"Todas las cosas tienen que ser primero perdonadas, y luego comprendidas."
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T30.6 [57] 1 El mundo real1 es el estado mental en el que el único propósito que se le ve al mundo es perdonar2. 2 El miedo3 no es su meta, pues escapar de la culpa4 se ha vuelto su objetivo. 3 Ahora se percibe el valor del perdón, que pasa a ocupar el lugar de los ídolos, los cuales dejan de ser perseguidos porque ya no se atribuye ningún valor a sus "regalos". 4 No se establecen reglas inútiles, ni se le exige a nada ni a nadie que cambie y se amolde al sueño de miedo. 5 Por el contrario, hay un deseo de querer comprender a todas las cosas creadas5 tal como realmente son. 6 Y se reconoce que todas las cosas tienen que ser primero perdonadas, y luego comprendidas.
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UCSM TEXTO
CH 30 EL NUEVO COMIENZO
T30.6 EL ÚNICO PROPÓSITO
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Un Curso Sobre Milagros
edición original
Libro de Lecciones
P A R T E 2
¿Qué es EL
JUICIO FINAL? pár 1-5
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LTe.10 (-L311).1 1 La Segunda Venida de Cristo le confiere al Hijo de Dios el don de poder oír a la Voz que habla por Dios1 proclamar que lo falso es falso, y que lo que es Verdad nunca ha cambiado. 2 Y éste es el juicio por el cual le llega su fin a la percepción2. 3 Al comienzo, vas a ver un mundo que ha aceptado que esto es verdad, al ser proyectado ahora desde una mente que ha sido corregida. 4 Y al darse esta santa visión3, la percepción bendice silenciosamente para luego desaparecer, al haber alcanzado su meta4 y cumplido su misión.
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1 El Espíritu Santo: 1) En la eterna Unicidad de Dios, es el Pensamiento de Amor de Dios Que nos creó como Almas unificadas como Una en Cristo, Su único Hijo; 2) al producirse la separación, es el ente que comenzó a estar presente como una protección, inspirando al mismo tiempo el comienzo del proceso del Redimir; 3) es, en tu mente acertada, el pensar de Cristo que se manifiesta —entre otras experiencias desinteresadas e inclusivas— por impulsos compasivos, caritativos, altruistas, de compartir, que de vez en cuando emergen del subconsciente y que podemos concienciar en instantes santos y decidir qué hacer con ellos. Algunos de Sus sinónimos en el Curso son: "Consolador", "Guía", "Intérprete", "Mediador", "Palabra de Dios", "Redimir", "Respuesta", "Traductor", "Verdad", "Voz que habla por Dios", "Voz de Dios". Ver T5.3, T5.4/T.5.5, T6.6, T9.5, T20.5, LTe.7 (-L281)
2 Percepción: En el eterno Presente de la Unicidad de Dios —Que es donde realmente estamos todos como Almas perfectas y eternas, unificadas como Una en Cristo, el Hijo único, Quien es Uno con Su Padre— la percepción no existe, porque el Conocimiento nos hace saber y experimentar que Todo es Uno y, por consiguiente, no hay nada que percibir. Pero en la separación, cuando pensamos con el ego, la percepción es el proceso fundamental para sobrevivir por el cual nuestra razón, lógica y sentido común interpretan, juzgan, seleccionan y evalúan la información recibida por nuestros sentidos de la realidad del tiempo y del espacio y de todo lo que éstos contienen, regidos como están por las leyes de la evolución y escasez. El Curso la define como "Percepción equivocada". Y, cuando habiendo decidido pensar con el Espíritu Santo, hemos aceptado el Redimir para nosotros mismos, perdonado y extendido los milagros que nos ha sugerido el Espíritu Santo, estudiado y aplicado al menos una vez las Lecciones del Curso, nuestra "Percepción verdadera" gradualmente nos va a llevar al mundo real —que es la meta del Curso—donde, en nuestro fuero interno, experimentaremos el reflejo aquí de la Unicidad de Dios, donde sólo hay Amor, paz y alegría. Ver T3.4, T3.5, T10.7, T13, T14.6 [46], L134, M5.3.1, M19.5
