dios, es decir, a Su único Hijo; o si decidiste pensar con el Espíritu Santo, tu yo es el reflejo aquí del eterno Yo de Cristo, en Quien todos somos realmente Uno. Ver Lte.14 (-351)
2 La Mente, con mayúscula, se refiere a la Mente o el Pensar de Dios o de Su Hijo o de Cristo, y representa el agente que activa al Alma (o Espíritu), aportándole su energía creadora o Amor. En la separación, la mente del Hijo separado parece tener tres partes: 1) El espíritu, que es la parte que todavía puede comunicarse con Dios por medio del Espíritu Santo, Quien se nos manifiesta por medio de impulsos amorosos y revelaciones; 2) el ego, que recibe del ego primario en la fuente de la separación, los impulsos de vida y de sobrevivencia, los cuales, al ser procesados por nuestro cerebro —subconsciente o conscientemente— dan vida a nuestro cuerpo y nutren a nuestra razón, lógica y sentido común de lo necesario para defendernos y sobrevivir; y 3) el decididor, que es lo que en nosotros decide todo el tiempo si pensar con el ego —que es lo que hacemos "usualmente"— o con el espíritu. Ver T7.3, T19.2, T25.5, L45, L165
3 El Espíritu (o Alma) —siempre con mayúscula— es nuestra inmaterial Naturaleza divina que Dios creó semejante a Sí Mismo, entendiéndose que, al ser de Dios, el Espíritu (o Alma) es eterno y nunca nació. El Espíritu sabe, ama y crea. Cuando los Espíritus (o Almas) perfectos y eternos —que realmente somos todos— se unifican como Uno en Cristo, somos el Hijo único de Dios, Uno con Su Padre en el eterno Presente de la Unicidad. En minúscula, espíritu o mente acertada, es la otra parte de la mente del Hijo separado que todavía se puede comunicar con Dios por medio del Espíritu Santo. Nada puede llegar al Espíritu (o Alma) desde el ego, ni nada del Espíritu (o Alma) puede reforzar al ego o aminorar el conflicto interno de éste, porque el Espíritu (o Alma) no puede percibir y el ego es incapaz de conocer. Por lo tanto, no están comunicados ni jamás lo estarán. Ver T2.2 [20], T4.2 [8] y [19], T31.6, L97
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P A R T E 2
¿Qué es CRISTO?
pár 4-5
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LTe.6 (-L271).4 16 Desde Cristo en ti, el Espíritu Santo abarca a todos tus sueños y los invita a venir a Él, para ser traducidos en la Verdad. 17 Él los intercambiará por el sueño final que Dios dispuso fuese el fin de todos los sueños. 18 Pues, cuando el perdón repose sobre el mundo y la paz4 haya llegado a cada Hijo de Dios, ¿qué podría quedar para seguir manteniendo las cosas separadas, cuando lo único que quedará por verse es la faz de Cristo5?
LTe.6 (-L271).5 19 ¿Y por cuánto tiempo habrá de verse esta santa faz, cuando no es sino el símbolo de que el período de aprendizaje ha concluido y que la meta del Redimir6 ha sido finalmente alcanzada? 20 Por lo tanto, tratemos de encontrar la faz de Cristo y no mirar nada más. 21 Al contemplar el reflejo de Su Gloria, sabremos que ya no tenemos necesidad de aprender nada, ni de percibir, ni del tiempo, ni de ninguna otra cosa excepto del santo Yo, el Cristo Que Dios creó como Su Hijo.
