Permite que curar sea
su propósito.
gráfico por ©Deposit Photos
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T27.2 [11] 61 El cuerpo puede devenir en símbolo de Vida, en promesa de redención20 y en hálito de inmortalidad para los que están cansados de respirar el fétido hedor de la muerte. 62 Permite que curar21 sea su propósito. 63 Así, pregonará el mensaje que recibió y, mediante su salud y belleza, proclamará la Verdad22 y el valor de lo que verdaderamente representa. 64 Deja que reciba el poder de representar23, una Vida sin fin, eternamente libre por siempre de ataques. 65 Y a tu hermano permite que el mensaje del cuerpo sea: "Mírame, hermano, estoy vivo gracias a ti".
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UCSM TEXTO
CH 27 EL CUERPO Y EL SUEÑO
T27.1 INTRODUCCIÓN
T27.2 EL CUADRO
DE LA CRUCIFIXIÓN
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Un Curso Sobre Milagros
edición original
Libro de Lecciones
P A R T E 2
¿Qué es EL ESPÍRITU
SANTO? pár 1-5
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LTe.7 (-L281).1 1 El Espíritu Santo1 es el que media entre las ilusiones y la Verdad2. 2 Puesto que el Espíritu Santo tiene que establecer un puente entre la Realidad3 y los sueños4, la percepción acertada5 conduce al conocimiento6 por medio de la gracia que Dios dio al Espíritu Santo, para que Ella sea el don7 que Dios le hace a todo aquel que acude al Espíritu Santo en busca de la Verdad. 3 Cruzando el puente8 que el Espíritu Santo provee, todos los sueños son llevados ante la Verdad para que la luz del conocimiento los disipe. 4 Allí, los sonidos y las imágenes se descartan para siempre, 5 y donde éstos se percibían antes, el perdonar9 ha hecho posible el tranquilo final de la percepción.
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1 El Espíritu Santo: 1) En la eterna Unicidad de Dios, es el Pensamiento de Amor de Dios Que nos creó como Almas unificadas como Una en Cristo, Su único Hijo; 2) al producirse la separación, es el ente que comenzó a estar presente como una protección, inspirando al mismo tiempo el comienzo del proceso del Redimir; 3) es, en tu mente acertada, el pensar de Cristo que se manifiesta —entre otras experiencias desinteresadas e inclusivas— por impulsos compasivos, caritativos, altruistas, de compartir, que de vez en cuando emergen del subconsciente y que podemos concienciar en instantes santos y decidir qué hacer con ellos. Algunos de Sus sinónimos en el Curso son: "Consolador", "Guía", "Intérprete", "Mediador", "Palabra de Dios", "Redimir", "Respuesta", "Traductor", "Verdad", "Voz que habla por Dios", "Voz de Dios". Ver T5.3, T5.4, T.5.5, T6.6, T9.5, T20.5, LTe.7 (-L281)
2 La Verdad, con mayúscula —que realmente no soy un cuerpo sino un Alma, Tal como Dios me creó— según el Curso, no se puede describir ni tampoco explicar; sólo puede experimentarse en nuestro fuero interno, en un instante santo del mundo real, al haber logrado perdonar totalmente a otro y haber unificado su Alma con La tuya en Cristo. En esto radica aquí, la paz de Dios. En minúscula, es la verdad del ego, cuyo sistema de pensamiento está basado en la percepción de que el tiempo y del espacio y todo lo que estos contienen son reales, están regidos por las leyes de la evolución y escasez, y constituyen la única y verdadera realidad. Ver T6.6.3 [94], T7.5, T14, T23.2 [13], T29.8
3 La Realidad, con mayúscula, significa la infinita y eterna Unicidad de Dios, en la Cual, todos nosotros, sin excepción, cual Almas unificadas como Una en Cristo, Su único Hijo, somos Uno con Nuestro Padre, compartiendo con Él Su Amor, el Espíritu Santo. Algunos de sus sinónimos son: Cielo, Eternidad, Reino, Reino de los Cielos, Universo. En minúscula, realidad significa la ilusión de la separación, la realidad del tiempo y del espacio y de todo lo que éstos contienen, regidos como están por las leyes de la evolución y escasez que hicimos, realidad en la que habitualmente creemos, percibimos, pensamos y actuamos con el ego. Pero cuando decidimos pensar con el Espíritu Santo, estudiamos y aplicamos el Curso, podemos trascender esta realidad en nuestro fuero interno, ingresando al mundo real, que es el reflejo aquí de la eterna Realidad. Ver T8.10, T11.4, T11.9, T18, T30.9
4 … o realidad según el ego; la del tiempo y espacio y de todo lo que éstos contienen, regidos como están por las leyes de la evolución y escasez,
5 … pensando con el Espíritu Santo