3 La visión de Cristo es, en un instante santo en mi fuero interno, la que mira más allá del cuerpo de la persona que quiero perdonar y, cuando logro acceder al mundo real, ve su Alma perfecta y eterna, Una con La mía, en la experiencia de Cristo, nuestra verdadera Identidad. Basado en esa experiencia, cada vez que decida pensar con el Espíritu Santo, es decir, pensar con mi mente acertada, voy a percibir el mundo de otra manera, en la que, en mi fuero interno, no hay nada que no justifique perdonar completamente, extender los milagros que sugiera el Espíritu Santo y unirme a esa y otras personas, en relaciones santas. Ver T11.7, T12.5 [42]
4 La meta del Curso: es aprender a pensar, percibir y actuar cada vez más con el Espíritu Santo y cada vez menos con el ego, de manera de liberar la fuerza de Dios en nosotros para que reverbere en todo lo que pensemos o hagamos; es —por medio del perdón y de la extensión de milagros— reconocer en el otro, en los demás, y en la relación santa, a nuestro verdadero Yo, Cristo, ya que todos somos realmente Almas perfectas y eternas, unificadas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios, Quien es Uno con Su Padre en el eterno Presente de Su Unicidad; es liberarnos del pensar del ego para poder regresar a la Unicidad de Dios, de la Que realmente nunca nos hemos separado; es buscar y hallar en el otro y en los demás, el reflejo aquí del eterno Amor que Dios y Su Hijo comparten en la perpetua Armonía y alegre Concordia del Amor Que eternamente Se profesan Uno a Otro, extendiendo así la Creación; es aprender a dar paz para tener paz, porque la paz es la condición aquí para alcanzar el conocimiento, porque esa es la condición para entrar en el mundo real. Ver T17.7, T17.8, T22.7 [51], T31.2 [23], L127.6, L131.2
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P A R T E 2
¿Qué es EL
JUICIO FINAL?
pár 2-3
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LTe.10 (-L311).2 5 El Juicio Final sobre el mundo no encierra condena alguna, 6 pues ve al mundo como totalmente perdonado, libre de pecado y sin propósito alguno. 7 Al no tener causa —y ahora, en la visión de Cristo— sin función, sencillamente se disuelve en la nada. 8 Ahí nació y ahí también termina. 9 Y todas las figuras del sueño con el que comenzó el mundo, desaparecen con él. 10 Ahora, los cuerpos no tienen ninguna utilidad, y por lo tanto, también desaparecerán, pues el Hijo de Dios es ilimitado.
LTe.10 (-L311).3 11 Tú que creías que el Juicio Final de Dios condenaría el mundo al infierno conjuntamente contigo, acepta esta santa Verdad: el Juicio de Dios es el don de la corrección que depositó sobre todos tus errores; corrección que te libera de ellos y de todos los efectos que parecían tener. 12 Tenerle miedo a la gracia redentora de Dios es tener miedo de estar totalmente libre de sufrimiento, de regresar a la paz, de tener seguridad y felicidad, así como de tu unión con tu propia Identidad5.
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5 Identidad, con mayúscula, es el eterno Yo de Cristo, el único Hijo de Dios, en Quien todos, como Almas unificadas como Una, somos realmente Uno con Dios. En minúscula, es la identidad del ego. Pero cuando decidimos pensar y percibir con el Espíritu Santo, nuestra identidad se convierte en el reflejo aquí de la Identidad de Cristo, el Hijo único de Dios Que realmente somos. Ver T7.10 [97], T20.9, LTE.14 (-L351)
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P A R T E 2
¿Qué es EL
JUICIO FINAL?
pár 4-5
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LTe.10 (-L311).4 13 El Juicio Final de Dios es tan misericordioso como cada uno de los pasos de Su plan6 para bendecir a Su Hijo, llamándolo a que regrese a la eterna Paz7 que Dios comparte con Él. 14 No tengas miedo del Amor8, 15 pues sólo Él puede curar todo pesar, enjugar todas las lágrimas, y despertar pausadamente de su sueño de dolor al Hijo que Dios reconoce como Suyo. 16 No tengas miedo del Juicio Final. 17 La salvación te pide que Le des la bienvenida. 18 Y el mundo espera que Lo aceptes con agrado, lo cual lo liberará al mundo.
LTe.10 (-L311).5 19 Éste es el Juicio Final de Dios: "Tú sigues siendo Mi santo Hijo, por siempre inocente, por siempre cariñoso y por siempre querido, tan ilimitado como Tu Creador, absolutamente inmutable y por siempre inmaculado. 20 Por lo tanto, despierta, y regresa a Mí. 21 Soy Tu Padre y Tú eres Mi Hijo".
