"Nunca odias a tu hermano por sus pecados, sino únicamente por los tuyos."
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T31.3 [26] 1 Sólo los que se acusan a sí mismos condenan. 2 Cuando te prepares para tomar una decisión de la que van a derivar diferentes resultados, primero tendrás que aprender algo, y aprenderlo muy bien. 3 Y eso tiene que convertirse en un hábito de respuesta tan típico en todo lo que hagas, que sea tu primera respuesta ante toda tentación1 y situación que se te presente. 4 Aprende esto, y apréndelo bien, pues con esto el retraso en experimentar felicidad se acortará un lapso de tiempo que no puedes ni siquiera concebir: 5 Nunca odias a tu hermano por sus pecados2, sino únicamente por los tuyos. 6 Cualquiera que sea la forma que sus pecados parezcan adoptar, lo único que eso hace es oscurecer el hecho de que tú crees que esos pecados son los tuyos y que, por consiguiente, merecen que los ataques "con toda justicia".
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UCSM TEXTO
CH 31 LA SENCILLEZ
DE LA SALVACIÓN
T31.3 LOS QUE SE ACUSAN
A SÍ MISMOS
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Un Curso Sobre Milagros
edición original
Libro de Lecciones
P A R T E 2
¿Qué es la CREACIÓN? pár 1-5
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LTe.11 (-L321).1 1 La Creación1 es la suma de todos los Pensamientos de Dios, en número infinito y en todas partes, sin límite alguno2. 2 Sólo el Amor3 crea, y Lo hace únicamente a Su Semejanza. 3 Nunca hubo un tiempo en el que Todo Lo Que Él creó no existiese. 4 Ni nunca habrá un tiempo en que alguna de las Cosas4 que creó sufra dolor alguno. 5 Por siempre y para siempre, los Pensamientos de Dios son exactamente como fueron y como son: inalterados, tanto a lo largo del tiempo como después de que éste se haya acabado.
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1 La Creación, con mayúscula, en el Cielo, es la suma de todo lo que Dios ha creado, a saber: Nosotros, como Almas perfectas y eternas, unificadas como Una en Cristo, Su único Hijo, con Quien comparte como Uno Su Amor o Espíritu Santo en el eterno Presente de Su Unicidad o Realidad. Dios no creó más nada. Por eso, Allá, la realidad del ego que percibimos aquí con nuestros sentidos, realmente, no existe. Aquí, las creaciones, en minúscula, cuando pensamos con el Espíritu Santo, son las que producimos —cuando perdonamos al otro, a los otros, y extendemos los milagros que nos sugiere el Espíritu Santo— como un reflejo de las Creaciones que creamos como Uno con y en Dios, en el Cielo. Y, cuando pensamos con el ego —según el Curso— no "creamos" sino que "hacemos," de acuerdo con las leyes de este mundo. Ver T2.1 [5], T14.4 [36], T30.3 [35], LTe.11 (- L321)
2 … a los efectos de nuestras mentes todavía individuales, es decir, todavía separadas, ya que sólo hay una Mente: La de Dios; y un solo Pensamiento: Su único Hijo que realmente somos todos nosotros, todas nuestras Almas perfectas y eternas Una en el Alma única perfecta y eterna del único Hijo de Dios…
3 Amor, con mayúscula, se refiere, en la eterna Unicidad, al Espíritu Santo o eterno Amor de Dios que Él comparte con nosotros —como Almas unificadas como Una en Cristo, Su único Hijo— y nosotros con Él en perpetua Armonía y alegre Concordia; y aquí, cuando pensamos con el Espíritu Santo, es Su reflejo o amor general y sin preferencias que tenemos para con los demás. En minúscula, amor se refiere al amor interesado y preferencial de nuestro ego, cuando pensamos con él. Ver P3 [2], T1.1.3 [3], T1.1.53 [100], T3.6 [38], L46, L67, L68, L195
4 Las Cosas, con mayúscula, son las Cosas eternas que Dios ha creado, a saber: Cristo, Su único Hijo, con Quien comparte Su Amor o Espíritu Santo en Su eterna Unicidad o Cielo. En minúscula, las cosas, cuando pensamos con el Espíritu Santo, son el reflejo aquí de las Cosas celestiales y, cuando pensamos con el ego, son aquí, las que perciben nuestros sentidos y que nos explicamos por medio de nuestro razonamiento, lógica y sentido común. Ver T8.3 [14], T12.6 [50], T12.7 [68]
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P A R T E 2
¿Qué es la CREACIÓN?
