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M.16 ¿CÓMO DEBE PASAR EL
DÍA EL MAESTRO DE DIOS?
M16.7 58 ¡Cuán sencillo y qué fácil transcurre el tiempo para el maestro de Dios que ha aceptado Su protección! 59 Todo lo que hacía antes en nombre de su propia seguridad ha dejado de interesarle, 60 puesto que está a salvo y sabe que lo está. 61 Tiene un Guía que no va a fallar. 62 No necesita hacer distinciones entre los problemas que percibe, pues Aquel a Quien acude con todos ellos, reconoce que no hay grados de dificultad en su resolución. 63 Está tan a salvo en el presente como lo estaba antes de que su mente aceptase las ilusiones, y como lo estará cuando las haya abandonado. 64 Su estado no cambia en momentos distintos ni en lugares diferentes, porque todos son lo mismo para Dios. 65 En esto reside su seguridad. 66 No tiene necesidad de nada más.
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Un Curso Sobre Milagros
edición original
Libro de Lecciones
P A R T E 2
¿QUÉ SOY YO1 REALMENTE2?
pár 1-5
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LTe.14 (-L351).1 1 Soy el Hijo de Dios, completo, curado y pleno de Completitud3, resplandeciendo en el reflejo de Su Amor. 2 En Mí, Su Creación es santificada y tiene garantizada Vida eterna. 3 En Mí, se perfecciona el Amor, el miedo4 es imposible y la alegría está establecida sin opuestos. 4 Soy el santo Hogar de Dios Mismo. 5 Soy el Cielo donde reside Su Amor. 6 Soy Su santa Impecabilidad5 Misma, pues en Mi Pureza mora la Suya Propia.
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1 Yo, con mayúscula, es el eterno Yo de Cristo, el Hijo único de Dios —en Quien todas nuestras Almas perfectas y eternas están unificadas como Una— Quien es Uno con Dios en el eterno Presente de Su Unicidad. También es usado pocas veces como el Yo de Dios. En minúscula, tu yo es el ego si estás pensando con él, el yo que creemos que somos en el tiempo y el espacio, el cual, en la separación, hicimos para reemplazar a la eterna Creación de Dios, es decir, a Su único Hijo; o si decidiste pensar con el Espíritu Santo, tu yo es el reflejo aquí del eterno Yo de Cristo, en Quien todos somos realmente Uno. Ver Lte.14 (- 351)
2 Realmente se refiere en general a nuestra verdadera condición en el Cielo, Que es donde realmente estamos todos cual Almas Uno en Cristo, el Hijo único de Dios, que nunca se separó de su Padre, con Quien es eternamente Uno.
3 La Completitud, con mayúscula, en el Cielo, es de Dios y de todos nosotros como Almas perfectas y eternas que realmente somos, unificadas como Una en Cristo, Su Hijo, Quien es Uno con Su Padre en el Amor del Espíritu Santo que Ambos comparten en la paz y alegría de la eterna Unicidad. En minúscula, cuando pensamos con el Espíritu Santo, la completitud es el reflejo aquí de la eterna Completitud, y se experimenta en nuestro fuero interno en un instante santo del mundo real cuando, después de haber perdonado totalmente a un hermano (s), nos unimos a él (ellos) como uno en la experiencia de Cristo. Y, cuando pensamos con el ego significa las definiciones que se pueden encontrar en el diccionario. Ver T2.5 [102], T6.3 [25], T15.8 [78], T29.3 [19]
4 El miedo es la motivación primordial del sistema de pensamiento del ego, constituye un síntoma de tu profundo sentido de ser atacado y de pérdidas pasadas, presentes y futuras. Pero cuando has aceptado el Redimir para ti mismo, perdonado y extendido los milagros que te ha sugerido el Espíritu Santo y, con la visión de Cristo, aceptas solamente los pensamientos amorosos de todos, considerando todo lo demás como pedimentos de ayuda, Él te enseñará que el miedo —tanto en ti como en los demás— es realmente un pedido de ayuda. Ver T8.9 [82], T8.10 [90], T8.10 [94]
5 La Impecabilidad, con mayúscula, es la condición de nuestras Almas en la eterna Unicidad de Dios, Que es donde Todas realmente están y son Una en Cristo, Su único Hijo. En minúscula, impecabilidad es el reflejo aquí de esa Condición eterna. El estado de impecabilidad es simplemente esto: todo deseo de atacar ha desaparecido, de modo que no hay razón para percibir al Hijo de Dios de ninguna otra forma que como realmente es. Ver T20.5 [32], T25.6 [37]
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P A R T E 2
¿QUÉ SOY YO1 REALMENTE2?
pár 2
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LTe.14 (-L351).2 7 Ahora, nuestra utilización de las palabras está llegando casi a su fin. 8 No obstante, durante los últimos días de este año que juntos, tú y yo, ofrecimos a Dios, descubrimos que compartimos un único propósito6. 9 Y así, te uniste a mí, de modo que lo que yo soy, tú también lo eres. 10 La Verdad de Lo que somos no es algo de lo que se pueda hablar o describir con palabras. 11 Sin embargo, aquí podemos saber cuál es nuestra función7, y de Ello pueden hablar las palabras y también enseñarlo, siempre que demos el ejemplo de las palabras que llevamos por dentro.