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6 El Plan de Dios para nuestra salvación: 1) es que aprendamos a pensar, percibir y actuar cada vez más pensando con el Espíritu Santo y cada vez menos con el ego, de manera de liberar la fuerza de Dios en nosotros para que reverbere en todo lo que pensemos o hagamos; 2) es —por medio del perdón y de la extensión de milagros— reconocer en el otro, en los demás, y en la relación santa, a nuestro verdadero Yo, Cristo, ya que todos somos realmente Almas perfectas y eternas, unificadas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios, Quien es Uno con Su Padre en el eterno Presente de Su Unicidad; 3) es aprender lo que es la paz, porque la paz es la condición del Reino en nuestro fuero interno; 4) es buscar y hallar en el otro y en los demás, el reflejo del Amor de Dios, Amor que Él y Su Hijo comparten en el eterno Presente de la Unicidad en perpetua Armonía y alegre Concordia, extendiendo así la Creación; 5) es aprender a dar paz para tener paz, porque la paz es la condición para: 5.1) alcanzar aquí el reflejo del Conocimiento; 5.2) en nuestro fuero interno, entrar en el mundo real, que es la meta de nuestro viaje con el Curso. Ver T8.4 [22], T9.6, T11.1, T15.4 [33], T17.3 [9], L71, L72 L71.2, T15.4 [33], T17.3 [9], L71.2, LTe.2 (-L231)
7 Paz, con mayúscula, es el estado en el que nos encontramos en el eterno Presente de la Unicidad por ser amados y amar, es saber que realmente no somos cuerpos sino Almas, unificadas todas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios, Quien es Uno con Su Padre, en perfecta quietud y perfecta libertad de todo peligro, conflicto, culpa o escasez. En minúscula, cuando pensamos y percibimos con el Espíritu Santo, paz es el estado que experimentamos en el mundo real cuando hemos perdonado totalmente al otro y extendido los milagros que nos ha sugerido el Espíritu Santo. Pero cuando pensamos con el ego, paz es el estado que se puede obtener transitoriamente según los acuerdos y leyes del mundo. Ver T6.6.2, T7.7, T13.5, T19.5, T24, T29.6, T29.7, L105, L188, L200, M11, M20
8 Amor, con mayúscula, se refiere, en la eterna Unicidad, al Espíritu Santo o eterno Amor de Dios que Él comparte con nosotros —como Almas unificadas como Una en Cristo, Su único Hijo— y nosotros con Él en perpetua Armonía y alegre Concordia; y aquí, cuando pensamos con el Espíritu Santo, es Su reflejo o amor general y sin preferencias que tenemos para con los demás. En minúscula, amor se refiere al amor interesado y preferencial de nuestro ego, cuando pensamos con él. Ver P3 [2], T1.1.3 [3], T1.1.53 [100], T3.6 [38], L46, L67, L68, L195
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Un Curso Sobre Milagros
edición original
Libro de Lecciones
L E C C I Ó N 320
Mi Padre me
da todo poder.
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L320.1 1 El Hijo de Dios no tiene límites. 2 No hay límites para su fuerza, paz, alegría, ni tampoco para cualquiera de los atributos que su Padre Le dio al crearlo. 3 Lo que quiere con su Creador y Redentor tiene que hacerse. 4 Su santa voluntad1 nunca puede ser negada porque su Padre resplandece en su mente y deposita ante ella toda fuerza y Amor en la tierra como en el Cielo. 5 Soy aquel a quien todo esto se le da. 6 Soy aquel en quien reside el poder de la Voluntad de mi Padre2.
L320.2 7 Padre, Tu Voluntad puede hacer todo en mí y luego extenderse también a todo el mundo por medio de mí. 8 Tu Voluntad no tiene límites. 9 Por lo tanto, todo poder ha sido dado a Tu Hijo.
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1 Voluntad, con mayúscula, es la Voluntad de Dios y también la de Su Hijo, ya que son Uno; en minúscula, voluntad es nuestra voluntad aquí según con quien pensamos: con el ego (voluntad equivocada) o con el Espíritu Santo (voluntad acertada).