6 Conocimiento, con mayúscula, es lo que saben todas nuestras Almas perfectas y eternas, Unificadas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios, Almas que, en perfectas paz y alegría, están compartiendo con Dios Su Amor o Espíritu Santo, en el eterno Presente de Su Unicidad. Aquí, cuando pensamos con el Espíritu Santo, en minúscula, conocimiento es lo que experimentamos en un instante santo del mundo real, al haber logrado perdonar totalmente a otro y unir como Una, su Alma con La mía, es saber que esa experiencia es el reflejo aquí del eterno Conocimiento. Y cuando pensamos con el ego, es lo que se puede llegar a conocer en este mundo, de acuerdo con sus leyes. Ver T3.5 [35] y [37], T25.4 [25]
7 Don con mayúscula, es el Don de amar o de crear —que es lo mismo— que Dios dio a Su Hijo al crearlo. En minúscula, don es el reflejo aquí del Don de Dios. Presente se refiere a los presentes aquí del Espíritu Santo o a los del Hijo separado que piensa con Él. Regalos son los que ofrece el Hijo separado que piensa con el ego. Ver T7.2, , L166
8 … hacia El mundo real —la meta de nuestro viaje con el Curso—.es el estado que se experimenta en un instante santo en nuestro fuero interno, con nuestro espíritu o mente acertada, al haber logrado perdonar completamente a otro y unirnos a su Alma en la experiencia de Cristo, y, por ende, a todas las demás Almas unificadas como Una en Cristo; es "saber", que el Juicio Final de Dios consiste en que Nuestro Padre nos dice a cada uno: "Tú, unido al Alma del otro y a las Almas de todos los demás, sigues siendo Mi Hijo único, por siempre inocente, por siempre cariñoso y por siempre querido, tan ilimitado como Tu Creador, absolutamente inmutable y por siempre inmaculado. Por lo tanto, despierta y regresa a Tu Casa, que realmente nunca abandonaste. Ver T2.6, T3.8, T26.4 [21], LTe.10 (-L311)
9 Perdonar forma parte del proceso de aceptar el Redimir para sí mismo. En un primer paso, acepto que la causa de mis sufrimientos y dolor no se encuentra en el otro, en los demás, en el mundo, en un dios castigador, o en el destino, sino en mi mente separada que por estar pensando con el ego —hacedor de toda esta realidad en la que creo vivir— es su guionista. El segundo paso sucede cuando el Espíritu Santo me sugiere: "decide de nuevo", y hago algo respecto a ese otro al que he estado tratando de perdonar. El tercer paso se da cuando en mi fuero interno, me doy cuenta de que realmente no tengo nada que perdonarle, ni a él ni a nadie, porque en la Realidad —que es Donde quiero creer que realmente están todas nuestras Almas, unificadas como Una en Cristo— sólo hay Amor. El último paso se da en un instante santo del mundo real, cuando habiendo logrado perdonar totalmente a ese otro, voy a vivir la divina experiencia de Cristo o de Amor de la unión de su Alma con la Mía, unión que se va a extender a todas las demás Almas, ya que realmente hay una sola. Esta experiencia es la que nos lleva a todos los que fueron, son y serán, a las puertas del Cielo. Ver T16, T17.7, T29.7, L121. L122, LTe.1 (-221)
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P A R T E 2
¿Qué es EL ESPÍRITU SANTO?
pár 2-5
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LTe.7 (-L281).2 6 La meta de las enseñanzas del Espíritu Santo es precisamente este acabar con los sueños. 7 Pues los sonidos e imágenes tienen que transformarse de testigos del miedo en testigos del Amor. 8 Y cuando esto se haya logrado totalmente, el aprendizaje habrá alcanzado la única meta que en verdad tiene. 9 Pues —a medida que el Espíritu Santo guía el aprendizaje hacia el resultado que ha percibido para él— éste se convierte en el medio para ir más allá de lo que enseña, y así, ser reemplazado por la Verdad Eterna10.
LTe.7 (-L281).3 10 Si supieses cuánto anhela Tu Padre que reconozcas tu impecabilidad11, no dejarías que la Voz que habla por Él te lo pidiese en vano, ni darías la espalda a Lo que Él te ofrece para reemplazar a todas las imágenes y sueños atemorizantes de los cuales tú has sido el hacedor. 11 El Espíritu Santo entiende los medios de los que fuiste hacedor, por medio de los cuales querías alcanzar lo que siempre ha sido inalcanzable. 12 Pero si se los ofreces al Espíritu Santo, Él se valdrá de esos medios de los que fuiste hacedor para exiliarte, para restaurar tu mente al sitio donde verdaderamente se siente en casa.
LTe.7 (-L281).4 13 Desde el conocimiento Donde Dios lo ubicó, el Espíritu Santo te llama para que permitas que el perdón se pose sobre tus sueños y, de esa manera, recobres la cordura y la paz interior. 14 Si no perdonas, tus sueños te seguirán aterrorizando 15 y la memoria de todo el Amor12 Que Tu Padre te tiene no regresará a ti como signo que a los sueños les ha llegado su fin.
LTe.7 (-L281).5 16 Acepta el don que Tu Padre te hace. 17 Es un llamamiento que el Amor hace al Amor, para que tan sólo sea Lo que es. 18 El Espíritu Santo es el don de Dios mediante el cual se restituye la quietud del Cielo al bienamado Hijo de Dios. 19 ¿Te negarías a asumir la función13 de completar a Dios, cuando todo lo que Su Voluntad quiere es que tú te completes?