pár 2
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LTe.11 (-L321).2 6 Los Pensamientos de Dios poseen todo el Poder de Su Creador. 7 Pues Él quiere incrementar el Amor extendiéndolo. 8 Y así, Su Hijo participa en la Creación y, por lo tanto, tiene necesariamente que participar en el Poder5 de crear. 9 Lo que Dios ha dispuesto que sea eternamente Uno con Él, seguirá siendo Uno con Él cuando el tiempo se acabe, y no cambiará a lo largo del tiempo, sino que seguirá siendo Tal como era antes de que surgiera la idea del tiempo6.
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5 Poder, con mayúscula, significa el Poder de Dios para crear o amar en el Cielo, un Poder que también dio a Su Hijo de manera que pudieran crear conjuntamente como Uno. En minúscula, poder —si estás pensando con el ego— significa el poder físico y/o psicológico del ego para hacer cosas y, si en vez, estás pensando con el Espíritu Santo, poder quiere decir el reflejo aquí del Poder de crear o amar de Dios y de Su Hijo. Ver T2.1 [15], T4.5 [63], T7.4 [24] y [25], T27.4
6 T27.9 [82] 37 En la Eternidad, Donde Todo es Uno con Dios, se adentró una diminuta idea alocada, de la que el Hijo de Dios olvidó reírse. 38 A causa de haberlo enviado al olvido, ese pensamiento se convirtió en una idea seria, capaz de lograr algo, así como de tener efectos reales... tales como, entre otros, la hechura del tiempo y del espacio, y de todo lo que éstos contienen, incluyendo la pizca de polvo cósmico que llamamos Tierra y, sobre ella, nuestro cuerpo individual separado y compitiendo con los demás cuerpos. Por consiguiente, la mente del Hijo separado —nuestra mente de ego— es la causante de todo lo que está y sucede en el tiempo y espacio…
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P A R T E 2
¿Qué es la CREACIÓN?
pár 3
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LTe.11 (-L321).3 10 La Creación es lo opuesto a todas las ilusiones7, porque la Creación es la Verdad8. 11 La Creación es el santo Hijo de Dios, pues al crearlo, la Voluntad de Dios se completa en cada Aspecto9, al hacer que cada Parte10 contenga realmente la Totalidad. 12 La Unicidad11 de la Creación está garantizada en cuanto a ser eternamente inviolable, y estar eternamente contenida en Su santa Voluntad más allá de cualquier posibilidad de daño, separación, imperfección o de alguna mancha sobre Su Impecabilidad. 13 Nosotros, los Hijos de Dios, somos realmente la Creación.