2 La Voluntad de Dios —en el eterno Presente de Su Unicidad en la Que todas nuestras Almas perfectas y eternas están unificadas como Una en la única Alma del Hijo único de Dios— quiere que la felicidad que Su Hijo heredó de Él siga imperturbada: que sea perpetua en la Alegría de la Creación plena y que sea eternamente receptiva y completamente ilimitada en Él. Aquí, la Voluntad de Dios es que por medio del perdón y de la extensión de milagros, nos volvamos el reflejo de ese eterno Presente de la Unicidad, en la Que, en paz y con alegría, nos amamos unos a otros como uno en Cristo, el Hijo único de Dios, Quien es Uno con Él. Ver T12.7 [64] y [65], T13.5 [41], L193
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Un Curso Sobre Milagros
edición original
Texto
Capítulo 30
EL NUEVO COMIENZO
T30.6 EL ÚNICO
PROPÓSITO pár 57-69
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T30.6 [57] 1 El mundo real1 es el estado mental en el que el único propósito que se le ve al mundo es perdonar2. 2 El miedo3 no es su meta, pues escapar de la culpa4 se ha vuelto su objetivo. 3 Ahora se percibe el valor del perdón, que pasa a ocupar el lugar de los ídolos, los cuales dejan de ser perseguidos porque ya no se atribuye ningún valor a sus "regalos". 4 No se establecen reglas inútiles, ni se le exige a nada ni a nadie que cambie y se amolde al sueño de miedo. 5 Por el contrario, hay un deseo de querer comprender a todas las cosas creadas5 tal como realmente son. 6 Y se reconoce que todas las cosas tienen que ser primero perdonadas, y luego comprendidas.
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1 El mundo real —la meta de nuestro viaje con el Curso—.es el estado que se experimenta en un instante santo en nuestro fuero interno, con nuestro espíritu o mente acertada, al haber logrado perdonar completamente a otro y unirnos a su Alma en la experiencia de Cristo, y, por ende, a todas las demás Almas unificadas como Una en Cristo; es "saber", que el Juicio Final de Dios consiste en que Nuestro Padre nos dice a cada uno: "Tú, unido al Alma del otro y a las Almas de todos los demás, sigues siendo Mi Hijo único, por siempre inocente, por siempre cariñoso y por siempre querido, tan ilimitado como Tu Creador, absolutamente inmutable y por siempre inmaculado. Por lo tanto, despierta y regresa a Tu Casa, que realmente nunca abandonaste. Ver T2.6, T3.8, T26.4 [21], LTe.10 (-L311)
2 Perdonar forma parte del proceso de aceptar el Redimir para sí mismo. En un primer paso, acepto que la causa de mis sufrimientos y dolor no se encuentra en el otro, en los demás, en el mundo, en un dios castigador, o en el destino, sino en mi mente separada que por estar pensando con el ego —hacedor de toda esta realidad en la que creo vivir— es su guionista. El segundo paso sucede cuando el Espíritu Santo me sugiere: "decide de nuevo", y hago algo respecto a ese otro al que he estado tratando de perdonar. El tercer paso se da cuando en mi fuero interno, me doy cuenta de que realmente no tengo nada que perdonarle, ni a él ni a nadie, porque en la Realidad —que es Donde quiero creer que realmente están todas nuestras Almas, unificadas como Una en Cristo— sólo hay Amor. El último paso se da en un instante santo del mundo real, cuando habiendo logrado perdonar totalmente a ese otro, voy a vivir la divina experiencia de Cristo o de Amor de la unión de su Alma con la Mía, unión que se va a extender a todas las demás Almas, ya que realmente hay una sola. Esta experiencia es la que nos lleva a todos los que fueron, son y serán, a las puertas del Cielo. Ver T16, T17.7, T29.7, L121. L122, LTe.1 (-221)
3 El miedo es la motivación primordial del sistema de pensamiento del ego, constituye un síntoma de tu profundo sentido de ser atacado y de pérdidas pasadas, presentes y futuras. Pero cuando has aceptado el Redimir para ti mismo, perdonado y extendido los milagros que te ha sugerido el Espíritu Santo y, con la visión de Cristo, aceptas solamente los pensamientos amorosos de todos, considerando todo lo demás como pedimentos de ayuda, Él te enseñará que el miedo —tanto en ti como en los demás— es realmente un pedido de ayuda. Ver T8.9 [82], T8.10 [90], T8.10 [94]