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10 … sencillamente que Dios es, y nosotros, cual Almas perfectas y eternas, somos Uno con Él en Su eterna Unicidad.
11 La Impecabilidad, con mayúscula, es la condición de nuestras Almas en la eterna Unicidad de Dios, Que es donde Todas realmente están y son Una en Cristo, Su único Hijo. En minúscula, impecabilidad es el reflejo aquí de esa Condición eterna. El estado de impecabilidad es simplemente esto: todo deseo de atacar ha desaparecido, de modo que no hay razón para percibir al Hijo de Dios de ninguna otra forma que como realmente es. Ver T20.5 [32], T25.6 [37]
12 Amor, con mayúscula, se refiere, en la eterna Unicidad, al Espíritu Santo o eterno Amor de Dios que Él comparte con nosotros —como Almas unificadas como Una en Cristo, Su único Hijo— y nosotros con Él en perpetua Armonía y alegre Concordia; y aquí, cuando pensamos con el Espíritu Santo, es Su reflejo o amor general y sin preferencias que tenemos para con los demás. En minúscula, amor se refiere al amor interesado y preferencial de nuestro ego, cuando pensamos con él. Ver P3 [2], T1.1.3 [3], T1.1.53 [100], T3.6 [38], L46, L67, L68, L195
13 Nuestra verdadera función es tratar de ser aquí un reflejo de lo que realmente somos todos en la eterna Unicidad: Almas, unificadas todas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios; reflejo que se logra en el instante santo del mundo real, después de haber aceptado el Redimir para sí mismo y luego, haber perdonado totalmente a otro y extendido los milagros sugeridos por el Espíritu Santo. A cada persona el Espíritu Santo le asigna una función especial en la salvación que sólo ella puede desempeñar, porque es una parte que le fue asignada únicamente a ella. Y el plan no se habrá llevado a término hasta que ella descubra cuál es su función especial, y desempeñe la parte que le fue asignada para completarse a sí misma en el otro y en los demás, en un mundo donde rige la incompletitud. Ver T18.6 [45], T20.5 [32], L62, L64, L65, L66, L99
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Un Curso Sobre Milagros
edición original
Libro de Lecciones
L E C C I Ó N 286
La quietud del Cielo
envuelve hoy mi corazón.
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L286.1 1 Padre, ¡qué día tan sereno el de hoy! 2 ¡Con cuánta armonía cae todo en su sitio! 3 Hoy es el día señalado para que comprenda la lección que reza que no tengo que hacer nada1. 4 En Ti, todas las decisiones ya han sido tomadas. 5 En Ti, todo conflicto ya ha sido resuelto. 6 En Ti, todas mis esperanzas ya han sido colmadas. 7 Tu paz es mía. 8 Mi corazón late tranquilo y mi mente se halla en reposo. 9 Tu Amor es el Cielo y Tu Amor es mío.
L286.2 10 La quietud de hoy nos dará esperanzas de que hemos encontrado el camino y de que ya hemos recorrido un gran trecho por él hacia una meta2 de la que estamos completamente seguros. 11 Hoy no dudaremos del final que Dios Mismo nos ha prometido. 12 Confiamos en Él y en nuestro Ser3, el cual sigue siendo uno con Él.
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1 … realmente para ganar o regresar al Cielo, a la Unicidad de Dios, de la Que, realmente, ninguna Alma se ha separado…: Alma (o Espíritu) —siempre con mayúscula— es nuestra inmaterial Naturaleza divina que Dios creó semejante a Sí Mismo, entendiéndose que, al ser de Dios, el Alma (o Espíritu) es eterna y nunca nació. El Alma sabe, ama y crea. Cuando las Almas (o Espíritus) perfectas y eternas —que realmente somos todos— se unifican como Una en Cristo, somos el Hijo único de Dios, Uno con Su Padre en el eterno Presente de la Unicidad. Nada puede llegar al Alma (o Espíritu) desde el ego, ni nada del Alma (o Espíritu) puede reforzar al ego o aminorar el conflicto interno de éste, porque el Alma (o Espíritu) no puede percibir y el ego es incapaz de conocer. Por lo tanto, no están comunicados ni jamás lo estarán. Ver T2.2 [20], T4.2 [8] y [19], T31.6, L97
2 La meta del Curso: es aprender a pensar, percibir y actuar cada vez más con el Espíritu Santo y cada vez menos con el ego, de manera de liberar la fuerza de Dios en nosotros para que reverbere en todo lo que pensemos o hagamos; es —por medio del perdón y de la extensión de milagros— reconocer en el otro, en los demás, y en la relación santa, a nuestro verdadero Yo, Cristo, ya que todos somos realmente Almas perfectas y eternas, unificadas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios, Quien es Uno con Su Padre en el eterno Presente de Su Unicidad; es liberarnos del pensar del ego para poder regresar a la Unicidad de Dios, de la Que realmente nunca nos hemos separado; es buscar y hallar en el otro y en los demás, el reflejo aquí del eterno Amor que Dios y Su Hijo comparten en la perpetua Armonía y alegre Concordia del Amor Que eternamente Se profesan Uno a Otro, extendiendo así la Creación; es aprender a dar paz para tener paz, porque la paz es la condición aquí para alcanzar el conocimiento, porque esa es la condición para entrar en el mundo real. Ver T17.7, T17.8, T22.7 [51], T31.2 [23], L127.6, L131.2
