Separas al soñador de su sueño y te unes al soñador como uno pero deja ir al otro.
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T28.5 [38] 11 Hay un modo de encontrar certeza aquí mismo, y ahora. 12 Rehúsa pensar que formas parte de los sueños de miedo, sean cuales fueren sus formas, pues si no lo haces perderás tu identidad7 en ellos. 13 Te encontrarás a ti mismo cuando te niegues a aceptar que tales sueños te causan o proporcionan8 efectos. 14 El modo de hacerlo es separarte de ellos9, pero sin apartarte del que los sueña. 15 De esta manera, separas en tu mente al soñador10 de su sueño y11 te unes al soñador como uno12, pero dejando ir al segundo, el sueño. 16 El sueño no es más que una ilusión13 de la mente. 17 Y es con la mente14 con lo que quieres unirte, nunca con el sueño. 18 Fíjate que es al sueño al que le tienes miedo, no a la mente. 19 Tú los ves como si fuesen la misma cosa porque piensas que no eres sino un sueño. 20 Y así, no sabes lo que es real o lo que es sólo una ilusión en ti mismo, ni puedes distinguir entre una y otra cosa15.
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UCSM TEXTO
CH 28 DESHACER EL MIEDO
T28.5 LA UNIÓN MAYOR
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Un Curso Sobre Milagros
edición original
Libro de Lecciones
P A R T E 2
¿Qué es EL MUNDO REAL? pár 1-5
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LTe.8 (-L291).1 1 El mundo real —como todo lo demás que la percepción1 ofrece— es un símbolo. 2 No obstante, representa lo opuesto de lo que tú hiciste. 3 A tu mundo se le mira a través de los ojos del miedo2, lo cual trae a tu mente los testigos del terror. 4 El mundo real no puede ser percibido excepto a través de ojos que el perdón bendice3, de manera que ven un mundo4 donde el terror es imposible5 y donde no se puede encontrar ningún testigo del miedo6.
LTe.8 (-L291).2 5 El mundo real te ofrece una contrapartida para cada pensamiento de infelicidad que se ve reflejado en tu mundo; una corrección segura para las escenas de miedo y los clamores de batalla que lo pueblan. 6 El mundo real muestra un mundo que se mira de otra manera: a través de ojos serenos y con una mente en paz. 7 Allí sólo se descansa. 8 No se oyen gritos de dolor o de pesar, pues no ha quedado nada que no haya sido perdonado. 9 Y lo que se ve es apacible, 10 pues sólo escenas y sonidos felices pueden alcanzar la mente que se ha perdonado a sí misma.
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1 Percepción: En el eterno Presente de la Unicidad de Dios —Que es donde realmente estamos todos como Almas perfectas y eternas, unificadas como Una en Cristo, el Hijo único, Quien es Uno con Su Padre— la percepción no existe, porque el Conocimiento nos hace saber y experimentar que Todo es Uno y, por consiguiente, no hay nada que percibir. Pero en la separación, cuando pensamos con el ego, la percepción es el proceso fundamental para sobrevivir por el cual nuestra razón, lógica y sentido común interpretan, juzgan, seleccionan y evalúan la información recibida por nuestros sentidos de la realidad del tiempo y del espacio y de todo lo que éstos contienen, regidos como están por las leyes de la evolución y escasez. El Curso la define como "Percepción equivocada". Y, cuando habiendo decidido pensar con el Espíritu Santo, hemos aceptado el Redimir para nosotros mismos, perdonado y extendido los milagros que nos ha sugerido el Espíritu Santo, estudiado y aplicado al menos una vez las Lecciones del Curso, nuestra "Percepción verdadera" gradualmente nos va a llevar al mundo real —que es la meta del Curso—donde, en nuestro fuero interno, experimentaremos el reflejo aquí de la Unicidad de Dios, donde sólo hay Amor, paz y alegría. Ver T3.4, T3.5, T10.7, T13, T14.6 [46], L134, M5.3.1, M19.5
2 El miedo es la motivación primordial del sistema de pensamiento del ego, constituye un síntoma de tu profundo sentido de ser atacado y de pérdidas pasadas, presentes y futuras. Pero cuando has aceptado el Redimir para ti mismo, perdonado y extendido los milagros que te ha sugerido el Espíritu Santo y, con la visión de Cristo, aceptas solamente los pensamientos amorosos de todos, considerando todo lo demás como pedimentos de ayuda, Él te enseñará que el miedo —tanto en ti como en los demás— es realmente un pedido de ayuda. Ver T8.9 [82], T8.10 [90], T8.10 [94]
3 La visión de Cristo es, en un instante santo en mi fuero interno, la que mira más allá del cuerpo de la persona que quiero perdonar y, cuando logro acceder al mundo real, ve su Alma perfecta y eterna, Una con La mía, en la experiencia de Cristo, nuestra verdadera Identidad. Basado en esa experiencia, cada vez que decida pensar con el Espíritu Santo, es decir, pensar con mi mente acertada, voy a percibir el mundo de otra manera, en la que, en mi fuero interno, no hay nada que no justifique perdonar completamente, extender los milagros que sugiera el Espíritu Santo y unirme a esa y otras personas, en relaciones santas. Ver T11.7, T12.5 [42]
4 … el reflejo aquí de Nuestra Unicidad, con mayúscula es sencillamente la idea de que Dios, en el eterno Presente del Cielo, está creando a Su único Hijo en un pensamiento de Amor o Espíritu Santo, Amor que se profesan eternamente Uno al Otro en perfecta armonía y alegre concordia. En minúscula, aquí, en nuestra mente acertada o espíritu, unicidad es la idea nacida del anhelo natural de, amorosamente, unificar todas nuestras Almas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios, en una experiencia en nuestro fuero interno, que nos dice que realmente no estamos solos, aislados y separados unos de otros, ni desamparados —como la percepción de nuestros cuerpos que el ego nos quiere hacer ver y creer— sino que realmente somos Uno con Dios en las perfectas Paz y Alegría de Su eterna Unicidad, arropados por el Amor o Espíritu Santo. Ver T8.5 [38], T10.2 [15], T26.2
5 … porque Todo es Uno con Dios
6 … porque en la Unicidad, donde sólo hay Amor, no hay ninguna individualidad del Hijo de Dios, ni fraccionada ni separada de Dios.