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7 Ilusión o fantasía es todo lo "hecho" por nuestro ego primario, producto de aquella diminuta idea alocada que era posible al Hijo separarse de la Unicidad de Dios, y ponerse a crear por su cuenta, pero sin perder el Amor que Dios le daba, locura que se adentró en la Eternidad, Donde Todo es Uno con Dios, y de la que el Hijo de Dios olvidó reírse y que, a causa de haberlo enviado al olvido, ese pensamiento se convirtió en una idea seria, capaz de lograr algo, así como de tener efectos reales, entre los cuales están la hechura del tiempo, del espacio, y de todo lo que éstos contienen, incluyendo la expansión y fragmentación de todo casi al infinito, regidos por las leyes de la evolución y escasez. Ver T8.5 [41], T16
8 La Verdad, con mayúscula —que realmente no soy un cuerpo sino un Alma, Tal como Dios me creó— según el Curso, no se puede describir ni tampoco explicar; sólo puede experimentarse en nuestro fuero interno, en un instante santo del mundo real, al haber logrado perdonar totalmente a otro y haber unificado su Alma con La tuya en Cristo. En esto radica aquí, la paz de Dios. En minúscula, es la verdad del ego, cuyo sistema de pensamiento está basado en la percepción de que el tiempo y del espacio y todo lo que estos contienen son reales, están regidos por las leyes de la evolución y escasez, y constituyen la única y verdadera realidad. Ver T6.6.3 [94], T7.5, T14, T23.2 [13], T29.8
9 … cada Hijo separado
10 … cada Hijo separado que cree que es una individualidad más…
11 Unicidad, con mayúscula es sencillamente la idea de que Dios, en el eterno Presente del Cielo, está creando a Su único Hijo en un pensamiento de Amor o Espíritu Santo, Amor que se profesan eternamente Uno al Otro en perfecta armonía y alegre concordia. En minúscula, aquí, en nuestra mente acertada o espíritu, unicidad es la idea nacida del anhelo natural de, amorosamente, unificar todas nuestras Almas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios, en una experiencia en nuestro fuero interno, que nos dice que realmente no estamos solos, aislados y separados unos de otros, ni desamparados —como la percepción de nuestros cuerpos que el ego nos quiere hacer ver y creer— sino que realmente somos Uno con Dios en las perfectas Paz y Alegría de Su eterna Unicidad, arropados por el Amor o Espíritu Santo. Ver T8.5 [38], T10.2 [15], T26.2
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P A R T E 2
¿Qué es la CREACIÓN?
pár 4-5
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LTe.11 (-L321).4 14 Parece que nos diferenciamos unos de otros y que no somos conscientes de Nuestra eterna Unicidad con Él. 15 Sin embargo, tras todas nuestras dudas y más allá de todos nuestros temores, todavía hay certeza, 16 pues el Amor sigue acompañando a todos Sus Pensamientos, y Su Certeza es la de ellos. 17 El recuerdo de Dios12 se encuentra en nuestras santas mentes, las cuales saben de Su Unicidad y de Su Unión con Su Creador. 18 Que nuestra función sea únicamente permitir el regreso de este recuerdo, únicamente que la Voluntad de Dios se haga en la tierra, únicamente para que recobremos nuestra cordura13 y para que seamos sólo tal como Dios nos creó realmente.
LTe.11 (-L321).5 19 Nuestro Padre nos llama. 20 Oímos Su Voz y perdonamos el reflejo aquí de la Creación en Nombre de Su Creador, la Santidad14 Misma, Cuya santidad Su propia Creación comparte con Él; Cuya Santidad todavía sigue formando parte de nosotros.
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12 El residuo bendito es la memoria o reflejo que llevamos en lo profundo de nuestro subconsciente, del arropamiento del Amor de Dios a todos cual Almas, unificadas como Una en Cristo, Su único Hijo, en Su eterna Unicidad. Este reflejo se nos manifiesta en nuestro fuero interno mediante impulsos caritativos, compasivos, de compartir, de amor o amistad desinteresados que de vez en cuando emergen de nuestro subconsciente, y que sólo podemos tomar en serio cuando nos ponemos a pensar con el Espíritu Santo en nuestro espíritu (o mente acertada), que es la parte de nuestra mente que todavía puede comunicarse con Dios por medio del Espíritu Santo. Ver T5.7 [60] 7, T8.5 [33], T12.3 [11], T18.11 [98], T28.2
13 Cordura, cuando pensamos con el Espíritu Santo, es Su sistema de pensamiento en nuestro espíritu, que parte de la creencia en la Verdad y, que nuestra función aquí es tratar de ser reflejos de nuestra verdadera Realidad, aceptando el Redimir para nosotros mismos, perdonando, extendiendo milagros y entablando relaciones santas para multiplicar el perdón y la extensión de milagros hasta abarcar a todos. Y, cuando pensamos con nuestro ego, la cordura es el estado mental al que llega nuestro ego por medio del razonamiento, lógica y sentido común. Ver T6.6.2 [76], T17.7 [61]
14 Santidad, con mayúscula, es el Estado de perfecto Amor o Espíritu Santo que —como Alma, unificada con TODAS las demás Almas como Una en Cristo, el único Hijo de Dios— vivimos con Dios en perfectas Paz y Alegría, en el eterno Presente de Su Unicidad. En minúscula, santidad es la experiencia en mi fuero interno del reflejo aquí de ese Estado. Ver T1.1.31 [42] a [44], T2.2 [45], T5.4 [23], T14.5, L36, L37, L39
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Un Curso Sobre Milagros
edición original
Libro de Lecciones
L E C C I Ó N 328
Escojo el segundo lugar
para ganar el primero.
