Por Neil Douglas-Klotz
Cuando hablamos sobre
tener maestría en las Danzas de Paz Universal, podemos asumir que nuestra hermosa práctica es como un portón el cual queremos atravesar y que sencillamente necesitamos encontrar las llaves que encajan. Quizás eso sea cierto cuando comenzamos a aprender las Danzas Originales de Samuel L. Lewis, que contienen una gran cantidad de su transmisión directa y
baraka. Pero en realidad Murshid nos dejó una "sinfonía inconclusa". Las Danzas han cambiado y evolucionado a través de estos últimos 45 años. A medida que cambian, dan lugar a un cambio mayor en nosotros. Mirando hacia atrás, así como también hacia adelante, nos puede ayudar a entender con mayor claridad los retos y las oportunidades frente a los cuales nos vemos enfrentados hoy en día.
"Lo que debe mantenerse es la frase sagrada...." Dada la expresión central de Murshid, el número de frases explotó rápidamente durante los primeros diez años. Las Danzas originales representaban principalmente las tradiciones Sufíes e Hindús, aunque Murshid claramente tenía planeado incluir otras mas, no pudo completarlas (por ejemplo un esbozo de la "Danza Lunar de la Diosa Isis", que aparece en sus escritos). Durante la primera década, vimos que nacieron nuevas Danzas inspiradas en las tradiciones Zoroastriana, Budista, Sij, Hebrea, y Cristiana (Aramea y Griega), con algunos intentos tentativos de honrar las tradiciones nativas.
Estos nuevos portales sin embargo, abrieron nuevos mundos internos. Concentrarse en una frase sagrada desconocida requiere de sí mismo que se confronte con las propias profundidades de una manera nueva. Cada "tradición" trae consigo misma un conjunto de impresiones, llenas tanto de luz como de sombra. Cuando una persona tiene el coraje de decir, "utilízanos para el propósito que Tu sabiduría escoja", esto necesariamente incluye la disposición de enfrentar lo que surja dentro de sí mismo desde la reflexión de esa parte de la humanidad en el espejo del alma. Los cánticos que profundizan requieren más que palabras, música y movimientos. Evocan una sintonización con el sentir, una especie de canalización que puede ser el equivalente al viaje chamánico de las culturas pre-religiosas. Es por esto que siempre experimentamos las Danzas de mantras que han perdurado de una manera más intensa cuando son lideradas por su creador, o por alguien que la ha danzado con frecuencia con él o ella. El sendero interior que la Danza crea es como un rastro de vapor en lo no visto; las palabras, la música y los movimientos son como en el Zen "el dedo que apunta hacia la luna".