3 Ser, con mayúscula, es el Ser de Dios, Que, en el eterno Presente de Su Unicidad, abarca todas las Cosas creadas por Él en Su Pensamiento de Amor o Espíritu Santo, a saber: nuestras Almas perfectas y eternas, unificadas como Una en Cristo, Su único Hijo. En minúscula, ser —cuando pensamos y percibimos con el Espíritu Santo— es la experiencia de ser aquí el reflejo de lo que realmente somos todos con Dios en Su eterna Unicidad. Cuando pensamos con el ego, ser es la experiencia en nosotros de nuestro ego. Ver T11.9 [83]
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Un Curso Sobre Milagros
edición original
Texto
Capítulo 27
EL CUERPO Y EL SUEÑO
T27.1 INTRODUCCIÓN pár 1-2
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T27.1 [1] 1 El deseo de ser tratado injustamente es un intento de compromiso que quiere combinar el ataque con la inocencia. 2 No obstante, ¿quién puede combinar lo que es totalmente incompatible, y formar una unidad con lo que jamás puede unirse? 3 Camina por el camino de la bondad y, en la noche, no tendrás miedo del mal ni de las sombras. 4 Pero no coloques símbolos de terror en el camino pues, de lo contrario, estarás tejiendo una corona de espinas de la que ni tú ni tu hermano podrán escapar. 5 No te puedes crucificar sólo a ti mismo. 6 Y si consideras que te están tratando injustamente, tu hermano tendrá necesariamente que sufrir por la injusticia que ves. 7 No te puedes sacrificar sólo a ti mismo, 8 pues el sacrificio es total. 9 Si éste fuese realmente posible, incluiría a toda la Creación1 de Dios y al Padre con el sacrificio de Su Hijo bienamado.
T27.1 [2] 10 En tu liberación del sacrificio se pone de manifiesto la de tu hermano, al mostrar que es la suya propia. 11 Pero cada vez que sufres ves en ello la prueba de su culpa por haberte atacado. 12 De esta manera, te conviertes en la prueba de que él ha perdido su inocencia, y sólo tiene que mirarte para darse cuenta de que él ha sido condenado. 13 Y lo que para ti ha sido injusto, caerá sobre él con plena justicia. 14 La injusta venganza que padeces ahora es de él, y cuando la sufra, tú serás libre. 15 No desees hacer de ti un símbolo viviente de su culpa, pues si lo haces, no podrás escapar de la muerte2 a la que lo condenaste. 16 En cambio, en su inocencia hallarás la tuya.
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1 La Creación, con mayúscula, en el Cielo, es la suma de todo lo que Dios ha creado, a saber: Nosotros, como Almas perfectas y eternas, unificadas como Una en Cristo, Su único Hijo, con Quien comparte como Uno Su Amor o Espíritu Santo en el eterno Presente de Su Unicidad o Realidad. Dios no creó más nada. Por eso, Allá, la realidad del ego que percibimos aquí con nuestros sentidos, realmente, no existe. Aquí, las creaciones, en minúscula, cuando pensamos con el Espíritu Santo, son las que producimos —cuando perdonamos al otro, a los otros, y extendemos los milagros que nos sugiere el Espíritu Santo— como un reflejo de las Creaciones que creamos como Uno con y en Dios, en el Cielo. Y, cuando pensamos con el ego —según el Curso— no "creamos" sino que "hacemos," de acuerdo con las leyes de este mundo. Ver T2.1 [5], T14.4 [36], T30.3 [35], LTe.11 (-L321)
2 Cuando pensamos con el ego, la muerte es el final de la vida aquí, pues, según él, ésta no es otra cosa que nacer, crecer, envejecer, perder vitalidad y, finalmente, morir. Eso lo confirma el hecho de que nadie ha regresado de la muerte para contar su historia… Pero, cuando pensamos con el Espíritu Santo, queremos creer que la muerte no es nada y, cuando nuestro cuerpo haya fallecido y, con él, nuestros sueños hayan desaparecido, sabremos que, como Almas, unificadas todas como Una en Cristo, el único Hijo de Dios, seguimos siendo Uno con Dios en el eterno Presente de Su Unicidad, en perpetua Armonía y alegre Concordia. Ver T9.11 [96], T10.2 [13], L163, M27
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Un Curso Sobre Milagros
edición original
Texto
Capítulo 27
EL CUERPO Y EL SUEÑO
T27.2 EL CUADRO
DE LA CRUCIFIXIÓN pár 3-12
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T27.2 [3] 1 Cada vez que1 consientes sufrir, sentir privación, ser tratado injustamente o tener cualquier tipo de necesidad, no haces sino acusar a tu hermano de haber atacado al Hijo de Dios. 2 Presentas ante sus ojos el cuadro de tu crucifixión, para que él pueda ver que sus pecados están escritos en el Cielo con la sangre de tu muerte, y te adelantas a él para cerrar el paso a las puertas del Cielo y condenarlo al infierno. 3 No obstante, esto sólo está escrito en el infierno, no en el Cielo2, donde te encuentras realmente a salvo de los ataques y3 estás probando su inocencia4. 4 La imagen de ti que le ofreces, te la muestras a ti mismo y le otorgas toda tu fe. 5 El Espíritu Santo, en cambio, te ofrece una imagen de ti mismo para que se la ofrezcas a tu hermano, en la que no hay dolor ni reproche alguno. 6 Y lo que se había martirizado para causarle culpa, se convierte en el perfecto testigo de su inocencia.