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6 El propósito del Espíritu Santo: 1) es que aprendamos a pensar, percibir y actuar cada vez más con Él y cada vez menos con el ego, de manera de liberar el Amor de Dios en nosotros para que reverbere en todo lo que pensemos y hagamos; 2) es —por medio del perdonar y de extender milagros a otro— experimentar en nuestro fuero interno el Alma del otro;, 3) es, en la relación santa, reconocer a nuestro verdadero Yo, Cristo, en Quien todas las Almas perfectas y eternas —que realmente somos— están unificadas como Una; 4) es liberarnos del pensar del ego para poder regresar aquí, al reflejo del eterno Presente de la Unicidad de Dios, de la Que realmente nunca nos hemos separado; 5) es buscar y hallar en el otro y en los demás, el reflejo aquí del eterno Amor que Dios y Su Hijo comparten en el Cielo, extendiendo así la Creación; 6) es aprender a dar paz para tener paz, porque la paz es la condición aquí para alcanzar el conocimiento, porque esa es la condición para entrar en el mundo real. Ver T7.4 [23], T8.4 [22], T11.8 [65], T17.7, T17.9 [74], T25.2 [9], T26.10 [84]
7 Nuestra verdadera función es tratar de ser aquí un reflejo de lo que realmente somos todos en la eterna Unicidad: Almas, unificadas todas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios; reflejo que se logra en el instante santo del mundo real, después de haber aceptado el Redimir para sí mismo y luego, haber perdonado totalmente a otro y extendido los milagros sugeridos por el Espíritu Santo. A cada persona el Espíritu Santo le asigna una función especial en la salvación que sólo ella puede desempeñar, porque es una parte que le fue asignada únicamente a ella. Y el plan no se habrá llevado a término hasta que ella descubra cuál es su función especial, y desempeñe la parte que le fue asignada para completarse a sí misma en el otro y en los demás, en un mundo donde rige la incompletitud. Ver T18.6 [45], T20.5 [32], L62, L64, L65, L66, L99
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P A R T E 2
¿QUÉ SOY YO1 REALMENTE2?
pár 3
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LTe.14 (-L351).3 12 Somos los portadores de la salvación8. 13 Aceptamos cumplir nuestra parte como salvadores del mundo, el cual es redimido por haberlo perdonado conjuntamente. 14 Y, por consiguiente, éste, nuestro presente9, nos es dado a nosotros. 15 Miramos a todos como hermanos y percibimos todas las cosas como propicias y buenas. 16 No andamos tras una función que se encuentra más allá de las puertas del Cielo. 17 El conocimiento10 regresará cuando hayamos cumplido nuestra parte. 18 Lo único que ahora nos interesa es dar la bienvenida a la Verdad11.
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8 La salvación 1) es el proceso de deshacer la separación que nunca fue, cuestionando nuestra creencia en la realidad del ego, del tiempo y del espacio y de todo lo que éstos contienen, regidos como están por las leyes de la evolución y escasez; 2) es querer creer en el eterno Presente de la Realidad del Amor de Dios, en Cuya Unicidad estamos realmente todos, como Almas perfectas unificadas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios; 3) es ir dejando cada vez más de lado el pensar, percibir y actuar egocentrista del ego y, en su lugar, pensar con el Espíritu Santo; 4) es aceptar el Redimir para nosotros mismos; 5) es perdonar al otro y a los demás y extender los milagros que nos sugiera el Espíritu Santo; 6) es entablar relaciones santas y multiplicar el perdonar y la extensión de milagros. Ver T9.6, T11, T22, T31, LTe.2 (-L231)
9 Don con mayúscula, es el Don de amar o de crear —que es lo mismo— que Dios dio a Su Hijo al crearlo. En minúscula, don es el reflejo aquí del Don de Dios. Presente se refiere a los presentes aquí del Espíritu Santo o a los del Hijo separado que piensa con Él. Regalos son los que ofrece el Hijo separado que piensa con el ego. Ver T7.2, T20.6 [38], T26.5 [28], L166
10 Conocimiento, con mayúscula, es lo que saben todas nuestras Almas perfectas y eternas, Unificadas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios, Almas que, en perfectas paz y alegría, están compartiendo con Dios Su Amor o Espíritu Santo, en el eterno Presente de Su Unicidad. Aquí, cuando pensamos con el Espíritu Santo, en minúscula, conocimiento es lo que experimentamos en un instante santo del mundo real, al haber logrado perdonar totalmente a otro y unir como Una, su Alma con La mía, es saber que esa experiencia es el reflejo aquí del eterno Conocimiento. Y cuando pensamos con el ego, es lo que se puede llegar a conocer en este mundo, de acuerdo con sus leyes. Ver T3.5 [35] y [37], T25.4 [25]
11 .. en nuestras mentes y corazones: La Verdad, con mayúscula —que realmente no soy un cuerpo sino un Alma, Tal como Dios me creó— según el Curso, no se puede describir ni tampoco explicar; sólo puede experimentarse en nuestro fuero interno, en un instante santo del mundo real, al haber logrado perdonar totalmente a otro y haber unificado su Alma con La tuya en Cristo. En esto radica aquí, la paz de Dios. En minúscula, es la verdad del ego, cuyo sistema de pensamiento está basado en la percepción de que el tiempo y del espacio y todo lo que estos contienen son reales, están regidos por las leyes de la evolución y escasez, y constituyen la única y verdadera realidad. Ver T6.6.3 [94], T7.5, T14, T23.2 [13], T29.8
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P A R T E 2
¿QUÉ SOY YO1 REALMENTE2?