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4 Paz, con mayúscula, es el estado en el que nos encontramos en el eterno Presente de la Unicidad por ser amados y amar, es saber que realmente no somos cuerpos sino Almas, unificadas todas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios, Quien es Uno con Su Padre, en perfecta quietud y perfecta libertad de todo peligro, conflicto, culpa o escasez. En minúscula, cuando pensamos y percibimos con el Espíritu Santo, paz es el estado que experimentamos en el mundo real cuando hemos perdonado totalmente al otro y extendido los milagros que nos ha sugerido el Espíritu Santo. Pero cuando pensamos con el ego, paz es el estado que se puede obtener transitoriamente según los acuerdos y leyes del mundo. Ver T6.6.2, T7.7, T13.5, T19.5, T24, T29.6, T29.7, L105, L188, L200, M11, M20
5 La faz de Cristo es la faz del otro al que perdonamos totalmente y al que extendimos milagros, y con cuya Alma, en un instante santo del mundo real, experimentamos en nuestro fuero interno una completa identificación, como reflejo aquí del eterno Presente de la Unicidad de Dios, donde todas nuestras Almas, perfectas y eternas, están unificadas como Una en Cristo, Su único Hijo único. Ver T20.5 [32], T20.6 [42] Aceptar para sí mismo el Redimir —siempre con mayúscula— es un acto de Amor; es reconocer el Alma del que perdonamos; es haberse decidido a pensar cada vez más "nos" con el Espíritu Santo y cada vez menos "yo", "yo", "yo" con el ego; es el acto de compartir desinteresadamente; es querer creer que la separación nunca ocurrió y, por lo tanto, no somos cuerpos sino realmente las Almas perfectas y eternas unificadas como Una en Cristo, el Hijo único Que Dios creó; es dejar de creer en la realidad del ego y querer creer en la Realidad, el eterno Presente de la Unicidad con Dios; es siempre una manera de escapar del miedo. Ver T2.2 [36], T2.5 [86, 103], T3.3, T5.3, L139
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Un Curso Sobre Milagros
edición original
Libro de Lecciones
L E C C I Ó N 273
La quietud de
la paz de Dios es mía.
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L273.1 1 Tal vez ahora, estemos preparados para pasar un día tranquilo. 2 Si esto no fuese todavía posible, nos contentaremos y estaremos más que satisfechos con aprender cómo puede lograrse un día así. 3 Si permitimos que algo nos perturbe, aprendamos a descartarlo y a recobrar la paz. 4 Sólo necesitamos decir a nuestras mentes, con absoluta certeza: "La quietud de la paz de Dios es mía", y nada podrá venir a perturbar la paz1 que Dios Mismo dio a Su Hijo.
L273.2 5 Padre, Tu paz me pertenece. 6 ¿Qué necesidad tengo de temer que algo pueda robarme lo que Tú quieres para mí? 7 No puedo perder los dones2 que me has dado 8 Y así, la Paz que diste a Tu Hijo sigue conmigo, en la quietud y en mi eterno Amor por Ti.
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1 Paz, con mayúscula, es el estado en el que nos encontramos en el eterno Presente de la Unicidad por ser amados y amar, es saber que realmente no somos cuerpos sino Almas, unificadas todas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios, Quien es Uno con Su Padre, en perfecta quietud y perfecta libertad de todo peligro, conflicto, culpa o escasez. En minúscula, cuando pensamos y percibimos con el Espíritu Santo, paz es el estado que experimentamos en el mundo real cuando hemos perdonado totalmente al otro y extendido los milagros que nos ha sugerido el Espíritu Santo. Pero cuando pensamos con el ego, paz es el estado que se puede obtener transitoriamente según los acuerdos y leyes del mundo. Ver T6.6.2, T7.7, T13.5, T19.5, T24, T29.6, T29.7, L105, L188, L200, M11, M20
2 Don con mayúscula, es el Don de amar o de crear —que es lo mismo— que Dios dio a Su Hijo al crearlo. En minúscula, don es el reflejo aquí del Don de Dios. Presente se refiere a los presentes aquí del Espíritu Santo o a los del Hijo separado que piensa con Él. Regalos son los que ofrece el Hijo separado que piensa con el ego. Ver T7.2, T7.8 [81], T20.6 [38], T26.5 [28], L117 (L104), L166, M29.5
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Un Curso Sobre Milagros
edición original
Texto
Capítulo 25
EL REMEDIO
T25.9 EL PRINCIPIO
DE LA SALVACIÓN1 pár 63-77
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T25.9 [63] 1 El Espíritu Santo puede usar todo lo que le ofreces para tu salvación2. 2 Pero no puede usar lo que te niegas a darle3, ya que no puede quitártelo sin tu consentimiento. 3 Si lo hiciera, creerías que te lo arrebató en contra de tu voluntad. 4 Y así, no aprenderías que es realmente tu voluntad4 la que quiere desprenderse de ello. 5 No es necesario que estés completamente dispuesto a entregárselo, pues si ese fuese el caso, no tendrías ninguna necesidad de Él. 6 Pero sí necesita que prefieras que Él lo tome a que tú te lo quedes para ti sólo, porque, de quedártelo, estarías reconociendo que lo que no causa pérdidas a nadie5 no te interesa. 7 Eso es lo único que falta para completar la idea de que nadie tiene que perder6 para que tú ganes. 8 Eso y nada más.