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P A R T E 2
¿Qué es EL MUNDO REAL?
pár 3-5
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LTe.8 (-L291).3 11 ¿Qué necesidad tiene una mente que ha sido perdonada de esa forma, de pensar pensamientos de muerte, ataques y asesinatos en los que se muere, se ataca y se mata? 12 ¿Qué otra cosa puede percibir a su alrededor que no sea seguridad, Amor y alegría? 13 ¿Qué podría haber que ella quisiese condenar?; ¿y contra qué querría juzgar? 14 El mundo que ve emana de una mente que está en paz consigo misma. 15 No ve peligro en nada de lo que ve, pues es bondadosa, y lo único que quiere ver es bondad.
LTe.8 (-L291).4 16 El mundo real es el símbolo que anuncia a las pesadillas —en las que se peca y se siente uno culpable— que les ha llegado su fin y que el Hijo de Dios ha despertado. 17 Y sus ojos7, abiertos ahora, perciben el inequívoco reflejo del Amor de Su Padre, la infalible promesa de que ha sido redimido. 18 El mundo real representa el final del tiempo, le llegó su fin, pues su percepción hace que el tiempo no tenga razón de ser.
LTe.8 (-L291).5 19 El Espíritu Santo no tiene necesidad del tiempo una vez que éste ha servido Su propósito. 20 Ahora sólo espera ese único instante más para que Dios dé el paso final y el tiempo haya desaparecido8, habiéndose llevado consigo la percepción y dejando solamente a la Verdad9 para ser Ella Misma. 21 Ese instante es nuestra meta, pues contiene la memoria de Dios10. 22 Y cuando observemos un mundo perdonado, será Él Quien nos llame y nos vendrá a buscar para llevarnos a casa, recordándonos nuestra Identidad, la Cual nos restituyó nuestro perdonar11.
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7 … internos, en el espíritu, mirando con la visión de Cristo,
8 … en tu espíritu, pensando con el Espíritu Santo
9 La Verdad, con mayúscula —que realmente no soy un cuerpo sino un Alma, Tal como Dios me creó— según el Curso, no se puede describir ni tampoco explicar; sólo puede experimentarse en nuestro fuero interno, en un instante santo del mundo real, al haber logrado perdonar totalmente a otro y haber unificado su Alma con La tuya en Cristo. En esto radica aquí, la paz de Dios. En minúscula, es la verdad del ego, cuyo sistema de pensamiento está basado en la percepción de que el tiempo y del espacio y todo lo que estos contienen son reales, están regidos por las leyes de la evolución y escasez, y constituyen la única y verdadera realidad. Ver T6.6.3 [94], T7.5, T14, T23.2 [13], T29.8
10 El residuo bendito es la memoria o reflejo que llevamos en lo profundo de nuestro subconsciente, del arropamiento del Amor de Dios a todos cual Almas, unificadas como Una en Cristo, Su único Hijo, en Su eterna Unicidad. Este reflejo se nos manifiesta en nuestro fuero interno mediante impulsos caritativos, compasivos, de compartir, de amor o amistad desinteresados que de vez en cuando emergen de nuestro subconsciente, y que sólo podemos tomar en serio cuando nos ponemos a pensar con el Espíritu Santo en nuestro espíritu (o mente acertada), que es la parte de nuestra mente que todavía puede comunicarse con Dios por medio del Espíritu Santo. Ver T5.7 [60] 7, T8.5 [33], T12.3 [11], T18.11 [98], T28.2
11 Perdonar forma parte del proceso de aceptar el Redimir para sí mismo. En un primer paso, acepto que la causa de mis sufrimientos y dolor no se encuentra en el otro, en los demás, en el mundo, en un dios castigador, o en el destino, sino en mi mente separada que por estar pensando con el ego —hacedor de toda esta realidad en la que creo vivir— es su guionista. El segundo paso sucede cuando el Espíritu Santo me sugiere: "decide de nuevo", y hago algo respecto a ese otro al que he estado tratando de perdonar. El tercer paso se da cuando en mi fuero interno, me doy cuenta de que realmente no tengo nada que perdonarle, ni a él ni a nadie, porque en la Realidad —que es Donde quiero creer que realmente están todas nuestras Almas, unificadas como Una en Cristo— sólo hay Amor. El último paso se da en un instante santo del mundo real, cuando habiendo logrado perdonar totalmente a ese otro, voy a vivir la divina experiencia de Cristo o de Amor de la unión de su Alma con la Mía, unión que se va a extender a todas las demás Almas, ya que realmente hay una sola. Esta experiencia es la que nos lleva a todos los que fueron, son y serán, a las puertas del Cielo. Ver T16, T17.7, T29.7, L121. L122, LTe.1 (-221)
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Un Curso Sobre Milagros
edición original
Libro de Lecciones
L E C C I Ó N 300
Este mundo dura
tan sólo un instante.