pár 4-5
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LTe.14 (-L351).4 19 Nuestros son los ojos por medio de los cuales la visión de Cristo12 ve a un mundo redimido de todo pensamiento de pecado13. 20 Nuestros son los oídos que oyen a la Voz que habla por Dios14 proclamar que el mundo está libre de pecado. 21 Nuestras son las mentes que se unen conjuntamente, a medida que bendecimos al mundo. 22 Y desde la unicidad que hemos logrado15, llamamos a todos nuestros hermanos para pedirles que compartan nuestra paz y que se sumen a nuestra alegría.
LTe.14 (-L351).5 23 Somos los santos mensajeros de Dios que hablan por Él y, al llevar Su Palabra a cada uno de los que Él nos ha enviado16, nos damos cuenta de que está impresa en nuestros corazones. 24 Y así, nuestras formas de pensar han cambiado con respecto al objetivo para el cual vinimos y al cual procuramos servir. 25 Llevamos buenas nuevas Al Hijo de Dios17 que pensaba que sufría. 26 Ahora está redimido. 27 Y cuando vea que las puertas del Cielo se abren de par en par ante él, entrará y desaparecerá en el Corazón de Dios.
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12 La visión de Cristo es, en un instante santo en mi fuero interno, la que mira más allá del cuerpo de la persona que quiero perdonar y, cuando logro acceder al mundo real, ve su Alma perfecta y eterna, Una con La mía, en la experiencia de Cristo, nuestra verdadera Identidad. Basado en esa experiencia, cada vez que decida pensar con el Espíritu Santo, es decir, pensar con mi mente acertada, voy a percibir el mundo de otra manera, en la que, en mi fuero interno, no hay nada que no justifique perdonar completamente, extender los milagros que sugiera el Espíritu Santo y unirme a esa y otras personas, en relaciones santas. Ver T11.7, T12.5 [42]
13 El pecado de todos los pecados fue la diminuta idea alocada de que el Hijo podía separarse de Su Padre y crear por su cuenta, idea que se coló en la Eternidad, donde Todo es Uno, y de la que el Hijo de Dios olvidó reírse. Por haberlo olvidado, ese pensamiento se convirtió en una idea seria, capaz de lograr algo y tener efectos aparentemente reales, como fue la hechura del tiempo y del espacio y de todo lo que éstos contienen, regidos como están por las leyes de la evolución y escasez. Ver T27.9 [82]
14 La Voz que habla por Dios es el Espíritu Santo Quien es, en el eterno Presente de la Unicidad de Dios, el Pensamiento de Amor de Dios que nos creó como Almas, Una en Cristo, Su único Hijo. Aquí, al producirse la separación, el Espíritu Santo es, en la mente: el mediador que mantiene abierto para la revelación el canal directo de Dios hacia el hombre; la motivación para: pensar con los milagros la decisión de curar la separación renunciando a ella; ser aquí el reflejo de las Almas perfectas y eternas que realmente somos, Una en el Alma única del único Hijo de Dios. Ver T1.1.49 [81], T5.3, T5.4, T.5.5, T6.6, T9.5, T20.5, LTe.7 (-L281)
15 … el reflejo aquí de la Unicidad, con mayúscula es sencillamente la idea de que Dios, en el eterno Presente del Cielo, está creando a Su único Hijo en un pensamiento de Amor o Espíritu Santo, Amor que se profesan eternamente Uno al Otro en perfecta armonía y alegre concordia. En minúscula, aquí, en nuestra mente acertada o espíritu, unicidad es la idea nacida del anhelo natural de, amorosamente, unificar todas nuestras Almas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios, en una experiencia en nuestro fuero interno, que nos dice que realmente no estamos solos, aislados y separados unos de otros, ni desamparados —como la percepción de nuestros cuerpos que el ego nos quiere hacer ver y creer— sino que realmente somos Uno con Dios en las perfectas Paz y Alegría de Su eterna Unicidad, arropados por el Amor o Espíritu Santo. Ver T8.5 [38], T10.2 [15], T26.2
16 … sobre todo por medio del ejemplo y actitudes…
17 El Hijo único de Dios o Cristo —en Cuya única Alma, todas las Nuestras están unificadas como Una en Cristo— es Uno con Dios en Su eterna Unicidad. Nos convertimos aquí en el reflejo de Cristo cuando pensamos y percibimos con el Espíritu Santo, perdonamos totalmente al otro (s) y extendemos los milagros que nos sugiera el Mismo Espíritu Santo. Pero cuando pensamos con el sistema de pensamiento del ego y creemos que su realidad del tiempo y del espacio es verdadera —que es lo que hacemos "usualmente"— entonces nos convertimos en el Hijo separado de Dios. Ver T10.5, T10.8, T20.3, T29.9, L163, L191, LTE.14 (-L351)
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Un Curso Sobre Milagros
edición original
Libro de Lecciones
L E C C I Ó N 353
Hoy mis ojos, mi boca, mis manos
y mis pies tienen
un solo propósito:
estar al servicio de Cristo
para utilizarlos en bendecir
al mundo con milagros.