T27.2 [4] 7 El poder de un testigo transciende toda creencia debido a la convicción que trae consigo. 8 Se le cree porque apunta más allá de sí mismo hacia lo que realmente representa. 9 Tu imagen de sufrido y enfermo no representa otra cosa que la culpa de tu hermano: el testigo que le envías, no vaya a ser que olvide el daño que te ocasionó, del que juras que jamás escapará. 10 Tú aceptas esta lamentable y enfermiza imagen siempre que sirva para castigarlo. 11 Los enfermos no sienten compasión por nadie, e intentan matar por contagio. 12 La muerte les parece un precio razonable si con ello pueden decir "Mírame hermano, por tus manos muero". 13 Pues la enfermedad5 da testimonio de la culpa de su hermano, y la muerte probaría que sus errores tenían que ser pecados.
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1 … en tu mente
2 Cielo, con mayúscula, es lo único Que Dios ha creado. No es un lugar ni un estado. Simplemente es la concienciación de la perfecta Unicidad del Padre con todas las Almas que realmente somos, unificadas como Una en Cristo, Su Hijo, a saber, que nada más existe, ni fuera ni dentro de Ella. Algunos de sus sinónimos son: Realidad, Unicidad, Reino de Dios, Reino de los Cielos. Ver T4.2 [19], T4.4 [41], T9.11 [103], L138
3 … en el reflejo del Cielo aquí, en tu mente,
4 Inocencia es no concebir el mal —no por ignorancia o falta de experiencia— sino por creer que somos otra cosa que este cuerpo y cerebro imperfectos y transitorios, regidos como están por las leyes de la evolución (todo se come a todo) y de la escasez (las cosas buenas ni abundan ni duran); porque queremos creer que realmente somos el Alma única del único Hijo de Dios...
5 La enfermedad de todas las enfermedades, cuando pensamos con el Espíritu Santo, es la separación de Dios y todas las secuelas que ésta trajo consigo. Además, se quiere creer que Dios no tuvo ni tiene nada que ver con ella, ni con la hechura del tiempo y del espacio y todo lo que estos contienen, ni con lo que ocurre a diario en el Cosmos, ya que nuestra verdadera Realidad —como las Almas perfectas y eternas, unificadas como Una en Cristo, que verdaderamente somos— es la de ser el Hijo único de Dios, en el eterno Presente de Su Unicidad. En cambio, cuando pensamos con el ego —que es lo que hacemos habitualmente— creemos que nuestra realidad es todo lo que percibimos con él, incluyendo las cosas aparentemente buenas y malas y, dentro de las malas, las enfermedades psíquicas y físicas, y finalmente la muerte. Ver T9.11, T27.6, T28.4, L136, M5.2, M5.3.3
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T27.2 EL CUADRO
DE LA CRUCIFIXIÓN
pár 5
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T27.2 [5] 14 La enfermedad no es sino una "leve" forma de muerte; una forma de venganza que todavía no es total. 15 No obstante, habla con certeza en nombre de lo que representa: 16 El amargo y desolado cuadro que enviaste a tu hermano, a quien miraste con pesar. 17 Y creíste que todo lo que el cuadro le mostraba era real, porque daba testimonio de su culpa6, la cual percibiste y apreciaste. 18 Ahora, en manos vueltas mansas por Su contacto, el Espíritu Santo enseña un cuadro con una imagen muy diferente de ti. 19 Sigue siendo el cuadro de un cuerpo7, pues lo que realmente eres no puede verse ni pintarse8. 20 No obstante, este cuerpo9 no se ha utilizado para atacar, y por consiguiente10, jamás experimentó dolor alguno. 21 Da testimonio de la eterna Verdad11, que dice que realmente no puedes ser herido, y apunta más allá de Sí Misma hacia tu inocencia y la de tu hermano.