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1 La salvación 1) es el proceso de deshacer la separación que nunca fue, cuestionando nuestra creencia en la realidad del ego, del tiempo y del espacio y de todo lo que éstos contienen, regidos como están por las leyes de la evolución y escasez; 2) es querer creer en el eterno Presente de la Realidad del Amor de Dios, en Cuya Unicidad estamos realmente todos, como Almas perfectas unificadas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios; 3) es ir dejando cada vez más de lado el pensar, percibir y actuar egocentrista del ego y, en su lugar, pensar con el Espíritu Santo; 4) es aceptar el Redimir para nosotros mismos; 5) es perdonar al otro y a los demás y extender los milagros que nos sugiera el Espíritu Santo; 6) es entablar relaciones santas y multiplicar el perdonar y la extensión de milagros. Ver T9.6, T11, T22, T31, LTe.2 (-L231)
2 … por ejemplo, que le pongas cuidado a tus impulsos amorosos hacia otros, los tomes en cuenta y hagas algo al respecto, que incluye no juzgar y perdonar y extender los milagros que te sugiera el Espíritu Santo.
3 … la parte de tu vida que sigues manejando con tu ego. Nadie, ni siquiera Jesús de Nazareth, ha logrado "evaporarse" de esta vida aplicando alguna "espiritualidad" a la misma. Toca a cada uno, con su maestro interior, decidir cómo seguir viviendo en este mundo pero sin ser de él… Hay que sobrevivir de alguna manera que permita, por ejemplo, seguir pagando las cuentas…
4 Voluntad, con mayúscula, es la Voluntad de Dios y también la de Su Hijo, ya que son Uno; en minúscula, voluntad es nuestra voluntad aquí según con quien pensamos: con el ego (voluntad equivocada) o con el Espíritu Santo (voluntad acertada).
5 … como por ejemplo la sinergia que sea posible en las distintas actividades de tu vida…
6 … necesariamente, a menos que no haya otra solución razonable, según el Espíritu Santo…
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T25.9 EL PRINCIPIO
DE LA SALVACIÓN1
pár 64
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T25.9 [64] 9 Éste es el único principio que la salvación necesita. 10 No es necesario que tu fe en él sea firme e inquebrantable, ni que esté libre del ataque de todas las creencias que se le oponen. 11 Tú, realmente, no tienes una lealtad fija7. 12 Pero recuerda que los que se han salvado8 no necesitan la salvación. 13 No se te está pidiendo que hagas algo que le resultaría imposible hacer a alguien que todavía está dividido contra sí mismo. 14 Ten un poco de fe en que no vas a poder encontrar sabiduría en semejante estado mental. 15 Pero, por otra parte, siéntete agradecido de que lo único que se te pide es tener un poco de fe9. 16 ¿Qué otra cosa sino un poco de fe les puede quedar a los que todavía creen en el pecado10? 17 ¿Qué podrían conocer del Cielo y de la justicia de los que se han salvado?
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7 … no has podido pensar TODO EL TIEMPO con el Espíritu Santo,
8 … los que han podido completar el sexto período del proceso de lograr aceptar la plena confianza en lo que enseña este Curso: M4.2.F.1 57 Finalmente, llega "un período de logros". 58 Ahora es cuando se consolida su aprendizaje. 59 Lo que antes se consideraban simples sombras, se han convertido ahora en ganancias substanciales, con las que puede contar en cualquier "emergencia", así como también en los períodos de calma. 60 En efecto, el resultado de esas ganancias no es otro que la tranquilidad: el fruto de un aprendizaje sincero, un pensamiento sólido, y una transferencia plena. 61 Ésta es la fase de la verdadera paz, pues aquí se refleja plenamente el Estado celestial. 62 A partir de ahí, el camino al Cielo está libre y despejado y no presenta ninguna dificultad. 63 En realidad, ya está aquí. 64 ¿Quién iba a querer "ir" a ninguna otra parte, si ya goza de absoluta paz? 65 ¿Y quién querría cambiar su tranquilidad por algo más deseable? 66 ¿Qué podría ser más deseable que esto?