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L300.1 1 Éste es el pensamiento que puede utilizarse para expresar que la muerte1 y el pesar es lo que con certeza espera a todo aquel que viene aquí. 2 Pues sus alegrías desaparecen antes de que puedan ser suyas, o incluso de haber tomado conciencia de ellas. 3 Pero es también la idea que no permite que ninguna percepción2 falsa nos mantenga bajo su yugo, ni que represente más que una nube pasajera en un firmamento que en realidad es eternamente sereno. 4 Y es esta serenidad clara, obvia y segura, la que buscamos hoy.
L300.2 5 Padre, hoy vamos en busca de Tu santo mundo. 6 Pues nosotros, Tus Hijos amorosos, hemos perdido el rumbo por un momento. 7 Pero hemos escuchado Tu Voz y hemos aprendido exactamente lo que tenemos que hacer para que se nos restaure el Cielo y nuestra verdadera Identidad3. 8 Y hoy damos gracias porque el mundo no dura más que un solo instante. 9 Queremos ir más allá de ese ínfimo instante y llegar a la Eternidad.
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1 Cuando pensamos con el ego, la muerte es el final de la vida aquí, pues, según él, ésta no es otra cosa que nacer, crecer, envejecer, perder vitalidad y, finalmente, morir. Eso lo confirma el hecho de que nadie ha regresado de la muerte para contar su historia… Pero, cuando pensamos con el Espíritu Santo, queremos creer que la muerte no es nada y, cuando nuestro cuerpo haya fallecido y, con él, nuestros sueños hayan desaparecido, sabremos que, como Almas, unificadas todas como Una en Cristo, el único Hijo de Dios, seguimos siendo Uno con Dios en el eterno Presente de Su Unicidad, en perpetua Armonía y alegre Concordia. Ver T9.11 [96], T10.2 [13], L163, M27
2 Percepción: En el eterno Presente de la Unicidad de Dios —Que es donde realmente estamos todos como Almas perfectas y eternas, unificadas como Una en Cristo, el Hijo único, Quien es Uno con Su Padre— la percepción no existe, porque el Conocimiento nos hace saber y experimentar que Todo es Uno y, por consiguiente, no hay nada que percibir. Pero en la separación, cuando pensamos con el ego, la percepción es el proceso fundamental para sobrevivir por el cual nuestra razón, lógica y sentido común interpretan, juzgan, seleccionan y evalúan la información recibida por nuestros sentidos de la realidad del tiempo y del espacio y de todo lo que éstos contienen, regidos como están por las leyes de la evolución y escasez. El Curso la define como "Percepción equivocada". Y, cuando habiendo decidido pensar con el Espíritu Santo, hemos aceptado el Redimir para nosotros mismos, perdonado y extendido los milagros que nos ha sugerido el Espíritu Santo, estudiado y aplicado al menos una vez las Lecciones del Curso, nuestra "Percepción verdadera" gradualmente nos va a llevar al mundo real —que es la meta del Curso—donde, en nuestro fuero interno, experimentaremos el reflejo aquí de la Unicidad de Dios, donde sólo hay Amor, paz y alegría. Ver T3.4, T3.5, T10.7, T13, T14.6 [46], L134, M5.3.1, M19.5
3 Identidad, con mayúscula, es el eterno Yo de Cristo, el único Hijo de Dios, en Quien todos, como Almas unificadas como Una, somos realmente Uno con Dios. En minúscula, es la identidad del ego. Pero cuando decidimos pensar y percibir con el Espíritu Santo, nuestra identidad se convierte en el reflejo aquí de la Identidad de Cristo, el Hijo único de Dios Que realmente somos. Ver T7.10 [97], T20.9, LTE.14 (-L351)
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Un Curso Sobre Milagros
edición original
Texto
Capítulo 28
DESHACER EL MIEDO
T28.5 LA UNIÓN
MAYOR pár 37-46
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T28.5 [37] 1 Aceptar el Redimir1 para ti mismo significa no prestar apoyo a los sueños de enfermedad y muerte de otro. 2 Significa que no compartes su deseo de separarse, ni le dejas que vuelva sus ilusiones contra sí mismo. 3 Pero tampoco quieres que, a la inversa, se vuelvan contra ti. 4 De esta manera, no van a producir ningún efecto real. 5 Y tú te vas a liberar de los sueños de dolor, porque le2 dejas ser. 6 Pero, a menos que3 lo ayudes, sufrirás con él ya que, entonces, ése será tu deseo4. 7 Y te convertirás en protagonista de su sueño de dolor, tal como él lo será del tuyo. 8 De este modo, ambos se convertirán en ilusiones y carecerán de5 identidad. 9 Tú podrás ser cualquier persona o cosa, dependiendo de a quién pertenezca el sueño de maldad que vayas a compartir. 10 En todo caso, de una sola cosa puedes estar seguro: eres malo, pues compartes sueños de miedo6.