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L328.1 1 Lo que parece ser el segundo lugar es, en realidad, el primero, pues todo lo que percibimos lo percibimos al revés hasta que escuchamos la Voz que habla por Dios. 2 Pareciera que sólo podremos alcanzar autonomía si nos esforzamos por estar separados, y que independizarnos del resto de la Creación de Dios1 es la manera de lograr la salvación. 3 No obstante, todo lo que conseguimos son enfermedades, sufrimientos, pérdidas y muerte. 4 Eso no es lo que Nuestro Padre quiere para nosotros y tampoco existe otra voluntad que La Suya. 5 Unirnos a Su Voluntad2 es encontrar la nuestra. 6 Y, puesto que nuestra voluntad es realmente La Suya, es a Él a Quien debemos acudir para reconocer nuestra voluntad.
L328.2 7 Padre mío, no hay otra voluntad que La Tuya. 8 Y me alegro de que nada que imagino contradice lo que Tú quieres que haga. 9 Tu Voluntad es que esté completamente a salvo, eternamente en paz. 10 Y, comparto felizmente Contigo esa Voluntad, la cual me diste como parte de Mí.
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1 La Creación, con mayúscula, en el Cielo, es la suma de todo lo que Dios ha creado, a saber: Nosotros, como Almas perfectas y eternas, unificadas como Una en Cristo, Su único Hijo, con Quien comparte como Uno Su Amor o Espíritu Santo en el eterno Presente de Su Unicidad o Realidad. Dios no creó más nada. Por eso, Allá, la realidad del ego que percibimos aquí con nuestros sentidos, realmente, no existe. Aquí, las creaciones, en minúscula, cuando pensamos con el Espíritu Santo, son las que producimos —cuando perdonamos al otro, a los otros, y extendemos los milagros que nos sugiere el Espíritu Santo— como un reflejo de las Creaciones que creamos como Uno con y en Dios, en el Cielo. Y, cuando pensamos con el ego —según el Curso— no "creamos" sino que "hacemos," de acuerdo con las leyes de este mundo. Ver T2.1 [5], T14.4 [36], T30.3 [35], LTe.11 (- L321)
2 La Voluntad de Dios —en el eterno Presente de Su Unicidad en la Que todas nuestras Almas perfectas y eternas están unificadas como Una en la única Alma del Hijo único de Dios— quiere que la felicidad que Su Hijo heredó de Él siga imperturbada: que sea perpetua en la Alegría de la Creación plena y que sea eternamente receptiva y completamente ilimitada en Él. Aquí, la Voluntad de Dios es que por medio del perdón y de la extensión de milagros, nos volvamos el reflejo de ese eterno Presente de la Unicidad, en la Que, en paz y con alegría, nos amamos unos a otros como uno en Cristo, el Hijo único de Dios, Quien es Uno con Él. Ver T12.7 [64] y [65], T13.5 [41], L193
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Un Curso Sobre Milagros
edición original
Texto
Capítulo 31
LA SENCILLEZ
DE LA SALVACIÓN
T31.3 LOS QUE SE ACUSAN
A SÍ MISMOS pár 26-32
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T31.3 [26] 1 Sólo los que se acusan a sí mismos condenan. 2 Cuando te prepares para tomar una decisión de la que van a derivar diferentes resultados, primero tendrás que aprender algo, y aprenderlo muy bien. 3 Y eso tiene que convertirse en un hábito de respuesta tan típico en todo lo que hagas, que sea tu primera respuesta ante toda tentación1 y situación que se te presente. 4 Aprende esto, y apréndelo bien, pues con esto el retraso en experimentar felicidad se acortará un lapso de tiempo que no puedes ni siquiera concebir: 5 Nunca odias a tu hermano por sus pecados2, sino únicamente por los tuyos. 6 Cualquiera que sea la forma que sus pecados parezcan adoptar, lo único que eso hace es oscurecer el hecho de que tú crees que esos pecados son los tuyos y que, por consiguiente, merecen que los ataques "con toda justicia".