4 En el Cielo, según el Curso, no hay normas ni culpa, ya que Dios sólo sabe del Amor que comparte en paz y alegría con todas nuestras Almas perfectas y eternas, Una en Cristo, Su único Hijo, en el eterno Presente de Su Unicidad. Aquí, donde reina la imperfección de los cuerpos regidos por las leyes de la evolución y escasez, cuando pensamos con el ego, la culpa es el sentimiento de no haber estado a la altura de las circunstancias, o de haber faltado contra normas generalmente cambiantes que rigen nuestras vidas. Pero cuando decidimos pensar con el Espíritu Santo y aceptar el Redimir para nosotros mismos, queremos creer que realmente no somos cuerpos sino Almas creadas por Dios a Su Semejanza y, por lo tanto, nunca nos separamos de nuestro Padre y Creador. Además, mediante la visión de Cristo, ahora vemos a las faltas que antes juzgábamos como imperdonables, como errores subsanables por medio del perdón y de la extensión de milagros y, de esa manera, ser aquí el reflejo de lo que realmente somos: el Hijo único, que ama a Dios y es amado por Él en la alegre Concordia del Amor o Espíritu Santo, como era antes de que el tiempo pareciera existir. Ver T5.8 [73], T12, T13.3, T14.2, T16.6, T19.5.1.1
5 … Las Cosas, con mayúscula, son las Cosas eternas que Dios ha creado, a saber: Cristo, Su único Hijo, con Quien comparte Su Amor o Espíritu Santo en Su eterna Unicidad o Cielo. En minúscula, las cosas, cuando pensamos con el Espíritu Santo, son el reflejo aquí de las Cosas celestiales y, cuando pensamos con el ego, son aquí, las que perciben nuestros sentidos y que nos explicamos por medio de nuestro razonamiento, lógica y sentido común. Ver T8.3 [14], T12.6 [50], T12.7 [68]
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T30.6 EL ÚNICO
PROPÓSITO
pár 58-59
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T30.6 [58] 7 Aquí, se piensa6 que el entendimiento se consigue atacando. 8 Allá, en el mundo real, es evidente que cuando se ataca se pierde el entendimiento, 9 y además, se reconoce claramente la insensatez de tener la culpa como meta. 10 Y allá no se quieren los ídolos, pues se entiende que la culpa es la única causa del dolor en cualquiera de sus formas. 11 Nadie es tentado por la vana atracción de ellos, pues el sufrimiento y la muerte se han percibido como cosas que ya no se quieren y por las cuales no vale la pena luchar. 12 Se ha captado que existe la posibilidad de liberación7 y se le ha dado la bienvenida, y ahora, por fin, se entienden los medios por los que se puede alcanzar8. 13 El mundo se convierte en un lugar de esperanza, porque su único propósito es ser un lugar donde la esperanza de ser feliz pueda ser colmada9. 14 Y nadie está excluido de esta esperanza10, porque el mundo ha sido unido11 en la creencia de que su propósito es uno que todos tienen necesariamente que compartir, si es que esta esperanza va a ser algo más que un simple sueño.
T30.6 [59] 15 Aún no se recuerda bien al Cielo, pues el propósito de perdonar todavía necesita alcanzarse. 16 No obstante, cada uno está seguro de que irá más allá del perdón y, de que sólo seguirá aquí12 hasta que el perdonar se perfeccione en él13. 17 No tiene otro deseo que ése. 18 Y el miedo ha desaparecido, porque él está unido con su propósito en sí mismo14. 19 Hay en él una esperanza de felicidad tan segura y constante que apenas puede quedarse, y esperar un poco más con sus pies todavía tocando tierra. 20 Aun así, se siente feliz de poder esperar hasta que15 cada mano se haya unido y cada corazón esté listo para elevarse e ir con él16. 21 Pues así es como se prepara para dar el paso17 con el que se deja atrás todo perdón18.
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6 … con el ego
7 … de la mente
8 … aceptar el Redimir para sí mismo. No juzgar, Perdonar, extender los milagros sugeridos por el Espíritu Santo y tratar lo más posible de pensar con el Espíritu Santo, reduciendo el pensar con el ego a las necesidades estrictamente necesarias mientras el cuerpo tenga vida aquí.
9 … en la mente
10 … en tu mente
11 … en tu mente misma
12 … creyendo con el ego de que esta realidad es verdadera
13 … y logre vivir en él como si no fuera de él…
14 … como Cristo Que realmente es conjuntamente con todos como uno.
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T30.6 EL ÚNICO
PROPÓSITO
pár 60
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T30.6 [60] 22 El paso final19 es de Dios, porque sólo Dios podía crear un Hijo perfecto y compartir Su Paternidad con él. 23 Nadie que esté fuera del Cielo sabe cómo puede ser esto, pues comprenderlo es estar en el Cielo Mismo20. 24 Incluso el mundo real tiene un propósito que todavía se encuentra por debajo de la Creación21 y de la Eternidad. 25 Pero el miedo ha desaparecido de él, porque su propósito es perdonar, no idolatrar. 26 Y así, el Hijo del Cielo está listo22 para ser Él Mismo y para recordar que el Hijo de Dios sabe todo lo que su Padre entiende, y que lo entiende perfectamente con Él23.
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15 En su mente
16 … al mundo real, que es la meta de la enseñanza de este Curso.