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L353 1 Padre, hoy entrego a Cristo1 todo lo que es mío para que lo utilice de la manera que sea más beneficiosa para servir el propósito que con Él comparto2. 2 Nada es exclusivamente mío, pues Él y yo nos hemos unido en un mismo propósito. 3 De este modo, el aprendizaje ha llegado casi a su programado final. 4 Por un tiempo, colaboraré con Él en el logro de Su propósito. 5 Luego, me abandonaré en manos de mi Identidad, y reconoceré que Cristo no es otro que mi Yo3.
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1 Cristo, 1) es la idea que resuelve el aparente dilema en el Curso, que por un lado, reza: "Dios creó a un solo Hijo, y no creó más nada" y, por el otro, "la Filiación es la suma de todas las Almas creadas por Dios.", dilema que resuelve el proceso de extender el milagro: "Un milagro hace que las Almas sean una en Cristo."; 2) en mi fuero interno, es la divina experiencia de mi mente acertada o espíritu en un instante santo del mundo real, de la unión con el Alma del otro(a) por haberlo(a) perdonado completamente, experiencia de Amor que se extiende a las Almas de todos los que fueron, son y serán, como reflejo aquí del eterno Presente de la Unicidad de Dios con Su Hijo único, en cuya Alma, todos —como las Almas perfectas y eternas unificadas que realmente somos— somos Uno. Ver T1.1.19 [19], [45] y [48], T2.2 [20], T30.6 [63], T31.1 [9]
2 El propósito del Espíritu Santo: 1) es que aprendamos a pensar, percibir y actuar cada vez más con Él y cada vez menos con el ego, de manera de liberar el Amor de Dios en nosotros para que reverbere en todo lo que pensemos y hagamos; 2) es —por medio del perdonar y de extender milagros a otro— experimentar en nuestro fuero interno el Alma del otro;, 3) es, en la relación santa, reconocer a nuestro verdadero Yo, Cristo, en Quien todas las Almas perfectas y eternas —que realmente somos— están unificadas como Una; 4) es liberarnos del pensar del ego para poder regresar aquí, al reflejo del eterno Presente de la Unicidad de Dios, de la Que realmente nunca nos hemos separado; 5) es buscar y hallar en el otro y en los demás, el reflejo aquí del eterno Amor que Dios y Su Hijo comparten en el Cielo, extendiendo así la Creación; 6) es aprender a dar paz para tener paz, porque la paz es la condición aquí para alcanzar el conocimiento, porque esa es la condición para entrar en el mundo real. Ver T7.4 [23], T8.4 [22], T11.8 [65], T17.7, T17.9 [74], T25.2 [9], T26.10 [84]
3 Yo, con mayúscula, es el eterno Yo de Cristo, el Hijo único de Dios —en Quien todas nuestras Almas perfectas y eternas están unificadas como Una— Quien es Uno con Dios en el eterno Presente de Su Unicidad. También es usado pocas veces como el Yo de Dios. En minúscula, tu yo es el ego si estás pensando con él, el yo que creemos que somos en el tiempo y el espacio, el cual, en la separación, hicimos para reemplazar a la eterna Creación de Dios, es decir, a Su único Hijo; o si decidiste pensar con el Espíritu Santo, tu yo es el reflejo aquí del eterno Yo de Cristo, en Quien todos somos realmente Uno. Ver Lte.14 (- 351)
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Un Curso Sobre Milagros
edición original
Manual Para Los Maestros
M.16 ¿CÓMO DEBE PASAR EL
DÍA EL MAESTRO DE DIOS?