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6 En el Cielo, según el Curso, no hay normas ni culpa, ya que Dios sólo sabe del Amor que comparte en paz y alegría con todas nuestras Almas perfectas y eternas, Una en Cristo, Su único Hijo, en el eterno Presente de Su Unicidad. Aquí, donde reina la imperfección de los cuerpos regidos por las leyes de la evolución y escasez, cuando pensamos con el ego, la culpa es el sentimiento de no haber estado a la altura de las circunstancias, o de haber faltado contra normas generalmente cambiantes que rigen nuestras vidas. Pero cuando decidimos pensar con el Espíritu Santo y aceptar el Redimir para nosotros mismos, queremos creer que realmente no somos cuerpos sino Almas creadas por Dios a Su Semejanza y, por lo tanto, nunca nos separamos de nuestro Padre y Creador. Además, mediante la visión de Cristo, ahora vemos a las faltas que antes juzgábamos como imperdonables, como errores subsanables por medio del perdón y de la extensión de milagros y, de esa manera, ser aquí el reflejo de lo que realmente somos: el Hijo único, que ama a Dios y es amado por Él en la alegre Concordia del Amor o Espíritu Santo, como era antes de que el tiempo pareciera existir. Ver T5.8 [73], T12, T13.3, T14.2, T16.6, T19.5.1.1
7 El cuerpo—cuando pensamos con el ego— es su encarnación, regido por las leyes de este mundo y constituye la prueba viviente de que este mundo es real y de que estamos evidentemente separados de Dios y unos de otros. Pero cuando pensamos con el Espíritu Santo, el cuerpo es el medio por el cual el Hijo de Dios recobra la cordura. Aunque el cuerpo fue concebido para encerrar al Hijo en el infierno sin escapatoria posible, ahora la meta del Cielo va a substituir a la búsqueda del infierno, y como el Hijo único de Dios que realmente somos, extendemos nuestra mano para tomar la de nuestro hermano y ayudarlo a caminar el sendero con él. Ahora nuestros cuerpos se han vuelto santos y nuestras mentes unidas y acertadas sirven para curar las mentes equivocadas que sólo sabían de vida efímera y de muerte. Ver T1.1.51 [86], T2.2 [45], T2.3 [53], T2.3 [56], L161.4, LTe.5 (-L261)
8 Alma (o Espíritu) —siempre con mayúscula— es nuestra inmaterial Naturaleza divina que Dios creó semejante a Sí Mismo, entendiéndose que, al ser de Dios, el Alma (o Espíritu) es eterna y nunca nació. El Alma sabe, ama y crea. Cuando las Almas (o Espíritus) perfectas y eternas —que realmente somos todos— se unifican como Una en Cristo, somos el Hijo único de Dios, Uno con Su Padre en el eterno Presente de la Unicidad. Nada puede llegar al Alma (o Espíritu) desde el ego, ni nada del Alma (o Espíritu) puede reforzar al ego o aminorar el conflicto interno de éste, porque el Alma (o Espíritu) no puede percibir y el ego es incapaz de conocer. Por lo tanto, no están comunicados ni jamás lo estarán. Ver T2.2 [20], T4.2 [8] y [19], T31.6, L97
9 … en el Cielo
10 … allá en el Cielo
11 … que todos somos realmente Uno en Cristo, el Hijo único de Dios, y Cristo es Uno con Dios…
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T27.2 EL CUADRO
DE LA CRUCIFIXIÓN
pár 6-8
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T27.2 [6] 22 Muéstrale esto a tu hermano, y se dará cuenta de que toda herida ha sido curada, y de que todas las lágrimas han sido enjugadas en medio de risas y Amor. 23 Y allí, tu hermano verá su propio perdón y, con ojos curados, mirará más allá del perdón hacia la inocencia que ve en ti. 24 Ésta es la prueba de que nunca pecó: realmente nada de lo que su locura le ordenó hacer ocurrió jamás, ni tuvo efectos de ninguna clase; 25 ningún reproche que guardara en su corazón estuvo jamás justificado; y ningún ataque podrá hacerle sentir jamás el venenoso e inexorable aguijón del miedo. 26 Atestigua su inocencia y no su culpa. 27 Tu curación es su alivio y su salud, porque prueba que las ilusiones no son verdad.
T27.2 [7] 28 No es la Voluntad de Dios12 de que haya Vida13 lo que motiva este mundo, sino el deseo de morir. 29 El único propósito del mundo es probar que la culpa es real. 30 Ningún pensamiento, acto o sentimiento en este mundo tiene otra motivación que ésa. 31 Éstos son los testigos que se convocan para que se crea en ellos, y convenzan de que el sistema que representan y a favor del cual hablan es real. 32 Cada uno dispone de muchas voces que te hablan a ti y a tu hermano en lenguas diferentes. 33 No obstante, el mensaje es el mismo para ambos. 34 El adorno del cuerpo es una forma de mostrar lo hermosos que son los testigos de la culpa. 35 Tus preocupaciones por el cuerpo demuestran lo frágil y vulnerable que es tu vida; lo fácil que se puede destruir lo que amas. 36 La depresión habla de muerte y la vanidad de preocuparse de verdad por nada en absoluto. 37 El testigo más convincente de la futilidad —que refuerza a todos los demás y les ayuda a pintar un cuadro en el que se justifica el pecado— es la enfermedad, bajo cualquier forma que se manifieste.