17 … en la mente
18 … en los instantes santos del mundo real que se logren…
19 … que no sabemos cuándo ni cómo ni dónde se va a dar, ya que nadie ha regresado de la muerte total para contar su historia…
20 Cielo, con mayúscula, es lo único Que Dios ha creado. No es un lugar ni un estado. Simplemente es la concienciación de la perfecta Unicidad del Padre con todas las Almas que realmente somos, unificadas como Una en Cristo, Su Hijo, a saber, que nada más existe, ni fuera ni dentro de Ella. Algunos de sus sinónimos son: Realidad, Unicidad, Reino de Dios, Reino de los Cielos. Ver T4.2 [19], T4.4 [41], T9.11 [103], L138
21 La Creación, con mayúscula, en el Cielo, es la suma de todo lo que Dios ha creado, a saber: Nosotros, como Almas perfectas y eternas, unificadas como Una en Cristo, Su único Hijo, con Quien comparte como Uno Su Amor o Espíritu Santo en el eterno Presente de Su Unicidad o Realidad. Dios no creó más nada. Por eso, Allá, la realidad del ego que percibimos aquí con nuestros sentidos, realmente, no existe. Aquí, las creaciones, en minúscula, cuando pensamos con el Espíritu Santo, son las que producimos —cuando perdonamos al otro, a los otros, y extendemos los milagros que nos sugiere el Espíritu Santo— como un reflejo de las Creaciones que creamos como Uno con y en Dios, en el Cielo. Y, cuando pensamos con el ego —según el Curso— no "creamos" sino que "hacemos," de acuerdo con las leyes de este mundo. Ver T2.1 [5], T14.4 [36], T30.3 [35], LTe.11 (-L321)
22 … en su mente
23 El residuo bendito es la memoria o reflejo que llevamos en lo profundo de nuestro subconsciente, del arropamiento del Amor de Dios a todos cual Almas, unificadas como Una en Cristo, Su único Hijo, en Su eterna Unicidad. Este reflejo se nos manifiesta en nuestro fuero interno mediante impulsos caritativos, compasivos, de compartir, de amor o amistad desinteresados que de vez en cuando emergen de nuestro subconsciente, y que sólo podemos tomar en serio cuando nos ponemos a pensar con el Espíritu Santo en nuestro espíritu (o mente acertada), que es la parte de nuestra mente que todavía puede comunicarse con Dios por medio del Espíritu Santo. Ver T5.7 [60] 7, T8.5 [33], T12.3 [11], T18.11 [98], T28.2
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T30.6 EL ÚNICO
PROPÓSITO
pár 61-62
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T30.6 [61] 27 El mundo real todavía se queda corto en esto, pues se trata del Propio propósito de Dios; sólo de Él y, no obstante, completamente compartido y perfectamente logrado. 28 El mundo real es un estado en el que la mente ha aprendido cuán fácilmente desaparecen los ídolos cuando — aunque todavía se perciban— ya no se desean más. 29 ¡Con cuánto agrado los abandona la mente que ha comprendido que no son nada, que no están en ninguna parte, y que no tienen ningún propósito! 30 Pues sólo entonces puede verse que pecado y culpa no tienen propósito, ni tampoco sentido.
T30.6 [62] 31 Así se trae tranquilamente el propósito del mundo real a la concienciación, para reemplazar la meta del pecado24 y de la culpa. 32 Y todo lo que se interponía entre tu imagen de ti mismo25 y lo que realmente eres, lo barre alegremente el perdón. 33 No obstante, Dios no necesita volver a crear a Su Hijo, para que le sea restituido lo que es de él. 34 La brecha entre tu hermano y tú realmente nunca existió26. 35 Y Lo que el Hijo de Dios sabía en la Creación, tiene necesariamente que volver a saberlo.