pár 1-11
[LA LECTURA DE TEXTO REANUDARÁ EL LUNES]
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M16.1 1 Para un maestro de Dios avanzado, esta pregunta no tiene sentido. 2 No hay un programa fijo, pues las lecciones cambian día a día. 3 No obstante, el maestro de Dios está seguro de una sola cosa: las lecciones no cambian al azar. 4 Al verlo y comprender que es verdad, el maestro descansa contento. 5 Se le dirá todo lo que su papel ha de ser, en este día y cada día después. 6 Y los que comparten ese papel con él lo encontrarán, de manera que puedan aprender juntos las lecciones de ese día. 7 Ni uno solo que él necesite estará ausente; ni uno solo le será enviado que no tenga una meta de aprendizaje ya establecida, y que se pueda aprender ese mismo día. 8 Por consiguiente, para el maestro de Dios avanzado, esta pregunta es superflua. 9 Ya fue planteada y contestada, y él se mantiene en continuo contacto con la Respuesta1. 10 Está preparado, y ve que el camino por el que anda se desarrolla seguro y libre de asperezas por delante de él.
M16.2 11 ¿Pero qué ocurre con los que no han alcanzado su certeza? 12 Todavía no están listos para una falta de estructura así de la parte que les toca desempeñar. 13 ¿Qué es lo que tienen que hacer para aprender a entregar el día a Dios2? 14 Hay algunas reglas generales a seguir, aunque cada cual debe usarlas como mejor pueda, a su manera. 15 Las rutinas como tales son peligrosas, porque se convierten fácilmente en dioses por derecho propio y amenazan las mismas metas para las que fueron establecidas. 16 Por lo tanto, en términos generales, se puede decir que es mejor comenzar el día bien. 17 Si se comenzó mal, siempre es posible volver a empezar. 18 No obstante, el uso de rutinas ofrece obvias ventajas en cuanto a ahorrar tiempo.
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1 La Respuesta de Dios a la separación es el Espíritu Santo y la posibilidad de comunicarnos con Dios por Su intermedio a través de nuestro espíritu, que es la parte de nuestra mente que todavía puede comunicarse con Dios por medio del mismo Espíritu Santo.
2 … es decir ser aquí un reflejo de lo que realmente son en la Unicidad, con mayúscula es sencillamente la idea de que Dios, en el eterno Presente del Cielo, está creando a Su único Hijo en un pensamiento de Amor o Espíritu Santo, Amor que se profesan eternamente Uno al Otro en perfecta armonía y alegre concordia. En minúscula, aquí, en nuestra mente acertada o espíritu, unicidad es la idea nacida del anhelo natural de, amorosamente, unificar todas nuestras Almas como Una en Cristo, el Hijo único de Dios, en una experiencia en nuestro fuero interno, que nos dice que realmente no estamos solos, aislados y separados unos de otros, ni desamparados —como la percepción de nuestros cuerpos que el ego nos quiere hacer ver y creer— sino que realmente somos Uno con Dios en las perfectas Paz y Alegría de Su eterna Unicidad, arropados por el Amor o Espíritu Santo. Ver T8.5 [38], T10.2 [15], T26.2
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M.16 ¿CÓMO DEBE PASAR EL
DÍA EL MAESTRO DE DIOS?
pár 3-4
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M16.3 19 Al principio, es aconsejable pensar en función del tiempo. 20 Aunque éste no es de ningún modo el criterio esencial, probablemente es el más fácil de observar al principio. 21 Inicialmente, se hace hincapié en ahorrar tiempo, que si bien seguirá siendo importante a lo largo de todo el proceso de aprendizaje, se recalcará cada vez menos. 22 De entrada, podemos decir con seguridad que el tiempo que se dedica a comenzar bien el día ciertamente ahorra tiempo. 23 ¿Cuánto tiempo debería emplearse en eso? 24 Dependerá del propio maestro de Dios, 25 quien no podrá adjudicarse a sí mismo ese título hasta haber completado el Libro de Lecciones, puesto que estamos aprendiendo dentro del marco de nuestro Curso. 26 Después de haber finalizado las sesiones de práctica más estructuradas contenidas en el Libro de Lecciones, la necesidad individual será el factor determinante para determinar el tiempo que se le dedicará.