T31.3 [27] 7 ¿Por qué sus pecados van a ser pecados, a no ser que creas que esos mismos pecados no se te podrían perdonar a ti? 8 ¿Por qué esos pecados son reales cuando se trata de él, a no ser que creas que constituyen tu realidad? 9 ¿Y por qué los atacas por todas partes, sino es porque te odias a ti mismo? 10 ¿Eres tú acaso un pecado? 11 Contestas "sí" cada vez que atacas, pues cuando atacas afirmas tu culpa3 y la necesidad de infligir a otro lo que tú te mereces. 12 ¿Y qué puedes merecer, sino lo que eres? 13 Si no creyeses que mereces que te ataquen, jamás se te ocurriría atacar a nadie. 14 ¿Por qué habrías de hacerlo? 15 ¿Qué ganarías con eso? 16 ¿Qué es lo que realmente quieres? 17 ¿Y de qué manera podría beneficiarte asesinar a otro?
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1 Caer en tentación es vernos a nosotros mismos o a otros como egos o cuerpos individuales, separados unos de otros y de Dios, negando así nuestra verdadera Identidad de Cristo, en Quien todos somos realmente Uno, y Cristo, el Hijo único de Dios, Quien es Uno con Su Padre; y en general, creer que el tiempo y el espacio y todo lo que éstos contienen — incluyendo este mundo y nuestros cuerpos— son reales. Ver T30.9 [91-94], T31.7 [76], M16.9-1
2 El pecado de todos los pecados fue la diminuta idea alocada de que el Hijo podía separarse de Su Padre y crear por su cuenta, idea que se coló en la Eternidad, donde Todo es Uno, y de la que el Hijo de Dios olvidó reírse. Por haberlo olvidado, ese pensamiento se convirtió en una idea seria, capaz de lograr algo y tener efectos aparentemente reales, como fue la hechura del tiempo y del espacio y de todo lo que éstos contienen, regidos como están por las leyes de la evolución y escasez. Ver T27.9 [82]
3 En el Cielo, según el Curso, no hay normas ni culpa, ya que Dios sólo sabe del Amor que comparte en paz y alegría con todas nuestras Almas perfectas y eternas, Una en Cristo, Su único Hijo, en el eterno Presente de Su Unicidad. Aquí, donde reina la imperfección de los cuerpos regidos por las leyes de la evolución y escasez, cuando pensamos con el ego, la culpa es el sentimiento de no haber estado a la altura de las circunstancias, o de haber faltado contra normas generalmente cambiantes que rigen nuestras vidas. Pero cuando decidimos pensar con el Espíritu Santo y aceptar el Redimir para nosotros mismos, queremos creer que realmente no somos cuerpos sino Almas creadas por Dios a Su Semejanza y, por lo tanto, nunca nos separamos de nuestro Padre y Creador. Además, mediante la visión de Cristo, ahora vemos a las faltas que antes juzgábamos como imperdonables, como errores subsanables por medio del perdón y de la extensión de milagros y, de esa manera, ser aquí el reflejo de lo que realmente somos: el Hijo único, que ama a Dios y es amado por Él en la alegre Concordia del Amor o Espíritu Santo, como era antes de que el tiempo pareciera existir. Ver T5.8 [73], T12, T13.3, T14.2, T16.6, T19.5.1.1
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T31.3 LOS QUE SE ACUSAN
A SÍ MISMOS
pár 28