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24 El pecado de todos los pecados fue la diminuta idea alocada de que el Hijo podía separarse de Su Padre y crear por su cuenta, idea que se coló en la Eternidad, donde Todo es Uno, y de la que el Hijo de Dios olvidó reírse. Por haberlo olvidado, ese pensamiento se convirtió en una idea seria, capaz de lograr algo y tener efectos aparentemente reales, como fue la hechura del tiempo y del espacio y de todo lo que éstos contienen, regidos como están por las leyes de la evolución y escasez. Ver T27.9 [82]
25 … según tu ego
26 … porque en el Cielo, en el eterno Presente de la Unicidad no hay individualidades, sólo el Hijo único de Dios que es Uno con Su Padre y Creador en el Amor del Espíritu Santo…
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T30.6 EL ÚNICO
PROPÓSITO
pár 63
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T30.6 [63] 36 Cuando unos hermanos comparten un mismo propósito27 en el mundo del miedo, ya se encuentran en el umbral del mundo real. 37 Puede que aún miren hacia atrás, y piensen que ven un ídolo que desean. 38 Pero el camino de ellos ya ha sido trazado con seguridad apartándolo de los ídolos hacia la Realidad28. 39 Pues cuando unieron sus manos, tomaron la mano de Cristo29, y se fijarán en Aquel, de cuya mano realmente van asidos. 40 Primero hay que ver el rostro de Cristo30 para poder recordar al Padre. 41 Pues Éste tiene necesariamente que permanecer en el olvido hasta que Su Hijo haya alcanzado lo que está más allá del perdón, es decir, el Amor31 de Dios. 42 No obstante, primero hay que aceptar el Amor de Cristo. 43 Y luego, vendrá el conocimiento de que Dios y Cristo son Uno.
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27 … dejando de lado sus intereses individuales
28 La Realidad, con mayúscula, significa la infinita y eterna Unicidad de Dios, en la Cual, todos nosotros, sin excepción, cual Almas unificadas como Una en Cristo, Su único Hijo, somos Uno con Nuestro Padre, compartiendo con Él Su Amor, el Espíritu Santo. Algunos de sus sinónimos son: Cielo, Eternidad, Reino, Reino de los Cielos, Universo. En minúscula, realidad significa la ilusión de la separación, la realidad del tiempo y del espacio y de todo lo que éstos contienen, regidos como están por las leyes de la evolución y escasez que hicimos, realidad en la que habitualmente creemos, percibimos, pensamos y actuamos con el ego. Pero cuando decidimos pensar con el Espíritu Santo, estudiamos y aplicamos el Curso, podemos trascender esta realidad en nuestro fuero interno, ingresando al mundo real, que es el reflejo aquí de la eterna Realidad. Ver T8.10, T11.4, T11.9, T18, T30.9
29 Cristo, 1) es la idea que resuelve el aparente dilema en el Curso, que por un lado, reza: "Dios creó a un solo Hijo, y no creó más nada" y, por el otro, "la Filiación es la suma de todas las Almas creadas por Dios.", dilema que resuelve el proceso de extender el milagro: "Un milagro hace que las Almas sean una en Cristo."; 2) en mi fuero interno, es la divina experiencia de mi mente acertada o espíritu en un instante santo del mundo real, de la unión con el Alma del otro(a) por haberlo(a) perdonado completamente, experiencia de Amor que se extiende a las Almas de todos los que fueron, son y serán, como reflejo aquí del eterno Presente de la Unicidad de Dios con Su Hijo único, en cuya Alma, todos —como las Almas perfectas y eternas unificadas que realmente somos— somos Uno. Ver T1.1.19 [19], [45] y [48], T2.2 [20], T30.6 [63], T31.1 [9]
30 El rostro de Cristo es es el rostro del otro al que perdonamos totalmente y al que extendimos milagros, y con cuya mente, en un instante santo del mundo real, experimentamos la unión interior, como reflejo aquí de la eterna Unicidad de nuestras Almas, Una en el Alma única del Hijo de Dios. Ver T20.5 [32], T20.6 [42]
31 Amor, con mayúscula, se refiere, en la eterna Unicidad, al Espíritu Santo o eterno Amor de Dios que Él comparte con nosotros —como Almas unificadas como Una en Cristo, Su único Hijo— y nosotros con Él en perpetua Armonía y alegre Concordia; y aquí, cuando pensamos con el Espíritu Santo, es Su reflejo o amor general y sin preferencias que tenemos para con los demás. En minúscula, amor se refiere al amor interesado y preferencial de nuestro ego, cuando pensamos con él. Ver P3 [2], T1.1.3 [3], T1.1.53 [100], T3.6 [38], L46, L67, L68, L195
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T30.6 EL ÚNICO
PROPÓSITO
pár 64-65
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T30.6 [64] 44 ¡Cuán ligero y fácil es el paso a través de los estrechos confines del mundo del miedo, una vez que has reconocido de Quién es la mano de la que realmente vas asido! 45 Tienes en tu mano todo lo necesario para alejarte del miedo con perfecta certeza y para siempre, y para seguir adelante y llegar cuanto antes a las puertas del Mismo Cielo. 46 Pues Aquel de Cuya mano vas asido sólo estaba esperando que te Le unieses. 47 Y ahora que has llegado, ¿acaso va a demorarse en mostrarte el camino que Él tiene que recorrer contigo? 48 Su bendición descansa sobre ti tan indudablemente como el Amor de Dios descansa sobre Él. 49 Su gratitud hacia ti sobrepasa tu entendimiento, pues Le has permitido liberarse de sus cadenas e ir contigo, juntos, a la casa de Su Padre.