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1 Aceptar para sí mismo el Redimir —siempre con mayúscula— es un acto de Amor; es reconocer el Alma del que perdonamos; es haberse decidido a pensar cada vez más "nos" con el Espíritu Santo y cada vez menos "yo", "yo", "yo" con el ego; es el acto de compartir desinteresadamente; es querer creer que la separación nunca ocurrió y, por lo tanto, no somos cuerpos sino realmente las Almas perfectas y eternas unificadas como Una en Cristo, el Hijo único Que Dios creó; es dejar de creer en la realidad del ego y querer creer en la Realidad, el eterno Presente de la Unicidad con Dios; es siempre una manera de escapar del miedo. Ver T2.2 [36], T2.5 [86, 103], T3.3, T5.3, L139
2 … como ego,
3 … pensando con el Espíritu Santo
4 … como ego, con el que estás pensando y creyendo en su realidad…
5 … según el Espíritu Santo, de una verdadera
6 El miedo es la motivación primordial del sistema de pensamiento del ego, constituye un síntoma de tu profundo sentido de ser atacado y de pérdidas pasadas, presentes y futuras. Pero cuando has aceptado el Redimir para ti mismo, perdonado y extendido los milagros que te ha sugerido el Espíritu Santo y, con la visión de Cristo, aceptas solamente los pensamientos amorosos de todos, considerando todo lo demás como pedimentos de ayuda, Él te enseñará que el miedo —tanto en ti como en los demás— es realmente un pedido de ayuda. Ver T8.9 [82], T8.10 [90], T8.10 [94]
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T28.5 LA UNIÓN
MAYOR
pár 38-39
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T28.5 [38] 11 Hay un modo de encontrar certeza aquí mismo, y ahora. 12 Rehúsa pensar que formas parte de los sueños de miedo, sean cuales fueren sus formas, pues si no lo haces perderás tu identidad7 en ellos. 13 Te encontrarás a ti mismo cuando te niegues a aceptar que tales sueños te causan o proporcionan8 efectos. 14 El modo de hacerlo es separarte de ellos9, pero sin apartarte del que los sueña. 15 De esta manera, separas en tu mente al soñador10 de su sueño y11 te unes al soñador como uno12, pero dejando ir al segundo, el sueño. 16 El sueño no es más que una ilusión13 de la mente. 17 Y es con la mente14 con lo que quieres unirte, nunca con el sueño. 18 Fíjate que es al sueño al que le tienes miedo, no a la mente. 19 Tú los ves como si fuesen la misma cosa porque piensas que no eres sino un sueño. 20 Y así, no sabes lo que es real o lo que es sólo una ilusión en ti mismo, ni puedes distinguir entre una y otra cosa15.
T28.5 [39] 21 Al igual que tú, tu hermano cree ser un sueño. 22 No compartas con él esa ilusión sobre sí mismo16 pues, si lo haces, tu identidad dependerá de su realidad. 23 Más bien, piensa que él es una mente en la que todavía persisten ilusiones, pero una mente que es fraternal para ti. 24 Él no es un hermano hecho por lo que él sueña, como tampoco su cuerpo —el "héroe" del sueño— es tu hermano. 25 Es Su Realidad17 la que es tu hermano, tal como la Tuya es para Él. 26 Tu mente y la suya están realmente unidas en hermandad18. 27 Su cuerpo y sus sueños tan sólo aparentan abrir una pequeña brecha en la que tus sueños se han unido a los suyos.