M16.4 27 Este Curso es siempre práctico. 28 Puede ser que, al despertarse, el maestro de Dios no se encuentre en una situación que le conduzca a pasar unos minutos en un estado de quietud. 29 Si ése fuese el caso, que recuerde tan sólo que ha decidido pasar un rato con3 Dios lo antes posible, y que lo haga. 30 El tiempo que se le dedique no es lo más importante. 31 Uno puede fácilmente pasar una hora sentado inmóvil con los ojos cerrados y no lograr nada. 32 O bien, con igual facilidad, puede dedicarle a Dios sólo un instante y, en ese instante, unirse a Él completamente4. 33 Quizá, la única generalización que puede hacerse al respecto es la siguiente: Después de despertar y tan pronto como te sea posible, aquiétate unos instantes y, si empieza a resultarte difícil, continúa durante uno o dos minutos más. 34 Probablemente descubrirás que la dificultad disminuye y desaparece. 35 En caso de no ser así, ése será el momento de parar.
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3 … la Voz que habla por
4 La experiencia de Cristo, aquí, en mi fuero interno, es la divina experiencia de mi mente acertada o espíritu en un instante santo del mundo real, de la unión de mi Alma con el Alma del otro(a) por haberlo(a) perdonado completamente, experiencia de Amor que se extiende a las Almas de todos los que fueron, son y serán, como reflejo aquí del eterno Presente de la Unicidad de Dios. Ver T1.1.19 [19], [45] y [48], T2.2 [20], T30.6 [63], T31.1 [9]
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M.16 ¿CÓMO DEBE PASAR EL
DÍA EL MAESTRO DE DIOS?
pár 5-7
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M16.5 36 El mismo procedimiento debería seguirse por la noche. 37 Tal vez tu período de aquietamiento debería ser temprano en el anochecer, si no te es posible hacerlo justo antes de irte a dormir. 38 No es aconsejable hacerlo acostado. 39 Es mejor estar sentado, en cualquier postura que prefieras. 40 Habiendo completado el Libro de Lecciones, seguramente habrás llegado a algunas conclusiones a este respecto. 41 No obstante, si te es posible, el momento justo antes de irte a dormir es un tiempo deseable para dedicárselo a Dios. 42 Esto pone a tu mente en estado de reposo y te aparta del miedo. 43 Si es conveniente hacerlo más temprano, asegúrate al menos de no olvidarte pasar un rato —aunque sólo sea un momento— en el que cierres los ojos y pienses en Dios5.
M16.6 44 Hay un pensamiento en particular que debe recordarse a lo largo del día. 45 Es un pensamiento de pura alegría; de paz; de liberación ilimitada; ilimitada porque todas las cosas se liberan dentro de él. 46 Crees que has hecho un lugar seguro para ti mismo. 47 Crees que has hecho un poder que te puede salvar de todas las cosas aterradoras que ves en sueños. 48 Pero no es así. 49 Tu seguridad no reside ahí. 50 A lo que renuncias es sencillamente a la ilusión de proteger ilusiones6. 51 Y ése es tu temor, y sólo ése. 52 ¡Qué insensatez estar tan atemorizado por nada! 53 ¡Por nada en absoluto! 54 Tus defensas no van a servir, pero tú no corres peligro. 55 Por eso, no las necesitas. 56 Reconoce esto y desaparecerán. 57 Y, sólo entonces, habrás aceptado tu verdadera protección.
M16.7 58 ¡Cuán sencillo y qué fácil transcurre el tiempo para el maestro de Dios que ha aceptado Su protección! 59 Todo lo que hacía antes en nombre de su propia seguridad ha dejado de interesarle, 60 puesto que está a salvo y sabe que lo está. 61 Tiene un Guía que no va a fallar. 62 No necesita hacer distinciones entre los problemas que percibe, pues Aquel a Quien acude con todos ellos, reconoce que no hay grados de dificultad en su resolución. 63 Está tan a salvo en el presente como lo estaba antes de que su mente aceptase las ilusiones, y como lo estará cuando las haya abandonado. 64 Su estado no cambia en momentos distintos ni en lugares diferentes, porque todos son lo mismo para Dios. 65 En esto reside su seguridad. 66 No tiene necesidad de nada más.
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5 … como el Amor que arropa a Todo, es decir, a Dios y Su único Hijo —Que realmente eres tú, conjuntamente con todos los demás— Hijo Que es uno con Él, Su Padre y Creador
6 Ilusión o fantasía es todo lo "hecho" por nuestro ego primario, producto de aquella diminuta idea alocada que era posible al Hijo separarse de la Unicidad de Dios, y ponerse a crear por su cuenta, pero sin perder el Amor que Dios le daba, locura que se adentró en la Eternidad, Donde Todo es Uno con Dios, y de la que el Hijo de Dios olvidó reírse y que, a causa de haberlo enviado al olvido, ese pensamiento se convirtió en una idea seria, capaz de lograr algo, así como de tener efectos reales, entre los cuales están la hechura del tiempo, del espacio, y de todo lo que éstos contienen, incluyendo la expansión y fragmentación de todo casi al infinito, regidos por las leyes de la evolución y escasez. Ver T8.5 [41], T16
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M.16 ¿CÓMO DEBE PASAR EL
DÍA EL MAESTRO DE DIOS?