9 … en que realmente NO ERES TU CUERPO: El cuerpo—cuando pensamos con el ego— es su encarnación, regido por las leyes de este mundo y constituye la prueba viviente de que este mundo es real y de que estamos evidentemente separados de Dios y unos de otros. Pero cuando pensamos con el Espíritu Santo, el cuerpo es el medio por el cual el Hijo de Dios recobra la cordura. Aunque el cuerpo fue concebido para encerrar al Hijo en el infierno sin escapatoria posible, ahora la meta del Cielo va a substituir a la búsqueda del infierno, y como el Hijo único de Dios que realmente somos, extendemos nuestra mano para tomar la de nuestro hermano y ayudarlo a caminar el sendero con él. Ahora nuestros cuerpos se han vuelto santos y nuestras mentes unidas y acertadas sirven para curar las mentes equivocadas que sólo sabían de vida efímera y de muerte. Ver T1.1.51 [86], T2.2 [45], T2.3 [53], T2.3 [56], L161.4, LTe.5 (-L261)
10 El pecado de todos los pecados fue la diminuta idea alocada de que el Hijo podía separarse de Su Padre y crear por su cuenta, idea que se coló en la Eternidad, donde Todo es Uno, y de la que el Hijo de Dios olvidó reírse. Por haberlo olvidado, ese pensamiento se convirtió en una idea seria, capaz de lograr algo y tener efectos aparentemente reales, como fue la hechura del tiempo y del espacio y de todo lo que éstos contienen, regidos como están por las leyes de la evolución y escasez. Ver T27.9 [82]
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T25.9 EL PRINCIPIO
DE LA SALVACIÓN1
pár 65-66
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T25.9 [65] 18 Existe una clase de justicia en el proceso de la salvación de la que el mundo no tiene conocimiento. 19 Para el mundo, justicia y venganza son lo mismo, pues los pecadores ven la justicia únicamente como el castigo que merecen, por el que tal vez otro pague pero del que no es posible escapar. 20 Las leyes del pecado exigen una víctima. 21 Quién ha de ser esa víctima es irrelevante. 22 Pero la muerte tiene necesariamente que ser el costo y tiene que pagarse. 23 Esto11 no es justicia, sino demencia12. 24 No obstante, ¿cómo podría definirse la justicia sin asociarla a la demencia, allí donde el amor significa odio, y la muerte13 se ve como victoria y triunfo sobre la Eternidad, la intemporalidad y la Vida14?
T25.9 [66] 25 Tú, que no sabes de justicia, todavía estás a tiempo de preguntar lo que es, y así enterarte de la respuesta. 26 La justicia15 mira a todos por igual. 27 No es justo que a alguien le falte lo que otro tiene. 28 Pues eso es venganza, sea cual sea la forma que adopte. 29 La justicia no exige ningún sacrificio, pues todo sacrificio se hace a fin de preservar y conservar el pecado. 30 El sacrificio es el pago que se ofrece por el costo del pecado, pero no por la totalidad del costo. 31 El resto se le quita a otro para depositarlo al lado de tu pequeño pago, para así "redimir" todo lo que quieres conservar y no estás dispuesto a entregar. 32 De esta forma consideras que en parte eres víctima, pero con otro sufriendo en mayor medida. 33 Y en el costo total, cuanto más grande sea su parte, menor será la tuya. 34 Y la justicia16, al ser ciega, queda satisfecha cuando recibe su pago, sin importarle quién paga. 35 ¿Puede eso considerarse justicia? 36 Dios no sabe de eso. 37 Pero de justicia sí sabe, y muy bien. 38 Pues Él es totalmente justo con todo el mundo.