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7 Identidad, con mayúscula, es el eterno Yo de Cristo, el único Hijo de Dios, en Quien todos, como Almas unificadas como Una, somos realmente Uno con Dios. En minúscula, es la identidad del ego. Pero cuando decidimos pensar y percibir con el Espíritu Santo, nuestra identidad se convierte en el reflejo aquí de la Identidad de Cristo, el Hijo único de Dios Que realmente somos. Ver T7.10 [97], T20.9, LTE.14 (-L351)
8 … realmente
9 … mentalmente
10 … que eres tú cuando piensas con el ego, que es lo que haces casi todo el tiempo…
11 … decidiéndote a pensar con el Espíritu Santo,
12 … como reflejo aquí de Cristo, en Quien todos como Almas, somos realmente Uno, y Quien es Uno con Dios en Su eterna Unicidad.
13 Ilusión o fantasía es todo lo "hecho" por nuestro ego primario, producto de aquella diminuta idea alocada que era posible al Hijo separarse de la Unicidad de Dios, y ponerse a crear por su cuenta, pero sin perder el Amor que Dios le daba, locura que se adentró en la Eternidad, Donde Todo es Uno con Dios, y de la que el Hijo de Dios olvidó reírse y que, a causa de haberlo enviado al olvido, ese pensamiento se convirtió en una idea seria, capaz de lograr algo, así como de tener efectos reales, entre los cuales están la hechura del tiempo, del espacio, y de todo lo que éstos contienen, incluyendo la expansión y fragmentación de todo casi al infinito, regidos por las leyes de la evolución y escasez. Ver T8.5 [41], T16
14 … como reflejo aquí de la Mente de Dios Que es Una,
15 … mientras sigas pensando con tu ego y su razonamiento, lógica y sentido común…
16 … al considerarlo como una individualidad más separada de la tuya
17 … como Cristo, 1) es la idea que resuelve el aparente dilema en el Curso, que por un lado, reza: "Dios creó a un solo Hijo, y no creó más nada" y, por el otro, "la Filiación es la suma de todas las Almas creadas por Dios.", dilema que resuelve el proceso de extender el milagro: "Un milagro hace que las Almas sean una en Cristo."; 2) en mi fuero interno, es la divina experiencia de mi mente acertada o espíritu en un instante santo del mundo real, de la unión con el Alma del otro(a) por haberlo(a) perdonado completamente, experiencia de Amor que se extiende a las Almas de todos los que fueron, son y serán, como reflejo aquí del eterno Presente de la Unicidad de Dios con Su Hijo único, en cuya Alma, todos —como las Almas perfectas y eternas unificadas que realmente somos— somos Uno. Ver T1.1.19 [19], [45] y [48], T2.2 [20], T30.6 [63], T31.1 [9]
18 … tienen la misma Alma perfecta y eterna…
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T28.5 LA UNIÓN
MAYOR
pár 40
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T28.5 [40] 28 Y, no obstante, entre las mentes de ustedes realmente no existe ninguna brecha19. 29 Así, unirte a sus sueños es realmente no unirte a él, pues sus sueños quieren separarlo de ti20. 30 Por consiguiente, libéralo afirmando sencillamente tu hermandad con él21, y no con los sueños de miedo22. 31 Déjalo que reconozca quién es realmente, negándote a apoyar sus ilusiones con tu fe23 pues, si lo haces, tendrás fe en las tuyas. 32 Al tener fe en las tuyas, él no será liberado y tú serás esclavo de sus sueños. 33 Y sueños de terror vendrán a rondar la pequeña brecha, poblada únicamente por las ilusiones que fomentaste en las mentes de ambos24.
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19 La Mente, con mayúscula, se refiere a la Mente o el Pensar de Dios o de Su Hijo o de Cristo, y representa el agente que activa al Alma (o Espíritu), aportándole su energía creadora o Amor. En la separación, la mente del Hijo separado parece tener tres partes: 1) El espíritu, que es la parte que todavía puede comunicarse con Dios por medio del Espíritu Santo, Quien se nos manifiesta por medio de impulsos amorosos y revelaciones; 2) el ego, que recibe del ego primario en la fuente de la separación, los impulsos de vida y de sobrevivencia, los cuales, al ser procesados por nuestro cerebro —subconsciente o conscientemente— dan vida a nuestro cuerpo y nutren a nuestra razón, lógica y sentido común de lo necesario para defendernos y sobrevivir; y 3) el decididor, que es lo que en nosotros decide todo el tiempo si pensar con el ego —que es lo que hacemos "usualmente"— o con el espíritu. Ver T7.3, T19.2, T25.5, L45, L165.