T30.6 [65] 50 Un viejo odio está desapareciendo así del mundo, 51 y con él, van a desaparecer todo odio y todo miedo. 52 No sigan mirando hacia atrás, pues lo que se encuentra más adelante es lo que siempre anhelaron en sus corazones32. 53 ¡Renuncien al mundo33!, 54 pero no con una actitud de sacrificio, 55 pues nunca lo quisieron realmente. 56 ¿Qué felicidad que alguna vez buscaron aquí no les ocasionó dolor? 57 ¿Qué momento de satisfacción no fue comprado a un precio aterrador con monedas de sufrimiento? 58 La verdadera alegría no cuesta nada. 59 Es el sagrado derecho de ustedes, y lo que hay que pagar no es a costa de la felicidad. 60 ¡Apúrense en su caminar mediante la sinceridad, y no permitan que sus experiencias pasadas los engañen retrospectivamente! 61 Por todas ellas hubo que pagar un precio amargo y sufrir penosas consecuencias.
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32 La relación santa, aquí, es el reflejo de la Relación de Amor de Dios con todas las Almas perfectas y eternas que realmente somos, unificadas todas como Una en Cristo, Su único Hijo, en el eterno Presente de Su Unicidad; es la fuente de la salvación para los integrantes de la relación especial, pues les va a permitir alejarse gradualmente del especialismo de sus egos y pensar y actuar cada vez más con sus espíritus o mentes acertadas; es un proceso que se inicia cuando dos o más personas que, habiendo perdonado totalmente a otra(s), unen sus mentes en una meta común a favor de otro(s). Este proceso florece y fructifica cuando extienden a otros los milagros que el Espíritu Santo les sugiere; finalmente, cuando en instantes santos en sus fueros internos, sus mentes acertadas experimentan el mundo real, se produce en ellas, a un profundo nivel subconsciente, una curación de los efectos del pensar y actuar con sus egos, haciendo que ahora, mediante la visión de Cristo, vean con Amor a todos y a todo. Ver T17.6, T22
33 … según el ego…
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T30.6 EL ÚNICO
PROPÓSITO
pár 66-69
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T30.6 [66] 62 No miren atrás excepto con sinceridad. 63 Y cuando un ídolo los tiente, piensen en lo siguiente:
T30.6 [67] 64 Nunca hubo un tiempo en el que un ídolo te trajera algo que no fuese el "regalo" de la culpa. 65 Ni uno se compró que no fuese a costa de dolor, ni tampoco nunca fue pagado solamente por ti.
T30.6 [68] 66 Sé, pues, misericordioso con tu hermano. 67 Y no escojas un ídolo sin pensar primero, acordándote de que tu hermano tendrá que pagar el costo igual que tú. 68 Pues si lo haces, él se demorará cada vez que vuelvas la vista atrás, y tú no percibirás de Quién es la mano amorosa de la que realmente vas asido. 69 Miren, pues, sólo hacia adelante; y caminen lleno de confianza con los corazones felices que laten con esperanza y no palpitan de miedo.
T30.6 [69] 70 La Voluntad de Dios34 reside para siempre en aquellos cuyas manos están unidas. 71 Hasta que se unieron, pensaban que Él era enemigo de ellos. 72 Pero cuando se unieron y compartieron un mismo propósito, les fue posible comprender que la voluntad de ellos es una. 73 Y así, la Voluntad de Dios tendrá que alcanzar sus concienciaciones, 74 Y ellos no van a poder seguir olvidando por mucho más tiempo que esa Voluntad no es otra que la de ellos.
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34 La Voluntad de Dios —en el eterno Presente de Su Unicidad en la Que todas nuestras Almas perfectas y eternas están unificadas como Una en la única Alma del Hijo único de Dios— quiere que la felicidad que Su Hijo heredó de Él siga imperturbada: que sea perpetua en la Alegría de la Creación plena y que sea eternamente receptiva y completamente ilimitada en Él. Aquí, la Voluntad de Dios es que por medio del perdón y de la extensión de milagros, nos volvamos el reflejo de ese eterno Presente de la Unicidad, en la Que, en paz y con alegría, nos amamos unos a otros como uno en Cristo, el Hijo único de Dios, Quien es Uno con Él. Ver T12.7 [64] y [65], T13.5 [41], L193
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