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T31.3 [28] 18 Los pecados están en los cuerpos4, 19 no se perciben en las mentes5. 20 No se ven como propósitos, sino como actos. 21 Los cuerpos actúan, pero las mentes no. 22 Por consiguiente, el cuerpo debe tener la culpa de lo que hace. 23 No se le ve como algo pasivo, que obedece tus órdenes y no hace nada por su cuenta. 24 Si eres pecado, es porque eres un cuerpo, pues la mente no actúa. 25 Por consiguiente, el propósito tiene que encontrarse en el cuerpo, y no en la mente. 26 El cuerpo tiene necesariamente que actuar por su cuenta y motivarse a sí mismo6. 27 Si eres pecado, encierras a la mente en el cuerpo y adjudicas su propósito a su hogar-prisión, que actúa en su lugar. 28 Un carcelero no obedece órdenes, sino que hace que el prisionero las cumpla.
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4 El cuerpo—cuando pensamos con el ego— es su encarnación, regido por las leyes de este mundo y constituye la prueba viviente de que este mundo es real y de que estamos evidentemente separados de Dios y unos de otros. Pero cuando pensamos con el Espíritu Santo, el cuerpo es el medio por el cual el Hijo de Dios recobra la cordura. Aunque el cuerpo fue concebido para encerrar al Hijo en el infierno sin escapatoria posible, ahora la meta del Cielo va a substituir a la búsqueda del infierno, y como el Hijo único de Dios que realmente somos, extendemos nuestra mano para tomar la de nuestro hermano y ayudarlo a caminar el sendero con él. Ahora nuestros cuerpos se han vuelto santos y nuestras mentes unidas y acertadas sirven para curar las mentes equivocadas que sólo sabían de vida efímera y de muerte. Ver T1.1.51 [86], T2.2 [45], T2.3 [53], T2.3 [56], L161.4, LTe.5 (-L261)
5 La Mente, con mayúscula, se refiere a la Mente o el Pensar de Dios o de Su Hijo o de Cristo, y representa el agente que activa al Alma (o Espíritu), aportándole su energía creadora o Amor. En la separación, la mente del Hijo separado parece tener tres partes: 1) El espíritu, que es la parte que todavía puede comunicarse con Dios por medio del Espíritu Santo, Quien se nos manifiesta por medio de impulsos amorosos y revelaciones; 2) el ego, que recibe del ego primario en la fuente de la separación, los impulsos de vida y de sobrevivencia, los cuales, al ser procesados por nuestro cerebro —subconsciente o conscientemente— dan vida a nuestro cuerpo y nutren a nuestra razón, lógica y sentido común de lo necesario para defendernos y sobrevivir; y 3) el decididor, que es lo que en nosotros decide todo el tiempo si pensar con el ego —que es lo que hacemos "usualmente"— o con el espíritu. Ver T7.3, T19.2, T25.5, L45, L165.
6 … el cuerpo puede adquirir hábitos y adicciones que vuelven a la mente débil para decidir…
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T31.3 LOS QUE SE ACUSAN
A SÍ MISMOS
pár 29-32
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T31.3 [29] 29 No obstante, el prisionero es el cuerpo y no la mente. 30 El cuerpo no piensa. 31 No tiene la capacidad de aprender, perdonar o esclavizar. 32 No da órdenes que la mente necesite acatar, ni fija condiciones que él tenga necesariamente que obedecer. 33 Sólo mantiene en prisión a la mente que quiere morar en él. 34 El cuerpo se enferma por orden de la mente que quiere ser su prisionera. 35 Y envejece y muere porque, en su fuero interno, ésta mente está enferma7. 36 El aprendizaje es lo único que puede producir cambios. 37 Y así, el cuerpo —al que le es imposible aprender— jamás podrá cambiar, a menos que la mente prefiera que el cuerpo cambie de apariencia para amoldarse al propósito que ella le confiera. 38 Pues la mente sí puede aprender, y es en ella donde todo cambio tiene lugar.