20 … según lo mandan las leyes de la evolución y escasez…
21 … por medio del perdón y de la extensión de los milagros que te sugiera el Espíritu Santo,
22 … los intercambios habituales entre individualidades: El especialismo es la forma habitual de pensar de la individualidad nacida de la diminuta idea alocada del Hijo de Dios que pensó que podía separarse de Su Padre y "hacer cosas" por su cuenta. Al haber olvidado reírse de semejante idea, el pensamiento se convirtió en una idea seria de la que, entre otras cosas, resultó la ilusión de la hechura del tiempo y del espacio y de todo lo que éstos contienen, regidos por las leyes de la evolución y de la escasez. En esta realidad, el ego, es el deseo de cada ser humano de estar separado y lo más arriba posible por encima de los demás seres humanos, de poseer más y ser más que ellos, por el convencimiento de que es merecedor — por encima y hasta en contra de los demás— de las escasas cosas buenas y transitorias que ofrece el mundo. Ningún precio es demasiado alto para obtenerlas, y las busca afanosamente en relaciones especiales en las que otros aparentemente le ofrecen amor, amistad y aprecio especiales, así como también a veces, la entrega de sus cuerpos y/o mentes igualmente especiales y, con ellos, de lo que poseen que nuestro ego cree que le hace falta. Pero el especialismo nunca puede amar, apreciar o compartir de verdad, ya que por sí mismo constituye una traición y un ataque contra la eterna y amorosa Unicidad de Dios con Su único Hijo, Cristo, en Quien todas nuestras Almas perfectas y eternas están unificadas como Una. En consecuencia, el especialismo va a desconfiar de todos, al considerarlos como potenciales atacantes o competidores, y por eso, no se le va a escapar ninguna falta o error que puedan cometer; además de atacar a los que entre ellos, directa o indirectamente, interfieran o se opongan a sus designios interesados. Ver T16.6, T24, T27.9 [82]-[83]
23 … en la realidad del ego: El ego es —en el eterno Presente de la de la Unicidad de Dios, donde nuestras Almas perfectas están unificadas como Una en Cristo, Su único Hijo—el pensar individual que adentró la diminuta idea alocada de que el Hijo podía separarse de Dios, y crear por su cuenta. Al haber el Hijo olvidado reírse de su locura, ésta se convirtió en una idea seria, capaz de lograr algo y tener efectos reales, tales como "hacer" el tiempo, el espacio, y todo lo que estos contienen, regidos por las leyes de la evolución y de la escasez; es la substitución de la Verdad por la ilusión, de lo Infinito por lo temporal, de la Vida por la muerte, de la Completitud por la fragmentación; es la voluntad egoísta opuesta a la Voluntad de Amor de Dios; es la otra parte de nuestra mente que cree ser una mente individual y egoísta, oculta dentro de un trocito de barro, separada de las demás mentes, contra las cuales, en relaciones especiales, compite caótica e interminablemente hasta la muerte del cuerpo. Ver T3.6, T4.3, T4.6, T10, LTe.12 (-L331)
24 … al seguir empeñado en pensar con el ego y creer en su realidad del tiempo y del espacio, y de todo lo que éstos contienen…
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T28.5 LA UNIÓN
MAYOR
pár 41-42
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T28.5 [41] 34 Ten la seguridad de que si haces tu parte25 él hará la suya, pues se te unirá allí donde tú estés26. 35 No lo invites a unirse a ti en la brecha que hay entre ustedes pues, si lo haces, creerás que ésa es tu realidad así como la de él. 36 Tú no puedes hacer su parte por él, pero eso es precisamente lo que haces cuando te vuelves una figura pasiva en su sueño, en vez de ser el soñador de los tuyos27. 37 La identidad en los sueños carece de significado, porque soñador y sueño son la misma cosa. 38 Por eso, el que comparte un sueño tiene necesariamente que ser él mismo el sueño que está compartiendo, porque al compartir se produce una causa.
T28.5 [42] 39 Si compartes confusión es porque estás confundido, pues en la brecha no existe un yo estable. 40 Ahí, lo que es lo mismo parece ser diferente, porque lo que es realmente lo mismo aparenta ser disímil. 41 Sus sueños son los tuyos porque tú permites que lo sean. 42 Pero si te quitaras de encima los tuyos, él se liberaría, no solamente de ellos, sino también de los propios. 43 Tus sueños dan testimonio de los suyos, y los suyos atestiguan la Verdad de los tuyos28. 44 No obstante, si ves que en los tuyos realmente no hay verdad, sus sueños desaparecerán frente a sus ojos29, y él comprenderá30 quién fue el hacedor del sueño.
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25 … de aceptar el Redimir para ti mismo, perdonar y extender los milagros que te sugiera el Espíritu Santo,
26 … en tu espíritu o en tu ego: En la separación, la mente del Hijo separado parece tener tres partes: 1) El espíritu, que es la parte que todavía puede comunicarse con Dios por medio del Espíritu Santo, Quien se nos manifiesta por medio de impulsos amorosos y revelaciones; 2) el ego, que recibe del ego primario en la fuente de la separación, los impulsos de vida y de sobrevivencia, los cuales, al ser procesados por nuestro cerebro —subconsciente o conscientemente— dan vida a nuestro cuerpo y nutren a nuestra razón, lógica y sentido común de lo necesario para defendernos y sobrevivir; y 3) el decididor, que es lo que en nosotros decide todo el tiempo si pensar con el ego —que es lo que hacemos "usualmente"— o con el espíritu. Ver T7.3, T19.2, T25.5, L45, L165.