pár 8-10
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M16.8 67 Con todo, habrá tentaciones7 a lo largo del camino que al maestro de Dios aún le queda por recorrer y tendrá necesidad de recordarse a sí mismo durante el transcurso del día que está protegido. 68 ¿Cómo podrá hacer eso, especialmente en los momentos en que su mente esté ocupada con cosas externas? 69 Lo único que puede hacer es intentarlo y su éxito dependerá de la convicción que tenga de que va a triunfar. 70 Deberá tener absoluta Certeza de que su éxito8 no procede de él, pero que se le dará en cualquier momento, lugar o circunstancia que lo pida. 71 Habrá ocasiones en que su certeza flaqueará y, en el momento en que esto ocurra, el maestro de Dios volverá a tratar, como antes, de depender únicamente de sí mismo. 72 No olvides que eso es magia9 y la magia es un pobre substituto de la verdadera ayuda. 73 No es suficientemente buena para el maestro de Dios, porque no es suficientemente buena para el Hijo de Dios.
M16.9 74 Evitar la magia es evitar la tentación. 75 Pues toda tentación no es más que el intento de substituir la Voluntad de Dios10 por otra. 76 Estos intentos pueden parecer ciertamente aterradores, pero son sencillamente patéticos. 77 No pueden tener efectos, ya sean buenos o malos, sanadores o destructivos, tranquilizadores o aterradores, gratificantes o que exijan sacrificio. 78 Cuando reconozca que la magia sencillamente no es nada, el maestro de Dios habrá alcanzado el estado más avanzado. 79 Todas las lecciones intermedias no hacen sino conducirle a ese estado, y facilitar que esta meta esté más cerca de reconocerse. 80 Pues cualquier tipo de magia —sea cual sea su forma— es sencillamente impotente. 81 Su impotencia explica por qué es tan fácil escaparse de ella. 82 Es imposible que lo que realmente no tiene efectos pueda aterrorizar.
M16.10 83 No hay nada que pueda substituir a la Voluntad de Dios. 84 Dicho llanamente, este hecho es al que el maestro de Dios dedica su día. 85 Cualquier otro substituto que acepte como real, tan sólo puede engañarle. 86 Mas está a salvo de cualquier engaño si así lo decide. 87 Quizá necesite recordar: "Dios está conmigo. 88 No puedo ser engañado". 89 Quizá prefiera usar otras palabras, o sólo una, o ninguna. 90 En cualquier caso, debe abandonar toda tentación de aceptar la magia como algo verdadero, y reconocer que no sólo no es aterradora, ni pecaminosa, ni peligrosa, sino que, sencillamente, no significa nada11. 91 Al estar arraigada en el sacrificio y la separación —que no son más que dos aspectos de un mismo error— el maestro de Dios decide sencillamente renunciar a todo lo que realmente nunca tuvo. 92 Y a cambio de ese "sacrificio", el Cielo le es restaurado a su concienciación.
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7 … de regresar al pensar, percibir y actuar con el ego,
8 … en dejar de pensar con el ego y de creer en su realidad…
9 La magia, según el Curso y cuando pensamos con el ego, es todo lo que percibimos por medio de nuestros sentidos y que tratamos de comprender mediante nuestra razón, lógica y sentido común. Pero esa realidad tiene que ser irreal, simplemente porque un Dios de Amor no la pudo haber creado. En efecto, el Curso añade que Dios, en Su Pensamiento de Amor o Espíritu Santo, creó únicamente nuestras Almas perfectas y eternas, unificadas como Una en Cristo, Su Hijo único. No creó nada más. Por tanto, si queremos creer en un Dios perfecto y eterno, también tendremos que creer no sólo que lo que percibimos aquí tiene que ser magia o ilusión, sino que, lo que vivimos internamente durante algunos instantes santos en el mundo real al experimentar a Cristo en el otro, es el reflejo aquí de Nuestra verdadera y eterna Realidad. Ver T1.1.14 [14], T2.3 [62], T23.3 [30]
10 La Voluntad de Dios —en el eterno Presente de Su Unicidad en la Que todas nuestras Almas perfectas y eternas están unificadas como Una en la única Alma del Hijo único de Dios— quiere que la felicidad que Su Hijo heredó de Él siga imperturbada: que sea perpetua en la Alegría de la Creación plena y que sea eternamente receptiva y completamente ilimitada en Él. Aquí, la Voluntad de Dios es que por medio del perdón y de la extensión de milagros, nos volvamos el reflejo de ese eterno Presente de la Unicidad, en la Que, en paz y con alegría, nos amamos unos a otros como uno en Cristo, el Hijo único de Dios, Quien es Uno con Él. Ver T12.7 [64] y [65], T13.5 [41], L193
11 … Eso no quiere decir, por ejemplo, que no haga con su cuerpo lo necesario para que éste sobreviva y todo lo que esto implique. La diferencia estriba en que recuerde que decidió creer que todo eso realmente es una ilusión frente a la Realidad que le propone este curso y, por consiguiente, en todo momento tratará de ser aquí el reflejo de Lo que cree que realmente es en la eterna Unicidad de Dios, es decir, El Hijo único de Dios o Cristo — en Cuya única Alma, todas las Nuestras están unificadas como Una en Cristo— es Uno con Dios en Su eterna Unicidad. Nos convertimos aquí en el reflejo de Cristo cuando pensamos y percibimos con el Espíritu Santo, perdonamos totalmente al otro (s) y extendemos los milagros que nos sugiera el Mismo Espíritu Santo. Pero cuando pensamos con el sistema de pensamiento del ego y creemos que su realidad del tiempo y del espacio es verdadera —que es lo que hacemos "usualmente"— entonces nos convertimos en el Hijo separado de Dios. Ver T10.5, T10.8, T20.3, T29.9, L163, L191, LTE.14 (-L351)
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M.16 ¿CÓMO DEBE PASAR EL
DÍA EL MAESTRO DE DIOS?