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11 … de acuerdo con el sistema de pensamiento del Espíritu Santo,
12 Demencia o locura, según el Curso, es el sistema de pensamiento del ego que parte de la creencia que la realidad es la del tiempo y del espacio, regidos por las leyes de la evolución y escasez, que percibimos con nuestros sentidos y entendemos con nuestro razonamiento, lógica y sentido común. Ver T6.6.2 [76]
13 Cuando pensamos con el ego, la muerte es el final de la vida aquí, pues, según él, ésta no es otra cosa que nacer, crecer, envejecer, perder vitalidad y, finalmente, morir. Eso lo confirma el hecho de que nadie ha regresado de la muerte para contar su historia… Pero, cuando pensamos con el Espíritu Santo, queremos creer que la muerte no es nada y, cuando nuestro cuerpo haya fallecido y, con él, nuestros sueños hayan desaparecido, sabremos que, como Almas, unificadas todas como Una en Cristo, el único Hijo de Dios, seguimos siendo Uno con Dios en el eterno Presente de Su Unicidad, en perpetua Armonía y alegre Concordia. Ver T9.11 [96], T10.2 [13], L163, M27
14 La Vida, con mayúscula, es la única Vida que realmente existe, pues fue creada por Dios en el eterno Presente de Su Unicidad, en la que todos, sin excepción, como Almas perfectas unificadas como Una en Cristo, el único Hijo de Dios, Que es Uno con Su Padre en Su Pensamiento de Amor o Espíritu Santo. En minúscula, vida quiere decir nuestra vida aquí, sea como reflejo de Nuestra Vida eterna cuando pensamos con el Espíritu Santo o, de acuerdo con las leyes de este mundo, cuando pensamos con el ego. Ver T4.4 [48], T6.6.1 [61], T23.5, L167
15 … el reflejo aquí de la Justicia de Dios, en el Cielo,
16 … según tu ego,
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T25.9 EL PRINCIPIO
DE LA SALVACIÓN1
pár 67-68
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T25.9 [67] 39 La venganza es ajena a la Mente de Dios, precisamente porque Él sabe de justicia. 40 Ser justo es ser equitativo, no vengativo. 41 Es imposible que puedan coexistir equidad y venganza, pues cada una de ellas contradice a la otra y le niega su realidad. 42 No puedes compartir la justicia del Espíritu Santo mientras que de alguna manera tu mente conciba el especialismo17. 43 Porque, ¿cómo podría Él ser justo si condenase a un pecador por crímenes que realmente no cometió, pero que cree que sí cometió? 44 ¿Y adónde habría ido a parar la justicia si Él les exigiese a los que están obsesionados con la idea del castigo que —sin ninguna ayuda— la dejasen de lado y percibiesen que no es verdad? 45 A los que todavía creen que el pecado tiene significado18 les es extremadamente difícil comprender la justicia del Espíritu Santo.
T25.9 [68] 46 Necesariamente, tienen que creer que Él comparte la propia confusión de ellos y, por consiguiente, no pueden evadir la venganza que exige la propia creencia de ellos en lo que tiene que ser la justicia. 47 Y así, tienen miedo del Espíritu Santo y perciben en Él la "ira" de Dios. 48 Ciertamente son injustos con Él. 49 Y no pueden confiar en que no los vaya a aniquilar con rayos centellantes desprendidos de las ardientes "llamas" del Cielo por la Propia Mano iracunda de Dios. 50 Ciertamente creen que el Cielo es el infierno y tienen miedo del Amor. 51 Y les invade una profunda sospecha y el escalofrío del miedo cuando se les dice que nunca19 han pecado. 52 Su mundo20 depende de la estabilidad del pecado. 53 Y perciben la "amenaza" de lo que Dios entiende como justicia como algo más destructivo para ellos mismos y para su mundo que la venganza, la cual comprenden y quieren.
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17 El especialismo es la forma habitual de pensar de la individualidad nacida de la diminuta idea alocada del Hijo de Dios que pensó que podía separarse de Su Padre y "hacer cosas" por su cuenta. Al haber olvidado reírse de semejante idea, el pensamiento se convirtió en una idea seria de la que, entre otras cosas, resultó la ilusión de la hechura del tiempo y del espacio y de todo lo que éstos contienen, regidos por las leyes de la evolución y de la escasez. En esta realidad, el ego, es el deseo de cada ser humano de estar separado y lo más arriba posible por encima de los demás seres humanos, de poseer más y ser más que ellos, por el convencimiento de que es merecedor —por encima y hasta en contra de los demás— de las escasas cosas buenas y transitorias que ofrece el mundo. Ningún precio es demasiado alto para obtenerlas, y las busca afanosamente en relaciones especiales en las que otros aparentemente le ofrecen amor, amistad y aprecio especiales, así como también a veces, la entrega de sus cuerpos y/o mentes igualmente especiales y, con ellos, de lo que poseen que nuestro ego cree que le hace falta. Pero el especialismo nunca puede amar, apreciar o compartir de verdad, ya que por sí mismo constituye una traición y un ataque contra la eterna y amorosa Unicidad de Dios con Su único Hijo, Cristo, en Quien todas nuestras Almas perfectas y eternas están unificadas como Una. En consecuencia, el especialismo va a desconfiar de todos, al considerarlos como potenciales atacantes o competidores, y por eso, no se le va a escapar ninguna falta o error que puedan cometer; además de atacar a los que entre ellos, directa o indirectamente, interfieran o se opongan a sus designios interesados. Ver T16.6, T24, T27.9 [82]-[83]