27 … tomando responsabilidad por todo lo que hizo nuestro El yo primario de mi ego empezó cuando en la Eternidad, Donde Todo es Uno con Dios, se adentró una diminuta idea alocada, de la que el Hijo de Dios olvidó reírse. A causa de haberlo enviado al olvido, ese pensamiento —el yo de mi ego primario— se convirtió en una idea seria, capaz de lograr algo, así como de tener efectos reales tales como, entre otras cosas, la hechura del tiempo y del espacio, y de todo lo que éstos contienen, incluyendo la pizca de polvo cósmico que llamamos Tierra y, sobre ella, nuestro cuerpo individual separado de los demás cuerpos y compitiendo interminablemente con ellos. Ver: T27.9 [82]
28 … sea que quieras creer en Ella o no: La Verdad, con mayúscula, según el Curso, no se puede describir ni tampoco explicar; sólo puede experimentarse, en un instante santo del mundo real en nuestro fuero interno, al haber logrado perdonar totalmente a otro y haberlo visto con la visión de Cristo. En esto radica aquí, la paz de Dios. Sus condiciones son querer creer que: 1) Dios existe, es perfecto y eterno, y en Su Pensamiento de Amor o Espíritu Santo, nos creó a todos —sin excepción y a Su Semejanza— Almas perfectas y eternas, unificadas como Una en Cristo, Su único Hijo, Cristo, con Quien es Uno en la perpetua Armonía y alegre Concordia del Amor que Se profesan Uno a Otro en el eterno Presente de Su Unicidad; 2) Dios no creó más nada. 3) Por eso, nada de Ésta, Nuestra verdadera Realidad, puede ser amenazado, nada que no sea Ella, realmente existe. 4) En esto radica aquí, la paz de Dios. En minúscula, la verdad es la verdad del ego, cuyo sistema de pensamiento está basado en la creencia de que la percepción que tiene del tiempo y del espacio, y de todo lo que estos contienen, es que son reales, están regidos por las leyes de la evolución y escasez, y constituyen su única y verdadera realidad. Ver T6.6.3 [94], T7.5, T14, T23.2 [13], T29
29 … ahora "espirituales",
30 … consciente o subconscientemente…
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T28.5 LA UNIÓN
MAYOR
pár 43-44
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T28.5 [43] 45 El Espíritu Santo está realmente en las mentes de ustedes dos, y Él es Uno porque no hay brecha que separe Su Unicidad de Sí Mismo. 46 La brecha que separa los cuerpos de ustedes no tiene importancia, pues lo que está unido en Él siempre es uno con Él. 47 Nadie puede estar realmente enfermo31 si otro acepta unirse a él. 48 Su deseo de ser una mente enferma y separada no podrá seguir vigente sin un testigo o una causa. 49 Y ambos desaparecen si alguien quiere unirse a él. 50 Él ha soñado que estaba separado de su hermano, quien, al no compartir su sueño con él, ha eliminado el espacio que había entre ellos. 51 Y el Padre viene a unirse a Su Hijo, con Quien el Espíritu Santo se unió.
T28.5 [44] 52 La función del Espíritu Santo es tomar la imagen hecha pedazos del Hijo de Dios, y volver a poner cada uno en su lugar. 53 Esta santa imagen — completamente curada– es la que el Espíritu Santo muestra a cada fragmento separado que cree ser una imagen en sí mismo. 54 A cada uno, le ofrece su verdadera identidad32 —representada por la imagen completada33— en vez del pedacito roto, que antes insistía en ser él. 55 Y, cuando vea esta imagen, se reconocerá a Sí Mismo. 56 Si no compartes el sueño de maldad de tu hermano, ésta será la imagen que el milagro colocará en la pequeña brecha, ahora limpia de todas las semillas de enfermedad y pecado. 57 Y ahí el Padre recibirá a Su Hijo, porque Su Hijo fue bondadoso consigo mismo.