T27.2 [8] 38 Los enfermos tienen razones para justificar cada uno de sus deseos antinaturales y extrañas necesidades. 39 Pues, ¿quién podría vivir una vida que pronto será truncada, y no atribuir valor a las alegrías pasajeras? 40 ¿Qué placeres hay que sean perdurables? 41 ¿No tienen los débiles el derecho de creer que cada migaja de placer robado constituye una justa retribución por sus vidas mediocres? 42 Sus respectivas muertes pagarán el costo de todos los placeres, tanto si los disfrutaron como si no. 43 El ocaso de la vida tiene necesariamente que llegar, sin que importe cómo se haya vivido. 44 Por consiguiente, se deleitan con lo que es breve y efímero.
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12 Voluntad de Dios —en el eterno Presente de Su Unicidad en la Que todas nuestras Almas perfectas y eternas están unificadas como Una en la única Alma del Hijo único de Dios— quiere que la felicidad que Su Hijo heredó de Él siga imperturbada: que sea perpetua en la Alegría de la Creación plena y que sea eternamente receptiva y completamente ilimitada en Él. Aquí, la Voluntad de Dios es que por medio del perdón y de la extensión de milagros, nos volvamos el reflejo de ese eterno Presente de la Unicidad, en la Que, en paz y con alegría, nos amamos unos a otros como uno en Cristo, el Hijo único de Dios, Quien es Uno con Él. Ver T12.7 [64] y [65], T13.5 [41], L193
13 La Vida, con mayúscula, es la única Vida que realmente existe, pues fue creada por Dios en el eterno Presente de Su Unicidad, en la que todos, sin excepción, como Almas perfectas unificadas como Una en Cristo, el único Hijo de Dios, Que es Uno con Su Padre en Su Pensamiento de Amor o Espíritu Santo. En minúscula, vida quiere decir nuestra vida aquí, sea como reflejo de Nuestra Vida eterna cuando pensamos con el Espíritu Santo o, de acuerdo con las leyes de este mundo, cuando pensamos con el ego. Ver T4.4 [48], T6.6.1 [61], T23.5, L167
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T27.2 EL CUADRO
DE LA CRUCIFIXIÓN
pár 9-10
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T27.2 [9] 45 Pero éstos no son realmente pecados14, sino testigos de la extraña creencia de que pecado y muerte son reales, y de que tanto la inocencia como el pecado acabarán igualmente en la tumba. 46 Si esto fuese verdad se tendrían ciertamente motivos para contentarse con ir en pos de alegrías pasajeras y disfrutar de cada pequeño placer cada vez que se le presente a uno la oportunidad. 47 No obstante, en este cuadro no se percibe el cuerpo como algo neutral y desprovisto de una meta en sí mismo. 48 Al contrario, se convierte en el símbolo del reproche, el signo de la culpa, cuyas consecuencias siguen estando a la vista, de manera que jamás pueda negarse la causa.
T27.2 [10] 49 Tu función consiste en probar a tu hermano que el pecado realmente no puede tener causa15. 50 Por eso, ¡cuán deprimente tiene que ser verte a ti mismo como una imagen de la prueba de que lo que tu función realmente es nunca podrá ser! 51 En cambio, la imagen que ofrece el Espíritu Santo no convierte al cuerpo en lo que realmente no es. 52 Sólo elimina de él todo vestigio de acusación y reproche. 53 Al representársele como algo carente de un propósito real, al cuerpo no se le puede considerar realmente ni enfermo ni saludable, ni bueno ni malo. 54 No da lugar a que pueda ser juzgado16, en modo alguno. 55 No tiene realmente vida, pero tampoco está muerto. 56 Es ajeno a cualquier experiencia de Amor o de miedo. 57 Por el momento no da testimonio de nada, al no tener un propósito determinado y encontrarse la mente libre otra vez para decidir qué debe hacer ese propósito17. 58 Ahora el cuerpo no está condenado, sino a la espera de que se le dé un propósito, de modo que pueda realizar la función que se le encomendará.
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14 El pecado de todos los pecados fue la diminuta idea alocada de que el Hijo podía separarse de Su Padre y crear por su cuenta, idea que se coló en la Eternidad, donde Todo es Uno, y de la que el Hijo de Dios olvidó reírse. Por haberlo olvidado, ese pensamiento se convirtió en una idea seria, capaz de lograr algo y tener efectos aparentemente reales, como fue la hechura del tiempo y del espacio y de todo lo que éstos contienen, regidos como están por las leyes de la evolución y escasez. Ver T27.9 [82]
15 … porque Dios no lo creó.