18 Significado, con mayúscula es, en el eterno Presente de la Unicidad, el de la relación de Amor de Dios con Nosotros, como Almas unificadas como Una en Cristo, Su único Hijo, en perfectas paz y alegría. En minúscula, cuando pensamos con el Espíritu Santo, significado es el reflejo aquí de ese eterno Significado y, cuando pensamos con el ego, es el significado que damos aquí a nuestra existencia separada, según las leyes de este mundo. Ver T2.2 [21], T2.6, T7.5 [26], T7.6 [46], T30.8, L14]
19 … realmente, en el eterno Presente de la Unicidad donde realmente estamos todos, como Almas perfectas y eternas unificadas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios, con Quien es Uno,
20 … creyendo en al realidad del ego del tiempo y del espacio y de todo lo que éstos contienen, regidos como están, por las leyes de la evolución y escasez,
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T25.9 EL PRINCIPIO
DE LA SALVACIÓN1
pár 69-71
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T25.9 [69] 54 Y así, piensan que la pérdida del pecado sería una maldición. 55 Y huyen de las bendiciones del Espíritu Santo como si Él fuese un mensajero del infierno, enviado desde lo alto con ardides y engaños, para hacer caer sobre ellos la venganza de Dios, disfrazado de liberador y amigo. 56 ¿Qué otra cosa podría ser Él para ellos, sino un demonio disfrazado de ángel y dispuesto a engañarlos? 57 ¿Y qué otra escapatoria les puede ofrecer, sino una puerta que da al infierno, pero que se parece a la puerta que da al Cielo?
T25.9 [70] 58 No obstante, la justicia21 no puede castigar a los que piden que se les castigue, pero tiene un Juez Que sabe que en verdad son plenamente inocentes22. 59 En justicia, Él está obligado23 a liberarlos y a darles todo el honor que merecen y que se han negado a sí mismos, por no ser justos y no poder comprender que son realmente inocentes. 60 El Amor es incomprensible para los que pecan porque piensan que la justicia está escindida del Amor y representa otra cosa.
T25.9 [71] 61 Y así, se percibe el Amor como algo débil, y la venganza como muestra de fuerza. 62 Pues el Amor perdió la contienda cuando la justicia se separó de su lado, y ahora es demasiado débil como para salvar a nadie del castigo. 63 Pero además, la venganza —sin que medie el Amor— ha cobrado más fuerza al estar separada y alejada del Amor. 64 Y ahora, ¿qué otra cosa sino la venganza puede ayudar y salvar, mientras que el debilitado Amor está a un lado, de manos atadas, carente de justicia y vitalidad, e impotente para salvar24? 65 ¿Qué puede pedirte el Amor a ti, que piensas que todo esto es verdad25? 66 ¿Acaso podría Él creer —con justicia y con Amor— que en tu confusión tienes algo que dar? 67 No se te pide que Le tengas mucha confianza. 68 No puede ofrecerte más que lo que ves, y lo que reconoces que realmente no podrías darte a ti mismo.
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21 … el pensamiento del Espíritu Santo reflejando aquí la Justicia de Dios,
22 … porque en verdad no son cuerpos transitorios sometidos a las leyes de la evolución y escasez, sino Almas perfectas y eternas, unificadas todas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios, Quien es Uno con Su Creador en el eterno Presente de la Unicidad…
23 … en su mente
24 … de los desmanes de este mundo…
25 … para mi cuerpo, cuando pienso con mi ego, lo es… Pero, si, después de haber aceptado el Redimir para ti mismo, has decidido querer creer en la Verdad que nos propone el Curso y aplicarla —en lo que te sea posible— a tu vida diaria, ella curará en tu mente todo pesar y dolor, todo miedo y toda pérdida, porque la sanará de los pensamientos que te aseguraban que todas estas cosas eran reales, y que sufrías debido a la lealtad que les profesabas. Entonces, si no le pones suficiente atención y cuidado a los pensamientos amorosos que de vez en cuando emergen de tu subconsciente, no solamente le estarás pidiendo demasiado poco a tu vida, sino que además vas a privar a los demás de la paz y la alegría que esos impulsos amorosos traen consigo.