T31.3 [30] 39 La mente que se considera pecado sólo tiene un propósito: que el cuerpo sea la fuente del pecado, y que la mantenga en la prisión que ella misma escogió y vigila, donde se mantiene separada, durmiendo como prisionera de los perros rabiosos del odio y la maldad, de la enfermedad y el ataque, del dolor y la vejez, de la angustia y el sufrimiento. 40 Aquí se conservan los pensamientos de sacrificio, pues aquí manda la culpa, que ordena al mundo ser como ella: un lugar donde nadie puede hallar misericordia, ni sobrevivir a los estragos del miedo, excepto mediante el asesinato y la muerte. 41 Pues aquí es donde te haces pecador, y el pecado no puede convivir con los que están alegres y son libres, pues son los enemigos a los que el pecado tiene necesariamente que matar. 42 La muerte es lo que preserva el pecado y, los que creen ser pecado deben morir por razón de lo que creen ser.
T31.3 [31] 43 Alegrémonos de que vas a ver lo que verdaderamente crees, y de que te haya sido dado poder cambiar lo que creías. 44 El cuerpo simplemente te seguirá. 45 Jamás te podrá conducir donde tú no quieras ir. 46 No es un centinela de tu sueño, ni interfiere en tu despertar. 47 Libera a tu cuerpo del encarcelamiento8, y no verás a nadie prisionero de lo que tú escapaste. 48 Tampoco querrás retener en la culpa a los que escogiste como enemigos, ni mantener encadenados a la ilusión de un amor cambiante a los que piensas que son tus amigos.
T31.3 [32] 49 Los inocentes liberan en acción de gracias por su liberación9. 50 Y lo que ven apoya su liberación del encarcelamiento y de la muerte. 51 Abre tu mente al cambio, y ningún antiguo castigo le será impuesto a tu hermano ni a ti. 52 Pues Dios ha dicho que realmente no hay sacrificio que se pueda pedir, ni sacrificio que se pueda hacer.
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7 La enfermedad de todas las enfermedades, cuando pensamos con el Espíritu Santo, es la separación de Dios y todas las secuelas que ésta trajo consigo. Además, se quiere creer que Dios no tuvo ni tiene nada que ver con ella, ni con la hechura del tiempo y del espacio y todo lo que estos contienen, ni con lo que ocurre a diario en el Cosmos, ya que nuestra verdadera Realidad —como las Almas perfectas y eternas, unificadas como Una en Cristo, que verdaderamente somos— es la de ser el Hijo único de Dios, en el eterno Presente de Su Unicidad. En cambio, cuando pensamos con el ego —que es lo que hacemos habitualmente— creemos que nuestra realidad es todo lo que percibimos con él, incluyendo las cosas aparentemente buenas y malas y, dentro de las malas, las enfermedades psíquicas y físicas, y finalmente la muerte. Ver T9.11, T27.6, T28.4, L136, M5.2, M5.3.3
8 … del pensar del ego
9 Libertad con mayúscula es, en la eterna Unicidad, la libre Voluntad de Dios de Amar o crear, Que es también la libre Voluntad de todos nosotros como Almas perfectas y eternas, unificadas como Una en Cristo, Su único hijo, de amar y ser amados. Aquí, en minúscula, libertad, cuando pienso "nos" con el Espíritu Santo, es la liberación del confinamiento impuesto por las mentes individuales separadas unas de otras, para amar sin excepción y por igual a todos, como reflejo de la Unicidad; y, cuando pienso con el ego, es lo que decido hacer con mi libre albedrío, según las leyes de la evolución y escasez. Ver T2.6 [109], T13.7 [62], T17.6 [52], L199, LR6 (-206)
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