pár 11
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M16.11 93 ¿No es un cambio que te gustaría hacer? 94 El mundo lo haría gustosamente si supiera que se puede. 95 Los maestros de Dios son los que deben enseñarle12 que sí puede. 96 Y, por lo tanto, su función es asegurarse de que ellos mismos lo hayan aprendido. 97 No hay otro riesgo a lo largo del día, excepto el de poner tu confianza en la magia13, pues sólo eso conduce al dolor. 98 "No hay otra voluntad14 que la de Dios." 99 Sus maestros saben que esto es así, y han aprendido que todo lo que no es esto, es magia. 100 Lo que mantiene viva la creencia en la magia es la ilusión simplista de que da resultado. 101 A lo largo de todo su entrenamiento, cada día y cada hora, e incluso cada minuto y cada segundo, los maestros de Dios deben aprender a reconocer las diversas formas de magia y a percibir el hecho de que15 no significan nada. 102 Cuando lo hacen, dejan de tenerles miedo16 y, por consiguiente, desaparecen17. 103 Y así se vuelve a abrir la puerta del Cielo18, y19, Su Luz20 vuelve a irradiar sobre una mente libre de preocupaciones.
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12 … principalmente con el ejemplo, con sus actitudes,
13 … lo cual haces cuando piensas con el ego y crees que su realidad es verdadera
14 … cuando decides pensar con el Espíritu Santo y has aceptado el Redimir para ti mismo: Aceptar para sí mismo el Redimir —siempre con mayúscula— es un acto de Amor; es reconocer el Alma del que perdonamos; es haberse decidido a pensar cada vez más "nos" con el Espíritu Santo y cada vez menos "yo", "yo", "yo" con el ego; es el acto de compartir desinteresadamente; es querer creer que la separación nunca ocurrió y, por lo tanto, no somos cuerpos sino realmente las Almas perfectas y eternas unificadas como Una en Cristo, el Hijo único Que Dios creó; es dejar de creer en la realidad del ego y querer creer en la Realidad, el eterno Presente de la Unicidad con Dios; es siempre una manera de escapar del miedo. Ver T2.2 [36], T2.5 [86, 103], T3.3, T5.3, L139
15 … realmente en el Cielo, Que es donde todos como Almas Uno en Cristo, realmente Estamos
16 El miedo es la motivación primordial del sistema de pensamiento del ego, constituye un síntoma de tu profundo sentido de ser atacado y de pérdidas pasadas, presentes y futuras. Pero cuando has aceptado el Redimir para ti mismo, perdonado y extendido los milagros que te ha sugerido el Espíritu Santo y, con la visión de Cristo, aceptas solamente los pensamientos amorosos de todos, considerando todo lo demás como pedimentos de ayuda, Él te enseñará que el miedo —tanto en ti como en los demás— es realmente un pedido de ayuda. Ver T8.9 [82], T8.10 [90], T8.10 [94]
17 … como preocupación de la mente que ahora quiere pensar con el Espíritu Santo
18 … en instantes santos en el mundo real
19 … el reflejo de
20 Luz, con mayúscula, es el Conocimiento que Dios nos dio al crearnos mediante Su Pensamiento de Amor o Espíritu Santo. En minúscula, luz, cuando pensamos con el Espíritu Santo, es el reflejo aquí de esa Luz eterna, reflejo que llega a nuestro espíritu o mente acertada en un instante santo del mundo real, cuando hemos perdonado totalmente a otro u otros, y extendido los milagros que nos hubiese sugerido el Espíritu Santo; y, cuando pensamos con el ego, tiene todos los demás significados que podemos encontrar en el diccionario. Ver T5.8 [80], T12.2 [5], T22.7 [65], L48, L61, L63, L69, L93
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