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T25.9 EL PRINCIPIO
DE LA SALVACIÓN1
pár 72-74
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T25.9 [72] 69 En la Propia justicia de Dios, el Espíritu Santo se da cuenta de todo lo que mereces, pero también comprende que no lo puedes aceptar para ti26. 70 Su función especial consiste en ofrecerte los presentes que los inocentes merecen. 71 Y cada presente que aceptas le trae alegría a Él y también a ti. 72 Él sabe que el Cielo se enriquece con cada presente que aceptas. 73 Y Dios Se alegra cuando Su Hijo recibe lo que la justicia amorosa sabe que le corresponde. 74 Pues el Amor y la justicia no son realmente diferentes. 75 Precisamente porque son lo mismo, la misericordia está a la mano derecha de Dios, y da al Hijo de Dios el poder de perdonarse a sí mismo sus pecados.
T25.9 [73] 76 ¿Cómo podría privarse de algo a aquel que lo merece todo? 77 Sería una injusticia, y ciertamente sería injusto para toda la santidad que hay en él, por mucho que él no la reconozca. 78 Dios no sabe de injusticias. 79 Él no permitiría que Su Hijo fuese juzgado27 por los que quieren su muerte y no podrían ver su valía en absoluto. 80 ¿Qué testigos fidedignos podrían ellos convocar para que hablasen en su defensa? 81 ¿Y quién vendría a interceder en su favor, y no atentar contra su vida? 82 Tú no le harías justicia. 83 No obstante28, Dios se aseguró de que se haría justicia con el Hijo que Él ama29, y de que ésta lo protegería30 de cualquier injusticia que tratases de cometer contra él, por creer que la venganza es su merecido.
T25.9 [74] 84 De la misma manera en que al especialismo no le importa quién paga el costo del pecado con tal de que se pague, el Espíritu Santo no toma en cuenta quién mira finalmente a la inocencia, con tal de que ésta se vea y se reconozca. 85 Pues un solo testigo es suficiente, siempre que vea de verdad. 86 La justicia —que es sencilla— no pide nada más. 87 El Espíritu Santo pregunta a cada uno si quiere ser ese testigo, de forma que la justicia pueda regresar al Amor y, ahí, quede satisfecha. 88 Cada función especial que Él asigna es sólo para esto: para que cada uno aprenda que el Amor y la justicia no están separados, 89 y que ambos salen fortalecidos al unirse la una con el otro. 90 Sin Amor, la justicia está prejuiciada y será débil. 91 Y el Amor sin justicia es imposible. 92 Pues el Amor es justo y no puede castigar sin causa. 93 ¿Qué causa podría haber que justificase un ataque contra los que son inocentes? 94 Así, el Amor corrige los errores con justicia, no con venganza. 95 Pues si lo hiciese con venganza sería injusto para con la inocencia.
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26 … como cuerpo que eres en esta vida y que, de alguna manera tienes que sobrevivir…
27 Juzgar, cuando pensamos con el ego, es el complemento de su percepción para sobrevivir en la realidad de este mundo: Nuestros sentidos nos informan de lo que perciben, información que interpretamos y juzgamos, para luego decidir qué es lo que nos conviene hacer o no al respecto. Pero, según el Curso, juzgar no es nuestra función, sino que pertenece al Espíritu Santo, cuya percepción acertada en nuestro espíritu, nos lleva al conocimiento. En efecto, después de haber aceptado el Redimir para nosotros mismos, perdonado al otro y extendido los milagros sugeridos por el mismo Espíritu Santo, sabremos qué hacer en toda circunstancia para tratar de ser aquí —lo más posible— un reflejo de nuestra verdadera Identidad. Ver T3.8, T4.5 [64], T29.10 [62]-[63], M10, M15
28 … al momento de la separación,
29 Por medio de la Voz que habla por Él en tu espíritu, que es la parte de tu mente que todavía puede comunicarse con Dios por medio del Espíritu Santo…
30 … en su mente
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T25.9 EL PRINCIPIO
DE LA SALVACIÓN1
pár 75-77
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T25.9 [75] 96 Tú puedes ser un testigo perfecto del poder del Amor y de la justicia, si comprendes que31 es imposible que el Hijo de Dios merezca venganza. 97 No hace falta que percibas que esto es verdad en toda circunstancia. 98 Tampoco necesitas corroborarlo con tu experiencia en el mundo, que no es otra cosa que la sombra de todo lo que realmente sucede en ti32. 99 El entendimiento que necesitas no proviene de ti, sino de un Yo33 más grande, tan grande, excelso y santo que no podría dudar de Su propia inocencia. 100 Tu función especial es llamarlo, para que te sonría, a ti, cuya inocencia Él realmente comparte. 101 Su entendimiento será el tuyo. 102 Y así, la función especial del Espíritu Santo se habrá realizado. 103 El Hijo de Dios ha encontrado un testigo de su inocencia y no de sus pecados. 104 ¡Qué poco necesitas dar al Espíritu Santo, para que se te dé la justicia que es sencilla!