16 … por el Espíritu Santo
17 El propósito del Espíritu Santo: 1) es que aprendamos a pensar, percibir y actuar cada vez más con Él y cada vez menos con el ego, de manera de liberar el Amor de Dios en nosotros para que reverbere en todo lo que pensemos y hagamos; 2) es —por medio del perdonar y de extender milagros a otro— experimentar en nuestro fuero interno el Alma del otro;, 3) es, en la relación santa, reconocer a nuestro verdadero Yo, Cristo, en Quien todas las Almas perfectas y eternas —que realmente somos— están unificadas como Una; 4) es liberarnos del pensar del ego para poder regresar aquí, al reflejo del eterno Presente de la Unicidad de Dios, de la Que realmente nunca nos hemos separado; 5) es buscar y hallar en el otro y en los demás, el reflejo aquí del eterno Amor que Dios y Su Hijo comparten en el Cielo, extendiendo así la Creación; 6) es aprender a dar paz para tener paz, porque la paz es la condición aquí para alcanzar el conocimiento, porque esa es la condición para entrar en el mundo real. Ver T7.4 [23], T8.4 [22], T11.8 [65], T17.7, T17.9 [74], T25.2 [9], T26.10 [84]
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T27.2 EL CUADRO
DE LA CRUCIFIXIÓN
pár 11-12
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T27.2 [11] 59 En este espacio vacío18 —del que la meta de pecar ha sido erradicada— se puede recordar libremente al Cielo. 60 Aquí, Su paz puede venir y la perfecta curación19 reemplazar a la muerte. 61 El cuerpo puede devenir en símbolo de Vida, en promesa de redención20 y en hálito de inmortalidad para los que están cansados de respirar el fétido hedor de la muerte. 62 Permite que curar21 sea su propósito. 63 Así, pregonará el mensaje que recibió y, mediante su salud y belleza, proclamará la Verdad22 y el valor de lo que verdaderamente representa. 64 Deja que reciba el poder de representar23, una Vida sin fin, eternamente libre por siempre de ataques. 65 Y a tu hermano permite que el mensaje del cuerpo sea: "Mírame, hermano, estoy vivo gracias a ti".
T27.2 [12] 66 La manera más fácil de permitir que esto se cumpla es simplemente ésta: no permitas al cuerpo tener ningún propósito proveniente del pasado, cuando estabas seguro de saber que su propósito era fomentar la culpa. 67 Pues esto reafirma que tu imagen enfermiza es un símbolo duradero de lo que el cuerpo representa. 68 Esto no deja resquicio alguno para darle una perspectiva diferente, un propósito distinto. 69 Tú no sabes cuál es su verdadero propósito. 70 Lo único que hiciste fue darle la ilusión de un propósito a una cosa hecha por ti para ocultar tu verdadera función de ti mismo. 71 Esta cosa sin un propósito verdadero no puede ocultar la función que el Espíritu Santo te encomendó. 72 Así pues, permite que el propósito del cuerpo y tu función se reconcilien finalmente y se vean como una misma cosa.
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18 … en el fuero interno de tu espíritu, que es la parte de tu mente que todavía puede comunicarse con Dios por medio del Espíritu Santo,
19 Curación es el estado mental que se logra al final del proceso de curar en el que nuestra mente —ahora pensando y percibiendo con el Espíritu Santo— es llevada al mundo real y a la unión con todas las demás mentes en la experiencia de Cristo; y en el instante santo de esa experiencia, ella se cura de la creencia en la realidad del tiempo y del espacio, del pensar del ego, en la que somos cuerpos separados unos de otros y de Dios. Ver T2.3, T5, T8.9, T13.2, T17, M22, M23
20 La redención es lo que pone fin a la crucifixión del Hijo de Dios cuando, pensando con el Espíritu Santo, perdonamos al otro y extendemos los milagros que nos sugiere el Espíritu Santo. Ver T12.3, M28
21 Curar (o curación como proceso), cuando se piensa y se percibe con el ego, es el proceso por el cual tratamos de curar al cuerpo y/o a la mente de lo que se percibe que es una enfermedad. Pero cuando decidimos pensar con el Espíritu Santo, curar es el proceso por el cual queremos curar en nuestra mente la creencia en la realidad del tiempo y del espacio, en la que somos cuerpos separados unos de otros y de Dios. Para ello, cada uno acepta el Redimir para sí mismo y se pone seria y consecuentemente a perdonar y a extender milagros, entablando así relaciones santas con todos. Este proceso llevará nuestra Alma a los instantes santos del mundo real y a la unión con todas las demás Almas en la experiencia de Cristo. El último paso —el de despertarnos conjuntamente con todos a la Realidad Que queremos creer que realmente nunca habíamos abandonado— lo dará Dios Mismo, completándose así la curación de nuestra mente de su creencia en la enfermedad de la separación y en todas las secuelas que ésta trajo consigo. Ver T2.3 [69], T4.9 [106], T5.3 [18], T19.2, L137, L139
22 La Verdad, con mayúscula —que realmente no soy un cuerpo sino un Alma, Tal como Dios me creó— según el Curso, no se puede describir ni tampoco explicar; sólo puede experimentarse en nuestro fuero interno, en un instante santo del mundo real, al haber logrado perdonar totalmente a otro y haber unificado su Alma con La tuya en Cristo. En esto radica aquí, la paz de Dios. En minúscula, es la verdad del ego, cuyo sistema de pensamiento está basado en la percepción de que el tiempo y del espacio y todo lo que estos contienen son reales, están regidos por las leyes de la evolución y escasez, y constituyen la única y verdadera realidad. Ver T7.5, T14, T30.5
23 … el reflejo aquí de
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