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31 Mentalmente de la separación…
32 Identidad, con mayúscula, es el eterno Yo de Cristo, el único Hijo de Dios, en Quien todos, como Almas unificadas como Una, somos realmente Uno con Dios. En minúscula, es la identidad del ego. Pero cuando decidimos pensar y percibir con el Espíritu Santo, nuestra identidad se convierte en el reflejo aquí de la Identidad de Cristo, el Hijo único de Dios Que realmente somos. Ver T7.10 [97], T20.9, LTE.14 (-L351)
33 … que se puede ver internamente con La visión de Cristo es, en un instante santo en mi fuero interno, la que mira más allá del cuerpo de la persona que quiero perdonar y, cuando logro acceder al mundo real, ve su Alma perfecta y eterna, Una con La mía, en la experiencia de Cristo, nuestra verdadera Identidad. Basado en esa experiencia, cada vez que decida pensar con el Espíritu Santo, es decir, pensar con mi mente acertada, voy a percibir el mundo de otra manera, en la que, en mi fuero interno, no hay nada que no justifique perdonar completamente, extender los milagros que sugiera el Espíritu Santo y unirme a esa y otras personas, en relaciones santas. Ver T11.7, T12.5 [42]
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T28.5 LA UNIÓN
MAYOR
pár 45-46
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T28.5 [45] 58 "Padre, gracias te doy, porque sé que vendrás a cerrar34 cada pequeña brecha que hay entre los pedazos rotos de Tu santo Hijo. 59 Tu Santidad35, completa y perfecta, está en cada uno de esos pedazos. 60 Y éstos están realmente unidos, porque lo que está en uno, está en todos. 61 ¡Qué santo es el más diminuto grano de arena, cuando se le reconoce como parte de la completa imagen del Hijo de Dios! 62 Las formas que los pedazos rotos parecen adoptar no significan nada, 63 pues el Todo36 está realmente en cada uno. 64 Y cada aspecto del Hijo de Dios es exactamente igual a cada una de las demás partes".
T28.5 [46] 65 No te unas a los sueños de tu hermano, pero sí a él; y ahí donde te unas a Su Hijo, ahí estará el Padre. 66 ¿Quién busca substitutos, si percibe que no ha perdido nada? 67 ¿Quién querría disfrutar de los "beneficios" de la enfermedad37, cuando ha recibido la sencilla felicidad de la salud38? 68 Lo que Dios ha dado no puede ser una pérdida, y lo que no es de Él no produce efectos. 69 Por consiguiente, ¿qué vas a percibir en la brecha? 70 Las semillas de la enfermedad provienen de la creencia de que hay alegría en la separación y, por tanto, renunciar a ella constituiría un sacrificio. 71 Pero los milagros son el resultado que obtienes cuando no insistes en ver en la brecha lo que realmente no está ahí. 72 Tu disposición a abandonar las ilusiones es todo lo que requiere el Sanador39 del Hijo de Dios. 73 Él colocará el milagro de la curación donde antes se encontraban las semillas de la enfermedad. 74 Y no habrá pérdida, sino sólo ganancia.
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34 … por medio del Espíritu Santo en el espíritu de la mente de tu Hijo
35 Santidad, con mayúscula, es el Estado de perfecto Amor o Espíritu Santo que —como Alma, unificada con TODAS las demás Almas como Una en Cristo, el único Hijo de Dios— vivimos con Dios en perfectas Paz y Alegría, en el eterno Presente de Su Unicidad. En minúscula, santidad es la experiencia en mi fuero interno del reflejo aquí de ese Estado. Ver T1.1.31 [42] a [44], T2.2 [45], T5.4 [23], T14.5, L36, L37, L39
36 … de Unicidad, con mayúscula es sencillamente la idea de que Dios, en el eterno Presente del Cielo, está creando a Su único Hijo en un pensamiento de Amor o Espíritu Santo, Amor que se profesan eternamente Uno al Otro en perfecta armonía y alegre concordia. En minúscula, aquí, en nuestra mente acertada o espíritu, unicidad es la idea nacida del anhelo natural de, amorosamente, unificar todas nuestras Almas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios, en una experiencia en nuestro fuero interno, que nos dice que realmente no estamos solos, aislados y separados unos de otros, ni desamparados —como la percepción de nuestros cuerpos que el ego nos quiere hacer ver y creer— sino que realmente somos Uno con Dios en las perfectas Paz y Alegría de Su eterna Unicidad, arropados por el Amor o Espíritu Santo. Ver T8.5 [38], T10.2 [15], T26.2
37 La enfermedad de todas las enfermedades, cuando pensamos con el Espíritu Santo, es la separación de Dios y todas las secuelas que ésta trajo consigo. Además, se quiere creer que Dios no tuvo ni tiene nada que ver con ella, ni con la hechura del tiempo y del espacio y todo lo que estos contienen, ni con lo que ocurre a diario en el Cosmos, ya que nuestra verdadera Realidad —como las Almas perfectas y eternas, unificadas como Una en Cristo, que verdaderamente somos— es la de ser el Hijo único de Dios, en el eterno Presente de Su Unicidad. En cambio, cuando pensamos con el ego —que es lo que hacemos habitualmente— creemos que nuestra realidad es todo lo que percibimos con él, incluyendo las cosas aparentemente buenas y malas y, dentro de las malas, las enfermedades psíquicas y físicas, y finalmente la muerte. Ver T9.11, T27.6, T28.4, L136, M5.2, M5.3.3
38 … mental que aporta el Espíritu Santo cuando se piensa con él, se perdona y se extienden los milagros que Él Mismo nos sugiera…
39 … el Espíritu Santo
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