T25.9 [76] 105 Sin imparcialidad no puede haber justicia. 106 ¿Cómo podría el especialismo ser justo? 107 No juzgues porque realmente no lo puedes hacer, pero tampoco porque eres un miserable pecador. 108 ¿Cómo pueden los que se creen especiales34 realmente comprender35 que la justicia es igual para todos? 109 Quitar a uno para dar a otro constituye una injusticia para ambos, pues los dos son iguales ante los ojos del Espíritu Santo. 110 Su Padre les dio a ambos la misma herencia36. 111 El que quiere tener más o tener menos, no es consciente de que realmente37 lo tiene todo. 112 No puede ser juez de lo que le corresponde a otro porque piensa que a él lo han privado de algo. 113 Pues en tal caso, tiene necesariamente que sentir envidia y tratar de apoderarse de lo que pertenece al que juzga. 114 No es imparcial ni puede ver de manera justa los derechos de otro, porque no tiene claros los suyos.
T25.9 [77] 115 Tú tienes derecho38 a todo el Universo39, a la Paz perfecta, a la completa liberación de todos los efectos del pecado, y a la Vida eterna, alegre y completa desde todo punto de vista, tal como Dios dispuso para Su santo Hijo. 116 Ésta es la única Justicia que el Cielo conoce y todo lo que el Espíritu Santo trae a la tierra40. 117 Tu función especial te muestra que sólo la justicia41 perfecta puede prevalecer sobre ti. 118 Así, estás a salvo de cualquier forma de venganza. 119 El mundo engaña, pero no puede reemplazar la justicia de Dios con su propia versión. 120 Pues sólo el Amor es justo, y sólo Él puede percibir lo que la justicia tiene necesariamente que conceder al Hijo de Dios. 121 Deja que el Amor decida, y nunca temas que, por no ser justo, te vayas a privar a ti mismo de lo que la justicia de Dios ha acordado para ti.
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31 … realmente en el eterno Presente de la Unicidad, Que es Donde realmente estamos todos como Almas Una en el Alma ´del único Hijo de Dios,
32 … en nuestro espíritu… Ver T5.3 [12], T5.5 [33]
33 Yo, con mayúscula, es el eterno Yo de Cristo, el Hijo único de Dios —en Quien todas nuestras Almas perfectas y eternas están unificadas como Una— Quien es Uno con Dios en el eterno Presente de Su Unicidad. También es usado pocas veces como el Yo de Dios. En minúscula, tu yo es el ego si estás pensando con él, el yo que creemos que somos en el tiempo y el espacio, el cual, en la separación, hicimos para reemplazar a la eterna Creación de Dios, es decir, a Su único Hijo; o si decidiste pensar con el Espíritu Santo, tu yo es el reflejo aquí del eterno Yo de Cristo, en Quien todos somos realmente Uno. Ver Lte.14 (-351)
34 … porque creen, perciben y actúan de acuerdo con sus egos,
35 … con el Espíritu Santo
36 … ser Cristo, Su único Hijo, en el eterno Presente de Su Unicidad.
37 … en la Unicidad…
38 … aquí, a los reflejos de
39 Universo, con mayúscula, es sinónimo de la Unicidad de Dios, Cielo, Reino de los Cielos, Realidad, es decir, Todo lo creado por Dios, a saber: Nosotros como Almas perfectas y eternas, Una en Cristo, Su único Hijo, con Quien comparte como Uno Su Amor o Espíritu Santo en el eterno Presente de la Unicidad o Santísima Trinidad. No creó Más nada, por lo tanto no existe más nada realmente. En minúscula, universo puede significar todo lo que está contenido en el tiempo y el espacio según el ego o, si estás pensando con el Espíritu Santo, es el reflejo aquí de la Unicidad de Dios. Ver T28.3 [16], T29.7 [39]
40 … como reflejo de esa Justicia de Dios.
41 … en minúscula porque se trata del reflejo aquí de la Justicia eterna de Dios,
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